La culpa de la terrible pandemia de la covid-19 se la hemos echado, injustamente, a pangolines y murciélagos. Este crimen de lesa humanidad lo extendemos por añadidura a los mercados chinos de animales salvajes, repugnantes espacios callejeros donde igual te despiezan viva una serpiente que un perro o unos sapos extraños.
Pero quizá el peligro (y el pecado) lo tengamos en casa.
En esas mascotas exóticas, extrañas, de procedencia desconocida, fruto de un vergonzante tráfico ilegal de especies amenazadas que alimenta los caprichos ridículos de tanta gente ridícula con más ego que cerebro.
Y no es una exageración. Uno de cada siete animales exóticos rescatados del mascotismo porta una zoonosis. Lee el resto de la entrada »