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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Perdemos turismo… alado

Petirrojo_ilustración ©Juan VarelaEspaña recibió en 2014 más turistas extranjeros que nunca. De los de dos piernas y tarjeta de crédito, porque de los otros turistas, los alados, cada vez llegan menos por culpa del cambio climático.

Así se acaba de comprobar gracias a un interesante estudio científico realizado con los petirrojos del norte de Europa (Erithacus rubecula) que pasan el invierno en la Península Ibérica huyendo de las bajas temperaturas y la escasez de comida. Un 80% menos de estos pájaros durante las últimas cinco décadas, según indica un estudio realizado por José Luis Tellería, investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de la Complutense de Madrid, y que publica el último número de Ardeola, la revista científica de SEO/BirdLife .

En declaraciones a Europa Press, Tellería subraya que la conducta del petirrojo «es una tendencia general que afecta a casi todos los paseriformes analizados como el bisbita pratense, la lavandera blanca, el zorzal alirrojo, el zorzal común, la curruca capirotada y el mosquitero común, con descensos que oscilan entre el 30% y el 100% aproximadamente».

El trabajo refleja que el número total de anillas recuperadas de petirrojo europeo se ha incrementado como consecuencia del aumento de la actividad del anillamiento (143 recuperaciones antes de 1970, 171 entre 1971-1999 y 3.286 entre 1991-2010). En cambio, y a pesar de este incremento, el número de ejemplares marcados fuera de la Península y recuperados en España decrecía desde la década de 1970 en adelante (106 en 1979, 100 entre 1971-1990 y 26 entre 1991-2010), mientras que las recuperaciones a corta distancia (ejemplares ibéricos) aumentaban exponencialmente. Así se desprende que «estos resultados corroboran la reducción del número de petirrojos invernantes en España procedentes del centro y norte del Europa». Se quedan cada vez más al norte, y nosotros cada vez más sin ellos.

«Este decrecimiento no se puede explicar por cambios en la actividad anilladora en dichas décadas ya que, por el contrario, los esfuerzos de anillamiento se han incrementado. Ni tampoco se debe al declive de las poblaciones de esta especie pues hay evidencias de que el número de petirrojos está aumentando en Europa según el European Bird Census Council (EBCC)«, añade el autor.

Por tanto, para SEO/BirdLife el estudio ha revelado que el petirrojo es un indicador del cambio climático, como consecuencia de los inviernos cada vez menos crudos en Centroeuropa. «El calentamiento global influye en la fenología y la conducta de las aves, corroborando que estas son un indicador de los cambios en nuestro entorno», ha destacado la organización.

Aunque yo destacaría otro aspecto más anímico que científico, pero no por ello menos importante. Pasear en invierno por parques, jardines, alcornocales, encinares y robledales españoles, y no encontrarte con la familiar silueta del curioso petirrojo, de la golosa curruca capirotada, del asustadizo zorzal, del nervioso mosquitero o de la alegre lavandera no va a ser lo mismo. Aunque sólo fuera para oír su reclamo y, como expresó magistralmente el gran Octavio Paz, sentir al escucharlo

«que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos».

Artículo citado: TELLERÍA (2014) Has the number of European robins Erithacus rubecula wintering in Spain decreased? Ardeola, vol. 61.2, pp. 389-391.

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Las dos últimas primaveras «locas» dejan el campo con menos pájaros

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El tiempo está loco. Tanto como para acabar convenciendo a los más incrédulos de que eso del cambio climático al final va a ser cierto. Las dos últimas primaveras han sido un fiel reflejo de una inusual tendencia meteorológica que cada año parece más arbitraria.

Según AEMET, mayo, junio y julio de 2012 fueron meses más secos y cálidos de lo normal. Con temperaturas medias superiores en 2ºC con respecto a otros años y valores de precipitación media inferiores al 50%.  2013 ha sido justo al contrario, esos mismos meses resultaron mucho más fríos y húmedos de lo habitual, con la temperatura media en junio más baja desde 1997.

Sin embargo el verano, en contra de aquellos que pronosticaron que tal estación no existiría en 2013, y como acertadamente anunció mi compañero bloguero Emilio Rey, está siendo tan cálido y seco como siempre se le supuso al periodo estival.

Víctimas inocentes de las estaciones extremas, las aves también se comportan como excelentes bioindicadores de los altibajos climáticos. Para su desgracia, y según los resultados del programa Paser de seguimiento de aves de SEO/BirdLife, la productividad de aves comunes de 2012 y 2013 ha sido especialmente baja.

Entre las especies afectadas se encuentran nuestros pájaros más urbanos como el jilguero, el verdecillo, el verderón, el pinzón, el mirlo y el petirrojo. También las cigüeñas. En todos los casos han volado menos pollos por pareja de lo habitual.

Es la ley de naturaleza, es verdad, pero apena saber que los fríos y lluvias de la primavera han malogrado decenas de miles de puestas de esas avecillas que tanto nos gusta ver y escuchar cuando salimos al campo o paseamos por los parques y jardines. Y da todavía mucha más pena saber que la culpa en el fondo es de todos nosotros. Y de ese cambio climático provocado por la especie humana que amenaza con cambiarnos a todos, pero a peor.

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¿Qué lugar de España permite matar millones de aves protegidas?

La Comunidad Valenciana, especialmente Castellón, es el único lugar de España donde se permite la matanza de millones de aves protegidas. ¿La razón? Una vez más, la tradición es la excusa para justificar este tipo de salvajadas. Y en Castellón cazar pajaritos con liga (pegamento) para luego comérselos es, según algunos políticos y otros lumbreras, cultura. Como los toros.

Lo llaman «parany de tords» que significa trampa para tordos (zorzales). Al no ser un método de caza selectivo, además de tordos en sus pegajosas ramas caen todo tipo de aves insectívoras protegidas como petirrojos, currucas, mosquiteros e incluso rapaces nocturnas.

Según un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia se estima que en el mes que dura este tipo de caza, ahora en octubre, se matarán entre 1,5 y 3 millones de aves protegidas.

El Tribunal de Justicia de la UE ya condenó a España por autorizar esta práctica. A pesar de ello, las Cortes Valencianas (con los votos del PP, del PSPV y del Bloc) han aprobado una modificación que declara el parany como modalidad de caza tradicional valenciana, considerando que se trata de una técnica selectiva y no masiva. Lo cual es una falsedad manifiesta.

En estos momentos ya hay más de 4.500 paranyers aplastando las cabezas de pajaritos, método tradicional, pero terriblemente cruel, de sacrificio de las aves capturadas. Esos mismos pajaritos que con mimo y delicadeza han sido cuidados en jardines europeos durante su época de nidificación y que al llegar a Iberia ¡zas!, los echamos a la sartén.



Vídeo realizado por el grupo GECEN sobre la cruel realidad de la caza con parany en la Comunidad Valenciana.


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Las aves eligen el invierno en Canarias

Acabo de regresar de Lanzarote. Mientras toda la Península se helaba bajo un grueso manto de nieve, para después, y antes, seguir ahogándose con una lluvia pertinaz, en Canarias disfrutábamos de un tiempo veraniego. Fui a esa isla a colaborar en un interesantísimo proyecto que los miembros de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) estamos realizando por todo el país: el Atlas de las Aves Invernantes. Básicamente, queremos saber qué pájaros y en qué número eligen nuestras latitudes para pasar los rigores invernales. También si con esto del cambio climático están cambiando algunos sus hábitos migratorios, como ya se ha detectado con cigüeñas y golondrinas.

El Archipiélago canario está en medio del Atlántico, por lo tanto muy alejado de las rutas migratorias habituales de las aves. Llegar hasta allí se les debe hacer excesivamente complicado. Sin embargo, estos días de pateo por Lanzarote me he llevado unas cuantas sorpresas agradables. Por ejemplo en La Geria, ese inmenso queso de gruyere volcánico donde viñedos e higueras se plantan en el interior de pequeños cráteres abiertos en el negro lapilli. Allí hay una antigua fuente, tan miserable que sólo manaba unas pocas horas diarias, justo al amanecer. Donde en tiempos de sequía la gente iba de noche a coger sitio, no más de una botella por familia. Y que ahora, olvidada, rodeada de unos pocos arbustos, es el lugar elegido por un nervioso petirrojo (Erithacus rubecula) procedente de Centroeuropa para pasar el invierno en tan recóndito lugar.

Más tarde, en el parque de un pueblecito cercano, me he encontrado con algo aún más extraordinario, un rarísimo mosquitero bilistado (Phylloscopus inornatus) oriundo de Siberia. Apenas 6 gramos de peso, tres continentes a donde ir y eligió las Afortunadas. No es tonto el pajarito. Para que luego pensemos que el turismo de invierno es algo reciente que hemos inventado nosotros.

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En la foto, como no podía ser de otra manera, podéis ver al raro mosquitero bilistado. Bonito ¿verdad?