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¿El frecuente ceño fruncido de Pablo Iglesias significa que está siempre algo enfadado?

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Es interesante que no solo nos centremos en una única declaración o aparición pública específica para extraer conclusiones sobre el comportamiento no verbal de un personaje político. Lo ideal es elaborar un perfil de comunicación a través del análisis reiterado de intervenciones en los medios, entrevistas, ruedas de prensa, debates, mitines, etc.

Es indudable la extraordinaria capacidad comunicativa del líder de Podemos, un destacado orador que maneja la retórica con amplia solvencia, pero ¿su conducta no verbal ayuda a transmitir lo que realmente desea, o más bien se rebela en su contra?

Lo más destacable en Pablo Iglesias es su ya famoso ceño fruncido, que prima en un alto porcentaje en todas las declaraciones que realiza y en reiterados momentos de una misma intervención. Este indicador es reflejo de la emoción de ira, caracterizada por una fuerte tensión en la mirada y en la musculatura facial, descenso central de las cejas y dilatación de las fosas nasales.

¿Pero esto significa que Iglesias siempre está enfadado? Lo cierto es que sí provoca esa sensación en el público aunque realmente no lo esté de forma perpetua. Y esta es una cuestión fundamental para ganarnos la credibilidad del interlocutor, siempre tenemos que conseguir una congruencia entre lo que decimos y lo que expresamos con nuestro cuerpo; en este caso Pablo Iglesias juega con desventaja, ya que aunque continuamente muestre ira, ésta puede contextualizarse e interpretarse de diferentes formas. La emoción de ira que se dibuja en el rostro de este político puede producirse por su afán para remarcar la intensidad y compromiso pasional en su mensaje y dotarlo de una seriedad y rigurosidad que él considera apropiada para comunicar sus ideales.

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Todo cambia cuando analizamos su rostro en el proceso de escucha, sin duda es el punto fuerte del lenguaje no verbal de Pablo Iglesias. Su rostro se relaja, la tensión muscular desaparece, sonríe socialmente y da numerosos indicadores de que su escucha es activa, manteniendo la mirada fija y atenta al interlocutor, mostrando continuos movimientos de asentimiento y postura abierta a la recepción del mensaje. Este patrón de comportamiento le favorece significativamente, recreando en su persona una imagen calmada, respetuosa para con los demás, de interés ante ideas diferentes, cercanía y apertura al diálogo, todos ellos aspectos muy valorados en un político.

Otro de los canales corporales que Iglesias maneja con soltura es el gestual. Utiliza frecuentemente el recurso de los ilustradores, estos son gestos conscientes unidos al lenguaje que acompañan lo que la persona está diciendo facilitando la total comprensión de la comunicación, sirven para recalcar lo que uno dice, enfatizar, regular el ritmo del discurso y en definitiva ilustrar al mensaje. Según la investigación científica al respecto, cuando mentimos el uso de gestos ilustradores (y en general todo nuestro canal gestual y conductual) desciende considerablemente, por tanto esta ejecución natural y armoniosa del ilustrador evocará en el público credibilidad, autenticidad, sinceridad y compromiso con lo que estamos pronunciando oralmente.

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Para terminar, un aspecto que sin embargo no favorece del todo al líder de Podemos, es la postura, normalmente la mantiene encorvada y cerrada a la comunicación, asociándose así con un estado de cansancio o abatimiento. En pocas ocasiones podemos detectar en él una postura amplia o expansiva hacia el foro al que se dirige. Centrándonos en este canal postural podemos decir que se percibirán como personas con altos niveles de poder aquellas que se caracterizan por una postura erguida del cuerpo y ligeramente inclinada hacia delante cuando emiten un mensaje. Existe la creencia de que una persona con un alto nivel de poder se expresará más libremente, y por tanto, su expresión corporal será más acentuada que en el resto de la población; todo esto es justo lo contrario a lo que podemos observar en Pablo Iglesias que con su expresión postural emite un aspecto de fragilidad, restándole el decoro y la fuerza que sí que pueda expresar con su pasional y enérgico discurso.

Como hemos visto, podemos afirmar que Pablo Iglesias ejecuta expresiones corporales facilitadoras de su comunicación, que le ayudarán a que su mensaje sea transmitido como desea y le dotan de una personalidad de confianza y cercanía para sus posibles votantes, sin embargo hay otras que le restan la garra necesaria para poder llegar a la mayoría, destacando quizás la necesidad de gestionar más adecuadamente su expresión emocional en el rostro para que se pueda asociar su imagen a una más positiva y vigorosa y no a un enfado incesante.

* Fotos: GTRES y EFE.

En el debate a cuatro ganó la preparación y perdió la naturalidad

El de ayer fue el debate de lo aprendido, en el que en términos de comunicación no verbal ganó la preparación y la pose estudiada y perdió la naturalidad. No sé dónde queda la espontaneidad en nuestros líderes políticos, todo está tan preparado y mecanizado que es casi imposible detectar conductas súbitas que aparezcan de forma involuntaria, su comunicación es artificial dando lugar a una interacción insípida y carente de emociones para con el espectador.

Voy a repasar la actuación de los cuatro intervinientes desde mi especialidad, aquí y aquí hay más lectura para los interesados en lo que dijeron y quién quedó mejor parado desde el punto de vista del contenido.

DEBATE TELEVISADO ENTRE(8837633)

SORAYA SÁENZ DE SANTAMARÍA, BIEN APRENDIDA DE CASA

Su gestión emocional es brutal, controla y racionaliza constantemente su actitud, su pensamiento analítico se filtra a través de su cuerpo, postura y discurso, ya que las pausas y el ritmo del habla denotaban un aprendizaje mnemotécnico anterior intenso. Sí que se le escapó algún suspiro cuando le preguntaban o referían la sustitución inadecuada por actual presidente Mariano Rajoy, síntoma de cansancio y desdén hacia el tema.

Pero sin duda, hubo una expresión en su rostro que fue incontrolable y típica de ella: si os fijáis en el vídeo después de cada una de sus intervenciones en el debate muestra una sonrisa, pero no una sonrisa reflejo de felicidad u orgullo que sería simétrica y con acción en la zona orbicular del ojo (veríamos marcadas las “patas de gallo”); la que expresa tiene solo acción unilateral, elevando de un solo lado la comisura de la boca, es una sonrisa desdeñosa que expresa, al igual que en el caso de Sánchez (que lo hace de forma puntual y hacia Pablo Iglesias) superioridad, es una falta de respeto o reconocimiento hacia sus rivales políticos de forma persistente, después de cada una de sus alegaciones se manifiesta irónica, definida esta ironía como una burla fina, ingeniosa y disimulada; una forma de ataque elegante, fría e intelectual de herir al opuesto.

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LA ANSIEDAD DE ALBERT RIVERA

El punto fuerte de Albert Rivera, como nos tiene acostumbrados ya, fueron sus gestos genuinos con los brazos, un baile en total armonía con lo que dice, que produce una comunicación agradable de seguir, ilustrativa y creíble, congruente siempre con su mensaje verbal. Pero, no es necesario ser un experto analista para darse cuenta de lo nervioso y descontrolado que estaba el representante de Ciudadanos, las reacciones fisiológicas, para su desgracia, son incontrolables, es lo único que no pueden gestionar los candidatos con antelación. La sudoración excesiva (hiperhidrosis) se relaciona con la ansiedad. La ansiedad tiene una función muy importante relacionada originalmente con la supervivencia para conservar nuestra integridad física ante amenazas del medio, en términos generales, significa miedo. Rivera esta noche percibía peligro en la situación a la que se enfrentaba. ¿Por qué? Quizás porque había mucho en juego, porque le resultaba estresante la confrontación o porque simplemente le faltaba la seguridad de la ventaja frente a sus adversarios. Todo en él se revelaba ya acorde con este indicador de una tensión intensa: no paraba de moverse, su cuerpo era incapaz de serenarse y se mantuvo en un balanceo intenso, se colocaba el traje, se retorcía las manos, se cogía el dedo meñique, se colocaba el traje, cogía papeles, los volvía a dejar… pura tensión.

Aquí viene la lectura positiva de todo esto, es el único que nos dejaba entrever que era humano. El resto de candidatos en sus ademanes hieráticos parecían de otro planeta, es fundamental tener en cuenta que el público puede empatizar con Albert, entendiendo que cualquiera de nosotros estaría así en esa situación y despertar en ellos comprensión y ternura con la zozobra que nos mostraba. Que quede claro, para la gente de casa pudo despertar sensibilidades y afecto pero desde el punto de vista del marketing, comunicación y psicología persuasiva no había por donde cogerlo.

PABLO IGLESIAS, ALGUNOS ERRORES IMPORTANTES

Siguiendo con la sudoración visible, nos encontramos a Pablo Iglesias, tremendamente desafortunado en la elección del color de su camisa. Esto puede parecer un elemento superficial e irrisorio, pero no lo es, el canal expresivo de apariencia es vital en la formación de impresiones sobre alguien y el aspecto de pulcritud, cuidado y esmero en la imagen que proyectamos es muy valorado y significativo para causar sensaciones positivas.

Otro elemento destacable de su atuendo era el bolígrafo; parecía que este objeto era ya una extensión de su cuerpo. Entró con él en la mano (incluso en momentos previos a plató) y no lo soltó durante todo el todo el debate. Esto forma parte de lo que conocemos como ‘gesto manipulador’, la persona necesita sostener algo entre manos para canalizar y aliviar la tensión del momento, este acto distrae al observador y además le impide gesticular con naturalidad e ilustrar el mensaje.

El punto fuerte de Iglesias vuelve a ser el tono con el que afronta el diálogo, la serenidad, calma y ritmo pausado en su discurso le dotan de un halo tranquilo, de seguridad en su mensaje y de su rol conciliador. Para mí, en esta ocasión ya algo forzado, el líder de Podemos es consciente de que este aspecto es el uno de los que le hizo destacar en el anterior debate a tres, y en esta intervención abusaba ya de los signos de calma para referirse a la participación de sus contrincantes. Si os fijáis en ciertos momentos esta llamada al sosiego no tiene demasiado sentido, la usa sin ton ni son, simplemente para volver a recrear esta figuración mediadora que le hace ilustre en sus apariciones públicas.

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PEDRO SÁNCHEZ, ARTIFICIAL, CONFIADO Y ALTIVO

Ya he comentado en varias ocasiones la asociación irremediable que evoca Sánchez con el estilo estadounidense. Pues bien, en esta ocasión se caracterizó hasta por los colores de la bandera de EEUU en su atuendo (rojo, azul marino y blanco) por cierto, recurso muy utilizado por los presidentes Obama y Bush en momentos críticos en los que hubieron de dirigirse a la nación para afianzar su bandera y patriotismo. Eso sí, su imagen pulcra y cuidada, hecha a medida, sugiere elegancia, formalismo, seriedad y distinción respecto a los demás.

Podemos captar en su rostro expresiones de asco y desprecio, sobre todo, dirigidos hacia Pablo Iglesias cuando éste le rebatía cualquier argumento. Estas emociones significan un profundo rechazo hacia lo que escuchamos de nuestro interlocutor y además la certeza de que se considera en un planto intelectual y moralmente superior a él. Estos ademanes de vanidad le restan cercanía y afabilidad para quién lo observa.

Sus gestos y posturas estaban demasiado bien articulados, robotizados, la excesiva perfección corporal le aleja de lo terrenal y no podemos conectar con él. Un gesto muy significativo al inicio fue el de frotarse profusamente las manos, es un gesto que denota expectativas positivas, ganas de comenzar por la confianza que sentimos, estaba listo para la acción y además iba a disfrutar con ello.

* Fotos: la primera imagen es de EFE, las otras son capturas de momentos del debate.