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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Félix Rodríguez de la Fuente tenía razón

Félix Rodríguez de la Fuente Félix Rodríguez de la Fuente, el gran divulgador de la naturaleza, el culpable de que cientos de miles de personas (yo entre ellas) se apasionaran por el estudio de la naturaleza, tenía razón. La Vieja Tronca es un ecosistema en miniatura, un hermoso concentrado de biodiversidad.

¿Qué es la Vieja Tronca? Ese árbol viejo (un roble, una encina, un chopo) lleno de huecos, quizá el único árbol de la zona o uno de los más añosos del bosque, casa común de la gineta, de la lechuza y hasta del simpático lirón careto, ese ratoncillo con antifaz y cola de pincel. Un ejemplar grandioso superviviente a incendios, vendavales, nieves y hachas; e incluso ese ejemplar ya muerto cuyos huecos siguen dando refugio a todo tipo de animales y su madera vida a multitud de insectos, hongos, líquenes y musgos. Un espectacular set de rodaje en los documentales de Félix.LogoenArbolar

Hoy llamamos a esas viejas troncas árboles singulares o monumentales. Algunos son justamente famosos, como el drago de Icod de los Vinos (Tenerife), el ciprés de Silos (Burgos), el roble de Guernica (Vizcaya) o el Pi de les tres branques (Barcelona). Pero los hay a miles, en cada pueblo, monte e incluso en cada calle.

Porque si la singularidad es una percepción individual, todos tenemos esos árboles preferidos, como los tiene el pastor, el paseante, los niños juguetones o los enamorados.

¿Qué es un árbol singular? Muy sencillo. Aquellos árboles o grupo de árboles que, cuando desaparecen, los echamos de menos.

Ya os he contado que soy el director de un precioso proyecto europeo empeñado en comunicar a la gente las bondades que el árbol viejo, la vieja tronca, el árbol singular, el bosque maduro, nos ofrecen: reductos de biodiversidad, testigos del cambio climático, generadores de paisaje, dinamizadores sostenibles de las economías rurales y herramientas de educación medioambiental.

El proyecto se llama EnArbolar. Lo promueve la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente y está cofinanciado por el programa LIFE+ de la Unión Europea y la Diputación de Valencia a través de su Departamento de Árboles Monumentales, el único que desgraciadamente existe en Europa.

Tenemos una exposición itinerante que ya ha visitado Salamanca, Orense y ahora está en Toledo hasta la próxima semana, en el maravilloso Museo Victorio Macho de la Real Fundación de Toledo. Y que de allí se irá a Valencia, donde estará dos meses.

Si quieres saber más sobre estos árboles y sus incontables beneficios te invito a participar en unas jornadas que sin duda te van a interesar. Las celebraremos el próximo jueves 16 de enero por la tarde en la Real Fundación de Toledo y la entrada es libre. Allí hablaremos de árboles formidables de Europa, pero también de bosques únicos como el Parque Nacional de Cabañeros.

Contaremos además con la presencia de Odile Rodríguez de la Fuente, la hija menor del querido naturalista y directora general de la Fundación que mantiene vivo su legado, quien nos hablará, no podía ser de otra manera, de la Vieja Tronca. ¿Te lo vas a perder?

Pinchando en este enlace tienes toda la información sobre las Jornadas Informativas del próximo jueves 16 de enero en Toledo: El valor de los árboles singulares y bosques maduros en la salvaguardia de la biodiversidad de Castilla-La Mancha.

Foto: Fundación Félix Rodríguez de la Fuente

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Piden el regreso de los alimañeros

El presidente de la Asociación de Guardas de Cotos de Caza de Andalucía (Aguardas), Gaspar Malia, ha reivindicado la vuelta de los alimañeros al campo, personas éstas encargadas de controlar el supuesto aumento de especies aparentemente perjudiciales para los cazadores como las rapaces o los carnívoros salvajes.

Los alimañeros existieron toda la vida, dedicados a atrapar animales para vender sus pieles y plumas. Dentro de una nueva mentalidad franquista de gestión de la naturaleza, en 1953 se crearon en España las Juntas de Extinción de Alimañas, cuyo fin único era el exterminio total de estas especies que ahora consideramos protegidas.

Todo el mundo podía ser entonces alimañero, niños incluidos, una manera como otra cualquiera de escapar del hambre. En Soria se llegaron a pagar hasta 40 pesetas por cada ejemplar de gineta presentado a la Junta. En Burgos 25 pesetas por cada par de garras de águila. En Andalucía, poco más de 4 pesetas por cada lince muerto.

En sus 29 años de funcionamiento las Juntas acabaron oficialmente con 4 millones de alimañas entre las que había 19.064 aves rapaces.

¿Volverán las Juntas de Alimañas? Es el sueño de muchos gestores de cotos y guardas de caza, como el mencionado Gaspar Malia, al que vuelvo a citar textualmente:

«Dentro de los diferentes depredadores hay algunos que hay que vigilarlos y respetarlos como pueden ser el águila imperial y real, que son sagradas, pero otros hay que controlarlos».

En su opinión, las alimañas más malas y remalas son tres: el meloncillo (Herpestes ichneumon), el búho real (Bubo bubo) y la gineta (Genetta genetta).

Dice Malia que las tres especies cazan demasiados conejos, y que el mejor control sería darles matarile con la ayuda de alimañeros profesionales bien formados y pagados por la Administración, a los que prefiere llamar «controladores de predadores».

Le ha faltado añadir a la lista otros animales con igual o peor fama entre los cazadores como el turón, la garduña y, sobre todo, el zorro, el rey de todas las alimañas, del que ya os enseñé hace unas semanas como hacen algunos los descastes. Sin olvidarnos del furtivo escopetero. Y de que la generalizada mala gestión de un coto hace más daño a los conejos que cualquier otro bicho.

En Cataluña ya existe el control oficial de depredadores por parte de los cotos de caza que lo soliciten, aunque para ello deben presentar un estudio científico previo donde se demuestre esa supuesta sobrepoblación dañina. La decisión se tomó en 1996, después de que los cazadores emprendieran la aniquilación masiva e indiscriminada de zorros junto con otros carnívoros en respuesta a su supuesto impacto negativo sobre las especies cinegéticas.

¿Y tú, qué opinas? ¿Deben volver los alimañeros?