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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Las escopetas llevan a codornices y tórtolas hacia la extinción

Codorniz

Codorniz. © Raniero Massoli Novelli / Wikimedia Commons

Como marca la tradición cinegética, el pasado 15 de agosto, día festivo en toda España, se abrió la media veda de caza en Castilla y León y otras regiones. Hay que darse prisa para matar el mayor número posible de codornices y tórtolas antes de que éstas inicien su migración hacia África.

El que cada vez haya menos codornices y tórtolas europeas (la común, no confundir con la abundante turca) no es problema. De hecho, desde hace años los grupos de investigación y conservacionistas claman por prohibir durante unos años esta carnicería de los últimos mohicanos, en la esperanza de que sus maltrechas poblaciones puedan recuperarse algo. Caso omiso. Se siguen manteniendo unos cupos imposibles, 30 codornices y 8 tórtolas por cazador y día.

La_caza_de_la_codorniz

Goya. Caza de la codorniz

¿Alguien logró estos días tales perchas? Quizá alguno en Burgos, la tierra más codornicera de España, pero la mayoría de los cazadores se volvió a casa con los cartuchos en los bolsillos. En la comarca de Sahagún, donde he pasado unos días, todos con los que hablé estaban enfadadísimos; se volvían a casa de bolo. También como marca la tradición, algún joven de aguilucho y de milano negro recibió el plomo de los indignados escopeteros. Yo vi dos.

Pero vamos a ver. ¿No habíamos quedado que los cazadores son gestores medioambientales? ¿Desinteresados amigos de la naturaleza empeñados en mantener sano el ecosistema eliminando las poblaciones excedentarias y cuidando a las menguadas?

Pues con la codorniz y la tórtola no lo parecen. Más se diría que sólo les interesa disparar a estos animales al grito ibérico de «el que vega detrás que arreé«.

De hecho, y según SEO/BirdLife, en la media veda se pueden llegar a abatir cada temporada más individuos de los que las poblaciones naturales son capaces de producir en sus nidadas.

Especialmente grave es la situación de la tórtola europea, cuya época reproductora comienza en el mes de abril y se prolonga hasta finales del mes de agosto, justo cuando los cazadores aún pueden encontrarse nidos ocupados.

¿Quieres más precisión? De acuerdo con los datos obtenidos por el programa Sacre 2012 de SEO/BirdLife, en el caso de la codorniz (gráfico 2), durante el periodo de 1998-2013 sus poblaciones nacionales han sufrido un grave declive de más del 53%. Para el mismo periodo, la tórtola (gráfico 3) sufrió un declive de más del 30% de su población.

Es verdad que la culpa de esta extinción no la tienen tan sólo los cazadores. El mayor culpable es el terrible cambio agrícola registrado en el campo español en las últimas décadas, con nefastas consecuencias para la fauna salvaje.

Por ejemplo, no es de recibo que a mediados de agosto la mayor parte de los campos castellano-leoneses estén ya arados o quemados sus rastrojos. Y aún más grave, la superficie dedicada a los cereales de secano es cada vez menor, sustituidos por cultivos leñosos en regadío como el maíz (transgénico, por supuesto).

Pero tampoco es de recibo que ante el delicado estado demográfico de las poblaciones silvestres de estas aves, las Administraciones autonómicas sigan autorizando año tras año unos cupos mucho mayores que los que capturan los propios cazadores.

Eso, estimados técnicos y/o políticos, no se puede llamar gestión del recurso. Ni el silencio de los cazadores, que deberían exigir una moratoria urgente, se puede llamar amor a la naturaleza. Eso, sencillamente, es ser un salvaje irresponsable.

Codorniz-SACRE

Tendencia poblacional de la codorniz común en España 1998-2013 (Fuente: SEO/BirdLife. Datos del Programa Sacre).

Tórtola-europea-SACRE

Tendencia poblacional de la tórtola europea en España 1998-2013 (Fuente: SEO/BirdLife. Datos del Programa Sacre).

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Una de cada ocho especies de aves del planeta están en peligro de extinción

Dodo

Las aves son bellas, pero ante todo son un excelente bioindicador del estado de salud de nuestros ecosistemas. Fáciles de ver, también de identificar, pero muy frágiles a las alteraciones del hábitat, la evolución de sus poblaciones a mejor o a peor nos señalan con certera efectividad hacia dónde va la naturaleza, que es el planeta, nuestra casa y único hogar posible.

¿Hacia dónde vamos entonces? Hacia la pérdida irreversible de biodiversidad.

Una de cada ocho especies de aves en el mundo están en peligro de extinción según un reciente estudio de Birdlife International, la mayor coalición de organizaciones de conservación del mundo integrada por 121 ONGs de todos los países y que cuenta con 13 millones de socios y 7.000 grupos locales. El ‘State of the World’s Birds’ es un informe exclusivo sobre el estado de conservación de más de 10.000 especies de aves en el que han participado cientos de científicos. En él se avisa que tan dramática estadística podría ser una evidencia del «rápido deterioro del medio ambiente global y que podría afectar al género humano».

BirdLife International es la autoridad oficialmente designada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) para informar sobre las aves que deben ser incluidas en la Lista Roja de especies en extinción. En la última revisión, 1.313 especies (una de cada ocho del total mundial) fueron clasificadas como amenazadas de extinción. De ellas, 189 están consideradas “En Peligro Crítico”. Desde el año 1500 se estima que se han perdido ya 150 especies de aves, un ritmo de desaparición que supera varias veces la pauta natural de extinción.

Empezamos por el mítico dodó, pero ahora están en peligro especies tan familiares como los gorriones, casi desaparecidos del Reino Unido, o las codornices y las tórtolas comunes, que cada vez tienen menos de comunes.

Todas las alarmas están encendidas en esta loca carrera mundial hacia el desastre ambiental, pero nuestra disparatada nave planetaria no encuentra el freno. O no quiere pisarlo, que es peor.

Un resumen del State of the World’s Birds puede descargarse desde este enlace. La imagen que ilustra este post es el dibujo que Roland Savery hizo en 1626 de uno de los últimos dodós, ave ya extinta.

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¿Sabes cuál es la rapaz más aficionada a la cultura urbana?

falcons

Le encantan las ciudades Patrimonio de la Humanidad como Granada, Salamanca o Córdoba. Monumentos únicos como el templo de la Sagrada Familia en Barcelona. Museos como el de América en Madrid. También modernas torres acristaladas de oficinas. O catedrales. En todos estos lugares, e incluso en viviendas de protección oficial, el pájaro más salvaje e indómito de nuestra fauna peninsular se ha hecho urbano. Y muy cultureta. Es el halcón peregrino (Falco peregrinus).

Menos perseguido por palomeros, cetreros y traficantes de huevos, sus poblaciones van en aumento en las ciudades. En el campo les va peor, pues los pesticidas, pero sobre todo el cada vez mayor número de búhos reales, que no dudan en cazarlos mientras duermen confiados, les mantiene en situación de peligro.

Como en el famoso cuento del ratón de ciudad y el de campo, el halcón urbanita se ha sabido adaptar de maravilla a la urbe. En ella encuentra comida abundante entre tórtolas, palomas y cotorras. Y nuestras edificaciones son para él inmejorables cantiles. Tiene además un sorprendente aliado: nosotros mismos. Numerosas ciudades españolas están desarrollando con éxito programas de reintroducción de la rapaz.

De esta forma, cada vez resulta más fácil ver pasar sobre las calles o el parque un gran bólido alado. ¿Es un cohete? ¿Es un avión? No. Es el halcón peregrino.

Especialmente original es el proyecto granadino. Os recomiendo dar un paseo por su blog Palabra de halcón. Y echarle una visual al divertido vídeo que os dejo a continuación: ¿Quién está llegando a Granada?

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