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La comunicación no verbal en la carta de Cifuentes

Cristina Cifuentes renuncia al título del Máster de la URJC en una carta dirigida al Rector de dicha Universidad. El análisis de contenido es una parte de la comunicación no verbal que va más allá de la simple lectura de un discurso. Los tiempos verbales, pronombres, adverbios, las palabras que escogemos también comunican y transmiten emociones, sobre todo, si el emisor está comprometido con lo que dice, si se siente responsable de su mensaje o si por el contrario elude su implicación, utiliza modificadores para minimizar o maximizar según qué hechos o recurre a eufemismos eludiendo vocablos de impacto emocional.

En un post anterior ya publiqué una introducción a los indicadores estratégicos aplicados al lado oscuro de las palabras. Ahora podemos aplicarlo a un ejemplo práctico, en este caso, existen claves interesantes en este sentido.

En primer lugar, me llama la atención el tachado a boligrafo de la frase mecanografiada: «Estimado Rector» para escribir al lado de puño y letra de nuevo: «Estimado Rector». Se puede inferir que es una forma de personalizar su mensaje, un: ‘aquí esto yo’, esta es es mi letra, esto es lo que yo tengo que decirte, nadie me lo ha escrito.

Comienza explicando el porqué de su mensaje: «la polémica surgida en torno al Máster«. En esta frase distancia su persona del hecho crítico, ella se describe como un agente pasivo, surgir significa que algo aparece sin más, sin acción por su parte y desvía el revuelo al máster y no a ella.

En general, en ningún momento habla de personas concretas, sino de entidades, no da nombres, no habla de profesores/tutores, habla de «autoridades académicas competentes», «los requisitos que la Universidad me puso», «indicaciones de la Universidad», «pudiendo continuar con el Máster al facilitar la Universidad que prosiguiera con los estudios», «si la Universidad no hubiera planteado esta posibilidad», «entiendo que haya personas que consideren». Despersonaliza así totalmente la relación con los responsables de las decisiones y de los acuerdos que se crearon en su momento.

«Yo no he cometido ninguna ilegalidad«. Utiliza explícitamente el pronombre en primera persona, aquí sí se implica pero no exculpa a otros (yo no he cometido ninguna ilegalidad, puede que otros sí). De otro modo, hubiera manifestado que no existe ilegalidad alguna o similares.

En el párrafo siguiente utiliza de forma recurrente la foma pasiva, «según se desprende de la información», «la obtención de dicho máster se ha visto afectada», todo en consonancia con que ella lo considera todo fuera de su responsabilidad, «totalmente ajenas a mí». Realmente ella se expone como una víctima de irregularidades meramente administrativas cometidas por la Universidad.

Continúa en esa línea, deja de utilizar la primera persona del singular y de repente ya habla de «nosotros» cuando se dirige otra vez al «estimado rector», «no había sido solicitada por nosotros», «procedimos», «confiábamos». Cuanto menos curioso este cambio, se escuda en su equipo y se incluye en el grupo en este apartado para reprocharle al rector la divulgación de sus documentos privados. Es el único párrafo en el que habla en plural.

Otra estrategia que utiliza de forma muy hábil es la de no personificar en exclusiva lo ocurrido, «las convalidaciones de asignaturas de varios alumnos que también ha sido puesta en tela de juicio». Es decir, las irregularidades de la Universidad no solo le han afectado a ella sino a sus compañeros, implica a más personas para distribuir el peso de la responsabilidad. Lo repite además en varias ocasiones: «tanto el mío, como el del resto de los alumnos».

También es destacable la parte donde ella pide disculpas, de una forma algo extraña ya que utiliza el condicional: «a la vista de lo que está ocurriendo», es decir, por las consecuencias y no por realizar ninguna acción que merezca pedir perdón, «si me equivoqué», no asume culpa ni error, solo lo sugiere o manifiesta duda/posibilidad, «pido disculpas a cualquiera que se haya sentido agraviado», de nuevo despersonaliza su mensaje, no hay compromiso ni arrepentimiento real en esta parte.

Por último, la única palabra en mayúscula que utiliza en todo el texto es la de «RENUNCIO» a la titulación. Se puede percibir como la remarca de que no se lo han quitado, de que no es que no lo merezca por la irregularidad, sino que ella es la que lo tiene y no lo quiere. Las mayúsculas son un grito escrito y denota impacto emocional (normalmente negativo y anclado en el desprecio) muestra del ego, del orgullo y la personalidad dominante.