Anoche, Lo de Évole fue una auténtica pasada. La entrevista a Miguel Bosé que, en ocasiones fue un verdadero despropósito por las respuestas del artista, me tuvo pegado frente al televisor.
Conocí a Miguel en una entrevista que le hice para DKISS, fue encantador, me trató con cariño y gran profesionalidad. Como artista, me impone mucho y le admiro un montón, pero el hecho de que sea negacionista no me gusta un pelo. Yo, que estoy deseando que me vacunen para ver cada vez más cerca el final del coronavirus, tengo problemas para entender que alguien como él pueda pensar así, pero esa… es otra historia que, además se resolverá en la emisión de la próxima semana.
Me gustó escuchar a Bosé hablando de sus problemas vocales como consecuencia de su estado psicológico, oírle comentando cómo fueron sus primeras actuaciones y ver cómo analizaba su difícil relación con su padre. Lo que no me esperaba es que Miguel contase que a Franco, el dictador, «se le caía la baba« con su padre, el matador de toros Luis Miguel Dominguín.
En el adelanto de la entrevista ya le escuchamos comentarlo.
«En aquella España, la clase pudiente era muy pudiente y tenía a sus mascotas, a sus estrellas: eran actores, bailaores y cantantes de flamenco y toreros» dice Miguel Bosé, y añade: «Mi padre pasaba por encima de esas categorías porque consiguió poner a España en el mapa. Fue un hombre internacional que cuando acababa las temporadas se iba a Hollywood y se ligaba a las estrellas de cine. Su romance más famoso fue el de Ava Gardner«.
El padre de Miguel Bosé, no era solo una mascota para Franco. ¿Qué era entonces? Tal y como comenta Miguel: «Hay fotografías en las que ves a franco mirando a mi padre con una cara de admiración… Le llamaba ‘mi niño’«.
Y si esta relación entre Franco y la familia Dominguín / Bosé me sorprendió, también tengo que decir que lo que no me gustó nada lo del tema de las drogas.
