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La gripe porcina nació en una granja de cerdos

La gripe porcina es la venganza de los cerdos contra la industria cárnica que los tortura. Da miedo sólo pensarlo, pero todo apunta hacia ello. Una terrible y orwelliana ‘Rebelión en la granja‘.

La extraña mutación genética fue casi con toda seguridad concebida entre excrementos de una gorrinera industrial. Para ser más exactos, todo parece situar el epicentro de la enfermedad en las grandes explotaciones porcinas de una empresa filial de la poderosa Smithfield en el estado de Veracruz.

Algo que hace unos días ya había insinuado el periodista norteamericano David Kirby en un amplio reportaje publicado en el diario digital The Huffington Post. En su opinión, a la que se han unido rápidamente numerosas asociaciones de protección de los animales como AnimaNaturalis, la pandemia se habría originado en alguna de las cientos de gigantescas granjas porcinas de capital norteamericano que abastecen de carne barata a la gran urbe de México D.F.

El problema no sería la carne, cuya salubridad está garantizada, sino los trabajadores que por miles están en contacto permanente con los cerdos, vivos o muertos, y que sin duda han sido las primeras víctimas del virus, transmitido luego a sus familias y al resto de la población.

Asegura el periodista:

Durante años, importantes científicos de todo el mundo han mostrado su preocupación respecto a que la cría a gran escala en estas grandes fábricas podrían convertirse en caldo de cultivo para la aparición de nuevos agentes patógenos que pueden infectar a los humanos con mayor facilidad y, a continuación, extenderse rápidamente en la población general, amenazando con transformarse en una pandemia mundial.

Sería por lo tanto esta epidemia el trágico punto culminante de las consecuencias negativas para la salud y el medio ambiente que supone la cría industrial de animales a gran escala. Ayer las vacas locas o los pollos locos, y hoy la gripe porcina.

Las incógnitas son demasiadas. Un virus extraño, único, surgido de la combinación de virus de aves, cerdos y seres humanos, a partir de cepas originarias de tres continentes diferentes, y que una vez entre nosotros se contagia con inusitada facilidad no entre niños y ancianos, la población supuestamente de riesgo, sino entre las personas más jóvenes, los más fuertes.

Sigo confiando en la salubridad de la carne de cerdo que llega a nuestras carnicerías. Eso por descontado. Pero frente a los sistemas tradicionales de cría, me aterroriza el método de producción a gran escala que hemos generalizado, en el que estos pobres bichos se crían, y el peligro real para la salud de tales prácticas.

Hacinados, petados de antibióticos, sin ver la luz del sol, tratados como productos industriales, la cría masiva de animales está permitiendo dar de comer a millones de personas en el mundo, es cierto, pero ¿sabemos a qué precio?