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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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‘Annus horribilis’ para los linces

El lince ibérico (Lynx pardinus) sigue con el farolillo rojo de la extinción encendido. Tiene un pie en el descenso, no a una inferior categoría liguera, que no existe, sino al limbo de los museos de ciencias naturales, junto al dodó y al lobo de Tasmania. Desde hace demasiados años acapara el triste título de ser el felino más amenazado del planeta, por encima del tigre, el puma o el jaguar. Y sigue sin levantar cabeza.

Tras varios años de esperanzadores resultados, este año se está mostrando como un verdadero «annus horribilis«, año negro, para la especie, a pesar de que sólo estamos empezando abril.

Desde noviembre del año pasado han muerto 9 linces ibéricos salvajes en España, 6 en Doñana y 3 en Sierra Morena, tanto por enfermedades como por atropellos.

Paralelamente, el programa de cría en cautividad ha sufrido un serio tropezón al nacer tan sólo 4 crías frente a las casi 20 que se esperaban. En este caso, la principal razón de tan baja fertilidad es la aparición de una gravísima enfermedad renal que está diezmando a la población cautiva. La padece la mitad (34) de los 70 ejemplares repartidos en cuatro centros de cría. Cuatro ya han muerto y una decena más se encuentra en estado crítico.

Pintan bastos para el lince. Y eso que las cosas se están haciendo por fin bien, con un equipo científico de los mejores del mundo que por vez primera tiene recursos económicos suficientes. El problema es que empezamos muy tarde a tomarnos en serio el lince. Cuando Félix Rodríguez de la Fuente nos hablaba de ellos había más de 3.000 ejemplares. Hace 20 años nos quedaban más de 1.200 y ahora apenas hay vivos 300. Quizá sea demasiado tarde.

Más noticias sobre el lince ibérico en la minuteca de 20Minutos.

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Busca en Madrid un hogar para su puma o lo mata

En el foro de la Asociación Madrid Felina se han quedado estupefactos. Dedicados a la adopción de gatos, les ha llegado una petición surrealista:

«Compré hace ocho años de manera del todo legal y con toda su documentación un cachorro de puma americano de sexo hembra. Vive conmigo como un gato, y está sana y sin ningun problema.

El caso es que me tengo que marchar de la finca donde vivo con mis animales, el dueño la ha vendido y los compradores no quieren que me quede, y me han dado de plazo hasta finales de septiembre. Hace un tiempo vi en la televisión un programa en el que salía un centro situado en Madrid que recogía grandes felinos y les daba una vida digna sin comerciar con ellos ni explotarlos. Es por eso que me dirijo a vosotros, por si habíais oído o sabíais algo de ello.

Si me pudiérais dar una solución os lo agradecería enormemente, porque no sé cómo superaría el tener que sacrificarla, pero antes de que fuera a parar a malas manos es lo que haría».

Tampoco yo salgo de mi asombro. ¿Un puma en casa, con perros y gatos, como una mascota más? ¿Al que si no encuentra un hogar digno está dispuesto a sacrificar?

Pues parece cierto. El pobre animal se llama Xesca y vive en una finca madrileña junto con cinco gatos, cuatro perros sin raza y varios dogos alemanes. Y su caprichoso dueño, supuesto amante de los animales, se da cuenta ahora de lo difícil de reinstalar a un gran felino salvaje en un apartamento.

El puma (Puma concolor) es el segundo mayor felino de América, cazador solitario de ciervos. Una hembra como Xesca puede pesar más de 50 kilos y medir de morro a rabo más de dos metros. No es en absoluto «un lindo gatito» al que le gusta jugar con Piolín. Pero para algunas mentes frívolas debe parecerlo.

El problema no es qué hacer con una hembra de puma de ocho años y medio centenar de kilos de poderosos músculos. La auténtica tragedia es qué hacer con nuestras autoridades, capaces de permitir la venta legal de estos peligrosos animales a cualquiera que tenga el capricho de tenerlos. No sólo pumas, también leones, tigres, cocodrilos, pirañas, tarántulas, escorpiones,… que al final acaban en un zoo, en un circo o, lo que es aún peor, soltados en el campo con el riesgo de provocar un auténtico desastre medioambiental, como ya os he contado que está ocurriendo con mapaches y coatíes.

Lo siento por el pobre puma, pero creo que a éste no va a poder encontrarle casa ni siquiera mi admirada compañera Melisa Tuya, siempre dispuesta a dar una segunda oportunidad a nuestros queridos animales de compañía.