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Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera. (Pablo Neruda)

En el río Segura hay ya más especies exóticas que autóctonas

El cangrejo rojo americano desplaza a los cangrejos autóctonos.

Hace unos días nos escandalizábamos con la asquerosa contaminación de plásticos que cubre el Segura, pero lo peor no se veía: la pobreza de sus aguas. En el río hay ahora mismo más especies invasoras que autóctonas.

De las 18 especies piscícolas que viven en su cuenca fluvial, el 78% son exóticas, según revela un escalofriante estudio publicado por el biólogo David Verdiell y el naturalista Francisco Javier Murcia en el último número de la revista Quercus.

Ejemplar de lucio, una dañina especie invasora.

Exóticos voraces

La proliferación de especies invasoras, dañinas entre peces, galápagos y macroinvertebrados, resulta imparable. Nuevas especies que, en contra de lo que pueden pensar algunos, no aumentan la biodiversidad de los hábitats. Todo lo contrario. Los empobrecen terriblemente. Y aún peor. Una vez establecidas, resulta muy difícil y costoso poder erradicarlas.

Como explican los autores de este trabajo, tras la modificación humana de los hábitats, las especies invasoras «son la segunda mayor amenaza sobre la diversidad biológica y uno de los principales agentes del cambio ecológico global. También afectan directamente a la economía y la salud humanas, provocando graves perjuicios económicos y sanitarios allá donde proliferan».

El Segura se ha convertido en el río más plastificado de Europa.

Un río cloaca

La cuenca del río Segura tiene una de las tasas más elevadas de contaminación biológica de todas las cuencas hidrológicas españolas. Triste récord. Casi el 80% de sus peces han sido introducidos, ya fuera accidentalmente o intencionadamente, para favorecer luego su pesca.

Algunas son especialmente dañinas para los ecosistemas como el lucio y la lucioperca, por ser depredadores que al comportarse como auténticas pirañas se alimentan de todo bicho viviente que pillan, ya sean otros peces, aves e incluso pequeños mamíferos.

A ellos se une una lista inmensa, más propia del estanque de un zoológico, como la perca sol, el alburno, la carpa y el carpín. Otros han traído graves enfermedades desconocidas en estos lares. Peces endémicos tan valiosos como el fartet están en las últimas.

Las soluciones no llegan

Como bien señalan los autores de este trabajo, la mejor herramienta para luchar contra las invasiones biológicas es la prevención. Más educación. Más detección temprana. Más recursos para vigilar y eliminar a los recién llegados. Pero sobre todo, repito de nuevo: más educación.

Mientras no seamos capaces de valorar el terrible problema que supone liberar especies exóticas en el medio natural no habrá nada que hacer. Más allá de lamentar el tener nuestros ríos convertidos en asquerosas cloacas donde solo viven extraños monstruos.

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