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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Puerco espín: la Viagra del desierto

Mi reciente visita al comercio de medicina tradicional de Tan Tan, algo así como una farmacia para los muchos que en África siguen confiando ciegamente en estos remedios, fue toda una sorpresa. No sólo por el cadáver de alimoche que me encontré colgando de una viga, como ya os he contado. Rebuscando entre sus increíbles productos descubrí los cráneos semiamortajados de dos gacelas.

En sus diferentes especies, los ágiles animales están seriamente amenazados de extinción en el Sáhara por culpa de la caza furtiva, pero se siguen matando sin control. Cuando le pregunté al vendedor para qué las utilizaban, lacónicamente me respondió: “para medicina”. Sin más datos.

Pero para su desesperación, seguí rebuscando. Y mi amigo Shaui, por acortar la visita, tuvo la ocurrencia de enseñarme probablemente la pieza más curiosa de todas. El pinchudo pellejo reseco de un puerco espín (Hystrix cristata).

−¿Para qué sirve?, le pregunté sorprendido a Shaui.

−“Para amar”, me respondió con sonrisa picarona.

−¿Con todas esas púas? Me estás tomando el pelo.

−No hombre no, se hace medicina con su piel. La que más vale es la de la hembra. Su chochito cuesta una fortuna, pero atrae a las mujeres y garantiza la virilidad a los hombres; es la Viagra del desierto.

Todavía perplejo, estudié con más detalle la pieza y, efectivamente, la parte donde debían estar sus órganos sexuales había sido cuidadosamente recortada, se supone que para su venta por separado.

Más tarde Mohamed, el cazador furtivo, me lo confirmó. A él le pagan 1.000 euros por cada puerco espín que logra cazar, una fortuna. Pero como en todas partes hay intermediarios, el yerbero de Tan Tan había pagado nada menos que 4.000 euros por la que yo vi, el sueldo de todo un año de un trabajador marroquí.Sus precios son cada vez más altos, un encarecimiento paralelo al de la extinción de esta singular especie. La razón, sin embargo, no se debe a su caza ilegal. La culpa final la han tenido las fumigaciones masivas promovidas hace cuatro años por Europa en el Sáhara para evitar la llegada de una gran plaga de langostas a Canarias. “El veneno mató a todos los puerco espines”, se lamenta el cazador. Y eso que, nos aseguraron, los insecticidas eran totalmente inocuos para la vida silvestre. Una vez más nos engañaron.

A las gentes del desierto les han dejado sin Viagra y a nosotros sin puerco espines y seguramente sin otras especies animales igual de importantes para el ecosistema desértico. Luego dirán que son daños colaterales.

Precioso dibujo de un puerco espín norteafricano en su hábitat natural.