Un vencejo no tiene nada que ver con las golondrinas o los aviones, pero mira que nos cuesta distinguirlos. El error no es culpa de nuestro actual sistema educativo ni de una sociedad cada día más urbana. Ya en 1871, el genial poeta Gustavo Adolfo Bécquer hizo alarde de sus escasos conocimientos ornitológicos.
La media docena de estrofas que componen el famoso poema «Volverán las oscuras golondrinas«, además de ser una hermosa exaltación a la fatalidad y al amor perdido, implica un grave error biológico. Porque el poeta sevillano sabría mucho de literatura, pero de pájaros no tenía ni idea.