La crónica verde La crónica verde

Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Archivo de la categoría ‘Tradiciones populares’

Apadrina un árbol de Navidad

Me gusta la tradición del árbol de Navidad, ese pedazo de naturaleza que por unos días se cuela en nuestras casas. Su color verde, su intenso olor a resina, supone una bocanada de aire puro en unas fechas invernales de cielos grises y vida aletargada. Lejos queda su significación cristiana de eternidad, apenas un lejano reconocimiento a la riqueza obtenida por los bosques simbolizada con esos regalos depositados a sus pies.

Pero no me gustan los árboles cortados, muertos. Los prefiero en maceta, aunque ya se sabe, con las calefacciones y el olvido de regarlos la mayoría suele morir antes de Reyes, qué pena. Sin embargo, son muchos los supervivientes que acaban en la basura transcurridas las fiestas. ¿Por qué no los adoptamos en lugar de tirarlos?

No sería difícil buscar un lugar en el campo donde plantarlos y cuidarlos. Nuestro propio árbol, al que visitar periódicamente para comprobar con orgullo de padres adoptivos su progreso vital. Y que además ayudará a luchar contra el cambio climático, pues es durante su etapa juvenil cuando más rápidamente crece y fija en mayor cantidad el pernicioso CO2 de la atmósfera.

En Estados Unidos son más prosaicos (o emprendedores que se dice ahora) y han ideado un sistema de apadrinamiento temporal. Una original empresa (Living Christmas) te envía estos días un árbol seleccionado al que puedes bautizar con cualquier nombre tipo mascota. Pasadas las fiestas lo recogen y llevan a un vivero, donde lo podrás visitar siempre que quieras, pues está perfectamente identificado con un código de barras. En diciembre volverá a casa y lo engalaremos de nuevo durante dos semanas para luego regresarlo a su guardería.

La idea está teniendo mucho éxito en California, aunque no sé si aquí prosperaría algo parecido. Puestos a apadrinar un árbol, muchos elegirían un frutal tipo naranjo y así aprovechar sus frutos, pues con la crisis que está cayendo no será un recurso baladí.

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Descubren el secreto de la eterna juventud

La fuente de la eterna juventud, símbolo por antonomasia de la aspiración del hombre por lograr la inmortalidad, es una legendaria fuente que supuestamente devuelve la juventud a quien beba de sus aguas o se bañe en ellas. Los conquistadores de América la buscaron infructuosamente. Siglos antes, los alquimistas se obsesionaron por lograr el elixir de la vida, poción mágica que garantizaba la juventud, complemento perfecto a las riquezas obtenidas con la mítica piedra filosofal. Algunos incluso vendieron su alma al diablo para lograrlo. Ha pasado mucho tiempo pero seguimos igual, aferrados al sueño de no envejecer jamás: cremas, dietas milagro, productos exóticos, cirugía, botox,… Vanitas pecata mundi (la vanidad es el pecado del mundo).

Y sin embargo, la eterna juventud existe. ¿Sabes quién la disfruta? Las aves. Da igual la edad, en cuanto adquieren el plumaje de adultos su semblante no cambia más.

Hace unos días, en la BBC entrevistaron al guarda de las Islas Farne, un paraíso natural en el norte de Inglaterra muy próximo a las costas de Escocia. Este año capturó un charrán ártico que, tras comprobar los datos, resultó que había anillado él mismo como pollito en 1980. La especie, la más migradora de cuantas pueblan el planeta, cría en el Ártico e inverna en la Antártida buscando el verano permanente a costa de volar hasta 80.000 kilómetros al año. De este ejemplar en concreto calculan a groso modo que habrá volado un millón de millas (1,6 millones de kilómetros) en sus 30 años de vida, seguramente mucho más.

La pregunta que todos nos hacemos se la hizo el periodista de la BBC al ornitólogo: ¿Cuál de los dos ha envejecido mejor?

«El pájaro,» respondió sin dudarlo.

«Estos condenados mudan cada año todas sus plumas y salen como nuevos. Yo solamente parezco 30 años más viejo».


Agradezco a Dave Danglois la información, difundida a través del foro del Grupo Ornitológico Cacereño (GOCE).

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La vergüenza torera de Tordesillas

Siento vergüenza por Tordesillas. Vergüenza torera, aquella que dicen que les entra a los matadores de toros cuando el miedo a ponerse frente a un morlaco se apodera de ellos; cuando no se atreven a dar la cara y salen huyendo.

En Tordesillas no se atreven a dar la cara y aceptar que el Toro de la Vega no es una tradición, es una salvajada propia de esa España Negra que hace 200 años ya criticara Goya, nuestro más célebre antitaurino.

Hoy martes 14 de septiembre, al mediodía, morirá otro pobre toro en la vega de Tordesillas. Un supuesto «evento taurino» declarado de Interés Turístico Nacional para vergüenza de España.

La víctima se llama esta vez Platanito. Vaya nombre para un formidable animal perteneciente a la ganadería abulense de Valdeolivas. Cinco años, 580 kilos de peso, pelo negro bragado y grandes cuernos afilados como estiletes. Su perfección física no le valdrá para nada. Está condenado a morir vilmente.

Un sinvergüenza, el más bestia de 300 caballistas, la mitad armados con largas lanzas, acabará con la vida del astado para vergüenza de Tordesillas, de Valladolid y de España.

No puede ser cultura la humillación y tortura de un ser vivo. Me avergüenzo de ello. Por suerte no soy el único. Cada vez somos más. Y cada vez son menos los sinvergüenzas que disfrutan con estas muestras públicas de sadismo y tortura a los animales.

En este vídeo grabado por Igualdad Animal puedes ver (si tienes estómago) cómo mataron el año pasado al toro de la Vega los que dicen que el animal no sufre.

En este otro vídeo, más de 400 intelectuales y artistas firman un manifiesto contra la celebración del Toro de la Vega.


Foto: Igualdad Animal

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No te pierdas las lágrimas de San Lorenzo

De acuerdo con una antigua tradición cristiana, san Lorenzo fue un diácono nacido en Huesca que sufrió un terrible martirio en Roma en el año 258. Condenado a morir asado en una parrilla, cual barbacoa, sus últimas palabras a los verdugos fueron:

«Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho»

Aunque Lorenzo aguantó con ejemplaridad el tormento, según parece no pudo evitar dejar escapar algunas lágrimas, las mismas que desde la Edad Media se supone llueven en el firmamento cada año, coincidiendo con la festividad de su salvaje muerte el 10 de agosto.

En realidad, esas lágrimas son estrellas fugaces provenientes del cometa 109P/Swift-Tuttle, conocidas por los astrónomos como Perseidas al provenir de la constelación de Perseo. Pequeñísimos restos de su cola inferiores a un grano de arroz que al entrar en contacto con la atmósfera se encienden como una yesca.

Este verano la lluvia de estrellas se prevé espectacular, pues hará buena temperatura, los cielos estarán despejados en la mayor parte del país y, lo que es aún más importante, habrá Luna Nueva, garantizándonos así unas buenas observaciones siempre y cuando hayamos elegido un lugar sin demasiada contaminación lumínica. Un espectáculo que ningún aficionado a la naturaleza debería perderse.

El momento de máxima actividad será entre las 01h 30m y las 04h 00m del 13 de agosto, estando previsto el pico máximo hacia las 3 de la madrugada, momento en que podrían verse hasta 100 meteoros en una hora. Aunque tampoco desesperes si ese día no puedes salir al campo, se pueden observar Perseidas hasta el 24 de agosto, solo que no en tanta cantidad.

No hace falta que lleves nada especial para verlas, sólo ropa de abrigo, paciencia y mirar en dirección noreste hacia la constelación de Perseo y la vecina y siempre bien reconocible uve doble de Casiopea a partir de las 23 horas. Además de la lluvia de estrellas, al anochecer no dejes de admirar la preciosa conjunción de la Luna con los planetas Venus, Marte y Saturno, a los que un poco más tarde se unirá el siempre refulgente Júpiter, cuyos cuatro satélites mayores pueden verse con un pequeño telescopio. Y con un poco de suerte podrás oír al cárabo, a la lechuza o al alcaraván. ¿Te lo vas a perder?

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Vivamos hoy la noche más mágica

Noche de San Juan. Noche de hogueras purificadoras, corta y breve, la más alegre. ¿A quién quemaremos en ella? La lista es tan larga que no merece la pena hacerla.

Otra opción es buscar la yerba cabrera. Una planta que, como explicó un casi centenario Vicente González al investigador Jesús Suárez en Folgueraxú (Asturias), la llevan escondida bajo la lengua los pájaros carpinteros, pues gracias a su poder pueden agujerear sin esfuerzo incluso el hierro.

Esta planta “canta” el día de san Juan en las montañas, así que mañana los más aventureros tendrán la oportunidad única de poder encontrarla. El premio no es baladí, pues como todo el mundo sabe, dota a su poseedor de una fuerza física sobrehumana.

Para los más pragmáticos nos queda la posibilidad de disfrutar esta noche de la fiesta mágica y de ese amanecer donde, se aseguraba antes, el sol se pone a bailar y las hadas vuelven a esconderse en sus fuentes.

Aunque mucho cuidado con la diversión. Como advierte el viejo cantar burgalés:

«La mañana de San Juan,
cuando la zorra madruga,
el que mucho vino bebe,
con agua se desayuna»

Foto: Elías Rubio / Memorias de Burgos

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El cuco acabará con la crisis

Os traigo una gran noticia primaveral: han llegado los primeros cucos al sur de Iberia.

Y ya conocéis la leyenda burgalesa, especialmente famosa en el Valle de Mena. Si el primer día en que escuchas al cuco echas mano al bolsillo y tienes dinero, tendrás dinero todo el año. Pero si canta y te pilla sin un duro preocúpate, seguirás sin un euro.

Así que ahí tenemos la solución a la actual crisis económica: ¡a salir al campo con un buen fajo de billetes en la cartera! (o al menos unas moneditas)

PD. Se trata de una antiquísima superstición también muy conocida en Euskadi e incluso en el Reino Unido, propia de la tradición oral más auténtica. Creer, no creemos en ella pero, con la que está cayendo ¿qué perdemos con probarlo? Por mantener las tradiciones y por que al menos su canto nos alegrará el día ¿no os parece?

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Los monumentos envidian a los toros

La declaración de las corridas de toros como Bien de Interés Cultural en las comunidades autónomas de Madrid, Valencia y Murcia es una clara politización más de la cultura de claros tintes antidemocráticos. El españolismo más rancio frente al ejemplar debate catalán. Resulta evidente la inmoralidad de relacionar en pleno siglo XXI el sufrimiento público de un animal con la historia y la cultura de un pueblo.

Pero aún más vergonzosa resulta la celeridad de estas administraciones regionales para aprobar tan polémica protección de un día para otro, mientras auténticos bienes de interés cultural se arruinan en la incuria o sus expedientes duermen olvidados desde hace décadas en el fondo de algún cajón. Y muchos de los que están protegidos se caen a pedazos.

¿Cuándo será BIC el parque natural Desert de les Palmes (Benicàssim, Castellón) poniendo fin a su deterioro e incluso a las maniobras militares que se siguen celebrando en él?

¿Cuándo protegerán las últimas alquerías y barracas de la huerta de Valencia aún en pie, los últimos azudes valencianos y murcianos?

O si los protegen, como el barrio del Cabanyal, luego los quieren derribar por espurios motivos urbanísticos.

Y si miramos a Castilla y León, también gobernada por el PP como las anteriores y con supuesta semejante sensibilidad por la cultura, los expedientes BIC olvidados son tan numerosos como ruinoso está su patrimonio.

Sólo en Soria 41 monumentos y zonas arqueológicas esperan desde hace décadas su declaración, entre ellos algunos tan emblemáticos como la machadiana ermita de San Saturio. 10 más languidecen en Valladolid y 23 yacimientos arqueológicos de la región siguen desprotegidos.

Por no hablar de mi provincia, Burgos, donde monasterios tan bellos como el histórico de Rioseco (en la foto) se arruinan devorados por la maleza y el olvido.

Pero no. La auténtica cultura es la de los toros, que recibe 564 millones de euros al año en subvenciones públicas para que pueda seguir con sus torturas artísticas, y para la que los políticos se sacan de la manga leyes protectoras en apenas unas horas sin el más mínimo rubor.

Si pudiera hablar, todo este patrimonio querría ser toro, aunque le tiraran piedras en público.

En serio. ¿No te parece una indecencia? Seguro que conoces un montón de monumentos abandonados. ¿Cuántos verdaderos BIC protegerías en España antes que los toros?

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El niño torero se hace mayor pero sigue matando

Jairo Miguel Sánchez, el niño torero más precoz de toda la historia de la tauromaquia, quien a los ocho años ya se enfrentó a una becerra y a los once mató su primer novillo, se ha hecho mayor pero sigue acuchillando toros.

Los mató por cientos en México, pues la ley española le exige los dieciséis años para poder torear. [¿Pueden los niños ser toreros?] Pero recién cumplida esa edad se acaba de estrenar matándolos de seis en seis en España.

Apoyado (o empujado) por sus padres, cuando el resto de los niños estudiaba en el colegio él arrastraba por América su espadita y su capote de niño. Si en lugar de toros cortara cuellos de ternera en un matadero no le habrían dejado, pero dicen que lo suyo es arte, y además da mucho dinero. A todos.

La vida y la profesión le han dado muchas cornadas. Estuvo a punto de morir varias veces, pero no se rinde ante la evidencia. Temerario como sólo la juventud lo puede ser, su manera de hacerse un hueco en el sangriento espectáculo es poniendo una vez más en peligro su vida. Por ello el pasado sábado protagonizó «la gesta» de estoquear seis toros en solitario en Cáceres, su tierra natal. Nadie lo había hecho nunca tan joven.

De pequeños nos llevaban a ver al bombero torero y ahora nos traen al niño torero. Por los dos siempre he sentido una pena infinita.

Jairo Miguel, te doy un consejo. Cuelga el estoque y coge los los libros. El verdadero arte de la vida no es torturar toros, es ser persona. Y todavía estás a tiempo de lograrlo.

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Toneladas de pan acaban en la basura

Los españoles no podemos comer sin pan. Es nuestro alimento estrella, el más natural y básico. También el más diverso, pues sólo en España tenemos más de 300 variedades diferentes de todos los tamaños, formas y texturas.

No por casualidad, su consumo ha estado siempre rodeado de un aura de sacralidad. ¿Recuerdas? Nuestras abuelas lo besaban si se caía al suelo, nunca se podía poner boca abajo («Llora la Virgen»), se le hacía una cruz al amasarlo y se guardaba en bolsa blanca. “Está bendito”, nos decían. Si se tiraba al fuego se alimentaba al diablo, y si se le pinchaba con el tenedor se atraían desgracias a la casa.

En los pueblos se cocía a lo sumo un par de veces a la semana y, a decir de nuestros mayores, cuanto más duro se quedaba más rico estaba. Nunca se desperdició un solo mendrugo, por lógica y por que hacerlo daba mala suerte. El sobrante, si es que alguna vez sobraba, se usaba para empanar carnes, hacer torrijas o dar consistencia a las sopas, tanto las de leche de los desayunos como las de ajo de las comidas. Pero todo eso era antes.

Ahora seguimos comiéndolo, aunque ajenos a supersticiones ya no lo reverenciamos. En realidad lo desperdiciamos. Al día siguiente de comprado lo consideramos duro y lo tiramos. Da igual que caiga hacia arriba o hacia abajo. Como resultado, miles de toneladas de pan fresco acaban todos los días en el vertedero. Según las estadísticas más conservadoras, un 30 por ciento de todo lo que se elabora al año en España, 660 millones de kilos de los 2.200 producidos, terminan en el cubo de la basura.

Pienso en el hambre en el mundo, en la tragedia de Haití, y se me cae la cara de vergüenza. Con todo este despilfarro podríamos ayudar a mucha gente, reciclándolo, repartiéndolo, pero no lo hacemos. Preferimos comprar todos los días el pan calentito.

Pero seamos positivos. Aportemos entre todos soluciones.

Una fantástica es la de la ONG francesa Pan contra el Hambre. Sus voluntarios recogen por las panaderías todo ese pan duro, lo preparan como comida para animales, y el dinero de la venta lo destinan a proyectos de ayuda al Tercer Mundo.

Seguro que se pueden hacer otras muchas cosas para acabar con este despilfarro. ¿Qué ideas se te ocurren a ti para no desperdiciar el pan duro? Por ejemplo, nosotros en casa hacemos unas crepes y un puding buenísimos.

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Abuelas tres estrellas Michelin

Tras la Navidad nos queda el dulce recuerdo de las comidas familiares. Dice el famoso cocinero Sergi Arola que la mejor cocina del mundo es la de las abuelas y tiene toda la razón. Pero no porque nuestras abuelas sean unos chefs de rango internacional, nada de eso.

Su secreto culinario reside en algo tan intangible como es la tradición. En ese patrimonio oral heredado casi siempre de madres a hijas y nietas, en esos platos adaptados como un guante a nuestros gustos, entornos y culturas, enraizados en los productos de la zona, eso que ya damos en llamar biodiversidad agrícola y ganadera. Platos locales pero también mestizos, enriquecidos con las aportaciones propias de cada generación, de cada viaje, de cada experiencia, apoyados en la dieta mediterránea, la más equilibrada del mundo. Por eso no existen dos casas donde se prepare igual un mismo plato.

En los fogones las abuelas manejan con arte algo cada vez más difícil de conseguir: tiempo y cariño. Olorosos potajes borboteando a fuego lento durante horas. Largas elaboraciones. Despensas bien abastecidas en los surtidos mercados populares. Donde todo se aprovecha y nada se tira no por ecologismo, sino por lógica.

Desgraciadamente, toda esta sabiduría se está perdiendo a una velocidad de vértigo. Las abuelas de antes ya no son las de ahora. La comida rápida, el microondas, la olla exprés y el hipermercado están arrinconando a los platos “de toda la vida”, esos que todos guardamos como un tesoro en la memoria de nuestras pituitarias, en los recuerdos de la niñez. ¿Te acuerdas del bacalao de la abuela? ¿Y de esas patatas a la importancia que parecían ternera? ¿O de las torrijas?

Pero todavía estamos a tiempo de impedir esta terrible simplificación gastronómica que es la comida rápida. ¿Cómo? Muy fácil, entrevistando a nuestros mayores para redactar, con su colaboración, ese libro de recetas familiares que siempre querríamos tener en casa. Ponernos a su lado cuando cocinan friéndoles a preguntas, tomando buena nota de todo. Incluso grabando en vídeo su trabajo y explicaciones. Ellos estarán encantados y nosotros más, pues habremos rescatado del olvido este auténtico Patrimonio de la Humanidad tres estrellas Michelin, las recetas de nuestra familia.

¿Cuál es el plato que más recuerdas de tu abuela? Seguro que había uno especial para Navidad, cuéntanoslo.