Descorche Descorche

Puede que en el vino no esté la verdad, si es que sólo existe una,pero lo que es seguro es que está el placer y juntos vamos a encontrarlo

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El resurgir de las denominaciones

El movimiento de La Renaissance de las Appellations, el resurgir de las denominaciones, está cobrando cada día más fuerza y se convierte en uno de los elementos más dinamizadores que han aparecido en el mundo vinícola en los últimos años.

Agrupa a 152 viticultores de 13 países diferentes, de los que 8 son españoles. Su objetivo es reivindicar la naturaleza para la que fueron creadas las distintas denominaciones de origen que con el paso del tiempo se ha ido olvidando.

Para pertenecer a este grupo hay que cumplir su carta de calidad, que está organizada en tres niveles diferentes.

El primer nivel son Las bases inevitables. No al uso de herbicidas, abonos químicos, uso de estiércol, uso exclusivo de productos naturales para luchar contra las enfermedades y respeto a las normas de la agricultura ecológica son la primera base.

Se incluye también la exclusión de productos químicos de síntesis que sean de contacto, penetrantes o sistémicos. Y no se permite la utilización de levaduras exógenas o aromáticas, ni la de pies de viña genéticamente modificados.

El segundo nivel lleva el nombre de Ir más lejos y se centra en la vendimia y en la elaboración.

Las vendimias deben ser manuales y los procesos de fermentación naturales. No se permite el uso de encimas, bacterias o productos de síntesis, tampoco los activadores de la fermentación.

Técnicas como la crioextracción, la congelación de la uva, o los métodos de concentración como la evaporación al vacío o la ósmosis también están prohibidos.

El tercer y último nivel, Cuando se dan las condiciones, prohíbe la modificación del equilibrio natural de los mostos. No se puede acidificar, desacidificar o chaptalizar. Tampoco se puede clarificar ni hacer filtraciones estériles o por debajo de 2 micras.

En palabras de Nicolas Joly el mayor impulsor de este movimiento

Para que una cepa pueda aprovechar su terroir y sus raíces el suelo debe de estar vivo y para captar el clima y sus múltiples variantes las hojas deben estar libres de productos sintéticos que perturban la fotosíntesis

Cuando una agricultura saludable (biología o biodinámica), ha permitido a un pago expresarse, la tecnología de bodega, y los gustos arbitrarios que puede generar, se convierte en inútil.

El vino guarda entonces su gusto original y su capacidad de envejecer con una transparencia total para el consumidor

En resumen, volver a la forma natural de elaborar los vinos, olvidando esa tecnología y esa forma de trabajar que hace que los vinos, al final, sepan igual.

Las fotos son del viñedo de la Coulée de Serrant en agosto de este año y la fotógrafa es Delia García.

Los vinos de Saint-Emilion

El otro día hablábamos de la belleza de Saint-Emilion, hoy vamos a centrarnos más en sus vinos.

Decíamos que no participaron en la clasificación de 1855 y hay que esperar hasta 1958 para establecer una primera clasificación. Para hacerla se tiene en cuenta la opinión de una comisión de expertos independientes y esta clasificación se revisa cada 10 años.

Se dividen los vinos en las siguientes categorías empezando por la más sencilla.

Saint-Emilion

Saint-Emilion Grand Cru

Saint-Emilion Grand Cru Classé

Saint-Emilion Grand Cru Classé B

Saint-Emilion Grand Cru Classé A

La última clasificación es del año 2006 y, aunque inicialmente fue anulada por un juez, sigue vigente.

El porcentaje de producción de las diferentes A.O.C. es el siguiente:

A.O.C. Saint-Emilion: 52%

A.O.C. Saint-Emilion Grand Cru: 32,3%

A.O.C. Saint-Emilion Grand Cru Classé: 12,5%

A.O.C. Saint-Emilion Premier Grand Cru Classé: 3,2%

Utilizo como fuente un libro de Bernard Ginestet y Jacques Legrand titulado Saint-Emilion. Le Grand Bernard des Vins de France.

En total son 5.481 hectáreas de viñedo, de las que 3.630 son de Saint-Emilion Grand Cru. Los siguientes datos sobre el número de hectáreas que tiene cada propiedad nos muestra la enorme diversidad de propietarios del viñedo de Saint-Emilion.

Con entre 0 y 5 hectáreas hay 443 viticultores que representan el 52,80% del total

Con entre 5 y 10 hectáreas hay 225, un 26,82%.

Con entre 10 y 15 hectáreas hay 102 viticultores, el 12,16%.

Con entre 15 y 20 hectáreas hay 28 propietarios, un 3,33%.

Con entre 20 y 40 hectáreas hay 38 propietarios, el 4,32%.

Con entre 40 y 50 hectáreas sólo hay 2 propietarios, un 0,20%, y con más de 50 sólo hay 1 propietario, el 0,10%.

En total, según los datos de 1998, son 839 propietarios.

En Saint-Emilion podemos distinguir 5 tipos de suelos.

Suelos calizos en los que la profundidad de arraigo no sobrepasa algunas decenas de centímetros y las cantidades de elementos asimilables y de agua se encuentran a disposición de los racimos sin límite.

Es el caso, por ejemplo, de Château Ausone y Château Canon.

Suelos de cimas redondeadas formadas por los aluviones guijarro-arenosos cuaternarios, en los que la viña puede extender sus raíces más profundamente. Château Figeac y Château Cheval Blanc son los más representativos.

Suelos arenosos del mismo origen geológico, pero sin grava ni guijarros, en los que la extensión de las raíces está limitada por una capa bastante superficial.

Suelos arcillo-arenosos, algo menos calcáreos. En esta zona se encuentran una parte importante de los châteaux más significativos.

Suelos de textura arcillosa, con una importante proporción de partículas inferiores a 2 micrómetros.

La variedad mayoritaria es Merlot, con un 60% del total. Después viene Cabernet Franc, con un 30% y Cabernet Sauvignon, el 10%.

Un barrica de la Ribera del Duero y un Cabernet Franc del Loira

El primer vino que recomendamos hoy viene de la Ribera del Duero y es el Marqués de Velilla Barrica 2004.

Nunca he ocultado mi personal debilidad por Gabriel Rivero, para mi uno de los mejores enólogos que actualmente trabajan en España.

Conocí a Gabi hace ya muchos años cuando dirigía Château Sociando Mallet, vino que con su trabajo contribuyó a situar entre los más grandes de Burdeos. Después se marchó al Líbano a Château Kefraya y hace poco más de 3 años se volvió a España, donde nunca había trabajado, para dirigir Marqués de Velilla.

Se encontró con una bodega bastante abandonada en su día a día. Vinos normales, sin demasiadas pretensiones y en muchas ocasiones con marcados defectos. La labor de levantar la bodega era dura pero Gabi se puso a ella con la fe que le caracteriza.

Su primera tarea consistió en hacer un estudio de suelo de las 183 hectáreas de viñedo, situadas en el entorno de La Horra, que tiene la bodega. Encontró 18 tipos de suelo, desde arcillosos que proporcionan a los vinos potencia, hasta gravas y arenas que aportan más delicadeza.

Su pasión por el viñedo hace que no sea extraño verle paseando a primeras horas de la mañana, cuando el sol todavía se niega a salir del todo.

Marqués de Velilla Barrica 2004 es el primer vino que elabora Gabriel Rivero en la bodega. Una añada marcada por el granizo que destruyó la mitad de la cosecha.

Tiene un 95% de Tempranillo y 5% de Cabernet Sauvignon, procedentes de las parcelas Curillas, La Vega del Conde, La Encina y El Membrillo. Ha tenido una crianza de 12 meses en barricas de roble, sobre todo francés.

Cuando salió al mercado algunos se quejaban de que era un vino duro y difícil. Han pasado algunos meses y el vino está en un momento impecable, con los taninos finos y redondos, para nada agresivos y con una frescura de fruta muy destacable.

Su precio en tienda está sobre los 7 euros y es muy difícil encontrar un vino de la Ribera del Duero mejor por este precio.

Una demostración más del buen hacer de Gabriel Rivero y de que los grandes vinos de esta bodega están por llegar.

El segundo vino es del Loira francés. Ya hablamos el otro día de los hermanos Foucault, viticultores a los que tengo especial respeto. Su feudo está en Saumur-Champigny, en el Loira.

El nombre de Champigny viene del latín campus ignis, que significa campo de fuego y posiblemente sea porque tienen la temperatura media más alta de la región.

Clos Rougeard siempre está elaborado únicamente con Cabernet Franc, conocido en la zona como breton, debido a que en el siglo XVII Richelieu encarga al abad Breton que replante los viñedos y utiliza para hacerlo plantas de Cabernet Franc compradas en Burdeos.

Cuando las uvas llegan a la bodega, que está entre 10 y 12ºC, permanecen entre 4 y 5 días a esta temperatura, haciendo una maceración prefermentativa en pequeñas cubas de cemento. El encubado se hace en cubas de cemento abiertas y dura de 3 a 4 semanas y a diario se hacen bazuqueos con los pies y remontados. No se incorporan los vinos de prensa. La maloláctica se hace en barricas de roble. Se hacen 3 ó 4 trasiegos por año.

Clos Rougeard 2003 proviene de 4,5 hectáreas de viñedo, situadas en diferentes parcelas. Las cepas oscilan entre los 15 y los 70 años. El rendimiento medio es de 40 hectolitros por hectárea. Ha tenido una crianza en barrica de 18 meses, parte importante de las cuales son barricas usadas procedentes de Château Margaux y Château Haut-Brion.

La añada 2003 en el Loira, como en el resto de Francia y también de España, fue especialmente calurosa, por eso el vino tiene un poco más de color y algo menos de acidez de lo que es habitual, aunque, debido a su buen trabajo en el campo, tiene una acidez realmente sorprendente para las características de la añada.

La frescura, la profundidad y la mineralidad son rasgos siempre característicos de este vino.

Es un vino destinado a vivir muchos años pero que empieza a estar en buen momento. Yo aconsejo abrirlo cuando menos 1 hora antes de beberlo.

Con su prestigio y su baja producción es un vino difícil de conseguir pero se puede encontrar a unos 29 euros en las tiendas.

Clos Rougeard, los grandes vinos del Loira

Hace poco que ha salido a la venta la guía de La Revue du Vin de France que bajo el título de Les meilleurs vins de France 2009 selecciona las bodegas y les da una puntuación de 1 a 3 estrellas, muy en la línea de la Guía Michelín.

Uno de los ascensos más destacados del año es de los hermanos Foucault y su Clos Rougeard en Loira, que han conseguido su tercera estrella.

El domaine está situado en Chacé, y es propiedad de los hermanos Charly y Nadi Foucault, cuya familia lleva ocho generaciones siendo viticultores. Un viejo acta de 1663 ya demuestra que la familia tenía presencia en la zona.

En palabras de Nadi

El terroir es algo vivo. Evoluciona con el tiempo por la acción del hombre y por las huellas geológicas y climatológicas que deja el paso del tiempo. El terroir es la artesanía frente a la industria

En total tienen 9 hectáreas de viñedo únicamente con Cabernet Franc y 1 con Chenin Blanc. Desde hace 30 años los métodos vitícolas empleados son biológicos, sin recurrir a productos químicos ni herbicidas. El cultivo es ultra tradicional, con rendimientos que nunca superan los 40 hectolitros por hectárea. Tienen de 5.000 a 6.000 cepas por hectárea.

En el suelo de sus viñas hay una primera capa arcillosa, silícea, calcárea y muy pedregosa, con un espesor de unos 30 centímetros, y después está la toba. Los suelos tienen muy buen drenaje y eliminan rápidamente el agua de la lluvia. Las raíces profundizan mucho entre las fallas de la toba y se alimentan del agua que allí se guarda y que se mantiene incluso en las épocas más calurosas y secas.

La selección es casi una religión para los Foucault. Durante la vendimia se hacen dos selecciones, una en el campo y otra en la bodega con una mesa de selección que elimina los racimos que no están perfectos.

El encubado se hace en cubas de cemento abiertas y dura de 3 a 4 semanas y a diario se hacen bazuqueos con los pies y remontados. Su filosofía es no intervenir demasiado en la elaboración, para que sea la procedencia de las uvas la que marque las diferencias.

La crianza se hace en la cava milenaria, construida por los romanos, excavada en la toba, fresca y sin cambios de temperatura. La procedencia y las características de la madera se cuidan especialmente, siguiendo la tradición familiar, pues hasta su padre, su familia había sido a la vez viticultora y tonelera.

Viticultores de los de verdad, de los que están todo el día en la viña, los Foucault elaboran vinos de una asombrosa autenticidad. Son una auténtica leyenda y la gente se pelea por su pequeña producción, pero a ellos no les importa, siguen trabajando a fondo en el viñedo y elaborando vinos frescos, con una inmensa capacidad de envejecer.

Saint-Emilion, un pueblo que hay que conocer

Una visita obligada para todos los amantes del vino es la de Saint-Emilion, uno de los pueblos vinícolas más bonitos y atractivos que se pueden encontrar.

Patrimonio mundial de la UNESCO, es un pueblo medieval, construido sobre un semicírculo de colinas frente al río Dordogne, con múltiples planos superpuestos, con sus casas formando una especie de anfiteatro y lleno de calles estrechas y escarpadas. El pueblo está concebido como un cascarón protector alrededor de la excepcional ermita construida en el interior de la montaña, de forma que las distintas iglesias y puertas forman un gran zodíaco.

Uno de sus monumentos más destacados es el Menhir de Pierrefitte, construido hace unos 5.000 años por marineros que llegaron hasta allí a través del río Dordogne. El menhir, situado en un cerro que domina el río, tiene a sus pies una fuente con supuesto valor milagroso. Había también una ermita que fue destruida durante la Revolución.

Pero, sin duda, el gran monumento de Saint-Emilion es la ermita monolítica. Emilion era un celta, al que algunos documentos consideran de los primeros druidas cristianizados. Convertido en benedictino adopta como ermita el nicho de una fuente, que empieza a convertir en una impresionante ermita, aumentando la bóveda y creando un baptisterio.

Allí es enterrado en el año 76 y sus sucesores continuaron excavando la montaña hasta crear un conjunto arquitectónico increíble.

Otros edificios destacados son el Château du Roi, la iglesia Colegialle, le Palais Cardinal, la Grande Muraille, el convento de los Cordeliers, las murallas, las fosas y viejos muros que rodean la villa.

La viña se cultiva desde la época galo-romana y el poeta latino Ausone poseía una villa cerca del pueblo, descubierta recientemente al lado del Château La Gaffelière. La viña tiene una época de crisis con la llegada de los visigodos, pero después vuelve a su esplendor.

En 1199, cuando toda la Gironda estaba dominada por los ingleses, Juan Sin Tierra otorga a Saint-Emilion libertades comunales y establece un Jurado que administra la comarca y reglamenta, entre otras cosas, la elaboración de vino y su comercio. Hay que destacar que el área de elaboración que se fija en esta Carta de 1199 es el mismo que actualmente tiene la A.O.C. Saint-Emilion.

Durante el siglo XVIII el Jurado combate la utilización abusiva del nombre de Saint-Emilion, sobre todo por los viticultores de Bergerac. Inspecciona las bodegas y desde 1742 graba al fuego las armas de la ciudad en las barricas de más calidad.

Con la llegada del ferrocarril en 1853 el mercado de París, del norte de Francia y, posteriormente, de los Países Bajos, se abre para los vinos de Saint-Emilion. Sin embargo, la exportación, que se realiza desde el puerto de Burdeos, sigue dominada por los vinos del Médoc. Los vinos de la ribera derecha no formaron parte de la clasificación de 1855, pues eran vendidos por los negociantes de Libourne, en lugar de por los de Burdeos, que fueron los que organizaron dicha clasificación.

Otro día hablaremos de sus viñedos y de sus vinos, hoy estamos más turísticos.

Tiendas para comprar vinos hay a cientos, aunque la selección es bastante desigual y los precios no son baratos.

Yo siempre me compro una cajita, o varias, de macarons, una pasta de almendra que me encanta. Se pueden encontrar los que hace la familia Blanchet, que fueron los que encontraron en un desván la fórmula original que había desaparecido, en el número 9 de la calle Gaudet.

Un lugar para comer es L’Envers du Décor, situado en la parte alta del pueblo, junto a la Maison de Tourisme. Comida sin complicaciones pero bien hecha y magnífica carta de vinos, no sólo de Burdeos, con precios no exagerados para ser en Francia.

Más lujoso es la Hostellerie de Plaisance, un Relais Châteaux con una cocina elaborada y seria que nos propone Philippe Etxebest. Tiene dos estrellas Michelin y sus menús están entre los 55 y los 120 euros.

Un Chablis y un Mencía gallego: frescura y mineralidad

Para escoger el primer vino de esta semana nos vamos a la parte más norte de Borgoña, a Chablis. Hemos escogido Bessin 2006, del Domaine Jean-Claude Bessin.

Chablis es posiblemente la zona de blancos de más fama de Borgoña, pero también la más irregular. Es tan fácil encontrar buenos vinos como vinos de una mediocridad aplastante.

Su prestigio lo marca su historia. Cuando, en 1864, Napoleón III encarga a Jules Gullot un estudio sobre el presente y el futuro de la viticultura en Francia, escribe

Los Chablis tienen un bello color oro, con un reflejo verde, son espirituosos sin que el espíritu se deje notar, y su bouquet es encantador. Se distinguen por sus cualidades higiénicas y digestivas, pero sobre todo por la excitación

viva, benévola y llena de lucidez que aportan a la inteligencia

Pocos años después aparecen en Rioja vinos embotellados como Chablis, algunas botellas todavía se pueden ver en López Heredia.

Pero hoy las cosas son distintas.

Son más de 4.000 hectáreas de viñedo, plantadas en pequeños valles muy próximos los unos de los otros, pero con grandes diferencias de microclimas, orientaciones, suelos y subsuelos.

Arquitecto de profesión, Jean-Claude Bessin se hace cargo de los viñedos de la familia de su mujer, propietarios desde hace varias generaciones, en 1989 y comercializa su vino por primera vez en 1991. Su mujer, Evelyne Tramblay, estudió enología en Beaune y entre los dos se encargan de las elaboraciones.

Parten de 12 hectáreas de Chardonnay, de cepas de más de 50 años, que cultivan personalmente con todo el esmero. Juntos reestructuraron el viñedo familiar, protegiendo las viejas cepas.

Su mayor esfuerzo a la hora de elaborar es respetar las características de cada terroir, buscando la mayor delicadeza y complejidad.

Bessin 2006 es un Chablis de los de verdad, auténtico, sin todos los artificios habituales en esta zona.

Nariz sutil, fina, mineral. Esa misma mineralidad aparece en la boca, donde se mezcla con una agradable acidez cítrica, formando un magnífico equilibrio de elegancia y frescor, pureza y clase.

Su precio en tienda está sobre los 20 euros.

El segundo vino de esta semana nos viene de Galicia y de una de sus zonas menos conocidas, la Ribeira Sacra. Es el Alcouce 2005, un vino de las bodegas Chao do Couso, propiedad de Pío Domínguez.

Me recomendaron este vino César Ruiz, que acaba de abrir su blog, y Xoan Canas, copropietario y sumiller de Pepe Vieira, dos personas a las que respeto especialmente.

Cuando lo probé por primera vez me gustó pero no me entusiasmó, la madera estaba demasiado marcada, los taninos eran notorios y dejaban un poco atrás la fruta.

El otro día lo probé otra vez. Habían pasado unos 4 meses y el cambio me dejó impresionado. La fruta negra, los arándanos, la grosella brillaban por encima de una madera que el vino había conseguido integrar a la perfección.

Me pregunté cuantas veces juzgas mal a un vino simplemente por no dejarle el tiempo en botella suficiente.

El fondo mineral era notorio y la acidez le aportaba un toque de frescura que hacía al vino redondo. Un vino para disfrutar.

Las uvas de Mencía provienen del pueblo de Trives, en la subzona de Quiroga Bibei. Las cepas están a una altitud media de 1.000 metros y los suelos son de xisto y pizarra. La producción es muy pequeña y el vino es difícil de conseguir, pero una vez más se demuestra que en Galicia nacen tintos muy especiales.

Al igual que en el vino anterior su precio ronda los 20 euros.

Jacques Selosse, el Champagne llevado al extremo

Gran parte del éxito que el Champagne de vignerons, el Champagne de los viticultores, está teniendo en España y en el mundo se debe a Anselme Selosse, que ha conseguido situar su Champagne entre los más grandes.

La bodega la crea nada más acabar la II Guerra Mundial Jacques Selosse, pero la época de esplendor llega cuando su hijo Anselme y su mujer, Corinne, se hacen cargo de ella.

Anselme estudia enología en Beaune y sus experiencias en Borgoña influyen claramente en su idea del vino, hasta convertirle en el vigneron más original y personal de Champagne.

Parte de 6,6 hectáreas de Chardonnay, situadas sobre todo en Avize, aunque también hay parcelas en Cramant, Le Mesnil, Aÿ, Ambonnay, Mareuil su Aÿ y Oger. Tiene también 0,9 hectáreas de Pinot Noir, situadas en Aÿ. Todo el viñedo es Grand Cru. En total hay 8.500 cepas de Pinot Noir y 65.000 de Chardonnay, plantadas en 47 parcelas.

El trabajo en el campo es biológico. La poda es muy corta, buscando rendimientos mucho más bajos de lo habitual en Champagne.

La vendimia se hace en función del color de las pepitas y de los perfumes de la piel de la uva. Son estos dos parámetros los que llevan a Anselme a determinar que las uvas están ya maduras. Suele recoger las uvas con un grado alcohólico más alto de lo normal en la zona. La vinificación se hace en barricas de roble borgoñonas de 228 litros, con un porcentaje muy pequeño de barricas nuevas.

No hace regulación térmica y deja que la fermentación vaya su propio ritmo, llegando en ocasiones hasta el mes de julio. Gracias a su alta acidez natural, los vinos no hacen la fermentación maloláctica.

La crianza se hace con las lías, realizando un batonage a la semana en invierno y una vez al mes en verano. Los vinos base están en barrica el primer año y en fudres de roble después.

En todas las botellas, en la contra etiqueta, aparece la fecha del degüelle.

Un Champagne diferente a los demás, es mucho más un vino de Borgoña con carbónico que un Champagne al uso. Oxidativo, con cuerpo, con más presencia en boca, menos ligero, intenso, personal, único.

La producción es muy limitada, la demanda muy alta y los precios están en consonancia, subiendo, además, cada año un poquito más. Requiere un esfuerzo económico pero las satisfacciones van a ser también muy altas.

Vin Jaune, el Jerez del Jura

Si hay un vino de personalidad original y diferente a todos en Francia es el Vin Jaune.

Jura es uno de los viñedos más desconocidos de Francia, incluso en la propia Francia. El otro día hablábamos de un vino tinto, hoy quiero centrarme en su vino más famoso, pero, desde luego, no el que más se consume.

El Vin de Jaune, el vino amarillo, se elabora únicamente con Savagnin, también conocida como Traminer, una variedad tardía que estuvo a punto de desaparecer a mediados del siglo XX, cuando quedaban poco más de 10 hectáreas.

Afortunadamente a partir de los años 70 las cosas empezaron a cambiar y hoy son más de 300 las hectáreas plantadas.

La vendimia es tardía, como pronto empieza en la segunda semana de octubre. Al principio se vinifican las uvas como si de un blanco cualquiera se tratase. Después el mosto pasa a barricas de roble de 228 litros, que anteriormente han tenido ya Vin Jaune o un vino blanco, nunca nuevas.

Las barricas están en naves no frías, ni subterráneas como suele ser habitual en la zona, sino que se busca que en verano las temperaturas sean de unos 18ºC. Las barricas no se rellenan del todo y la evaporación se lleva una parte del vino, la parte de los ángeles la llaman con su habilidad para las metáforas en el Jura.

Durante la crianza del vino se produce el milagro y el misterio de la aparición de la flor, que acerca a este vino a los míticos de Jerez. El velo le protege de la oxidación y le da sus toques más personales.

A diferencia de los vinos de Jerez aquí los vinos son de una sola añada y no se utiliza el sistema de soleras y criaderas.

Tras una crianza mínima de 6 años y 3 meses se embotella en una curiosa y única botella llamada Clavelin, que contiene 62 centilitros.

El Clavelin viene de las botellas inglesas que se usaban en el siglo XVIII, que se abandonaron en todos los sitios menos aquí. Posiblemente la razón por la que se siguió usando sea porque viene a suponer lo que la evaporación deja de 1 litro de vino después de esos 6 años de crianza.

En 1980 la burocracia de Bruselas estuvo a punto de cargarse esta botella, pero los viticultores de Jura fueron capaces de aguantar e imponer su criterio.

Uno de los defensores del Vin Jaune era Louis Pasteur, que, el 7 de octubre de 1855, le escribía a su padre

Quiero darles a beber a estos señores los mejores vinos de mi país, creo que nada mejor que me envíes una muestra del vino de oro.

Vino de oro por el color, vino de oro por el sabor.

La mineralidad del Loira y la fuerza de la Ribera del Duero

Llorábamos el otro día la muerte de Didier Gagueneau, uno de los vignerons con más personalidad del mundo. Hoy como homenaje vamos a recomendar uno de sus vinos Silex 2005.

Con una curiosa etiqueta en la que la piedra es protagonista Silex procede de una parcela de 2,2 hectáreas de Sauvignon Blanc con cepas de más de 50 años y rendimientos muy bajos. Los suelos tienen base arcillosa y fuerte presencia de la piedra que le da el nombre.

Es uno de los grandes blancos del mundo, puro, mineral, con el recuerdo claro del silex, poderoso pero lleno de elegancia, lleno de armonía. Se puede beber ahora y se puede guardar muchos años.

No voy a decir que es barato, su precio se acerca a los 90 euros, pero beberlo no es sólo hacerle un homenaje a Didier Dagueneau, es, sobre todo, hacérnoslo a nosotros.

El segundo vino de esta semana es Astrales 2006, uno de los nuevos Ribera del Duero.

Es el resultado de la unión entre la familia Romera de la Cruz y Eduardo García. Los primeros viticultores en su tercera generación con viñas en Anguix y Eduardo es el hijo de Mariano García y tras formarse en Burdeos colabora con su padre y desarrolla proyectos propios como este.

La familia Romera de la Cruz tiene 29 hectáreas de viñedo en Anguix, pero el vino procede sólo de 10 hectáreas con cepas de entre 20 y 70 años, resultado de una selección masal de sus mejores clones. No se utilizan herbicidas.

Cada parcela se vinifica por separado, las maceraciones no son demasiado largas y la crianza está entre los 14 y los 20 meses. La idea es intervenir lo menos posible en la elaboración para que se exprese el viñedo.

El Astrales 2006 acaba de salir al mercado y todavía está un poco duro, cerrado y con la madera marcando el paso, pero tiene buena presencia de fruta que se irá imponiendo poco a poco. La etiqueta es nueva y más clásica que la anterior.

Su precio está sobre los 24 euros.

Ha muerto Didier Dagueneau, el gran viticultor del Loira

El miércoles pasado moría en accidente Didier Dagueneau.

Inconformista, rebelde, crítico con las prácticas de cultivo de sus vecinos y con la actitud ñoña de las administraciones, Didier Dagueneau, nacido en 1956 en Saint Andelain, era indudablemente uno de los grandes.

Apasionado de la viticultura llevada al extremo, trabajaba cada cepa de forma particular hasta conseguir sacar de ella lo mejor. Su filosofía la resume fácilmente

Yo no busco elaborar vinos para los coleccionistas, mi objetivo es reflejar un saber hacer, un cepage y un terroir. Nada más

Y nada menos. Pero también tenía claro que había que arriesgar en la búsqueda de ese objetivo

Un gran vino es un producto cultural y hay que defender la excelencia no la facilidad

Venía de familia de viticultores pero su primera pasión fueron las carreras de sidecar. Pero dos accidentes seguidos le hicieron volver a la tierra.

Se instala por su cuenta en 1982 dispuesto a demostrar a su padre y a sus tíos que era capaz de hacer un vino mejor que el suyo

Mejorar lo que hacían ellos era una gran motivación para mi en esa época

En 1989 construye su bodega, conocida por muchos como la catedral. Una importante inversión puesta al servicio del vino. En sus blancas paredes están escritas frases que reflejan sus ideas.

No es necesario conquistar si todo está en venta

O la máxima del Che Guevara, personaje con el que muchos le comparaban, por su barba y su melena

Se realista, pide lo imposible

Propietario de 11,5 hectáreas elaboraba 5 vinos diferentes. En Chailloux, Buisson Renard, Pur Sang, Silex y Astéroide. Este último elaborado con cepas no injertadas, que vigilaba con mimo para evitar que la filoxera las atacase.

Para Denis Dubourdie, el impulsor de los vinos blancos de Burdeos

era uno de los grandes bodegueros de nuestra generación

Su hijo Louis Benjamin, que llevaba años trabajando con él, será su continuador.