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Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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Un blanco criado de Rueda y un goloso vino de La Mancha

Nuestro primer vino de hoy es un blanco de Rueda, Belondrade y Lurton 2006.

Didier Belondrade se enamoró de España hace muchos años y su sueño fue tener un motivo para quedarse a vivir aquí. Lo encontró en Rueda. Era el año 1994 cuando apareció en el mercado por primera vez Belondrade y Lurton.

Un vino por entonces novedoso, que se alejaba del perfil clásico de los vinos de Rueda. No buscaba la fruta inmediata y fácil, sino que utilizó las viejas técnicas de Burdeos para conseguir un vino con capacidad de envejecer durante bastantes años. Empezó con 10.000 botellas y ahora está sobre las 95.000.

De la mano del arquitecto francés Vicent Dufos construyó una bodega también atípica en la zona, pues no buscaba llamar la atención sino pasar desapercibida e integrarse en el paisaje.

Tiene 25 hectáreas de viñedo propias y controla otro tanto de viticultores de la zona. Belondrade y Lurton 2006 fermenta y envejece en barricas de roble, con clara mayoría de roble francés, durante 10 meses.

Que nadie espere encontrar un verdejo de los de libro, todo lo contrario, encontrará un vino más complejo, todavía marcado por la madera, pero con gran futuro por delante. Sirve para acompañar pescados con salsas, carnes blancas y caza de pluma.

Su precio en tienda está sobre los 21 euros.

El segundo vino es de Alejandro Fernández y no es, como parecería seguro, de la Ribera del Duero sino de La Mancha.

Cuenta Alejandro que en todos sus viajes cada vez que pasaba por los viñedos de La Manca sentía sana envidia de las uvas manchegas, que siempre crecían ajenas a las lluvias y a las heladas de su Ribera del Duero.

Hasta que un día decidió invertir allí. Se instaló en Campo de Criptana, entre molinos de viento y muy cerca de la estación montó su bodega. Así nació El Vínculo, cuyo nombre es un homenaje a la bodeguita que tenía su padre en Pesquera de Duero. Una unión entre dos zonas, a través de un hombre que ha hecho del Tempranillo su pasión.

Paraje La Golosa Gran Reserva 2002 nace de un viñedo de más de 60 años, situado en el pago del mismo nombre. Ha tenido una crianza en roble francés de 24 meses. Pocos nombres encajan tan bien en un vino como este. Goloso a más no poder, incita a seguir bebiendo.

Su precio ronda los 27 euros.