El Comité de la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), siguiendo un mandato de la Comisión Europea y con el apoyo de España, ha aprobado la restricción del uso de munición de plomo en humedales de todo tipo y tamaño. Estén o no estén protegidos.
La razón para tomar esta medida es el grave impacto ambiental que este metal provoca en este tipo de valiosos ecosistemas, pues contamina tierras y aguas, además de intoxicar accidentalmente a las aves, e indirectamente a las personas que se alimentan de ellas.
Según datos del ECHA, entre 400.000 y 1,5 millones de aves acuáticas mueren anualmente en la UE debido a la intoxicación por plomo.
Cazadores versus conservacionistas
La decisión ha sido aplaudida por las asociaciones conservacionistas. SEO/BirdLife ha destacado que «hoy es un día un poco mejor para los humedales europeos, para su avifauna y para toda la naturaleza».
Justo al contrario que los cazadores. Según la Real Federación Española de Caza, «este reglamento podría suponer la prohibición de la caza en buena parte de nuestro país, debido a la controvertida interpretación de los humedales y zonas de amortiguamiento». También afirman que «viola los derechos de todos los cazadores».
¿Qué tienen de malo los perdigones de plomo?
Te lo cuento, pero también puedes escucharlo en mi sección de divulgación medioambiental «El vuelo de la alondra«, en el programa de RNE «El gallo que no cesa»
¿Qué que tienen de malo? Pues precisamente eso, el plomo. Es un metal extremadamente tóxico que se va acumulando en los tejidos y puede provocar una terrible enfermedad conocida como plumbismo o saturnismo.
El caso es que los cazadores, al disparar contra sus piezas esparcen sin darse cuenta toneladas de plomo en el campo, pudiendo contaminar las aguas y suelos donde caen e incluso los animales que cazan.
El problema no es pequeño. En España, donde el 86% del territorio es cinegético, el plomo usado para cazar las 20 millones de piezas que como media se cazan al año supone arrojar al suelo y al agua no menos de 6.000 toneladas anuales de tóxico plomo.
Veneno en la sangre
Las aves acuáticas, por ejemplo, confunden los perdigones con piedrecitas que tragan para mejorar las digestiones en sus mollejas. Depredadores y carroñeros, en especial las aves rapaces, también ingieren accidentalmente esa carne contaminada.
E indirectamente los ingieren quienes comen esas perdices o patos que hasta hace poco, como símbolo de calidad, encontrábamos con perdigones en los platos de caza de algunos restaurantes.
Pero que no cunda el pánico. Esos perdigones no son cicuta que nos mate de forma fulminante. El plomo, como metal pesado que es, tiene la peculiaridad de ir acumulándose en nuestros tejidos a lo largo de los años. La suya es una contaminación difusa, tan lenta como el envejecimiento. Pero al final puede alcanzar altas cantidades y provocarnos serias enfermedades.
Así que mucho cuidadín con tragarse los perdigones de las perdices y los patos.
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