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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Mejor que no beses a las ranas

La Asociación de Veterinarios de Estados Unidos (AVMA) ha exhortado a sus convecinos a «no besar ranas«, precisamente en estos días navideños en que en medio mundo se proyecta la última producción de Disney, ‘La princesa y la rana’, pues se sospecha que los batracios pueden ser portadores de salmonella.

«Las ranas, como todos los anfibios y reptiles, pueden ser una fuente de infección de salmonella en los humanos», advirtieron los veterinarios norteamericanos en un comunicado. Para añadir a continuación:

«Recordamos al público que una manipulación inapropiada de un anfibio, sobre todo un beso, puede ocasionar una enfermedad grave en lugar de un príncipe».

Y yo, que leo esta noticia, no salgo de mi asombro ¿De verdad los niños besan ranas después de ver una película? ¿O es que al otro lado del Atlántico se toman las cosas demasiado en serio?

Menos mal que, al menos aquí, en España, es invierno, y los batracios están hibernando bajo el barro. Aunque también me pregunto: en el caso de besar a una rana buscando al príncipe azul ¿serán esos besos robados?

Matanza de ranas en un parque de Tenerife

Este blog, este periódico, lo hacemos entre todos. Con vuestras ideas y comentarios alimentáis una actualidad teñida de verde esperanza, un trabajo que nunca os lo podremos agradecer bastante.

Una lectora, Idaira G.S.J., nos escribe ahora para protestar por la injustificada muerte de cientos de ranas y renacuajos en el bellísimo Parque García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife. Reproduzco a continuación su queja, junto con algunas de las fotos que nos ha remitido:

Les envío unas fotos tomadas a día de hoy, 17 de abril de 2008, en donde pueden observarse unos renacuajos y ranas muertas entre el barro. Son sólo unas pocas de las cientos o miles que muerieron entre ayer y hoy en el parque García Sanabria de S/C de Tenerife. Esto ocurre porque el Ayuntamiento de dicha ciudad utiliza un sistema de vaciado de las charcas del parque público ya citado, totalmente incompetente y sobre todo despiadado. Apartan las carpas grandes, sacan el agua de los estanques y retiran el barro del fondo con palas. Esos contenedores de barro que resultan del vaciado de los estanques están plagados de renacuajos, ranas, peces pequeños, y demás, que van a parar al PIRS, uno de los basureros orgánicos de la isla. Las fotos que tomé a día de hoy son sólo de los restos de barro que se cayeron fuera de los contenedores. Algunos de los renacuajos aún estaban vivos entre el barro, y lo único que pude hacer por ellos es devolverlos a una de las charcas que ya habían llenado de nuevo los operarios del Ayuntamiento.

No tengo idea de términos legales, pero por mi parte haré la correspondiente denuncia por medio de la protectora de animales con la que suelo colaborar, temiendo de antemano que hagan oídos sordos; confío en que vosotros podáis difundir esta indignante situación sin tener por ello que entrar en acusaciones directas o personales.

Muchas gracias por vuestra atención,

Una lectora de vuestro diario digital.

Muchas gracias a ti, Idaira, por tu sensibilidad. Las ranas son especies introducidas en Canarias, donde no existían de forma natural debido al aislamiento de su localización atlántica. Se piensa que fueron llevadas al Archipiélago como sistema natural de lucha contra el paludismo. Sea como fuere, llevan allí muchos cientos de años, cumpliendo de manera ejemplar una doble función: librarnos de los mosquitos y acunanar nuestras noches.

Efectivamente, nuestra sociedad sólo piensa en «lo que se ve», en los grandes animales, y se olvida de lo pequeño, de «lo que no se ve», de los anfibios. Ya os he contado hace poco lo mal que están las ranas en todo el mundo. Éstas del García Sanabria son ranitas meridionales, una especie por suerte no amenazada. Pero da igual, es cuestión de sensibilidad. ¿Por qué no se tamizó el barro para salvarlas? Seguramente ni sabían que existían. O lo que es peor, no las dieron importancia.

Estamos en el año de la rana

Ni rata, ni dragón, ni nuevo horóscopo chino. Coincidiendo con la salida del letargo invernal de anfibios y reptiles, organizaciones científicas y ecologistas internacionales han declarado 2008 “el año de la rana”. Tratan así de concienciar al mundo de los peligros que se ciernen sobre estos y otros anfibios, un sorprendente grupo animal donde más de la mitad de las casi 6.000 especies conocidas están en peligro de extinción.

A la destrucción de los hábitats naturales húmedos donde viven, la contaminación y los efectos del cambio climático, se ha sumado recientemente la aparición de una terrible plaga que está diezmando a los anfibios de todo el planeta. Se trata de un hongo letal conocido como Batrachochytrium dendrobatidis, de rapidísima propagación entre las especies y para el que no existe tratamiento.

Para evitar la extinción de tan peculiares animales, el famoso naturalista británico David Attenborough ha promovido la creación del Arca de los Anfibios. Una campaña que intenta reunir fondos económicos para ayudar a zoológicos en todo el mundo a establecer colonias de cría biológicamente seguras.

“En las últimas década hemos sido testigos de la dramática disminución de la población de anfibios y en algunas áreas del mundo hay especies que han desaparecido por completo”,

advierte Attenborough.

Jaime Bosch, experto en anfibios del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, asegura que este problema

“podría causar una extinción en masa de los anfibios en pocos años, similar a la que ocurrió con los dinosaurios hace 65 millones de años”.

Quizá los cantos nocturnos que ya comienzan a escucharse de ranas comunes, ágiles, patilargas, pirenaicas, bermejas, ranitas de San Antonio y meridionales, junto a los de sapos comunes, sapillos pintojos, corredores, parteros, baleares, de espuelas, moteados o verdes son gritos de protesta ante su cada vez más rápido declive. Pero también son llamadas de amor. Y a mí me encanta oír su croar machacón en estas aún frías noches primaverales, mucho más en las veraniegas de luna llena; especialmente el ronco bozarrón de la delicada ranita de San Antonio, mi favorita.

¿No disfrutas tú también con estos conciertos? Pues tarea de todos es garantizar su futuro, y no en reducidos zoológicos, sino en sus hábitats naturales, en sus charcas, fuentes, manantiales o bebederos. Protegiendo estos lugares, evitando su destrucción, ayudaremos a nuestras queridas ranas. Siempre, pero con más razón en éste su año

Buscarle cinco patas a las ranas

Aquí la tienen ustedes. Rara, rarita, la ranita. Investigadores de la Estación de Hidrobiología “Encoro do Con” de la Universidad de Santiago de Compostela han capturado en un arroyo de Muros (A Coruña) a una rana con cinco patas y diez dedos en la extremidad extra. El impacto mediático de su descubrimiento ha sido impresionante, acaparando la atención tanto de la prensa escrita como de la radio y la televisión.

La historia es curiosa, pero tampoco es la noticia del siglo. Las espectaculares deformaciones son algo relativamente común en anfibios y reptiles. Ello es debido a la facilidad de este grupo de animales por regenerar sus extremidades cuando sufren una lesión. Por ejemplo, todo el mundo sabe que si se agarra de la cola a una lagartija, ésta se rompe y se queda moviendo compulsivamente para atraer la atención del presunto depredador, mientras el ejemplar logra escapar con vida del envite. Pero si no se rompe del todo, le puede crecer una segunda cola. Sin embargo, otros animales llegan al mundo de una manera tan estrafalaria como ésta, con cinco y hasta siete patas. Si su aparición fuera algo esporádico no habría problema alguno, un capricho de la Naturaleza. Pero si la situación empezara a generalizarse podría ser preocupante.

A falta de otros estudios, en el caso concreto de esta sorprendente rana, en el periódico El Correo Gallego se ha apuntado el origen de su deformación como motivada por el cambio climático, pero eso parece ya pasarse de exagerado.

Hasta el momento, además de las razones traumáticas, los anfibios pueden convertirse en pequeños monstruitos por culpa de la contaminación, el incremento de la radiación ultravioleta o una infección parasitaria. Sobre el tema se está investigando mucho, especialmente en Estados Unidos. Desgraciadamente, en nuestro país la investigación sigue siendo la cenicienta de la sociedad. Como los naturalistas antiguos, nuestros biólogos deben adaptarse a trabajar con unos medios económicos y materiales mínimos, logrando a pesar de todo importantes resultados. Y es que con tan ridículos presupuestos apenas podrían dedicarse a otra cosa que a buscarle cinco pies a las ranas.