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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

Si no estás preocupado por el cambio climático quizá sea culpa de los periodistas

Las instituciones europeas están preocupadas con el cambio climático, pero no solo por lo que se nos viene encima, malo para todos. Les preocupa que la población no comparta esta misma preocupación, que no manejemos información fiable sobre los muchos problemas que algo así supone, los grandes retos a los que nos enfrentamos y la urgencia de las decisiones a tomar. Y es probable que parte de esta culpa la tengamos los periodistas, los medios de comunicación, quienes quizá no estamos sabiendo trasladar toda esta información científica tan compleja a nuestros públicos de forma objetiva.

Es la conclusión que me llevo después de participar cuatro días en Bruselas en una seminario internacional sobre periodismo y cambio climático organizado por el Parlamento Europeo a través de la European Science-Media Hub (ESMH) Summer School. Y me gustaría compartir con vosotros mis reflexiones «a vuela pluma» sobre este problema que podrías calificar como de comunicación.

Seminario sobre periodismo y cambio climático celebrado en el Parlamento Europeo. Foto: C.J. Palacios

¿Por qué nos cuesta tanto pensar en global?

Tengo una teoría que espero poder ratificar pronto con algún experto en antropología. Como especie, los seres humanos somos incapaces de pensar en global, nuestra mente sigue siendo la de un animal social agrupado en clanes, en familias y relaciones cercanas. Quizá podemos llegar a tener el pensamiento identitario de formar parte de un Planeta, pero porque lo entendemos más como la casa grande de todos, una concepción meramente simbólica, ese frágil punto azul en medio del universo.

Sin embargo, somos incapaces de sentirnos parte de entidades colectivas más allá de la de este país con el que compartimos economía, cultura y conflictos. Conceptos como Europa se nos quedan muy grandes, lejanos y heterogéneos. No la podemos entender, y sobre todo sentir, de la misma forma que entendemos nuestra calle o nuestra ciudad; también un país en cuyos límites culturales nos hemos educado y que nos ha educado.

Más allá se nos hace todo demasiado lejano y abstracto. Por eso los periodistas, cuando hablamos de cambio climático o de cualquier otro tema global, tratamos de mostrar el dato más local y cercano a nuestra zona de actuación, a la ciudad, provincia, región o país, discriminándolo del resto. Lo lejano o global nos interesa más como tabla comparativa que como modelo de integración.

Estadísticas inabarcables

Otro problema grave que tenemos es el de las magnitudes. Podemos entender fácilmente lo que supone gastar 20.000 euros e incluso 200.000 euros, porque es lo que podríamos llegar a pagar por algo asumible a nuestros presupuestos, por ejemplo un piso. Pero más allá de estas cifras somos incapaces de entender el significado de 200 millones o 200.000 millones de euros. Asumimos con dificultad lo de los 20 kilos de CO2 emitidos a la atmósfera, un peso comparable al de un saco de patatas, pero somos incapaces de imaginar cuánto supone en realidad emitir 200.000 toneladas de CO2 o 20 millones. Salvo que busquemos débiles analogías como «todo el CO2 emitido por los coches desde que se inventó el motor de explosión», lo cual tampoco implica demasiado detalle.

Y para colmo de males está el problema de la saturación informativa, especialmente a través de Internet. Existen miles de proyectos maravillosos que apenas logran algo de impacto ni interés en la sociedad porque hay otros 100.000 parecidos y al final no nos interesa ninguno. O nos fiamos más del WhatsApp del cuñado que de la primera página de The Guardian o el Washington Post.

Imagen de andreas160578 en Pixabay.

Simplificando los problemas

Nuestra mente también está diseñada para simplificar los problemas y así poder priorizar la búsqueda de soluciones. Involuntariamente tratamos de dar respuestas sencillas a problemas complejos, y en lo referente al cambio climático, no existe nada más complejo, interrelacionado y sin soluciones fáciles.

Pensamos eso de que pequeños actos son muy importantes, y es verdad, pero siempre que vayan unidos a grandes cambios, los más revolucionarios y rompedores que logren ser aceptados y reproducidos por una mayoría planetaria, y lograr algo así no es nada sencillo. Podremos reducir el problema de la contaminación de plásticos en el mar, pero no lograremos nada si no ponemos fin al disparatado consumo de productos de usar y tirar, la principal causa del problema y que nadie quiere ni puede cambiar porque es la base de nuestro actual sistema económico de loco crecimiento continuo. 

Que lo expliquen los periodistas

¿Son los periodistas los responsables de trasladar todos los retos, éxitos, fracasos e incertidumbres del cambio climático a la sociedad?

Muchos científicos y políticos nos ven como un servicio público de información, obviando que la mayoría de las veces somos asalariados (o autónomos) de un proyecto empresarial financiado con la publicidad que no puede disponer de trabajadores con tiempo y medios para establecer redes, dedicar tiempo y esfuerzos a estudiar casos y elaborar informes. 

Tampoco contamos ya con un público fiel y homogéneo, ávido de este tipo de información. Es verdad que tratamos de seguir sirviendo de enlace entre instituciones, científicos y sociedad, pero la cruda realidad es que cada vez nos cuesta más llegar a la gente con este tipo de temas que, o ya saturan, o son tan pesimistas que nos deprimen y preferimos cerrar los ojos ante tanta evidencia derrotista.

En todas las charlas de estos días en el Parlamento Europeo, los expertos han puesto el foco en cómo explicar un problema tan complejo a una audiencia sobresaturada, bastante anestesiada y muchas veces desconectada de los medios de comunicación tradicionales. ¿Cómo lograr atraer la atención y explicar bien este problema a los jóvenes? De momento no hemos logrado dar con la respuesta.

Alerta roja

¿Por qué existe tanto interés en Bruselas por este tema? ¿Hay una preocupación parecida con sanidad o educación? Es posible, pero en este caso hay dos factores fundamentales que lo explican: la urgencia de la acción y sus consecuencias irreversibles.

Nuestro mundo ha iniciado un proceso de no retorno hacia una economía descarbonizada y altamente tecnológica. Es un cambio tanto o más radical que la revolución industrial del siglo XIX. La mala noticia, apenas reconocida sotto voce, es que va a ser muy difícil lograr una transición justa. Muchas gentes y economías se verán afectadas negativamente por este cambio. Y para evitar el avance de teorías negacionistas o falsamente populistas es fundamental que la información veraz y bien argumentada fluya entre una sociedad crítica y bien formada, algo que no está pasando.

Quizá las altas instituciones y empresas europeas, formadas en la época dorada de los medios de comunicación tradicionales, siguen pensando en el periodismo como una herramienta fundamental de comunicación con la sociedad. Y quizá esta comunicación hace tiempo que se quebró y cada vez funciona peor; el teléfono entre periodistas y ciudadanos está bastante escacharrado.

Nuevo periodismo constructivo

De todo el panel de expertos que han participado en el seminario del Parlamento Europeo, me quedo con la propuesta del periodista científico danés Kristoffer Frøkjær. Los periodistas debemos apostar por el periodismo constructivo. Os cuento esta filosofía porque creo que puede ser la solución a muchos problemas.

Las personas tomamos decisiones basándose no en los hechos, sino en lo que percibimos que son los hechos. Todos obtenemos nuestras percepciones de lo que podemos ver con nuestros propios ojos y de lo que escuchamos de los que nos rodean; el resto de la información que nos llega son medios de comunicación, no necesariamente promovidos por periodistas.

Más que cualquier otra profesión, el periodismo es un filtro entre la realidad y la percepción pública de la realidad. Nuestras decisiones editoriales sobre cómo enfocar las noticias, qué publicar y qué no contar, tienen un gran impacto en la forma en que otras personas se ven a sí mismas, a los demás y al mundo en el que viven, redes sociales incluidas.

La guerra de la atención en este nuevo mundo digital hiper conectado a venido a complicar aún más las cosas. La respuesta estratégica de muchos medios de comunicación ha consistido en aumentar el volumen informativo con más alertas de noticias de última hora, más historias, titulares más agudos, más drama, más conflictos, más cotilleos, más sensacionalismo. Y todo amplificado en más plataformas, pero contando para ello con menos dinero y menos personal, pues los ingresos se han hundido.

Paralelamente, la gente está ya harta de las noticias. Especialmente las mujeres y las nuevas generaciones evitan el “ruido” provocado por esa abrumadora marea de noticias, siempre presente y disponible a través de los  dispositivos digitales. Es lo que se denomina «infoxicación«.

En el informe Reuters Digital News 2020 realizado en más de 30 países, el 32% de los encuestados reconoce que evita enterarse de las noticias. Casi el 60% de ellos lo justificaron porque aseguran que tiene un efecto negativo en su estado de ánimo. Otros se confesaron impotentes para asumir tantos acontecimientos negativos que solo suman desgracia sobre desgracia.

La polarización política también ha alentado el crecimiento de los medios de comunicación intoxicadores, lo que junto con el clickbait y diversas formas de desinformación están socavando aún más la desconfianza en los periodistas.

Y si el periodismo no funciona, la democracia no funciona. Y eso es muy grave.

Diferencias entre el periodismo tradicional y el nuevo periodismo constructivo

Un nuevo periodismo

Lo explican perfectamente los promotores del periodismo constructivo, nacido con la esperanza de promover una nueva forma de comunicar. Promueve un nuevo vocabulario que se aleje del periodismo activista, del periodismo de policía, del periodismo que juzga.

Invita a plantear nuevas preguntas, buscar nuevos enfoques, nuevos roles, nuevos conceptos y utilizar nuevas herramientas que logren levantar nuevos puentes de credibilidad entre medios de comunicación y sociedad.

Un periodismo de diálogo que hable no del hoy ni del ayer, sino del mañana. Que sea inspirador. Que sea curioso y facilitador. Que cuente soluciones y no problemas. Que afiance la democracia y no la dinamite.

Yo no tengo dudas. Me apunto al periodismo constructivo. Especialmente si hay que hablar de algo tan complejo como la crisis climática.

¿Y tú? ¿Qué te parece la propuesta? ¿También te apuntas?

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4 comentarios

  1. Dice ser Los medios se rinden a la censura e intereses en todas partes

    En la tele e instagram a cada rato los famosos haciendo de maniquíes vendiendo ropa todos los días. Claro, les dan dinerito… Cuida el planeta y todos los días una prenda nueva, que luego LOS MEDIOS no dudan en poner su puntilla con la manida frase: Agotada en unas horas el vestido de tal o cual estarlete…
    Hace unos años, y no muchos, en los medios también se predicaba como positivo el descubrimiento de una gran bolsa de petróleo por determinada compañía… del mismo modo que hace unos cuantos años más el tabaco era infumablemente recomendado por las autoridades sanitarias…
    Ahora un famoso se compra un YATE y parece positivo. Los famosos de la tele no tardan en posturear en verano sobre sus yates. Y luego aparecen noticias alertando de la contaminación provocada por estas embarcaciones.
    Y la tendencia más ecológica, más natural, y la que educaría a respetar a los demás incluso no teniendo que llevar la coraza de la ropa, es catalogada como peligrosa, dañina, maligna para el desarrollo sano del cerebro…
    Imaginemos que los medios van y publicitan a gente desnuda en una playa con una frasesita tal que así:
    Si no quieres ser cómplice de la destrucción de los recursos naturales y de la vida en el planeta, pasa de la ropa cuanto puedas. Pásate al naturismo. Por ejemplo. La noticia contraria: Amancio Ortega bate récords…
    Pues nada, adelante que todos contentos y maravillosos creyendo que el mundo que pintan los medios es el único, el mejor y el más digno y positivo.

    13 junio 2022 | 12:54

  2. Dice ser Rural,,

    Yo creo que algunas actitudes transmiten todo lo contrario de lo que se pretende transmitir.
    No se puede ir cada semana a un sitio diferente utilizando combustibles fósiles(quién me quiera entender que me entienda),no se puede ir en Falcón de Madrid a Talavera y no se puede fomentar el turismo mundial
    Los ejemplos son los hechos,no las palabras.
    Yo solo me creo del que predica con su ejemplo.

    13 junio 2022 | 16:17

  3. Dice ser La especie más destructiva va a salvar el planeta

    Rural, ese es otro punto interesantísimo el que señalas: el TURISMO.
    Aparte del uso de aviones y otros medios de desplazamiento que contaminan, y no poco, el impacto medioambiental que provoca la visita de millones de personas a un determinado lugar no es de escasa entidad. El consumo de agua, de alimentos, los desechos, el uso de cremas y protectores solares (incluso llegan a encontrarse restos químicos en aguas alejadas al lugar de veraneo)…
    Pero como vivimos del turismo, a ver quién va a ir en contra del asunto.
    La sociedad de la avaricia, del consumo histriónico, casas, apartamentos, burbujas turísticas que dicen respetar el medio y no hacen otra cosa que empeorarlo. Encender una bombilla de noche en medio de un enclave verde ya supone un elemento estresante para las criaturas nocturnas de esa zona. Si era poco con el rollo del as ciudades, ahora en el campo también invasión de casitas peques para sacar más dinero, más dinero, más avaricia al humano insaciable.
    La especie más destructiva va a salvar el planeta y gracias a los medios de comunicación de masas… a los que en muchas ocasiones les parece bien lo que va en contra de su supuesto deseo…

    14 junio 2022 | 00:27

  4. Dice ser La ropa no obligatoria sería lo más

    Anabel Pantoja, Ana Luque y Mariana Rodríguez se bañan desnudas en el mar y ‘Supervivientes’ lo emite sin censura.

    Como debería ser en todas las playas de España: la ropa no obligatoria, que fuera usar tela solo una opción más, y no la más ecológica. Que más ecológico es usar menos o ninguna. Y de paso se educaría a la gente a saber respetar a los demás sin necesidad de ir vestido con tal o cual uniforme o traje.
    Hay gente que no quiere ser cómplice del saqueo de los recursos naturales que se viene perpetrando contra nuestro planeta sería una manera súper natural de rechazar esa imposición de la ropa.
    Más educación natural y menos tabú y censura injusta contra la maravilla de nuestra especie.

    15 junio 2022 | 13:59

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