En pocos sitios como Antequera (Málaga) se puede hoy sentir la misma fascinación por la naturaleza que sintieron nuestros antepasados hace 7.000 años. Puedes llamarlo magia, religión, espiritualidad o sensibilidad paisajística, pero cuando desde el oscuro interior del dolmen de Menga ves a lo lejos recortada esa mole rocosa con forma de rostro femenino que es la Peña de los Enamorados se te pone la carne de gallina. Exactamente igual que a los primeros agricultores y ganaderos de esta llanura, por entonces encharcada y preñada de vida, empeñados en dominar el hábitat con revolucionarias técnicas neolíticas llegadas de Oriente, provechosos cultivos y ganados, herramientas en piedras pulidas, cerámicas, fuego, armas para atacar y defenderse, matar o morir.
Con todo los méritos, los dólmenes de Antequera son Patrimonio de la Humanidad desde 2016. Tienen un valor universal excepcional que, como reconoce UNESCO, «trasciende las fronteras nacionales y es de interés para las generaciones presentes y venideras de toda la humanidad». Si todavía no los conoces ya estás tardando. Lee el resto de la entrada »