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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El ecoturismo revoluciona Fitur y las formas de viajar

Fuerteventura

Abre tu mente. Sueña. Escapa. Aprovecha el viento para impulsar tus velas. Explora. Reconoce. Viaja, pero no te vayas demasiado lejos. La aventura te espera muy cerca, en pueblos maravillosos donde hablan tu mismo idioma, tienen tus mismos gustos, se ríen con las mismas tonterías y sufren con los mismos atontados. No quieras ser simple turista, aquel que nunca sabe dónde ha estado ni le importa. Hazte viajero, aquel que nunca sabe a dónde va pues persigue experiencias y no selfis de bodoque. Lee el resto de la entrada »

Llega el turismo pastoril a Soria ¿Te apuntas?

TRASHUMANCIA Sora_8a

Si el turismo es buscar y hasta encontrar nuevas sensaciones; si el ecoturismo consiste en lograrlo en espacios naturales donde tan importante es el paisaje como el paisanaje, no se me ocurre nada más interesante para lograrlo que la nueva oferta de la Mancomunidad Tierras Altas de Soria: pastor de fin de semana.

Somos Trashumantes” es el lema de esta curiosa experiencia turística. Pastorear rebaños con ovejas que han pasado el invierno en tierras manchegas del valle de Alcudia, acompañándolas en su regreso a los apriscos sorianos.

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Somos biofilios, aunque no lo sepas

Senderismo

© Wikimedia Commons

Biofilio es un nuevo palabro, de momento con escasa aceptación popular. Viene a describir a aquellas personas con una inusitada pasión por todo lo que tiene vida y el contacto directo con la naturaleza. Me la apunto. Yo y todos esos de miles de personas que en cuanto tenemos un momento libre salimos al campo a pasear, a ver pájaros, a contemplar el paisaje o, sencillamente, a disfrutar del aire puro. En el campo o en el parque, pues a fin de cuentas los jardines son reductos mínimos de naturaleza en las ciudades, pero naturaleza a fin de cuentas.

En realidad no es una pasión. Es una necesidad de los seres humanos. En el mes pasado ya os hablé aquí de esos estudios médicos que confirman el valor terapéutico de los bosques, especialmente los que cuentan con árboles centenarios y para dolencias como las fibromialgias.

Gracias a un reportaje de la Agencia SINC, descubro ahora que este poder benéfico es aún más genérico. La hipótesis de la biofilia del entomólogo y biólogo estadounidense Edward O. Wilson señala que, aunque vivamos en las ciudades, nuestro sistema nervioso aún echa de menos el tipo de estimulación psicofísica de los entornos naturales.

Este rasgo heredado se traduce en el hecho de que nuestro sistema nervioso mantiene una conexión emocional intensa con la naturaleza que facilita el desempeño y funcionamiento psicológico. Por ello hay médicos nórdicos que recomiendan a personas mayores con riesgo de enfermedades de deterioro neurológico, como párkinson o alzhéimer, estancias prolongadas en entornos naturales. No se curan, pero sí se reducen los síntomas depresivos y de irritabilidad ¡y sin medicamentos ni efectos secundarios!

Por el contrario, cuando optamos por aislarnos en las ciudades vienen los problemas. Una carencia de contacto con la naturaleza a la que los científicos se refieren como ‘trastorno por déficit natural‘. No se trata de un síndrome, pero sí conlleva patologías asociadas como la hiperactividad, el sobrepeso, las enfermedades neumónicas y respiratorias, y el déficit de vitamina D. Especialmente cuando afecta a la población infantil, urbana y teleadicta.

Hasta para estudiar y trabajar mejor es bueno el paseo por el campo. La psicología ambiental ha demostrado el efecto restaurador de la naturaleza sobre la fatiga causada por un exceso de atención concentrada. Poner la mente en verde nos ayuda a reprogramar nuestro cerebro.

¿Necesitas más razones para ponerte las botas y pisar barro? No lo pienses más. Apaga el ordenador, desconecta el móvil y hazte biofilio.

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Los senderistas se movilizan contra los cazadores

Cazador

El monte y la naturaleza es de todos los ciudadanos. Su disfrute es un derecho amparado por la Constitución española en su articulo 45. Pero cuando se habla de cazadores con escopetas parece que la cosa cambia. Este colectivo ha propuesto al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que en la nueva Ley de Montes, actualmente en proceso de redacción,  se incluya la prohibición de paso a los montes por parte de senderistas y demás usuarios, en las zonas y días en que se organicen batidas o monterías. Dicen que así se evitarían accidentes fortuitos, léase disparos a inocentes viandantes confundidos con ciervos o jabalíes. La futura ley podría incluir sanciones de hasta 1.000 euros por caminar por estos espacios durante la celebración de monterías.

Ante esta propuesta de dar prioridad a la caza frente al uso pacífico del monte, senderistas, ciclistas y hasta recogedores de setas se han movilizado estos días. Así, el colectivo Senderismo por España ha iniciado una recogida de firmas a través de la web  Change.org, en una ciberacción que en apenas una semana ha recogido casi 50.000 firmas indignadas, la mía entre ellas.

Paralelamente, la Asociación RedMontañas recoge en el mismo portal firmas proponiendo que la Federación de Caza mantenga una página web centralizada y única donde se informe con toda claridad y precisión de las fechas, municipios y ámbitos territoriales de dichas actividades. De este modo, los usuarios podrán consultarla antes de organizar sus propias salidas, igual que se consultan las páginas meteorológicas, y todo el mundo tendrá sus derechos intactos.

Me gusta la postura anticaza de esta entidad montañera, resumida en cuatro puntos:

  • En las sociedades occidentales no es necesario cazar para vivir. Disfrutar matando parece una afición sórdida y anticultural cuando existe un espectro tan amplio de actividades con las que disfrutar de la naturaleza, en las que realizar ejercicio físico o incluso en las que canalizar el hipotético instinto cazador del ser humano.
  • Admitimos que la caza mueve mucho dinero. También mucho dinero negro, que jamás se incorpora a la economía social. Eso sí, en el curso de los eventos cinegéticos y su entorno se cierran muchos grandes negocios. Negros muchos de ellos.
  • Las monterías y batidas son, de todas las modalidades de caza, probablemente las menos ‘deportivas’ y no es creíble que nadie argumente que en ellas se disfruta de la naturaleza, el silencio, etc. Sus participantes acuden en todoterrenos, se les abren las barreras de las pistas forestales, y ellos se quedan sentados en los puestos con el rifle listo, mientras los perros y los ojeadores les traen las víctimas a su alcance. ¿Esto es cazar, o ‘asesinar’ animales?
  • Precisamente porque las batidas y monterías son absolutamente incompatibles con cualquier otra actividad pacífica de recreo en la naturaleza, debido a su peligrosidad y al riesgo de accidente mortal, son ELLOS quienes deben poner de su parte, y no los demás. La solución en ningún caso puede ser prohibir la entrada, privando al resto de la sociedad de su derecho al libre disfrute del medio natural.

¿Y tú qué opinas? ¿Hay que cerrar el paso a los senderistas cuando hay batidas o cerrar el paso a las batidas cuando hay senderistas?

Foto: Ángel Sánchez Carbonell

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Vacaciones «Robinson» en la Isla Bonita

Os voy a desvelar mi lugar secreto de vacaciones: La Palma, la Isla Bonita.

Lo tiene todo para practicar el deporte favorito de tantos de nosotros, el turismo inactivo, pero también para perderte en sus selvas de laurisilva donde crecen tiles gigantes; para tocar el cielo (y las estrellas) desde la Cumbre, a más de 2.000 metros de altura; para ver sobrecogido cómo ascienden las nubes en el interior de la Caldera de Taburiente; para caminar por las cenizas aún calientes de los volcanes más recientes de Canarias.

Vivo como Robinson Crusoe, sin cobertura de móvil, sin carreteras de acceso, sin pueblos cerca. Pero mi retiro tiene truco. Me quedo en la casa de unos amigos alemanes aislada en lo alto de un acantilado desde donde contemplo en la lejanía a las islas hermanas de Tenerife y La Gomera. Un Atlántico embravecido que todas las noches me arrulla al ritmo que marcan los siempre enigmáticos cantos de las pardelas cenicientas, a las que al atardecer veo cabalgar por miles sobre las olas desde la ventana de mi habitación. Cuido siete gatos y una huerta ecológica maravillosa, más bien un jardín: fresas, moras, mangos, papayas, aguacates, tomates, alubias, cebollas. Disfruto de la lectura, de caminatas, hasta de las famosas Fiestas Lustrales, e incluso estoy sacando tiempo para escribir un libro. ¿Se puede pedir más?

Sé lo que estáis pensando, pero no es verdad. No os lo cuento para daros envidia. Lo hago, como cuentan que hizo Luis Miguel Dominguín después de pasar su primera noche de amor con Ava Gardner. He salido corriendo al ordenador para contárselo a todo el mundo, no me lo podía aguantar.

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