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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

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Entramos en la cueva del Fantasma, el secreto mejor guardado de Atapuerca

Fantasma

Es lo que tiene ser periodista y contar con buenos amigos. Disfrutar de privilegios únicos como poder acompañar a los científicos en sus exploraciones por las cuevas más desconocidas de Atapuerca (Burgos).

Mi relación con este formidable yacimiento arqueológico, cuna y patrimonio de la humanidad, me viene de la infancia, cuando antes de ser famoso lugar en el que con justicia se ha convertido hoy, yo ya acudía en busca de laberintos y fósiles.

Más tarde logré mis primeras exclusivas gracias al apoyo de Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, quienes apiadados de mi bisoñez como plumilla de Diario 16 me contaban lo que no decían a nadie.

Esta semana he vuelto, 20 años después, pero el entusiasmo de ellos (y el mío) sigue siendo el mismo. También el especial trato de favor recibido de Mila y Gloria, dos grandísimas profesionales, siempre pacientes con preguntones como yo, y que me han permitido visitar la cueva del Fantasma, llamada a convertirse en el nuevo yacimiento estrella de la Atapuerca del futuro si se confirma que en sus estratos se acumulan fósiles de hace al menos 300.000 años. Lee el resto de la entrada »

La receta de Atapuerca contra la crisis

Esta crisis está resultando terrible, hasta el punto de que si no va a peor es gracias a la pensión de los jubilados. Cada vez más familias sacan al abuelo de la residencia para vivir con su paga. Según datos de Cruz Roja, el 20% de los mayores de 65 años presta ayuda a sus hijos. Un 10% les proporciona alimentos. Un 6,5% ha tenido que acoger a algún familiar en su casa.Benjamina

No es algo nuevo. Ya lo dijo Aristóteles: “El hombre es un animal social”. Y como animales sociales, la estructura familiar nos garantiza la supervivencia.

También se llama solidaridad, lazos sociales que nos unen al grupo para lograr un beneficio común. Un sentimiento desarrollado desde nuestros orígenes como confirman los yacimientos de Atapuerca.

Allí los paleontólogos han descubierto a Benjamina, una niña que vivió en la sierra burgalesa hace medio millón de años. Su madre sufrió una caída a las 28 semanas de embarazo (no se llamaría entonces la caída de la Virgen, pero dicen que todas las madres sufren alguna) y el bebé nació con craneosinostosis, una deformación del cráneo que le provocó invalidez.

A pesar de su discapacidad y de nacer en una sociedad cazadora y trashumante, en permanente movimiento, la niña no fue abandonada. Cuidada con cariño por el clan, sobrevivió 10 años. De ahí su actual nombre, Benjamina, en hebreo, «la más querida».

Lo mismo le ocurrió a Miguelón, éste ya un viejo macho de Homo heidelbergensis que sobrevivió varios meses después de sufrir un terrible golpe en la cara que lo dejó inutilizado y obligó al clan a cuidarlo por nada. Bueno sí, por cariño.

Lejos quedan esos terribles tiempos de las cavernas, pero mantenemos activo el espíritu solidario. Un recurso tan atávico como efectivo. Ayudarnos unos a otros para salir de la crisis. La receta de Atapuerca sigue funcionando. Y saldremos. Como salimos de las cuevas.

La reconstrucción de la faz de Benjamina ha sido hecha por dos artistas holandeses, los hermanos Kennis, y se publicó en la portada de la revista Child’s Nervous System.

Referencia bibliográfica: The earliest evidence of true lambdoid craniosynostosis: the case of “Benjamina”, a ‘Homo heidelbergensis’ child. Revista: Child’s Nervous System: 26 (6), 723-727 (2010)
Autores: GRACIA, A. MARTÍNEZ-LAGE, J. F. , ARSUAGA, J.-L., MARTÍNEZ, I., LORENZO, C., PÉREZ-ESPEJO, M.-.

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Mis abuelos eran caníbales y preferían comerse a los niños

Este verano he vuelto a Atapuerca (Burgos), la cuna de la humanidad europea. No estaba allí desde que en 1990, trabajando para quien hoy es el director de 20 Minutos, fuimos el primer medio de comunicación en poner en valor los asombrosos descubrimientos de estos yacimientos: el hombre de Atapuerca enterraba a sus muertos, luchaba contra los osos, usaba mondadientes, sufría el bombardeo de un cercano campo del Ejército, era caníbal.

Esto último provocó entonces una auténtica conmoción. Costaba aceptar que nuestros abuelos fueran “medio monos”, que carroñearan animales muertos caídos en simas, que apenas tallaran toscas piedras. Pero que los primitivos burgaleses se comieran unos a otros era algo inaceptable para una pequeña ciudad de provincias.

Los científicos, pacientes, se encogían de hombros ante las evidencias incontestables de esas cacerías de hombres. Los huesos del Homo antecessor presentaban marcas de los cuchillos de piedra idénticas a las de otros animales consumidos hace 800.000 años en los salvajes festines cavernícolas de Gran Dolina. Lo más increíble fue comprobar que la segunda especie más consumida era el propio homínido. Y todavía peor. Que la mayoría de los devorados eran niños de corta edad.

Vaya herencia. Muy pocos animales se comen a sus semejantes, pero nosotros desde antiguo practicamos el canibalismo gastronómico. Un fenómeno cultural y nutritivo, como acaban de demostrar los investigadores de Atapuerca. Los chimpancés también lo hacen y probablemente por las mismas razones. Atacar a los más indefensos y comérselos aporta proteínas y reduce la competencia sobre el territorio. Terrible pero eficaz, pues gracias a ellos hoy estamos donde estamos. ¿Abuelos antropófagos? Tenía razón Plauto. El hombre ha sido, desde siempre, un lobo (hambriento) para el hombre.

Referencia bibliográfica:

Palmira Saladié et al. «Intergroup cannibalism in the European Early Pleistoceno: The range Expansión and imbalance of power Hypotheses» Journal of Human Evolution http://dx.doi.org/10.1016/j.jhevol.2012.07.004

Resumen periodístico en el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC)

 

Fotografías: Francisco de Goya, Saturno devorando a su hijo (1819-1823). Cráneo de Homo antecessor en el que se observan las marcas de corte producidas al ser consumido por otros homínidos. Imagen: IPHES.

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Nuevos descubrimientos en Atapuerca no evitan la amenaza de los recortes

Atapuerca sigue dando sorpresas y las seguirá dando durante muchas décadas. Por algo es el yacimiento prehistórico más importante del mundo. Hoy he acudido a esa sierra mágica de Burgos, donde los codirectores de la excavación han resumido ante los medios de comunicación los resultados obtenidos este verano. Un excelente trabajo conseguido gracias al entusiasmo y el sacrificio de un nutrido equipo de 140 mujeres y hombres enamorados de la Ciencia.

En la rueda de prensa todo era alegría. Hasta que la consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, Alicia García, leyó un discurso donde, en la letra pequeña de los habituales parabienes y automedallas, provocó el miedo y la indignación de muchos de los miembros del equipo. Habló de adaptar las futuras inversiones económicas en Atapuerca «a un escenario económico actual y realista«. También dijo que era necesario «rentabilizar aún mejor los recursos disponibles«. Pero lo que peor sentó fue cuando pidió a todos los investigadores «optimizar gastos«.

¿Piensa la consejera que en las excavaciones de Atapuerca se malgasta el dinero?

¿Sabe ella que esas 140 personas implicadas en los trabajos son en su mayoría voluntarios? ¿Que ni directores ni ayudantes ni estudiantes cobran un duro por el durísimo trabajo de excavar en la sierra durante un largo mes, así desde hace 30 años?

¿Sabe la consejera que en lugar de pagarles un hotel como los que ella usa en sus salidas protocolarias, todos duermen en una residencia de estudiantes?

¿Los recortes obligarán a cambiar el jamón del bocadillo por mortadela mientras los políticos acuden a restaurantes de lujo, dietas aparte?

Indignados y dolidos se quedaron muchos. Y asustados, pues tal como están las cosas en España, el fantasma de los recortes también apunta a la joya de la corona de la Ciencia española.

¿Piensas que exagero la importancia de Atapuerca? Te voy a dar sólo unos datos de lo descubierto este verano:

Ha aparecido la tercera falange del dedo meñique del pie de un niño de Homo heidelbergensis que vivió en la sierra de Atapuerca hace entre 300.000 y 500.000 años. Un minúsculo hueso de la Sima de los Huesos que, según  Juan Luis Arsuaga, confirma este lugar como «el primer santuario de la humanidad«. La prueba más antigua de un comportamiento humano simbólico de tipo funerario. Ello explicaría que los 28 individuos localizados allí fueron depositados por el resto de sus congéneres, y no por animales o un accidente. La acumulación de huesos de homínidos en la Sima de los Huesos era hasta este momento, según Arsuaga, «el mayor misterio actual de la Arqueología«. Y ese huesecito ayudará a resolverlo.

En esta misma Sima se han localizado también restos de un cráneo, parte de una mandíbula y un húmero de Homo heidelbergensis que, en un alarde de efectismo, se presentaron en el interior de un maletín metálico a modo de preciadas reliquias.

Otro sorprendente hallazgo ha sido el cráneo de un oso de una especie única de Atapuerca, un Ursus dolinensis. Y nuevos bifaces (hachas de piedra) achelenses tallados por el Homo heidelbergensis hace 250.000 años.

Por otra parte, Eudald Carbonell ha destacado la importancia de un enterramiento localizado en la Cueva del Mirador, donde este año se han encontrado restos de ocho individuos de hace 4.000-4.400 años. Los huesos serán objeto de un estudio de ADN para intentar saber si eran originarios de la zona o procedían de fuera de la península Ibérica. Porque fueron ellos quienes trajeron la agricultura y la fundición del bronce a estas tierras.

Por si fuera poco, los yacimientos de Atapuerca, Parque Arqueológico y Museo de la Evolución Humana han generado una riqueza a Burgos en tan sólo año y medio que la propia Junta de Castilla y León evalúa en 53 millones de euros.

Ante todas estas evidencias, científicas y económicas, ¿piensa aún la consejera que Atapuerca no es rentable y que es necesario recortar el presupuesto a los investigadores?

En la imagen, Eudald Carbonel, codirector de la excavaciones de Atapuerca, muestra uno de los bifaces aparecidos este verano en el yacimiento burgalés (Foto: © César-Javier Palacios).

Impresionante mandíbula de Ursus doliensis, antepasado del oso de las cavernas de hace un millón de años, localizado este año en las excavaciones de Atapuerca (Foto: © César-Javier Palacios).

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Así celebrábamos San Valentín hace 800.000 años

Celebrando hoy San Valentín me hago una pregunta poco típica. ¿Cómo era el sexo entre homínidos hace 800.000 años?

Parece imposible conocer con detalle algo así, pero gracias a los avances de la paleoantropología en yacimientos tan espectaculares como los de Atapuerca (Burgos) y al buen hacer divulgador de científicos como los tres codirectores de estas excavaciones, cada vez lo sabemos con más detalle.

Los Homo antecessor vivían en grupos de 8 a 12 individuos y tenían parejas estables basadas en el cariño, lo más parecido al amor. No conocían el fuego, eran cazadores, carroñeros y también caníbales.

Las hembras de los primeros homínidos tenían una disposición permanente al sexo. Al contrario que otros primates, como los chimpancés o los gorilas, estos antepasados nuestros, al igual que nosotros, no tenían periodos concretos de celo. Si así fuera, las hembras sólo estarían receptivas para la procreación un mes cada cuatro años, el tiempo necesario para parir y destetar una cría.

Un sexo tan olímpico (cada cuatro años) impediría la formación de parejas estables, fomentando la promiscuidad entre los machos dominantes. Por el contrario, el sexo diario ya en esas remotas épocas mantenía al macho ligado a la hembra durante años, en una adaptación de la ovulación femenina tendente a lograr máxima protección para ella y su prole a lo largo del extenso periodo que tarda un indefenso bebé humano en lograr una cierta independencia.

Para complicar aún más las cosas a los fecundadores, ya entonces las hembras no manifiestan señales físicas de estar ovulando, algo único entre los mamíferos y que obliga a realizar el acto sexual continuamente ante la imposibilidad de conocer exactamente cuándo es el momento de fertilidad. De esta forma el sexo sin limitación biológica favorecía y favorece la fidelidad entre las parejas y, con ello, la participación del macho en la crianza y protección de la descendencia.

Todo esto y mucho más lo sabemos gracias al excelente artículo que Lorena Sánchez y Juan Luis Arsuaga publicaron a finales del año pasado en la revista Quo. Un texto interesantísimo sobre Paleosexo donde se descubren aspectos tan increíbles como:

  • Ella siempre tenía ganas al carecer de periodos concretos de celo.
  • La postura más frecuente era la del misionero, pues mirándose a los ojos se refuerzan los vínculos de la pareja.
  • Copulaban entre tres y cuatro veces al día.
  • Las hembras tenían orgasmos y momentos postcoitales de gran laxitud.
  • Lucían amplias caderas como símbolo físico de su buena disposición al parto que derivó en atrayente sexual.
  • Las diferencias anatómicas y faciales reforzaban el vínculo de pareja, evitando «confusiones».

Tanto sexo en pareja tuvo y tiene, según Arsuaga, una única finalidad.

«Que tengamos una infancia prolongada (con madre y padre cooperando en el cuidado de las crías), y que nuestro cerebro se tome su tiempo para desarrollarse».

En resumen, convertirnos en los primeros y únicos animales racionales del planeta. Gracias al sexo.Y al amor.

Puedes leer el artículo completo «El sexo en Atapuerca» en este enlace de la revista Quo.

Foto: Escultura de una hembra de Homo antecessor practicando canibalismo (Wikipedia).

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Atapuerca: el mejor museo del mundo nace de un sueño

La especie humana ya tiene su primer gran museo. Nacido de un sueño colectivo aparentemente imposible, el Museo de la Evolución Humana que hoy inaugura la Reina Doña Sofía en Burgos, a orillas del río Arlanzón es, sin género de dudas, el hito más importante de la vieja ciudad castellana desde la construcción de su célebre catedral.

No es tan sólo un bello expositor surgido de la genialidad creadora del arquitecto cántabro Juan Navarro Baldeweg. A su lado está el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), la cara científica del yacimiento arqueológico más completo e importante de toda Eurasia, cuna del Homo antecessor, el primer europeo que pisó este continente hace 1,3 millones de años.

Mucho han cambiado las cosas en Atapuerca en los últimos años. De niño, la trinchera del viejo ferrocarril minero era mi lugar favorito de exploración. Tardábamos 3 horas en llegar andando desde Burgos, con cuerdas de esparto en viejos petates del ejército que nos permitían escalar por las paredes repletas de fósiles de grandes herbívoros que luego tratábamos infructuosamente de identificar en polvorientas enciclopedias. Con cascos de obra y linternas de petaca nos metíamos en las cuevas en busca de las pinturas rupestres y de demostrar nuestro valor en pasos peligrosos. Las chovas piquirrojas nos recibían al llegar; también los disparos de artillería del cercano campo de tiro.

Luego empecé a trabajar en Diario 16 de Burgos y volví a acordarme de Atapuerca. Corría el año 1989, tiempos en los que la prensa local no miraba más allá de su ombligo. Un periodista en Ibeas de Juarros era todo un acontecimiento, y encima sabía de Prehistoria. Alrededor de un buen potaje de alubias pintas compartí mesa y mantel con los grandes personajes del yacimiento. Conocí al entonces director de los trabajos, el singular Emiliano Aguirre, una especie de José Antonio Valverde de la paleontología. Juan Luis Arsuaga me trató como si fuera uno más del equipo, Eudald Carbonell como si fuéramos viejos amigos, José María Bermúdez de Castro como a uno de sus alumnos aventajados.

Me hicieron entonces el mejor regalo que se puede hacer a un principiante, me regalaron una exclusiva mundial, el descubrimiento de la primera mandíbula completa en la Sima de los Huesos, la primera de un fabuloso yacimiento de hace 300.000 años al que me dejaron bajar con ellos y fotografiar. Luego supimos que ese Hombre de Atapuerca al que encumbramos en la prensa era una mujer. También que usaba mondadientes. Y que temía a la muerte y al Más Allá.

Lo han conseguido. Arsuaga, Carbonell y Bermúdez de Castro ya tienen su sueño. Un gran centro científico único en el mundo desde donde divulgar la ciencia concentrada en un espacio único. Cuando hace 20 años me hablaban de este sueño les tomé por unos locos egregios. Hoy les felicito asombrado. Enhorabuena amigos, vuestro sueño se ha hecho realidad.


Foto superior: Imagen del Museo de la Evolución Humana en Burgos (© 2010 Photo S.Entressangle – E.Daynes – Reconstruction Atelier Daynes Paris).

Foto inferior: Los tres codirectores del yacimiento de Atapuerca, Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga.

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¿Trae Obama el nuevo humanismo al planeta?

Estamos en crisis, es verdad, pero la auténtica crisis de nuestro tiempo no es económica, es ideológica. Un gigantesco problema de terribles consecuencias para el planeta, como señala en su blog el siempre comedido paleontólogo José María Bermúdez de Castro, codirector de las excavaciones de Atapuerca y flamante director del nuevo Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos:

Nos encontramos en tiempos difíciles, en los que las ideologías están en crisis. El neoliberalismo económico salvaje, que ha llegado a afectar incluso a instituciones supuestamente con nobles ideales, como la Iglesia católica e incluso a la propia ciencia, hace aguas por todas partes.

Los valores del siglo XX ya no nos sirven. Los modelos económicos se tienen que revisar a fondo. Las alarmas por la progresiva destrucción de nuestro entorno, el cambio climático, el crecimiento demográfico incontrolado o las previsiones de movimientos migratorios en masa de los humanos más desfavorecidos suenan con fuerza, mientras cerramos los ojos y hacemos oídos sordos.

Para este científico, la búsqueda de nuevos valores debería ser una prioridad. Descubrirlos, valorarlos pero, sobre todo, lograr que nuestros políticos se reciclen y los hagan suyos. Revalorizar las artes, la literatura, la filosofía, la ciencia. Y añade:

El retorno a un humanismo que presida las decisiones de los máximos responsables tiene una enorme trascendencia para ese futuro incierto.

Algunos piensan que Barack Obama personaliza ese nuevo humanismo político, esa nueva manera de contemplar la realidad, más sostenible, menos agresiva, más solidaria. Yo no lo tengo tan claro, pero es cierto que en un desierto de ideas, su nueva visión del mundo puede abrirnos un nuevo camino a todos ¿no os parece? Falta nos hace.

Legumbres, tan sanas como valiosas

En mi pueblo, la mayor biodiversidad se localiza en las huertas. Ahora dormidas por los fríos invernales, ofreciendo apenas puerros y berzas, son el refugio no sólo de un gran número de aves, sino también, y muy especialmente, de una impresionante reserva genética vegetal, un selecto banco de germoplasma conformado por todo tipo de variedades hortofrutícolas manejadas con sabiduría científica por decenas de generaciones de antepasados nuestros. Y qué ricas están.

Con estos fríos apetece comer un buen plato de legumbres, ya sean alubias, garbanzos, habitas o los humildes titos ¿no os parece? Yo me pirro por las alubias rojas de Ibeas de Juarros, nacidas a la sombra de los yacimientos de Atapuerca y que los arqueólogos de esta cuna de la humanidad reverencian tanto como a los fósiles del Homo antecessor. Hace años escribí un reportaje sobre ellas por encargo del ahora director de 20Minutos, y parecía que habláramos de plantaciones de coca, tal es la dificultad y precio que tiene hacerse con estas fabulosas leguminosas burgalesas. Pero no son las únicas. Sólo en Castilla y León tenemos las de Belorado, La Moraña, La Bañeza, Saldaña, El Burgo de Osma, El Barco de Ávila y el famoso judión de La Granja. E incluso más, muchas más. En Zamora la Diputación ha localizado 25 variedades locales diferentes, 15 de ellas sólo en Sanabria. Así que en España deben de ser centenares.

Son la alegría de la huerta, un placer para quienes las cultivan, pero sobre todo un placer para quienes las degustamos. Y encima resultan excepcionalmente saludables. Una gran fuente de proteínas, vitaminas, minerales y fibra que contribuyen a reducir los riesgos cardiovasculares y disminuyen los niveles de colesterol.

Pero al final vamos al supermercado, compramos las de oferta y, si miramos su procedencia, nos indicará muy probablemente Estados Unidos, México o Canadá. ¿Y nuestras joyas gastronómicas? Se van perdiendo en el olvido, como esas huertas de los pueblos y los sabrosos potajes de la abuela a fuego lento.

Para espanto de mis amigos vegetarianos, como burgalés irredento que soy mi predilección culinaria apunta hacia platos tan contundentes y cárnicos como la olla podrida, pero seguro que todos vosotros tenéis en vuestro registro sensorial algún plato de legumbres locales especialmente suculento.

¿Cuáles son tus legumbres favoritas y cómo te gustan más? Estos días de bajas temperaturas son los mejores para organizar una buena alubiada entre amigos al calor del hogar ¿no os parece?