Los estorninos tienen tal facilidad para imitar sonidos que deberíamos considerarlos nuestros loros europeos.
El genial Mozart lo sabía y tuvo uno en su casa como peculiar mascota al que enseñó a cantar sus composiciones, pero a quien también echaba la bronca si se le escapaba algún gallo.
Tordos campaneros
Capaces de juntarse en bandos de millones de pájaros, los estorninos se mueven dentro de esas apretadas nubes como una única negra mancha perfectamente coordinada con mente de ejemplar único.
También conocidos como tordos, son esos negritos tan habituales de ciudades y pueblos, amantes de tejados y antenas; muy amigos de posarse muy juntos en cables de tendidos eléctricos que algunos definen vaya usted a saber por qué, como «bodas de pájaros».
En España tenemos dos especies, el estornino negro, más mediterráneo, y el estornino pinto, más europeo y que fue el que conoció Mozart.
Los grandes imitadores del campo
Lo más increíble de estas aves es su capacidad para imitar cualquier sonido.
Un ornitólogo de Mijas, en Málaga, ha identificado hasta ¡174 imitaciones! de estas aves. Incluso imitan las alarmas de un coche o la melodía de un teléfono móvil.
Lo repiten todo. Y nos vuelven locos a los pajareros, pues son capaces de cantar como una alondra en medio de la ciudad o como una oropéndola en invierno, siendo ambas cosas imposibles.
En este vídeo puedes escuchar el canto más o menos auténtico de un estornino negro
La mascota cantarina de Mozart
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) tuvo un estornino como peculiar mascota que compró en Viena, en una tienda de animales de la época, por 34 kreutzer (cruceros),
Le duró tres años, hasta que finalmente el pájaro murió el 4 de junio de 1787 después de haber aprendido a imitar muchas de las canciones que el compositor le silbaba.
Le tenía tanta estima que a su muerte le organizó un solemne funeral con todos los colegas vestidos de luto riguroso, lo enterró en el patio de atrás de la casa, y con gran pena incluso le dedicó un entre sentido y burlón poema conmemorativo.
Ese funeral lujoso que el azar le negó al compositor, quien apenas cuatro años después moriría con tan solo 35 años de edad, empobrecido, y sería enterrado en una triste fosa común.
El propio Mozart cuenta que enseñó al pájaro a cantar el comienzo del Allegretto de su Concierto número 14. Se lo puso difícil y el estornino no superó la prueba por culpa de un Sol… musical. Lo hizo sostenido en lugar de Sol natural.
El estornino tenía que cantarlo así:
Pero el pájaro se lió igual que a mí me pasa en los ensayos del coro.
Según aseguró Mozart, el estornino alargó un poco el Sol del primer compás y en el segundo desafinó al subirse un semitono por encima de la tónica.
Lo cantó así de mal, a su caprichosa pajaril manera.
Suena fatal. Así nos demostró Mozart que los estorninos, por buenos imitadores que sean, también hacen gallos.
Si el estornino lo hubiese hecho bien, habría podido acompañar a la orquesta para que la pieza sonara como el coro de pájaros felices que el genial músico ideó.
Un Allegro que nos alegra la vida a quienes desde entonces lo escuchamos y disfrutamos.
Más aún si es en esta espléndida versión del gran Leonard Bernstein, todo un showman dirigiendo a la orquesta Filarmónica de Viena y al mismo tiempo como solista al piano.
Más información: El estornino de Mozart.
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