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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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El hacha amenaza a los últimos abuelos del bosque

Riu-de-Cerdanya_

Abeto centenario del amenazado bosque singular de Riu de la Cerdanya. © Acció Natura

Hay técnicos, políticos, a los que el bosque no les deja ver los árboles. El conjunto sigue, pero el individuo viejo, centenario, monumental, soberbio desaparece entre la masa amorfa de los jóvenes ejemplares aparentemente más productivos (tan sólo en metros cúbicos de madera) sin que notemos la tragedia.

Los últimos abuelos del bosque no sólo son importantes reductos de biodiversidad, testigos del cambio climático, generadores de paisaje, dinamizadores sostenibles de las economías rurales y herramientas de educación medioambiental. Son ante todo la experiencia genética de los más fuertes, atesorada durante siglos contra vientos e incendios. Sus características ambientales, estéticas y educativas les otorgan un valor económico muy superior al valor de la madera que se pueda obtener de ellos. Pero los estamos talando.

El último y más alarmante caso se ha producido en Cataluña. Allí hay tan pocas masas de árboles viejos que las tienen perfectamente catalogadas. Muchas son de propiedad pública, pero da lo mismo. En los últimos cinco años se ha destruido una cuarta parte de los bosques singulares inventariados por el CREAF (Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals).

Los 292 bosques centenarios incluidos en el inventario del CREAF, que cubrían una superficie de 2.355 hectáreas (equivalentes al 0,3% de la superficie forestal arbórea de Cataluña), eran representativos de la diversidad forestal y estaban formados por pequeños rodales, generalmente inferiores a 10 hectáreas, enclavados dentro de bosques con menor valor, que se habían librado de las talas forestales y los incendios desde hace siglos. En los escasos casos donde se había podido realizar una prospección científica dentro de estos bosques habían aparecido casi siempre especies nuevas para la comarca, Cataluña o el mundo.

Tan solo el 10% de su superficie está protegida de una manera efectiva (reservas naturales, acuerdos de custodia del territorio, compra de derechos de tala, etc.), pero esto tampoco garantiza nada. De hecho, el último caso de tala autorizada afecta a un rodal del bosque centenario de Bagues del Riu, de titularidad pública y situado en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, que fue subastado el pasado mes de mayo, pese al informe negativo del propio órgano gestor del parque y del espacio Red Natura 2000.

Catorce entidades conservacionistas y científicas han firmado un manifiesto donde solicitan la paralización de las talas de árboles en estas joyas naturales. ¿Les harán caso? De momento siguen ganando aquellos que no ven los árboles del bosque.

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Las barbacoas no son para el verano ¿O sí?

Barbacoa

Veraniega barbacoa «antichispas» instalada en Burgos.

Cuando vivía en Inglaterra, el único momento en el que tus compañeros de trabajo te invitaban a su casa era para comer carnes a la brasa en la barbacoa del jardín. Como la temporada BBQ no empieza hasta junio y termina en agosto, pero yo había empezado a currar en septiembre, tardé 9 meses en poder traspasar el umbral de las viviendas de mis colegas, algo poco habitual en España.

Aquí, lo de las barbacoas veraniegas es algo relativamente nuevo. Cuando ibas al campo lo normal era llevar bocadillos, tortillas y ensaladilla rusa. Algunos hacían fuego para paellas o chuletillas, pero eso te tener fogones en las áreas de recreo para disfrute gratuito del personal no llegó hasta los años 80 del siglo pasado, y como supuesta mejora ambiental. Incluso se hicieron en los Parques Nacionales. Muchos años, y muchas (demasiadas) tragedias después, se ha comprobado el gravísimo peligro de esta «mejora» en espacios naturales. Desde junio o julio, hasta octubre, el uso de barbacoas, hornillos y asaderos está terminantemente prohibido en todo el Estado español. O lo estaba. Justo al revés que en el norte de Europa.

Pero hay un problema. Las barbacoas están cada vez más de moda. Y la culpa, en mi opinión, la tiene la influencia cultural de nuestros admirados norteamericanos. Películas, series, novelas, redes sociales,… Por todas partes nos bombardean con esas barbacoas humeantes símbolo inequívoco del American LifeStyle. Nada malo, por supuesto. Para nosotros. Pero nefasto para el bosque.

Solo el 7% de los incendios forestales registrados en Galicia son provocados por pirómanos. Más de un 25% ( 1 de cada 4) fueron ocasionados por barbacoas, colillas mal apagadas o pirotecnias. En la reseca España interior y mediterránea los porcentajes son seguramente mucho más altos. Así que promocionar el uso de barbacoas públicas en el campo es una temeridad. Pero se sigue haciendo.

En 2005 hubo consenso nacional para prohibir su uso en verano. 11 fallecidos entre los equipos de extinción eran una razón más que suficiente. 7 años después lo hemos olvidado. Nos hemos modernizado y ahora, en Castilla y León, desde donde escribo, me he encontrado con que el Gobierno regional autoriza el modelo de barbacoas con «matachipas». A saber:

  • Ser una estructura fija de obra en buen estado de conservación.
  • Tener campana, chimenea con rejilla en la salida de humos o similar que actúe como sistema matachispas.
  • Tener tres paredes cerradas de obra que impidan la salida del fuego, pavesas o partículas incandescentes.
  • Tener un perímetro libre de combustible de al menos 3 metros.
  • Las barbacoas podrán ubicarse bajo las copas del arbolado cuando la distancia desde el matachispas a la copa sea como mínimo de 5 metros. En caso contrario, deberán ubicarse fuera de la proyección de las copas.
  • Pero se prohíbe en días de viento, cuando éste mueva las hojas de los árboles de forma apreciable (rachas superiores a 10 Km/h), y/o en días muy calurosos, en los que la temperatura supere los 30º C.

El Ayuntamiento de Burgos ha sido de los primeros en instalar las primeras unidades en sus parques de Fuentecillas y Fuentes Blancas. Genial ¿Verdad? Pues yo no estoy de acuerdo.

Primero: No existe seguridad absoluta de que tales barbacoas no puedan provocar algún incendio.

Segundo: Imposible saber cuándo el viento es superior a 10 kilómetros por hora o hace demasiado calor.

Tercero: ¿Quién y cómo se homologan las buenas barbacoas y se precintan las malas?

Cuarto: ¿Quién supervisa a los usuarios de esas barbacoas?

Quinto: ¿Quién se responsabiliza de sus posibles efectos destructores?

Pero ante todo: ¿Es necesario fomentar entre nuestra sociedad la necesidad de hacer fuego en el campo para disfrutar de la naturaleza?

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La reforma del Código Penal endurece las penas por maltrato animal e incendios forestales

maltrato-animal

El Consejo de Ministros ha aprobado la remisión a las Cortes Generales del Proyecto de Ley de reforma del Código Penal. Una profunda reforma que revisa nuestro actual sistema penal para dar respuesta a las nuevas exigencias de una sociedad del siglo XXI.

Gracias a su nueva redacción se conseguirá el castigo de conductas que hasta ahora quedaban impunes como el maltrato a los animales o los incendios forestales.

Malos tratos a los animales

La reforma aumenta el castigo al maltratador de animales, ya sean domésticos, a los habitualmente domesticados, a los que viven bajo control humano y a todos los que no viven en estado salvaje. La pena se ve agravada cuando se causa la muerte y se añade la posibilidad de imponer una inhabilitación para la tenencia del animal.

Con la nueva reforma y según ha informado el Partido Animalista PACMA, el artículo 337 del Código Penal, referente al delito de maltrato animal, quedará así:

337.1. El que por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente a:

a) un animal doméstico o amansado.

b) un animal de los que habitualmente están domesticados.

c) un animal que temporal o permanentemente vive bajo control humano.

d) cualquier animal que no viva en estado salvaje, causándole lesiones que menoscaben gravemente su salud, será castigado con la pena de tres meses a un año de prisión e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales domésticos o amansados.

337.2. Las penas previstas en el apartado anterior se impondrán en su mitad superior cuando concurra alguna de las circunstancias siguientes: 

a) Se hubieran utilizado armas, instrumentos, objetos, medios, métodos o formas concretamente peligrosas para la vida del animal.

b) Hubiera mediado ensañamiento.

c) Se hubiera causado al animal la pérdida o la inutilidad de un sentido, órgano o miembro principal.

d) Los hechos se hubieran ejecutado en presencia de un menor de edad.

337.3. Si se hubiera causado la muerte del animal se impondrá una pena de seis a dieciocho meses de prisión e inhabilitación especial de dos a cuatro años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales y para la tenencia de animales domésticos o amansados.

337.4. Los que, fuera de los supuestos a que se refieren los apartados anteriores de este artículo, maltrataren cruelmente a los animales domésticos o a cualesquiera otros en espectáculos no autorizados legalmente, serán castigados con una pena de multa de uno a seis meses.

337 bis. El que abandone a un animal doméstico o amansado en condiciones en que pueda peligrar su vida o integridad será castigado con una pena de multa de uno a seis meses.

Incendios forestales

La reforma del Código Penal también contempla un endurecimiento de las penas para los autores de incendios forestales que se consideren especialmente graves, como aquellos que afecten a lugares habitados o sean hábitat de especies en peligro de extinción. La pena prevista actualmente para estos delitos es de tres a cinco años de cárcel y, con la reforma, se elevará hasta los seis años.

Además, cuando los incendios afecten a espacios naturales protegidos se castigarán del mismo modo que los delitos contra el medioambiente, lo que significa que sus autores podrán ser castigados con la pena superior en grado, que en este caso supone nueve años de prisión.

En la misma línea, la reforma incorporará la posibilidad de imponer al responsable actuaciones orientadas a reparar el daño causado y se considerará la atenuante de reparación de daño.

También se incluyen como supuesto agravado los incendios provocados en un momento en el que las condiciones climatológicas o del terreno incrementen de forma relevante el riesgo de propagación.

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Una buena noticia (al fin) sobre medio ambiente en España

Llevamos meses recibiendo malas noticias medioambientales como quien recibe bofetadas en la cara, una detrás de otra. Por ejemplo los incendios. 2012 está siendo el año con más incendios forestales desde que hay estadísticas. El fuego ya ha arrasado 140.000 hectáreas, más del triple que el año pasado, destruyendo selvas únicas como Garajonay. O el nuevo anteproyecto que trata de reformar radicalmente la Ley de Costas para favorecer los intereses privados en detrimento del bien público. O la pretendida instalación de un parque eólico a las puerta de Monfragüe. O que como en los duros años de la dictadura, la propia Administración se lanza al exterminio del lobo ibérico, incluso en sus Parques Nacionales, matando hasta a los animales que estudia con GPS como el pobre Marley.

Necesitaba una buena noticia, aunque fuera pequeña. Y me ha venido hoy de la mano de mis queridos alimoches, los famosos buitres sabios. La noticia es ésta: Personal  del Gobierno de Aragón ha liberado en Ejea de los Caballeros (Zaragoza) a dos pollos de alimoche nacidos en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca (Pastriz). Procedían de dos huevos rescatados de un nido en Alfocea, donde el macho murió por envenenamiento mientras los incubaba.

Según relata la Agencia Europa Press, en apenas cinco horas desde la muerte del ejemplar adulto se rescató la puesta de dos huevos y fue trasladada a una incubadora. Una semana después nació el primer pollo de alimoche, que tuvo que ser asistido durante su nacimiento por encontrarse demasiado débil para eclosionar por sí mismo. Cuatro días después nació el segundo pollo.

Sus primeros días los pasaron en una nacedora de la sala de cría del Centro de Recuperación de La Alfranca, donde ambos fueron criados mediante marionetas que imitan a los adultos de estas rapaces y donde no mantuvieron contacto visual con sus cuidadores, salvo para comprobar el estado de salud y de crecimiento. De esta forma se evitó que se acostumbraran a la presencia humana.

Una vez que fueron capaces de ingerir alimento sin ayuda de las marionetas se les trasladó a una jaula exterior con un nidal artificial, en el que permanecieron hasta completar el crecimiento total de sus plumas de vuelo. Posteriormente fueron pasados a un parque de vuelo, donde han permanecido durante más de un mes, junto con más aves rapaces, ejercitando sus músculos antes de ser liberados.

Sí, ya lo sé. Tan sólo es una gota de alegría en un mar terriblemente revuelto. Pero demuestra que todavía se hacen las cosas bien. Que a pesar de la crisis hay profesionales y voluntarios como la copa de un pino empeñados en lograr un mundo mejor mientras otros se obcecan en quemarlo, hormigonarlo y envenenarlo. Esos dos alimoches son la esperanza. Muy pronto iniciarán su largo viaje a África. Esperemos que cuando regresen a estas tierras dentro de unos años nuestro país haya mejorado. Cruzo las plumas por ellos.

Foto: CSIC

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El fuego achicharra los pollos de buitre negro de Las Hurdes

La comarca cacereña de Las Hurdes es una región maldita. Las Jurdes, como la conocen sus naturales en ese peculiar dialecto altoextremeño procedente del leonés, ha sido durante siglos símbolo del atraso del medio rural español; especialmente a raíz de la película Las Hurdes, tierra sin pan, que Luis Buñuel realizó en 1932.

Para luchar contra esa pobreza, a Franco se le ocurrió promover un gran plan de desarrollo basado en la repoblación forestal de grandes masas de pinares. Hoy esos pinos, inútiles para aportar riqueza, han ardido en un nuevo incendio. Intencionado, por supuesto.

Por suerte no hay que lamentar víctimas personales, pero los daños ambientales son cuantiosos. Especialmente para una especie emblemática y amenazada: el buitre negro. Según han informado técnicos de la Dirección General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, el fuego ha carbonizado en sus nidos a cuatro pollos de esta bella necrófaga.  Al menos once plataformas vacías de la misma colonia de cría han quedado igualmente destruidas. Debe ser terrible para una poderosa ave ver impotente desde el aire cómo su cría se quema. Perfectamente emplumada, pero aún incapaz de volar, aletear inútil, aterrada ante el avance de las llamas.

El incendio supone el fin del hábitat para los buitres negros de una zona muy amplia. Y lo que es aún peor. Quema lo poco que se había salvado del último incendio registrado en la zona hace tres años.

La zona quemada había sido propuesta para incorporarse a la Red Natura 2000 como ampliación de la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de Las Hurdes. Algo que no parece casual.

SEO/BirdLife ha solicitado iniciar un plan de recuperación ambiental y socioeconómico de Las Hurdes que permita la recuperación de los valores ambientales, turísticos y sociales de la comarca, tan dañados por los incendios de los últimos años. Desgraciadamente, para estos pobres pollos de buitre negro las medidas llegarán tarde.

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La Administración prohíbe usar las miles de barbacoas camperas que mandó hacer

La llegada del mes de junio ha coincidido con la prohibición prácticamente generalizada en la mayoría de las regiones españolas de encender barbacoas o cualquier otro tipo de fuego en el campo. La razón no hace falta explicarla. Las altas temperaturas y la falta de lluvias hacen prever un verano muy complicado donde una pequeña chispa puede convertir el bosque en un infierno. Sin embargo, la lógica de esta medida choca frontalmente con la realidad.

Durante décadas comunidades autónomas, diputaciones y ayuntamientos han abrazado con pasión la construcción de miles de barbacoas y parrillas en el monte. En los espacios naturales protegidos e incluso en los Parques Nacionales. Áreas recreativas las llaman. Lugares donde para disfrutar de la naturaleza se recomienda llegar pronto y así pillar un buen sitio donde asar chorizos o hacer la paella. Concentrados estos centros de gastronomía popular en lugares más o menos vigilados se suponía controlado el problema de los incendios incontrolados. La realidad demuestra que no ha sido así. El fuego es siempre un peligro.

Los responsables de medio ambiente han clausurado todas las parrillas desde junio hasta octubre, los meses mejores para salir a merendar al campo. ¿Para qué se gastaron entonces tanto dinero en hacerlas? ¿Para incitarnos a usar algo que ahora nos piden que no usemos por el bien común? ¿Para poder multarnos luego?

Había otra opción. Enseñarnos a disfrutar del bosque sin necesidad de montar pantagruélicas reuniones en él. A llevarnos el bocadillo y la ensaladilla rusa. A volver a casa con la bolsa de la basura, siempre menos pesada que la bolsa de la comida. Y a pasear más allá de los 50 metros que separan el aparcamiento de las mesas. Pero prefirieron gastarse el dinero en esas inútiles “inversiones en medio ambiente” en lugar de en educación ambiental. Y ahora las clausuramos cinco meses al año.

Es un tema interesante. Por eso me gustaría conocer tu opinión. ¿Te parecen bien las barbacoas públicas en el campo? ¿Habría que multar a quienes las usan o a quienes autorizaron, diseñaron, pagaron y promovieron tan contraproducentes instalaciones?

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¿Matar un árbol de 3.500 años es un asesinato?

¿Puede asesinarse un árbol? Consulto el verbo en el Diccionario de la Real Academia. Asesinar: Matar a alguien con premeditación, alevosía. Y también: Causar viva aflicción o grandes disgustos. Así que no me cabe ninguna duda, quien mata a un viejo árbol amado y venerado por muchos es un asesino. Ergo la norteamericana Sara Barnes, de 26 años, es una asesina de árboles, o más exactamente una homicida, pues según ha informado la Agencia EFE, fue ella quien prendió fuego en Florida a «El Senador», uno de los árboles más antiguos del mundo, con unos 3.500 años de vida.

«El Senador» era uno de los más grandes y antiguos árboles de Estados Unidos. Tenía 36 metros de altura y 10 de perímetro, aunque previamente había llegado a levantar unos 50 metros, hasta que un huracán seccionó su copa en los años veinte.

Durante el incendio, ocurrido en la noche del pasado 16 de enero, Barnes tomó fotos con su teléfono móvil de las llamas y tras su detención explicó a la Policía local que no había alertado a las autoridades porque lo quemó mientras trataba de iluminarse con el fuego para consumir drogas. El Departamento de Agricultura de Florida relató que Barnes enseñó a varios amigos una foto de «El Senador» quemándose y dijo: «No me puedo creer que haya quemado un árbol más antiguo que Jesús».

«El Senador» era un atractivo turístico desde el siglo XIX para el centro de Florida. Rivalizaba con algunas de las conocidas secuoyas de California, como «El General Sherman», considerado el árbol más voluminoso del mundo, o el viejo «Matusalén» un pino al que se le calcula unos 4.650 años de antigüedad. Pero ahora está muerto. Su asesinato ¿debería considerarse un magnicidio?

La primera foto es de El Senador a principios del siglo XX. Esta segunda es cómo quedó el pobre árbol tras el incendio que acabó con su vida.

El Blog del Becario ya nos había contado hace unos días esta misma historia, que me ha servido a mí ahora para reflexionar sobre la importancia y fragilidad de los árboles singulares.

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Qué fácil es ser pirómano y quemar bosques

Ya lo decía el abuelo: “Verano que dura, otoño cálido asegura”. Y qué mes de octubre más espléndido hemos tenido este año en el norte peninsular, cálido, soleado y sobre todo muy seco. Demasiado, porque la sequía ha dejado el monte como una yesca. Ideal para hacer las delicias de los pirómanos, esos personajes ansiosos por acercar el infierno a sus vecinos.

Sólo la pasada semana se registraron 400 incendios forestales en Galicia. 400 cerillazos en robledales, pinares, castañares, sotos y eucaliptales. 6.000 hectáreas (o campos de fútbol) de bosques repletos de vida. ¡Y de lobos!, dirán algunos. De esos bichos, alimañas inmundas, que sueltan los ecologistas para que haya más bichos en el campo. ¡Y de maleza! De zarzas que sólo valen para molestar y tener el campo todo sucio, desatendido.

Fuego purificador. Sales al campo, preparas un montoncito de ramas, sacas el mechero y ya está, rápidamente las llamas limpian el monte y eliminan todo aquello que no nos gusta. Quizá también alguna casa, algún vecino, pero son accidentes, errores involuntarios, no hay maldad en ello. Bueno, es verdad, algunos lo hacen porque están un poco chiflados y se quieren llevar a todo el vecindario por delante al estilo de Nerón, pero tampoco son mala gente. Mejor estar paseando por el campo con la cerilla que pasarse todo el día rumiando su odio en casa ¿no os parece?

Además, quemar el bosque sale muy barato en España. Se llama impunidad. Todos los años dedicamos cientos de millones de euros a la vigilancia y extinción de incendios forestales, pero apenas nada para la auténtica prevención, la educación ambiental; no de niños en los colegios, que poco queman, sino de esa población adulta “de riesgo”.

¿Y la persecución del delito? Aún menos. Según WWFapenas el 3 por ciento de los incendios acaba con algún detenido. Así nos va. Porque mientras no haya una policía especializada en perseguir estos actos criminales, mientras la legislación no se endurezca y los jueces no se pongan las pilas, los incendios seguirán robándonos los bosques. Y el futuro.

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Matanza de tortugas y aves en Irán

Un gigantesco lago en medio del desierto. Parque Nacional desde 1972, zona Ramsar desde 1975, Reserva de la Biosfera desde 1976. Todo un paraíso y un único problema. No está en Europa, está en Irán. Allí, como en tantos otros lugares menos desarrollados que el nuestro, la protección de la naturaleza es poco más que eso, títulos y burocracia sin un interés real.

Por eso la noticia ha pasado desapercibida. La muerte de miles de tortugas, aves migratorias, serpientes y otros animales, trágicamente carbonizados en el lago Parishan, una de las más importantes zonas húmedas de Irán, de acuerdo con la información transmitida por la agencia de noticias Mehr.

Lo más sorprendente es que los incendios no fueron provocados por locos pirómanos, sino por trabajadores de una empresa encargada de la construcción allí de una nueva carretera, a instancias de las mismas autoridades que, irónicamente, lideran un movimiento local para proteger tan importante reserva natural, amenazada por las desecaciones ilegales de los agricultores.

Nada mejor que el fuego para limpiar el terreno de molestos cañaverales, debieron pensar. Pero se olvidaron, o desconocían, el tremendo tesoro que estos hábitats húmedos encierran.

El desastre ambiental causado es terrible, pues no ha sido un accidente de un día. Llevan meses dándole cerillazo a cañas y carrizos, acabando impunemente con su fauna más frágil e indefensa.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente de Irán ha sido ordenada por el Departamento de Justicia para investigar la destrucción de los humedales Parishan e identificar a sus responsables, pero hasta el momento nadie ha movido un dedo para obedecer la orden, ni mucho menos para parar los incendios.

El gran lago Parishan (4.000 hectáreas de extensión) está situado cerca de la ciudad de Kazeroun, en la provincia de Fars, en Irán. Es un lugar muy importante de invernada para especies tan amenazadas como la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), la cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris) o el pelícano ceñudo (Pelecanus crispus).

Empeñados en proteger nuestro cómodo primer mundo, no somos conscientes de los graves problemas que existen más allá de nuestras férreas fronteras, inventadas líneas imaginarias en un planeta común donde lo habitual es la destrucción compulsiva. ¿Podemos hacer algo? Desgraciadamente, poco más que indignarnos.

Esto es lo que quedó de un pájaro protegido tras el paso del fuego.

Y esto lo que quedó de uno de los miles de galápagos que han muerto carbonizados en el lago.

Fotos: Mehr News Agency.

El frío no acaba con los topillos

Los expertos de la Junta de Castilla y León auguraron el final de la plaga de los topillos con la llegada del invierno. El frío llegó como está mandado, duro, terrible, pero los topillos no se han ido. Así lo acaba de denunciar la Unión de Campesinos , cuyo responsable afirma que estos roedores ya han «arrasado» los primeros brotes de cultivos recién sembrados, como el cereal de invierno y la colza, y parcelas enteras de alfalfa, que se han tenido que volver a sembrar.

Es una pena que la propuesta de Villotilla (Palencia, 60 habitantes) de convocar un concurso de flautistas para acabar con la plaga no prosperarse. Tan inútil como las otras puestas en marcha, al menos no era peligrosa.

Para acabar con los topillos

−¿Quemaremos también todos los bosques, sotos, linderos, arroyos y jardines?

−¿Araremos a buena profundidad destruyendo los yacimientos arqueológicos?

−¿Acabaremos, además de con el topillo campesino, con todos los topos, lirones, musarañas, ratones, ratas toperas, topillos rojos, de Cabrera, agrestes, mediterráneos, lusitanos y el resto de micromamíferos que pueblan la submeseta norte castellana?

−¿Es mejor cultivo aquel totalmente esterilizado, bien provisto de toda clase de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas, sin más fauna y flora que la estrictamente productiva?

Los topillos no son un híbrido de rata y ratón creado en los laboratorios por los ecologistas y soltados desde helicópteros para dar de comer a las águilas. Es una especie de montaña que ha aprovechado con una sorprendente eficiencia los radicales cambios operados en nuestros campos desde su mecanización industrial a partir de 1985. Nuestras alfalfas son para ellos preciosas praderas cantábricas, y han ocupado con éxito este nuevo nicho ecológico artificialmente creado por nosotros.

Dice mi abuela Emilia que con los conejos, “uno hace cien y cien hace uno”. Con los topillos es lo mismo. Mataremos millones de mil maneras, se los comerán a millones águilas, zorros y hasta las garzas; el frío invernal reducirá radicalmente sus poblaciones, pero no los exterminaremos nunca. Con que queden unos pocos podrán recolonizar de nuevo toda la región. Sin embargo también pueden reducir su número de forma natural, igual de rápido que se extendieron. Sólo es cuestión de paciencia, equilibrio natural, indemnizaciones y sentido común.

Pero en política, el sentido común sigue siendo el menos común de los sentidos.