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La guía para sobrevivir a los bulos

La mentira tradicional iba de mejorar nuestra imagen en un primer encuentro, de tapar nuestros defectos, de mentir para no herir al otro mediante el sincericido, de esconder nuestros trapos sucios, de engañar para conseguir un objetivo concreto…

La nueva mentira es digital y gratuita. Los bulos que antes tardaban meses o años en propagarse, ahora se viralizan en pocos minutos a través de redes sociales. De hecho, un estudio de la Universidad de Massachusetts concluye que: «La desinformación viaja mucho más rápido que la verdad, especialmente cuando convergen dos variables: incertidumbre e importancia«.

Ya lo decía Winston Churchill: «La mentira ha dado media vuelta al mundo, mientras que la verdad aún se está poniendo los pantalones».

Los creadores de fake news se convierten en pirómanos de las redes sociales, incendian desde el anonimato, disfrutan haciendo el mal, creando confusión y caos en situaciones convulsas y de alta crispación, por tanto, han sido indudables protagonistas de esta crisis sanitaria que estamos viviendo.

El cerebro odia la inseguridad, por eso en tiempos de preocupación social y alarma es mucho más susceptible para creer cualquier historia aparentemente verosímil. Y es que parece ser que el reenvío masivo guarda más relación con el contexto que con otras variables individuales como la personalidad, las emociones o el nivel cultural/formación académica.

Como podemos observar, el tema da para mucho y es interesante analizar y analizarnos en esta nueva controvertida era de la comunicación. Todo ello fue lo que impulsó a las periodistas Carla Pina y Cristina Martín a profundizar en las entrañas de uno de los comportamientos más dañinos de la época covid. Así, han publicado recientemente: «Fake News. Guía para sobrevivir a los bulos«.

Y este manual es importante para que todos sepamos lidiar con la desinformación, dominemos y gestionemos mejor lo que procesamos, podamos ser capaces de desenmascarar contenidos impostores y contrastar embustes con las mejores herramientas.

¿Hay esperanza?

Haciendo un poco spoiler del libro, y aunque el análisis que se realiza es complejo desde múltiples perspectivas, hay algunos tips muy básicos para combatir las noticias falsas:

  • En el periodismo: verificar siempre con fuentes fiables y de calidad. En este sentido, 20MINUTOS se compromete con la lucha contra la desinformación, y miembro de The Trust Projectcuenta regularmente con las verificaciones y desmentidos de Maldita.es
  • Respecto a las plataformas: más inversión en la lucha contra la desinformación, pueden hacerlo pero no lo hacen con suficiente interés porque ganan mucho dinero con la publicidad a través del elevado número de clics que atraen las mentiras.
  • En el ámbito político: más transparencia en la rendición de cuentas y menos eufemismos para calificar los hechos.
  • En la ciudadanía: es imprescindible una alfabetización mediática, enseñar en los centros a distinguir lo verdadero de lo falso desde la educación secundaria obligatoria.

 

Creadores de bulos: ¿Por qué se inventan información falsa?

Las redes sociales o aplicaciones como Whatsapp son un buen medio para conectarnos, divertirnos e incluso a veces informarnos, pero se han convertido en un magnífico caldo de cultivo para todos aquellos incendiarios que quieren sembrar el caos en momentos de alta susceptibilidad, como el contexto coronavirus en el que nos encontramos ahora.

Fotografía Pixabay Free License

Fotografía Pixabay Free License

Pirómanos de las redes sociales.

La creación de noticias falsas y perfiles de dudosa procedencia son desde hace tiempo habituales, pero durante la crisis del Covid19 y el confinamiento se han multiplicado notablemente. Pero, ¿quién es capaz de improvisar estos bulos?

El perfil psicológico de estas personas es exactamente igual al de un pirómano. Simplemente disfruta haciendo el mal.

Se sienten bien probando el alcance de algún contenido que ellos generan y comprobar las reacciones de los demás, que se viralice, que la difusión se encargue de convertir en real una invención suya, con el único objetivo de hacer daño, crear confusión y miedo.

Se nutren de ese pánico en situaciones caóticas y se aprovechan de éste para tener más éxito en la propagación de sus bulos, por supuesto, casi siempre desde el anonimato que propician las redes o un audio de whatsapp mismamente.

Este perfil también puede participar de un sistema de recompensa social.

Hay personas que, sin embargo, lo que buscan es que sus publicaciones tengan multitud de ‘likes, que se comparta un mensaje suyo y que su contenido llegue a mucha gente, buscando de alguna manera una ‘fama en redes’ (benditos influencers).

Según el nivel de maldad y alarma que originen, para ellos también puede ser un simple juego, una forma de entretenimiento, de divertimento personal para pasar el tiempo y matar su aburrimiento, aunque a veces no sean conscientes de la capacidad destructiva de sus bulos.

Es complicado asignar una motivación única a este tipo de perfiles porque varía en función del mensaje y tipo de contenido que hayan publicado. Habría que analizar caso por caso para estudiar en profundidad el porqué de estos impulsos, y esto resulta casi imposible por lo inaccesible de esta muestra, escondida en el anonimato.

El problema se ha vuelto tan grave que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha visto obligada a recopilar los mitos que van desmontando en su página web.

La población general tiene la tendencia en creer a todo aquello que ve ‘publicado’.

El periodismo tradicional, el noticiario básico, antes de toda esta revolución de las redes sociales era creíble y fidedigno. Jamás se nos hubiera ocurrido que una noticia publicada por los medios, por un periodista cualquiera, era falsa hace 15 años.

Ahora todo está mezclado e incluso algunos medios de comunicación recogen como noticia a los bulos que se propagan por redes sociales.

Por tanto, nosotros los lectores, ya no sabemos ni que creer, pero a su vez necesitamos información en momentos de desconcierto social, sobre todo si atañen a nuestra salud o a nuestra seguridad. El propio Gobierno nos lanza mensajes contradictorios, las fuentes oficiales lanzan también informaciones encontradas, que van cambiando, que anulan a las anteriores…

Pues claro, nos agarramos a ‘un clavo ardiendo’ para intentar darle sentido a todo esto, para intentar protegernos y actuar correctamente, para estar al tanto del desarrollo de la situación, para cuidar de nuestras familias.

Por eso difundimos, por eso creemos en cualquier cosa que nos llegue y que parezca medianamente coherente.

No debemos sentirnos ‘tontos’ por caer en la difusión de bulos. Los tontos son otros. Nosotros únicamente nos sentimos desprotegidos. Y con razón.

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*Fuente de consulta: Huffpost UK