
Una cucaracha bebe las lágrimas del ojo de una lagartija en la Amazonía ecuatoriana. © Javier Aznar González de Rueda
Siempre hemos pensado que llorar lágrimas de cocodrilo era sinónimo de falsedad, de sentimiento fingido. No digamos ya la de los lagartos que cantó Federico García Loca:
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer su anillo de desposados.
El poeta granadino se hacía eco en su cancioncilla infantil de una supuesta leyenda que es cierta, los cocodrilos son unos llorones. Y lloran especialmente a moco tendido mientras devoran a sus víctimas, pero no lo hacen por lástima. Ahí la leyenda tiene razón. Lloran porque con esas lágrimas lubrican sus ojos, igual que hacemos nosotros. Pero al masticar y apretar las mandíbulas el chorro lagrimal se desborda y llegan a lloran a moco tendido.
Como en la naturaleza nada se pierde, esta fuente excepcional de lágrimas, bien surtida de apreciados minerales, es aprovechada por otros animales que directamente beben sus lágrimas. Lo hacen mariposas e incluso abejas. Lo que no se sabía es que también lo hacen las cucarachas aprovechando que los lagartos, sus enemigos naturales, duermen plácidamente por la noche. Lee el resto de la entrada »