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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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No tenemos ni idea de lo que comemos

Fish_and_chips

Clásico fish&chips o pescado frito con patatas. © Wikimedia Commons

Me lo olía. Tan mal como me huelen algunos de esos establecimientos de comida rápida que me niego a denominar restaurantes. Da igual lo que pidas. Hamburguesa de ternera o kebab de cordero. Tan sólo cambia el formato del bocata, pues al final muchos te dan la misma bazofia, puré de carne de procedencia ignota.

© Wikimedia Commons

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Ya se nos ha olvidado el escándalo de la carne de caballo, pero seguro que por ahí siguen sus proteínas relinchando/rechinando entre nuestros sufridos dientes.

El último informe de la OCU es demoledor. De 25 kebabs analizados en Madrid, tan sólo uno era 100% la prometida carne de vacuno. 11 presentaban una higiene deficiente y la vaca tenía plumas, pues en un 50% era pollo.

Todo eso sin entrar en su calidad ni analizar de dónde vienen y en qué condiciones se crían esos pobres animales que acabarán travestidos en nuestras mesas, tras haber hecho más kilómetros dentro de un congelador que los famosos baúles de la Piquer, doña Concha.

¿Qué quieres que te den por 4 euros?, dirá más de uno. Pues quiero que no me estafen ni jueguen con mi salud.

Porque volviendo a los kebabs, el mismo informe de la OCU señala que superan en aporte de sal y grasas a las hamburguesas más denostadas, que ya es decir. Y por ello sus expertos recomiendan moderar el consumo.

Muy complicado, por no decir imposible, evitar lo que no se ve o, peor aún, lo que no se quiere ver. En muchos comedores y restaurantes la merluza es panga vietnamita, el mero triste perca del Nilo (la pesadilla de Darwin), la lasaña de ternera tiene caballo y cerdo, la empanada de atún es de bacoreta o listado y el pulpo a la gallega, ¡ay el pulpo a la gallega!, se hace con potón del Pacífico.

Destrozando el bello poema de Campoamor, podríamos decir que “en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira”. Sobre todo si hablamos de comidas.

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La naturaleza también depende del color de los cristales

gafas

Una de las experiencias más esperpénticas de mi vida fue asistir como periodista a la inauguración de una gran urbanización en Majanicho, en el norte de Fuerteventura. Rodeado de azafatas, aduladores y numerosas botellas de champán francés, el promotor inmobiliario agarraba el micrófono cual predicador para glosar su particular milagro:

“Antes aquí no había nada y en un par de años hemos levantado un emporio turístico”,

aseguraba ufano.

¿Nada?, me preguntaba yo. Y veía horrorizado esos arenales urbanizados donde hasta hacía muy poco reinaba la hubara (Chlamydotis undulata), una avutarda del desierto. Espacios vírgenes a los que la crisis del ladrillo ha convertido ahora en un triste erial de viviendas a medio construir.

Reflexionando en positivo, reconocía apesadumbrado que la percepción de la realidad es algo muy, pero que muy personal. Como ocurre con el bosque. Reserva natural para unos, reserva maderera para otros, y montón de árboles para la mayoría.

Otro ejemplo son los barbechos. Pocos, muy pocos, aprecian la importancia de dejar descansar un par de años las tierras de cultivo, sin labrarlas, a la espera de futuras cosechas bien surtidas. La mayoría se lamentará ante el supuesto abandono del campo, entregado a los rastrojos. U optará, si es agricultor moderno, por gastar ingentes cantidades de abonos y fertilizantes. Sin embargo, el ornitólogo valorará la presencia de campos incultos para el desarrollo feliz de aves esteparias como el sisón  (Tetrax tetrax).

Al final llegamos a lo de siempre: la educación. Fundamental para distinguir un campo abandonado de uno en barbecho, de apreciar la importancia de la avutarda y del sisón, la cultura, el paisaje, el arte o las tradiciones. Todo encierra un valor superior al directamente económico, aunque hace falta tener los conocimientos mínimos para apreciarlo. O las gafas. Porque como decía Campoamor:

“En este mundo traidor

nada hay verdad ni mentira;

todo es según el color

del cristal con que se mira”.

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