Seguramente no te suena su nombre ni sabías que existía, pero es probable que aunque quieras no lo vas a poder ver. Porque se está extinguiendo.
Como su propio nombre indica, el alzacola rojizo es un pajarito insectívoro que no para de sacudir su larga cola de arriba a abajo, en plan semáforo informativo. Dotado de una preciosa voz, era el tenor de los viejos olivares y los viñedos de secano. Pero esos campos tradicionales están desapareciendo. Y con ellos las poblaciones de alzacola se han hundido.
Así lo revela un nuevo censo nacional, realizado por SEO/BirdLife en 2020, que muestra el gran declive de la población de la especie en España y confirma su gravísimo estado de conservación.
Menos hábitat y menos aves
Las cifras que se desprenden del estudio de SEO/BirdLife calculan una población de apenas 17.000 individuos, con una reducción poblacional en los últimos años del 90%.
La población de alzacola rojizo en España es una especie muy ligada al viñedo y olivares tradicionales. Según el último censo, estaría integrada por unos 17.334 (10.991-27.733) individuos, de los cuales Andalucía occidental acoge al 71%, Extremadura al 27% y quedan pequeñas poblaciones en Almería (145 machos), en Murcia (136 machos) y en Alicante (14 machos).
Los resultados por regiones muestran una reducción de la población de alzacola rojizo entre el 86% en la región oeste (Badajoz) y un 98% en la región este (Alicante y Murcia). La reducción para el conjunto de España es del 94,8%.
Estos resultados implican que el alzacola cumple criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como para estar catalogado “En Peligro”, y en el Catálogo Español de Especies Amenazadas para la categoría de “En Peligro de Extinción”.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?
El campo español ya no es lo que era, se ha industrializado y empobrecido. La mayoría de los alzacolas se encontraban en las décadas de 1960 y 1970 en el olivar viejo, que entonces no era homogéneo, sino formado por una sucesión de pequeñas parcelas, con las lindes bien delimitadas por la presencia de vegetación herbácea y arbustiva formando setos.
Las parcelas de olivar se intercalaban con otras, también pequeñas, de cereal y de viñedo, mientras que las de cereal se sembraban un año de melonar y otro con trigo, cebada o avena.
“Cada una de las parcelas, de dueños diferentes, formaban un mosaico heterogéneo en el que se labraba con yunta de mulos y se abonaba con estiércol. Llamaba la atención la cantidad de insectos que había, sobre todo saltamontes y grillos” comenta Juan Carlos del Moral, coordinador del área de Ciencia Ciudadana de SEO/BirdLife.
En la década de 1970 comenzó a generalizarse el uso de los tractores. Los propietarios de parcelas de olivar fueron ampliando el tamaño de sus fincas y roturando los setos. Empezaron a usarse abonos químicos e insecticidas. En esta década se perdieron la mayoría de las parcelas con vid y muchas dedicadas al cereal, que fueron plantadas de olivos. El olivar ya era menos heterogéneo. En esta década desaparecieron los alzacolas de los huertos y olivares de las zonas de sierra.
En la siguiente década, la de 1980, se produjo una gran crisis para la biodiversidad en el cultivo del olivar, con el uso de herbicidas y de insecticidas en época de reproducción de las aves. Se fue dejando de arar el suelo, se eliminaron los setos y los pocos viñedos y parcelas de cereal que aún quedaban sucumbieron al avance del olivar. Al faltar el estrato herbáceo desaparecieron los insectos. Se canalizaron y usaron para riego numerosos manantiales y fuentes de agua frecuentados por los alzacolas.
Desde entonces ha seguido la intensificación agrícola y la homogenización del olivar, con una gran pérdida de aves. Se han puesto en riego grandes extensiones de este cultivo, introduciendo el sistema de fertirrigación, en el cual el agua de riego lleva a su vez el abono. Este sistema constituye una trampa mortal para las aves que beben en los goteros o en pequeños charcos que se forman.
“Actualmente la situación no es halagüeña para la especie, ya que la baja rentabilidad del olivar tradicional, frente al intensivo y superintensivo, está llevando a muchos olivareros a arrancar el olivar viejo, lo que afectará negativamente a la especie”, añade Del Moral.
“Nos enfrentamos a una especie con una alta probabilidad de desaparición de sus poblaciones en España», confirma el naturalista.
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Hola, buenas. Yo de pequeño las crié en varias ocasiones a mano; allá x los setenta y pico largos. Ya hace años que las he nombrado y mencionado que parecían extinguidas. Este artículo viene a corroborar mis comentarios. El artículo describe perfectamente el triste devenir de esta peculiar especie. Maravilloso artículo.
05 enero 2022 | 19:58