El color negro siempre ha tenido mala prensa en nuestro subconsciente. Hace años, un viejo pastor burgalés de Huérmeces me explicaba que, de niño, cuando los buitres bajaban a comer una carroña, les tiraban piedras a los más grandes y oscuros. «No nos gustaban nada», lo justificó.
Ya no hay buitres negros en Burgos, pero en el Pirineo catalán tienen más suerte. Como os he comentado en La Crónica Verde, un proyecto de reintroducción de la especie en la comarca leridana del Pallars Jussà ha logrado este año el nacimiento del primer pollo en más de un siglo de ausencia. El pájaro, bautizado Gali, fue anillado (una especie de bautismo científico) el pasado 16 de julio. Con apenas 80 días de edad ya pesa casi 5 kilos.
La alegría de este acontecimiento no ha venido sola. El proyecto de reintroducción del buitre negro en Pirineos podría estar favoreciendo de forma paralela y no prevista la expansión del águila imperial ibérica, otra especie en grave peligro de extinción. Lo explica así Marc Gálvez, uno de los ornitólogos responsables del proyecto:
«Aún siendo conscientes de la escasa información que de momento tenemos al respecto, no es aventurado intuir un posible efecto beneficioso y completamente inesperado que el programa de reintroducción puede llegar a tener sobre la expansión del águila imperial ibérica hacia el noreste peninsular, recolonizando así su antigua área de distribución. Como se ha comprobado en otros muchos programas de reintroducción y/o reforzamiento, el efecto llamada de estos proyectos provoca la recuperación natural de otras especies como los alimoches, milanos e incluso mamíferos cornívoros. En otras palabras se genera mucha más biodiversidad de la esperada inicialmente y con muy poco presupuesto».
El quebrantahuesos, el oso pardo reintroducido un poco a calzador, el lobo recién llegado, sorprendentemente, desde Italia por su propio e incansable pie; ahora el buitre negro y quizá, en un futuro próximo, el águila imperial. Todos ellos no son sólo biodiversidad. También pueden convertirse en un importantísimo reclamo ecoturístico para el Pirineo, símbolo de la calidad y buen estado de conservación de unos espacios naturales únicos.
Su efecto paraguas logrará así mantener a la población rural. Con ella a salvo, junto con el excepcional paisaje y cultura que conservan, ganamos todos.
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Os dejo con un precioso vídeo sobre los primeros días en la vida de Gali, el primer buitre negro pirenaico en un siglo. Y cuyo futuro sin venenos ni otras amenazas deberá ir mejorando, como dice Chambao, «Pokito a Poko».
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Foto: SEO / BirdLife
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