El pasado sábado viví uno de los momentos más emocionantes de mi vida. En Fuerteventura, una pequeña isla en medio del Atlántico que en apenas 20 años ha sido parcialmente destruida por la avaricia del turismo insostenible, con una sociedad apática y conformista, cerca de 10.000 personas se lanzaron a la calle para gritar como una sola voz: «No al petróleo, sí a las renovables«.
A mi lado, entre el tumulto, Sara Pizzinato @pizzina78, responsable de la campaña de transporte y cambio climático de Greenpeace, no podía ocultar su feliz estupor. Asistíamos a la primera manifestación mundial a favor de las energías renovables, un sueño imposible hace apenas unos meses.
Es verdad que la convocatoria estaba algo forzada. La población ante todo protesta por la actitud colonial de un gobierno central que, al más puro estilo caciquil, ha autorizado a Repsol a realizar prospecciones petrolíferas frente a las costas de Fuerteventura y Lanzarote en contra de la voluntad de la población local.
- Ajeno a los intereses económicos de la región, pues estos trabajos afectan a la imagen turística del Archipiélago.
- Ajeno a los extraordinarios valores ambientales de un mar único.
- Ajeno a que las dos islas están declaradas por la Unesco Reserva de la Biosfera.
- Ajeno al peligro de que un vertido inutilice nuestras desaladoras, de donde obtenemos el 100% del agua potable, y nos condene al éxodo.
- Ajeno a que en el año 2004 el Tribunal Supremo anuló los permisos concedidos a Repsol para perforar el subsuelo marino frente a las costas de Fuerteventura.
- Ajeno a que esta industria destrozará más puestos de trabajo que los magros ofertados.
- Ajeno a que esas prospecciones no harán que en Canarias la gasolina nos vaya a costar más barata.
- Ajeno a que apostando por las energías fósiles sólo avanzamos más deprisa hacia el desastre ambiental y la tragedia de nuestra especie.
- Ajeno a que el petróleo es una energía del pasado y que el futuro es renovable 100%.
Es cierto que nuestra dependencia del petróleo no puede cambiarse de la noche a la mañana.
- Que Canarias está a la cola en España en renovables por culpa de nuestros corruptos políticos y sus oscuros intereses (30% media nacional, 6% media canaria).
- Que mientras decimos no a Repsol se sigue promoviendo en la isla una disparatada autopista que pretende unir el norte con el sur para llegar a ningún lado después de destrozar nuestro paisaje más virgen.
- Que han ampliado aeropuerto y puertos sólo para seguir consumiendo territorio a velocidad endiablada.
- Que el turismo aquí se hace a golpe de coche de alquiler y que el transporte público es una entelequia.
Sí, todo eso es verdad. Pero también es cierto que el sábado miles de voces gritábamos todos juntos: «No al petróleo, sí a las renovables«. Y que aún hoy estoy emocionado.
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