Un teléfono móvil, uno cualquiera, debería mantenerse en pleno funcionamiento 232 años para compensar sus efectos sobre el medio ambiente, según advierte la Comisión Europea, pero apenas durará un par de años en nuestras manos.
Con la galopante obsolescencia programada que rige en toda nuestra cacharrería electrónica, resulta absolutamente imposible que el móvil del abuelo lo pueda heredar algún día su tataratataranieto y seguir usándolo. Pero sí que podríamos hacer un esfuerzo para no seguir cambiando de terminal como quien cambia de camiseta, que también los hay.
Usarlo tan solo un año más de lo habitual podría ayudarnos a reducir las emisiones europeas de CO2 en cuatro millones de toneladas anuales, que ya son toneladas. Lee el resto de la entrada »