Visto por aquí. Más coces al diccionario.
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Chistes de toda la vida para el chavalerío de Internet, que aún no se los sabe
En la cadena de mando de ETA los veteranos no sólo ganan galones sino también sobrenombres. El actual consejo de administración etarra está integrado por Txerokí (versión vascuence de la tribu cherokee) y el fichaje de invierno, Dienteputo, dos alias que acojonan instantáneamente.
No siempre ha sido así. Los Violentos de las Vascongadas han tenido entre sus filas asesinos que inspiraban risa, cuando no ternura. Como aquel Antonio Fernández, alias Maguila, como el simpático gorila dibu. O ese otro Fernández, Ibón, que se apodaba Susper, que suena a Casper o Julián Achurra, más conocido como Pototo. Pues qué quieren que les diga: no inspira respeto.
Hablando de mascotas, la vertiente animal (si es que hay otra) de la banda está perfectamente cubierta por Santi Potros y Josu Ternera. Demasiado bucólico para ser terrorista.
Luego está el asunto diminutivo. Una cosa es que tu madre te llame Pakito en casa y otra muy diferente que te lo llame toda la galería del penal de Santa María. Y lo mismo vale para Pepito, Makario o Pedrito de Andoain e incluso para los cacofónicos Yiyo y Yoyes, que son nombres como de mago amenizador de cumpleaños infantiles, no de magnicida.
Si damos por buena la relación entre alias y jerarquía podemos deducir que Chema Borde es el mandamás de ETA. A pesar de tener un nombre de sobras adecuado para ejercer la actividad criminal, José María Urquijo Borde, no tenía una alias sino tres: Kini, Kinito y Rambo, en función de su estado de humor, suponemos.
Y, hablando del hampa, ¿quién diantres bautiza las operaciones policiales?
El Desternillablog, departamento de análisis espectrográficos, ha desentrañado la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿Quién es más caliente en la cama, el hombre o la mujer?
Pues analizando la instantánea térmica de una pareja a punto de iniciar las guarreridas españolas, hemos llegado a la siguiente conclusión:
-Al hombre se le acumula la mayoría de la sangre (y por tanto el calor) dónde todas las mujeres piensan.
-Las mujeres tienen la calentura más repartida…aunque a pieses fríos no las gana nadie.
Me encuentro una pulsera en la calle. Me la pongo. A las dos horas leo su extraña inscripción:
¿Qué tratan de decirme? Pues nada, vamos a ello.
Definitivamente, nuestro entrañable servicio postal tiene un quintacolumnista en sus filas, no un saboteador, como en ocaciones pretéritas:
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El concepto japanese-trendy nos tiene obnubilados. Observen la prenda que hace furor entre las chavalas niponas. Nosotros lo bautizaremos como el “panta-tanga”, una suerte de pantalón con braga soldada para ir más fresca que un lomito de bonito. Ya he encargado una unidad para que la teste nuestra mercera de confianza y dictamine si, de aquí a nada, veremos el trapito circulando por nuestras calles. Y además hay varios modelos, en función del grosor de la braga:
El vaquerito, para las frías noches de Fukuoka…
El semitrans, para lo que viene siendo el discurrir diario…
Y el transparente entero, para las más atrevidas.