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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Un registro de los no cazadores

Hoy los cazadores tienen prevista una gran manifestación en Madrid en defensa de «sus derechos». Frente a ello, Ecologistas en Acción acaba de lanzar una contrapropuesta: un registro de los no cazadores donde se reivindica el disfrute de la naturaleza sin sangre. Os adjunto a continuación el impecable manifiesto añadido a esta iniciativa y os animo a firmar. Yo ya lo he hecho.

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Defendamos los derechos de los NO cazadores.

«La caza genera agresiones a la naturaleza, viene dando lugar a numerosos conflictos sociales y resulta éticamente reprobable pues se desarrolla fundamentalmente con fines económicos o lúdicos.

En España, la caza provoca cada año la muerte de 50 millones de animales, utilizando para ello más del 95% del territorio. Envenena el medio ambiente y, en particular, a la avifauna con el vertido de unas 6.000 toneladas de perdigones de plomo. Pone puertas al campo mediante la colocación de cancelas y el levantamiento de miles de kilómetros de vallados cinegéticos. Provoca la desaparición de la fauna silvestre autóctona mediante sueltas incontroladas y, sobre todo, a través del uso todavía muy extendido de venenos, lazos, y cepos para acabar con los depredadores. Da lugar al maltrato animal, no sólo de las víctimas de la caza, sino también de los perros que se emplean en rehalas y cacerías.

En contraste con una actividad tan agresiva como la caza, cada día son más numerosas las personas que usan el medio natural de forma pacífica y respetuosa. Diversificándose las actividades ligadas al disfrute de la naturaleza y generando una creciente renta económica en el medio rural. Este es el caso del senderismo, la bicicleta de montaña, las rutas a caballo, el montañismo, el piragüismo, la observación de aves y un largo etcétera.

Pero la intensificación creciente de la caza y la falta de una regulación y control acorde a los tiempos que vivimos altera, cuando no impide, que se lleven a cabo estas actividades en condiciones de seguridad y tranquilidad.

La caza condiciona el paso de las personas y aleja el contacto con las especies animales, limitando múltiples actividades que sí son ambientalmente responsables.

A pesar de todo lo anterior y de manera incomprensible, un millón de cazadores, que supone menos del 4% de la población española, ha conseguido supeditar el derecho de una gran mayoría no cazadora a la práctica de una actividad controvertida y excluyente dónde las haya.

La Constitución Española dice en su artículo 45 que todos tenemos el deber de conservar y el derecho de disfrutar del medio ambiente, y sin embargo eso no es factible cuando en el terreno por el que paseamos está permitido cazar.

Por todo ello, por el respeto a los no cazadores y por combatir los impactos de la caza, se ha impulsado desde Ecologistas en Acción el Registro de personas NO CAZADORAS, para que se inscriban en él quienes han renunciado a la actividad cinegética y quienes reclaman el reconocimiento de los derechos de los no cazadores a disfrutar del medio ambiente y de la convivencia con los animales.

Se pretende que el Registro de NO CAZADORES sirva de referencia y punto de encuentro entre personas interesadas en la iniciativa y en el que los que se inscriban hacen suyo el siguiente MANIFIESTO

– Declaro públicamente mi condición de no cazador.

– Reclamo mi derecho a disfrutar de la naturaleza sin estar sujeto a la amenaza y el ruido de los disparos de los cazadores.

– Reclamo mi derecho a deambular libremente por los espacios y vías públicas sin estar sujeto a las restricciones y obstáculos a que da lugar la actividad cinegética.

– Declaro mi compromiso de disfrutar de la naturaleza responsablemente sin dañarla ni molestar ni perjudicar a terceras personas ni a sus bienes legítimos.

Registro de personas NO CAZADORAS. Firma aquí.

Los ecologistas matan

Los ecologistas envenenan. Los ecologistas nos quieren ver a todos volviendo a vivir en las cavernas. Los ecologistas sólo piensan en los animales y nunca en las personas. Los ecologistas crían víboras y topillos para soltarlos en el campo. ¡Estoy harto de los ecologistas! Son los culpables de todos nuestros males.

Las terribles inundaciones de este mes en la Comunidad Valenciana, Andalucía y Baleares son la prueba irrefutable de la perversidad de este colectivo. ¿Quién ha tenido la culpa de ellas? No el cambio climático provocado por nuestra irresponsable contaminación del Planeta Tierra. No la salvaje urbanización de la costa mediterránea española, hormigonando el campo y favoreciendo así el salvaje fluir del agua por cauces sin vegetación ni tierra que atenúe su veloz marcha destructora. No la inoperancia de nuestros gestores públicos, más preocupados en políticas de imagen que en el mantenimiento de los cauces. Los culpables son los ecologistas.

Así lo acaba de refrendar el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, quien ha animado a los responsables medioambientales valencianos a “huir de las tesis ultraconservadoras del ecologismo radical, que rechazan la limpieza de los cauces y barrancos a costa del bienestar y la seguridad de los ciudadanos”. Al mismo tiempo, en una emisora nacional de radio, el miembro de una de las cuadrillas encargadas habitualmente de este tipo de trabajos criticaba con dureza a los ecologistas, “porque en cuanto aparece un pato nos paran las obras”. Ni uno ni otro hablaron de leyes europeas de obligado cumplimiento, de la impune política desenfrenada del ladrillo, de corrupción, de chapuzas, de dejadez, de improvisación, de ineptitud. Los culpables son siempre los ecologistas.

¿Pero tanto poder tienen los ecologistas?

Políticamente cero, pues en España prácticamente están fuera del espectro de partidos con alguna responsabilidad de gobierno. Socialmente casi cero, pues aunque existen cientos de grupos ecologistas, su número de afiliados es ridículo frente a, pongamos por caso, peñas futbolísticas.

Entonces, ¿cómo pueden impedir a la Administración la limpieza de un cauce a sabiendas de que ponen en peligro la vida de miles de personas?

Sencillamente no pueden; todo es mentira.

Los ecologistas son el chivo expiatorio de los políticos cobardes, como con Franco lo fue antes el contubernio judeomasónico. La excusa perfecta de un alcalde, un funcionario, un presidente autonómico débil, sin convicciones: “Yo te lo autorizaría sin problemas, pero los ecologistas no me dejan”, aseguran. No las leyes, no la opinión pública, no el sentido común. Tan sólo los ecologistas.

Mienten como bellacos, pero no les importa. Están acostumbrados a cubrirse las espaldas con mentiras.