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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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¿Te gustaría tener un parque eólico frente a tu casa?

La pregunta la ha hecho recientemente el prestigioso periódico francés Le Figaro a sus lectores:

¿Aceptaría usted la construcción de un parque eólico al lado de su casa?

Con esto del cambio climático, el protocolo de Kioto, la reducción de emisiones de CO2, el desarrollo sostenible y la promoción de las energías renovables, el campo europeo entero se está llenando de aerogeneradores.

Especialmente aquí en España, donde los modernos molinos se han adueñado de nuestras montañas, páramos y costas más apartados, ajenos a las protestas airadas de los ecologistas. Un colectivo que, defensor de las energías limpias, paradójicamente cuestiona la localización de muchos de estos proyectos a tenor de su grave impacto ambiental y paisajístico.

¿Qué opinan nuestros vecinos galos sobre el tema?

Básicamente lo mismo que nosotros. Un elevado grupo se posiciona mayorritariamente a favor de los aerogeneradores con comentarios como «Sí, naturalmente», o «una solución razonable y sostenible para el planeta». Pero otros señalan su impacto en el entorno, la muerte de aves, la escasa eficiencia energética y las elevadas subvenciones estatales recibidas por estos ingenios.

Recientemente, SEO/BirdLife ha presentado una queja a la Comisión Europea por la mala evaluación ambiental de los 91 proyectos eólicos previstos en Extremadura para los próximos años. Sí, han leído bien. 91 proyectos de golpe y porrazo.

Y con unos proyectos que, por regla general, no cuentan con estudios de campo en las sierras que pretenden ocupar, no se demuestra en sus proyectos que los generadores eólicos no interfieren en las rutas de vuelo de grandes rapaces o especies migratorias y, finalmente, aunque incluyen por fin un análisis de los impactos de los tendidos eléctricos, casi ninguno suma estos impactos a los del propio parque eólico.

No es el ambiental el único problema. Algunos estudios señalan como el 85% de los turistas no está dispuesto a visitar zonas con parques eólicos.

Resulta evidente. La energía eólica sufre del síndrome del contenedor de basura. Todo el mundo la considera necesaria, pero nadie la quiere tener enfrente de casa. Ni matando paisajes únicos y especies protegidas, añadiría yo.

Seguramente tú mismo conoces muchos de estos parques cuya construcción ha destruido horizontes únicos.

¿Qué podemos hacer entonces? ¿Los ponemos frente a la casa del vecino o nos olvidamos de ellos? El debate está servido.

En la imagen superior, fotomontaje realizado por el naturalista Javier Prieta de cómo se verían los molinos desde la estatua de Alfonso VIII, en el centro de la histórica ciudad de Plasencia (Cáceres), y que se pretende rodear con más de un centenar de estos aparatos.

Las dos imágenes siguientes son reales como la vida misma. Están tomadas en los parques eólicos cercanos al Estrecho de Gibraltar, contra cuyas palas mueren todos los años miles de aves protegidas.

1.300 buitres muertos en cinco años, sólo en Aragón

En cinco años, 1.363 buitres leonados (Gyps fulvus) ingresaron muertos o debieron ser eutanasiados en el centro de recuperación de fauna silvestre La Alfranca (Zaragoza), perteneciente al Gobierno de Aragón. Sólo el año pasado fueron más de 350 buitres, 44 milanos negros, 31 milanos reales, 6 alimoches y 3 quebrantahuesos.

¿Les parecen muchos muertos? Pues en realidad son tan sólo la punta del iceberg. Se calcula que a los centros de recuperación tan sólo llega menos del 10 por ciento de los animales que en realidad mueren por nuestra culpa en el campo. De acuerdo con ello, en realidad en los últimos años habrían muerto en Aragón más de 10.000 buitres, dos millares de estas majestuosas aves al año.

¿Y de qué mueren nuestros buitres?

Principalmente de choques contra aerogeneradores eléctricos y cables de alta tensión, además de por electrocuciones y envenenamientos.

Últimamente también se ha disparado el número de muertes por, pasmaros, atropellos en las carreteras. Los buitres se mueren de hambre, ya os lo he contado, y en su desesperación no dudan en bajar al asfalto o las vías de ferrocarril para comerse pequeñas carroñas de animales atropellados por nuestros veloces vehículos, ya sean perros y gatos, conejos o corzos. Y mueren igual que sus presas, arrollados. Con el consiguiente peligro para la circulación, pues son muchos también los accidentes de tráfico provocados tras embestir un coche o un tren a un animal de tal envergadura.

Desde Fondo Amigos del Buitre responsabilizan a la supresión de muladares de parte de esta mortandad entre aves en Aragón. Señalan así cómo Teruel ha reducido a 15 los 40 muladares que tenía en el año 2000. Como consecuencia de ello, las carroñeras turolenses se han tenido que ir a rebuscar comida entre la basura del lejano vertedero de Vilafranca, en Castellón. Pero en el camino se topan con una casi infranqueable barrera de parques eólicos en la comarca de Els Ports, entre cuyas palas, a modo de terribles guillotinas, han encontrado la muerte en apenas dos años 220 buitres leonados. En toda España se calcula que han muerto contra estos artilugios, aparentemente limpios y ecológicos, más de 800 buitres en seis años.

Con el buitre leonado estábamos todos muy contentos. Sus poblaciones se estaban recuperando de manera espectacular. En 1999, cuando se hizo el tercer censo nacional de la especie, se estimó una población para toda la Península Ibérica de 22.727 parejas y no menos de 70.000 individuos, más del doble que una década antes. Este año SEO/Bird Life lo está repitiendo, pero me temo que los resultados no serán tan halagüeños.

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¿Quieres conocer más noticias sobre los buitres? La Minuteca de 20 Minutos las ha recopilado todas. Puedes consultarla pinchando aquí.