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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Los cazadores disparan a la dignidad de la mujer

Me juré no volver a hablar de cazadores en un tiempo, pero no hay manera. Lo último es el cartel con el que han publicitado el Salón de cazadores Venatoria, una feria de actividades y artículos de caza. Este año la edición está dedicada a la mujer, y a sus promotores no se les ha ocurrido otra gracia que  elegir como tema central a una mujer con grandes pechos mirándose en el espejo de una polvera mientras dispara distraída a un jabalí.

En el fondo y en la forma, ese dibujo recuerda el estilo más indigno de los años más duros del franquismo, la época de la Sección Femenina y de esas máximas que obligaban a la mujer a ser guapa, tonta y sumisa a su marido. Vergonzoso y humillante.

Ecologistas en Acción ha presentado una denuncia ante el Instituto de la Mujer por si pudiera tratarse de una publicidad vejatoria para la mujer, como sin duda lo es.

Como detalle 100% masculino, los promotores dejaron entrar gratis a todas las mujeres que presentaron una licencia de caza a su nombre. Igual que hacían en la discoteca de mi pueblo para atraer pagafantas y otros moscones.

No me cabe duda. La caza está muy vinculada al indefendible concepto de superioridad masculina. Por eso disfrutar matando animales es algo que cada vez tiene menos seguidores en la sociedad española, especialmente entre las mujeres. Y con campañas así sólo lograrán asustar a las pocas que aún les gusta fusilar animales.

Rectificación. He eliminado del post la información de que la feria fue inaugurada por la Infanta Doña Elena. Como ya han explicado algunos en sus comentarios, esta señora tan aficionada a la caza al final no acudió a Venatoria «por problemas de agenda». Quien sí estuvo fue otra conocida cazadora, la Princesa de las Dos Sicilias Doña Alicia de Borbón.

Nota morbosa: si echáis un vistazo a la galería fotográfica de Venatoria veréis el trato que dan los promotores de este singular evento a la mujer, objeto de adorno junto a escopetas y todoterrenos de gran cilindrada. En vez de hacer yo los comentarios prefiero escuchar los vuestros.

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Matanza de zorros con alevosía criminal

Doce zorros colgados por el cuello de doce cuerdas, de doce ramas de una misma encina. Ajusticiados. ¿Su crimen? Tan sólo existir.

La imagen ha sido realizada por Arturo Fernández, un agente andaluz del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil. Quedó tan conmocionado que decidió colgarla en una página de fotografía de la Naturaleza, Fotonatura.

Por toda explicación añadió el siguiente mensaje:

Esta foto muestra el «trabajo» de unos desalmados, que amparandose en el supuesto daño que estos animales realizaban en su ganado, realizaron la carnicería que se puede ver. ¿Quién es la mayor alimaña de este planeta?

Creo que no hace falta añadir nada más.

En mi opinión pienso que Alberto se equivoca, hace falta añadir mucho más. Como por ejemplo los nombres de estos salvajes, el pueblo donde viven, el lugar donde masacraron de una manera tan vil a estos pobres animales.

Pero Alberto pertenece a la Guardia Civil y no puede hacerlo. Lo que sí hizo, y eso le honra, fue cumplir con su obligación y denunciar a estos bestias ante el juez.

Nos quedamos con las ganas de saber la cuantía de la multa impuesta, aunque sea cual sea, sin duda habrían merecido una dura condena de cárcel que no han tenido. ¿Cuándo se incluirá el daño a los animales en el Código Penal?

Me los imagino a la vuelta de la cacería, satisfechos de haber dado un escarmiento a esas alimañas, brindando por la feliz idea de colgarlos como advertencia para el resto de los animales, ajenos a que los auténticos animales sin civilizar son ellos. Y esto ocurre en pleno siglo XXI, en plena Europa.

No cambiaremos nunca. Siento asco y vergüenza de nuestra especie.

Los cazadores piden más mano dura contra los furtivos

Los cazadores están dispuestos a acabar con el furtivismo de sus propios compañeros. Esta actividad ilegal les quita piezas y les da muy mala imagen. Si hay alguien que puede acabar con tal lacra medioambiental, no exenta de peligro para el resto de los que disfrutamos del campo, son sin duda ellos.

Resumo a continuación un interesante artículo (las negritas son mías) publicado esta semana en el periódico La Opinión de Zamora sobre el tema. Estoy completamente de acuerdo con ellos. ¿Estarán por fin cambiando las mentalidades en tan heterogéneo colectivo?

La Federación de Caza de Castilla y León expresa su malestar contra el furtivismo y se remite a la propia Ley de Caza de Castilla y León para remarcar que es cazador quien practica la caza reuniendo los requisitos legales para ello. «Los demás no son cazadores. Son matadores furtivos. Y esto no es nuevo. Se ha dicho desde siempre: «Venare non est occidere», «Cazar no es matar», y quien confunde ambos términos se equivoca».

(…)

La Federación de Caza se pregunta por los resultados. «¿Qué les pasa a estos «presuntos»?; ¿que les meten en la cárcel?; ¿que les sancionan con cifras astronómicas?; ¿que les retiran inmediatamente los permisos de armas o los documentos necesarios para la caza? Pues de todo esto nada de nada; en la mayoría de las ocasiones una multa, que a este tipo de personajes, que suelen ser o muy pudientes o insolventes, les importa un pimiento, y que además suelen estar por debajo del valor real de las especies en el mercado cinegético».

(…)

Para la Federación, «cuando se detiene al delincuente, habría que decomisarle en todos los casos todos los elementos que haya utilizado para la práctica furtiva, desde el vehículo hasta el arma, pasando por el GPS, tal y como se hace en las intervenciones por tráfico de drogas. De esta forma, tal vez a algunos no les compensaría tanto la práctica del furtivismo y además se podrían compensar en parte los daños con la subasta de los bienes incautados». Indican que «lo peor es que estos delincuentes suelen ser de sobra conocidos, tanto por las autoridades como por muchos cazadores deportivos».

(…)

Indican al respecto que «lo cierto es que los corzos se convierten estos días en presa fácil y están siendo abatidos con suma facilidad, y si no se controlan sus capturas ¿qué animal soporta una temporada de caza de 150 días?».

Para la Federación «no valen argumentos como el de que antes de que lo maten los furtivos lo cazamos nosotros. Ese no es el camino. Pero tampoco lo es el de la frustración por parte de las Autoridades y la Administración, que en su impotencia para atajar el problema del furtivismo o los envenenamientos muchas veces actúan de forma implacable contra aquellos a los que sí pueden controlar, a los sufridos contribuyentes con nómina que somos los cazadores de a pie».

Llegan los cazadores de antenas

Segismundo López me la enseñaba y no le creía. Esa chimenea grande, muy blanca, que nunca echa humo, instalada sobre un edificio de oficinas en El Matorral (Fuerteventura), es en realidad una antena camuflada de telefonía móvil. Las hay de todas las formas y colores, disfrazadas de pirámides, abetos de 30 metros, pinos, palmeras, cactus, campanarios, cornisas. Todo con tal de engañarnos, para evitarnos el miedo de saber que sobre nuestras cabezas, o nuestros colegios y hospitales, tenemos una potentísima fuente emisora de ondas electromagnéticas.

Unas infraestructuras necesarias, eso no lo discute nadie, pero ¿en cualquier sitio y a cualquier precio? Diversos estudios aseguran que vivir en sus inmediaciones multiplica por cuatro las posibilidades de padecer cáncer. Que junto a ellas se multiplican los dolores de cabeza, el insomnio, el cansancio. Lógicamente las compañías lo niegan. Pero si las antenas son inofensivas ¿por qué las camuflan? ¿por qué nos engañan? Aseguran que la culpa es nuestra, de nuestras histerias. Que todas esas pretendidas enfermedades son tan sólo un problema psicosomático. Por eso, disimulando sus antenas desaparecen todos los males. “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

Pero Segismundo no les cree. Tampoco Antonio en Santa Cruz de Tenerife. Ellos, como tantos otros en tantas otras localidades españolas, se han convertido en cazadores de antenas. En Valladolid se han especializado en la presa más difícil, las picoantenas, con forma hasta de ladrillo, escondidas sobre escaparates e incluso farolas y señales de tráfico.

Van bien pertrechados por la calle con medidores de campos electromagnéticos. Antena que descubren, antena que denuncian. Y quizá es una casualidad, pero contrastadas luego con la policía, la mayoría son ilegales, carecen de permisos. ¿Será también por eso que las disfrazan?

Lo reconozco: yo también me he convertido en un cazador de antenas. Incluso en mi pequeña ciudad, Puerto del Rosario (Fuerteventura), abundan perfectamente mimetizadas en el medio urbano. Ésta que fotografié ayer con forma de chimenea es nueva. Bien pintadita y, como me confirmó el Ayuntamiento, totalmente ilegal.