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Felipe VI, ¿un rey ‘ciudadano’?

El discurso del nuevo rey ante las Cortes me ha resultado inusualmente sensato, al menos en el marco de lo que acostumbramos a oír por estos lares políticos de cinismos, estrecheces de miras, falta de respeto por la ciudadanía en general y carencia absoluta de visión de futuro (y de presente).

Felipe VI se ha mostrado más empático (verbalmente, al menos) con la calle que con el poder político, al que ha enviado algún que otro exquisito tirón de orejas y unos cuantos recados de los cuales debieran tomar nota aquellos que ostentan un cargo público, si no tatuárselos en alguna zona bien visible de sus cuerpos, de manera que fuera lo primero que leyeran cada mañana al levantarse. Y, desde luego, se ha presentado más sensible con la ciudadanía de lo que en años han evidenciado la mayoría de políticos que se sientan en el Congreso o en el Senado.

El rey, durante su discruso ante las Cortes (EFE).

El rey, durante su discruso ante las Cortes (EFE).

«Ciudadanos» ha sido la quinta palabra más mencionada por el nuevo rey. En algún momento incluso se ha referido a sí mismo como parte de esa ciudadanía y lo ha hecho para reclamar cambios y pasos adelante. Se ha revelado, además, consciente de la profunda renovación que necesita esta democracia, una transformación que la mayoría de atentos oyentes de su discurso aún no han empezado a atisbar.

No es más que un discurso, y Felipe VI juega con ventaja: imposible saber si cree siquiera en sus propias palabras y tampoco veremos una traslación de las mismas al ejercicio de su jefatura de Estado (sus funciones no son ejecutivas). Pero, dadas las circunstancias, suena a música celestial oír hablar en el Parlamento en términos de ética, moral, dignidad, ciudadanía y civismo.

1. «La monarquía parlamentaria debe estar abierta y comprometida con la sociedad a la que sirve; ha de ser una fiel y leal intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos […]».

2. «Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública».

3. «[…] Quiero también transmitir mi cercanía y solidaridad a todos aquellos ciudadanos a los que el rigor de la crisis económica ha golpeado duramente hasta verse heridos en su dignidad como personas. Tenemos con ellos el deber moral de trabajar para revertir esta situación y el deber ciudadano de ofrecer protección a las personas y a las familias más vulnerables […]. Sé que todas sus Señorías comparten estas preocupaciones y estos objetivos».

4. «Todo tiempo político tiene sus propios retos; porque toda obra política -como toda obra humana- es siempre una tarea inacabada».

5. «Los españoles […] aspiramos a revitalizar nuestras instituciones […]».

6. «Aspiramos a una España en la que se puedan alcanzar acuerdos entre las fuerzas políticas sobre las materias y en los momentos en que así lo aconseje el interés general».

7. «Queremos que los ciudadanos y sus preocupaciones sean el eje de la acción política, pues son ellos quienes con su esfuerzo, trabajo y sacrificio engrandecen nuestro Estado y dan sentido a las instituciones que lo integran».

8. «Queremos que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor …]».

9. «Trabajemos todos juntos […] en torno a los nuevos objetivos comunes que nos plantea el siglo XXI […]. Un nuevo siglo […] que ha nacido bajo el signo del cambio y la transformación y que nos sitúa en una realidad bien distinta de la del siglo XX».

10. «Afrontar todos estos retos y dar respuestas a los nuevos desafíos […] requiere el concurso de todos, de los poderes públicos […] y de los ciudadanos […]. Es una tarea que demanda un profundo cambio de muchas mentalidades y actitudes […]. 

11. […] los grandes avances de España se han producido cuando hemos evolucionado y nos hemos adaptado a la realidad de cada tiempo; cuanto hemos renunciado al conformismo o a la resignación y hemos sido capaces de levantar la vista y mirar más allá -y por encima- de nosotros mismos […]».

12. «El bienestar de nuestros ciudadanos […] nos exige situar a España en el siglo XXI, en el nuevo mundo que emerge aceleradamente […]».