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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Un árbol dará vida a la provincia de Burgos

Algunos le tomaron por loco, le tacharon de visionario e idealista, pero otros muchos creyeron en su sueño. Y entre todos al final lo han conseguido.

Elías Rubio tiene prácticamente concluido en la sala Espacio Tangente el Mapa de las Tierras de Burgos, un original proyecto que ha logrado reunir en un mapa gigante muestras de tierras de todos los pueblos de esta gran provincia, que también es la mía. La historia, ya comentada en este blog el verano pasado, ha llegado finalmente a su fin con éxito.

Cuando Elías empezó nadie sabía ni tan siquiera el número exacto de pueblos habitados que tiene este gran territorio de 14.292 kilómetros cudrados y 371 municipios, un dato que incluso había escapado al control estadístico de la propia Diputación. Finalmente son 1.233 pueblos, una cifra asombrosa si se piensa en el trabajo de acercarse a todos ellos para tomar una muestra de tierra de sus campos de cultivo cercanos y llevársela a Burgos para colocarla en pequeños fanales transparentes que a su vez se depositaban cuidadosamente sobre un gran mapa.

Pero lo mejor estaba aún por llegar. La tierra sobrante de esas 1.233 muestras no se tirará. Alimentará, a la vez que sostendrá, al Árbol de la Provincia. Una joven encina que finalmente será plantada, al medio día, el próximo sábado 14 de marzo en la localidad serrana de Jaramillo de la Fuente, 40 habitantes censados y no más de 10 reales.

Frente al desinterés del Ayuntamiento de Burgos, este pequeño municipio, con su alcalde Simón Bernabé a la cabeza, acogió la idea con entusiasmo. Están además felices de recuperar al mismo tiempo un querido símbolo vegetal perdido, sustituto de la desaparecida olma de concejo que crecía junto a su bella iglesia románica y a la que la grafiosis se llevó por delante hace dos décadas.

La plantación de esta encina será toda una fiesta, además de un justo premio de reconocimiento a la ingente labor desplegada por el escritor, periodista, espeléologo, etnógrafo y ante todo buen amigo Elías Rubio.

Pero lo que más me ha gustado son las dos fotografías que os incluyo a continuación, la de los entregados vecinos de Jaramillo que se han encargado de abrir con picos y palas un gran hoyo para acoger al árbol. Mirar sus caras emocionadas. Ajenos a la edad no pueden ocultar la alegría de sus jóvenes corazones.

ACTUALIZACIÓN. Fotos de la plantación.

Os incluyo tres fotos del emotivo día en el que el Árbol de la Provincia de Burgos fue solemnemente plantado en Jaramillo de la Fuente. Me las envía Elías Rubio. ¡Enhorabuena!

Muletas para una encina milenaria

La encina más grande del mundo, la más vieja y venerable de todas ellas, probablemente la más querida, sin duda la más hermosa e impresionante que conozco, ha salido con éxito de una delicadísima intervención quirúrgica, la primera de estas características realizada hasta la fecha en España a un árbol multicentenario.

Maltrecha pero feliz, la encina Terrona, el símbolo vivo de Extremadura, orgullo de Zarza de Montánchez (Cáceres), se apoya ahora en 15 gigantescas muletas de acero, garantía de su eterna fortaleza. Si se fijan bien en la fotografía realizada una vez concluida la operación, pueden apreciar claramente el esbozo de una sonrisa clarividente de agradecimiento entre sus ramas. Ella está feliz y nosotros más.

Esta monumental encina acaba de ser intervenida “a vida o muerte” por uno de los equipos de médicos geriátricos de árboles más afamados de Europa, el dirigido por el botánico valenciano Bernabé Moya y los técnicos José Moya y José Plumed. Desde que en 1998 una de las tres grandes ramas de este excepcional ejemplar casi milenario se partiera por la mitad, Moya ha visitado a la venerable enferma decenas de veces, hasta convertirse en su particular médico de cabecera. Sólo así ha logrado tener un conocimiento excepcional del ejemplar rama a rama, arruga a arruga, primavera tras primavera, que diez años después le llevó a emitir un terrible diagnóstico. El árbol se iba a partir, se venía abajo. Cuando hablé con él, preocupado como estaba por el estado de mi venerada encina cacereña, este defensor apasionado de los viejos árboles me lo explicó gráficamente:

“Es como si tuviera osteoporosis, su frágil estructura no puede sostener ya tanto peso”.

Árbol de dehesa, sombra de una increíble piara de cochinos ibéricos, su forma actual es producto artificial de innumerables podas. ¿Pero quién se atreve ahora a podar un árbol simbólico y a podarlo bien?

Finalmente, tras valorar varias opciones, Moya optó por apear la encina como el mejor método posible. Por sostener las ramas más grandes y frágiles con grandes muletas rematadas en horcones, al estilo de como se hace con los grandes manzanos o nogales cuando se cargan de fruta, sólo que metálicas y de proporciones colosales.

La Junta de Extremadura, tutora del ejemplar desde que en 2001 iniciara con él la protección de los árboles más emblemáticos de la región, estaba de acuerdo en la necesidad de intervenir cuanto antes, pero faltaba el placet del propietario, Alonso Mateos.

Panadero de profesión, muchos señalaban la paradoja de que alguien así no hubiera convertido hace ya mucho tiempo en leña de horno a la Terrona. Esa sólo idea lo enfurecía, pues para Alonso el árbol es su más querida herencia y lo venera como si fuera una risueña bisabuela. Hombre de campo, apenas necesitó de cinco minutos de explicaciones de los especialistas para dar su consentimiento.

“Bernabé es un cirujano fuera de serie, con sólo verla ya sabía por dónde se iba a partir; sé que la Terrona está en las mejores manos”.

Concluidos los trabajos, cuando le pregunté a Alonso si estaba satisfecho con el resultado obtenido, éste no lo dudó un segundo:

“Cómo no lo voy a estar, ha quedado estupendamente. Morirán mis nietos y sé que seguirá en pie, no hay más que verla”.

Su clarividente visión me dejó impresionado, máxime por venir de un sencillo hombre del campo. El sabio Alonso, las buenas gentes de Zarza de Montánchez, son todo un ejemplo para nosotros, tan urbanitas y tan alejados de la realidad natural ¿no os parece?

Como podéis ver en estas fotografías de José Plumed y los hermanos Moya, el resultado logrado tras la intervención hecha al árbol es espectacular. Además de útil, vital para la encina, a mí me parece una auténtica obra de arte de vanguardia, una delicada pieza de land art o arte terrestre. ¿No pensáis vosotros lo mismo?