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Análisis No Verbal del debate de Atresmedia: Sánchez y Rivera se sacan de quicio mutuamente

Tras el análisis no verbal del primer debate a cuatro celebrado en TVE, hoy podemos compararlo con el segundo y último debate electoral en Atresmedia antes del día 28 de abril.

Ayer destacaba en el post el desconcertante cambio de comportamiento en Pablo Iglesias, anoche no solo lo mantuvo sino que lo reforzó. Aumenta aún más su rol conciliador y moderador, de hecho, su corporalidad era pacificadora, incluso instaba al resto a calmar los ánimos y hablar con respeto, con palmas abiertas y gestos apaciguadores, yo no podía evitar relacionarlo con cierto halo religioso.

A mí me parece forzado, pero igualmente acertado. Gracias a la exposición pública de los candidatos podemos perfilar la personalidad con convicción y sabemos que la parte más innata de Iglesias tiende a una comunicación vehemente, enérgica y retadora. La echo en falta en un debate pero también tiene un efecto más adaptativo, es una estrategia correcta para transmitir ‘moderación’, una palabra mágica en política.

La contienda emocional más directa se producía claramente entre Sánchez y Rivera. Vimos a un Sánchez algo más combativo pero enfocado a Rivera. Cuando hablan entre ellos la intensidad de las expresiones faciales y de los gestos se disparan. Hay una afectación más a nivel personal incluso que política. No veo esa intensidad ni siquiera cuando Sánchez ataca a Casado, líder de su tradicional partido enemigo.

Sánchez y Rivera se sacan de quicio mutuamente, se descontrolan, las risas de Sánchez desvelan la ira profusa que siente ante las intervenciones del líder de Ciudadanos, le llega a mirar con asco, indicador de un rechazo profundo que supera la puramente relación laboral. Igualmente Rivera padece una incontinencia verbal y no verbal ante casi cualquier intervención del líder socialista, está mucho más nervioso y exaltado que en el primer debate.

A Pedro Sánchez le sigue faltando espontaneidad, lo tiene todo demasiado medido. Incurre en el error de leer en exceso, sobre todo cuando habla de propuestas y medidas que ha puesto en marcha en los meses de su propia legislatura. Sánchez apuesta por no arriesgar y es entendible dada la situación, pero realmente el ciudadano aprecia la naturalidad y valoramos o perdonamos más un error humano que una apariencia preparada.

Pablo Casado es el que más ha cambiado de estrategia, anoche despertó y creo que comunicacionalmente ha evolucionado para mejor, ha liderado los gestos ilustrativos, ha participado más que ayer y ha mantenido la compostura corporal, aunque ha colaborado en los momentos broncos, esta vez destaca sobre Rivera en sosiego y templanza. Su emocionalidad ha sido más coherente y aunque sonriente, iba variando su gestualidad según el tema y la situación. Mucho más cómodo, natural y fluido que en el anterior debate.

Aún con todo, un eufórico Rivera finaliza el debate con un gesto de triunfo y energía al encontrarse con su equipo de partido.

 

Análisis no verbal del debate electoral de TVE: el ‘desconcertante’ cambio de Pablo Iglesias

Anoche se celebraba el primer debate político a cuatro antes de las elecciones del 28 de abril, hoy podremos compararlo con el segundo. Tal y como apuntaba el propio Pedro Sánchez, en varias ocasiones durante el debate, ojalá tuviéramos un detector de mentiras y verdades para saber con certeza quién miente y cuándo.

Y yo respondería, todos y ninguno. El objetivo es segmentar la información y fijar el discurso en los datos que interesan a cada uno. Por esto, todos hablan con convicción soberana. Sin embargo, sí que podemos analizar actitudes y cambios en el comportamiento de cuatro perfiles muy expuestos y por tanto muy estudiados.

En cuanto a comunicación y proyección de alto impacto destacó sobre los demás Albert Rivera, con el rol más protagonista y combativo; hábil y ocurrente recriminaba y rebatía a cada oponente, atacaba y repartía para todos. Ha evolucionado notablemente en lo que a gestualidad se refiere, en anteriores debates se apreciaba descontrolado, nervioso y perdido, pero ha adquirido tablas y ahora brilla en la contienda política.

En esta ocasión, se muestra más sereno y abierto, repleto de gestos ilustradores que le benefician en credibilidad. Dos momentos destacados, la expresión facial de desprecio muy intenso al hablar de Echenique, llamativo; y un momento de cierre y agresividad al hablar de la situación de Cataluña, es el tema que más le afecta a nivel emocional y su cuerpo reacciona cerrando los puños con fuerza, acompañados de expresiones de asco que señalan el profundo rechazo que experimenta. La proyección en la comunicación ha sido muy espontánea durante todas sus intervenciones, salvo en el minuto final, demasiado teatral y artificial, ha roto su línea de comportamiento más natural y ha dejado un mal regusto postizo al final que no le beneficia.

 

Pablo Casado ha roto con el tono elevado que ha mantenido durante toda su campaña, intuyo que para compensar, y se ha mantenido en un plano más secundario, excesivamente moderado. Muy sereno y positivo, demasiado, ya que sonreía constantemente, hasta en los momentos en los que no correspondía. Se proyectaba extraña su emocionalidad.

Si bien es cierto, que de esta manera no arriesga, no le captamos expresiones negativas, ni ira, ni asco, ni desprecio hacia sus rivales de campaña, actitud que transmite positividad, optimismo, pero sobre todo, seguridad. Eso sí, le resta naturalidad ya que cae en la incoherencia entre situación-emoción, no es lógico que si nos recriminan o acusan justa o injustamente, la respuesta sea una sonrisa.

La palabra para describir la comunicación no verbal de Pablo Iglesias es la de ‘desconcertante’. Fue el gran ausente del debate, es el que más ha cambiado su gestualidad y conducta. Su evolución ha sido bastante insólita, recuerdo a un Pablo  muy ‘cañero’ a nivel comunicacional, con emociones intensas, gestualidad marcada y tono revolucionario, marca registrada Pablo Iglesias que ha desaparecido y se echa de menos. Anoche su conducta distaba mucho de esta imagen. Si bien, de esta manera, su mensaje calaría en otro sector de la población más indeciso con Podemos.

Por un lado, el tono de voz era muy bajo y a un ritmo muy pausado, estaba sereno, defendía los mensajes con calma y tranquilidad. Este rol mediador y conciliador puede ser un papel muy positivo pero choca con la parte más innata de la personalidad de Iglesias, con su esencia, con la parte a la que estamos acostumbrados de él y llegaba y revolucionaba al votante, traspasaba la pantalla; el cambio es abrumador e inquieta al espectador. Llamativo también el gesto de la mano en el bolsillo, casi desde el principio hasta el final de su aparición, un gesto de proyección complicada, ya que no se puede interpretar de otra forma que con desidia, indiferencia y estado emocional apocado.

Realmente no le conviene perder su fuerza y energía, la imagen proyectada es derrotista, desinflada, y cansada. Sí que se mantiene fiel al ceño fruncido constante, fruto de la ira pero también de la concentración y el esfuerzo mental visible. Sorprende las numerosas referencias a la Constitución, ha abusado demasiado de este recurso que hubiera estado correcto como única vez, como una herramienta más, pero cayó en el exceso, pareciera que no tuviera más argumentario.

Pedro Sánchez estuvo repetitivo y poco fluido en el discurso verbal, se mantuvo solemne, muy presidencial, sin entrar, en general, en confrontaciones directas ni respuestas comprometidas. La ira y la represión emocional se aprecian en la tensión de la mandíbula, la apretaba sin parar cuando hablaba Pablo Casado y sus gráficas de datos. Sus intervenciones estaban demasiado encorsetadas en la preparación previa, no seguía el flujo de toma y daca propio de un debate electoral, prácticamente cayó en el mitin sin más.

El momento de más intensidad emocional de Sánchez fue su expresión emocional de asco hacia el líder de Ciudadanos, al confesar que se sentía muy decepcionado con él. Realmente lo sentía, su rostro se tornó en una gran mueca de desprecio, mirada de medio lado e ira. Profundo rechazo hacia Rivera y, efectivamente, gran decepción y enfado hacia él.

Esta noche podremos comparar, solo espero que se ‘suelten’ más y dejen de lado la férrea imagen de control y preparación excesiva. Naturalidad ante todo.

¿Y a vosotros? ¿Qué os pareció el debate? ¿Algún claro ganador o perdedor?

 

Qué hay tras los lemas políticos de la campaña electoral del 28-A

Los principales formaciones políticas ya van comunicando a través de sus eslóganes su imagen y posicionamiento ante la nueva campaña electoral que acontece este año 2019. Lo vimos en las pasadas elecciones, todo transmite, nada se improvisa, cada movimiento está bien estudiado para analizar al detalle el impacto visual del partido.

Es destacable este año la gran diferencia entre los dos gigantes electorales, PP – PSOE.

El lema del partido socialista es: «Haz que pase«. Es una frase breve pero potente ya que incita a la acción a través del verbo, además lo conforma en imperativo, realmente es una orden a la movilización, que traspasa la responsabilidad a la ciudadanía. Se trata de una instrucción muy americana, las palabras «make it happen«, son muy utilizadas en EE.UU para identificar diferentes marcas publicitarias y movimientos reivindicativos.

Por tanto, para Pedro Sánchez mantienen este estilo americano ‘a lo Obama’ que ya utilizaron en la campaña anterior , en el que utilizaban ese halo vintage de los anuncios publicitarios americanos de los años 40 y 50 para los carteles electorales. El problema y la controversia generada con la frase ‘Haz que pase’ es que efectivamente en inglés queda muy bien pero en español tiene un doble sentido (que pase y quede atrás). Algo que han aprovechado el resto de formaciones políticas en redes sociales para destacar esta segunda lectura.

Totalmente contraria ha sido la apuesta del Partido Popular, su lema es: «Valor seguro«. Siguen asociando el partido a una imagen conservadora, sin cambios, nada trasgresora, no quieren renovarse o modernizarse. El eslogan es coherente con los colores corporativos, traje y corbata, sonrisa política… Su intención así es la de dirigirse a su público ‘de siempre’, arraigado en sus tradiciones, sin pretensiones de parecer algo que no son (al menos eso hay que reconocérselo), son fieles al argumento de ‘seguridad‘ que pueden aportar por ‘sus tablas’ en estos menesteres de gobernar un país. Claramente, buscan hacer patente la certidumbre que para los electores supone votar a la formación de Pablo Casado frente a otras opciones.

 

A pesar de las sonrisas, Pedro Sánchez no está contento con las elecciones

El rey de las sonrisas del panorama político siempre ha sido Pedro Sánchez, sonrisas además bien ejecutadas, de esas sonrisas bonitas y creíbles. Pero como ya sabemos, las sonrisas nunca son aisladas y se interpretan en un contexto, que en el caso de anunciar las elecciones, no fue muy positivo.

El actual presidente del Gobierno intentó gestionar las emociones positivas para transmitir optimismo y confianza y no parecer alterado o enfadado. Pero es difícil. Finalmente cuando se relajó se filtraron emociones que no iban en consonancia con la auténtica expresión sincera de la alegría.

Lo que más destaca es la represión emocional, el control más absoluto de su lenguaje corporal; visible por la presión continua en su mandíbula y labios, los aprieta con fuerza casi a lo largo de toda su intervención, lo cuál proyecta tensión y contención.

Tal y como detecta mi compañero y amigo José Luis Martín Ovejero en su blog, hay tres momentos de intensidad emocional muy negativa: Ira, cuando anuncia la fecha de las elecciones. Tristeza, cuando habla del bloqueo de sus presupuestos y desprecio cuando dice que «vivimos en un país en el que cabemos todos».

Podréis observar cómo a veces las sonrisas son solo un decorado de nuestro estado emocional, y por más que intentemos que sea nuestra carta de presentación, es difícil mantener el control en una situación de alto impacto emocional.

¿Qué siente Pedro Sánchez ante la concentración de la plaza Colón?

Con el lema «Por una España unida, ¡elecciones ya!«, Madrid acogió este domingo una manifestación convocada por el PP y Ciudadanos (y con el apoyo de Vox) contra el Gobierno de Pedro Sánchez para rechazar la negociación con los partidos independentistas catalanes. Mientras tanto, Pedro Sánchez acudía a un acto de su partido en Santander.

En un momento de su intervención, hizo alusión a la concentración de Colón: «Como presidente del gobierno, faltaría más, respeto la concentración, pero también digo que están haciendo una concentración en contra de una persona, de mi persona». Obviando la egocéntrica afirmación, continúa lamentándose por la falta de consenso para aprobar los presupuestos de su Gobierno por parte de los independentistas y de «las derechas que se manifiestan hoy en la plaza de Colón«.

Justo en ese instante, captamos esta microexpresión mixta de asco y desprecio, contracción nasolabial y elevación unilateral de las comisuras de la boca. Es una expresión fugaz pero intensa, que indica indignación, falta de respeto, fuerte rechazo y aversión al objeto del mensaje verbal asociado. Es una emoción que implica, en mayor o menor medida, cierta superioridad moral o intelectual, se trata de un gesto de humillación a través del que una persona trata a otra con actitud de altivez y soberbia.

Pedro Sánchez. Microexpresión captada en el minuto 15.54 del vídeo adjunto.

Aquí la secuencia completa de su intervención:

El insólito gesto de Pedro Sánchez cuando le preguntaron por su tesis

Continuamos con los polémicos másters y tesis de los políticos, tras el caso de Cifuentes, Casado, Montón, ahora llega el turno de nuestro actual presidente de Gobierno. Pedro Sánchez se exponía ayer en el Congreso de los Diputados y Abert Rivera supo aprovechar el momento para preguntarle directamente por su tesis doctoral. Fue un momento visual impactante, no solo mi amigo y experto en comunicación no verbal J.L Martín Ovejero lo detectó y me envió el fotograma con asombro, también vi diferentes reacciones en redes sociales a este instante que no pasó desapercibido por la llamativa actitud de Sánchez.

Tal y como comentamos siempre en este blog, lo más importante para analizar patrones fiables de comportamiento es detectar cambios, es la palabra clave. Si vemos la secuencia completa, Sánchez reacciona dinámico a las acusaciones de la oposición en otros temas, gesticula bastante, con movimientos de apertura, habla alto, firme y seguro, todo ello forma parte de su línea basal de corporalidad. Nos extraña mucho cuando ante un estímulo (una pregunta de gran impacto emocional) se paraliza, su lenguaje corporal queda totalmente inmóvil, encorva la espalda, baja la cabeza y la mirada, entrelaza las manos y aprieta fuertemente la mandíbula.

Es un fotograma de ese justo momento bastante elocuente y, sobre todo, una reacción muy poco habitual en Sánchez. Como sabemos los gestos no son universales y hay emociones sociales que son únicas de interpretación, todo depende del estímulo y el contexto. Frecuentemente se asocia esta secuencia de gestos a las emociones de culpa y vergüenza, ¿significa que no hizo la tesis? ¿que miente? solo él lo sabe y solo las pruebas lo demostrarán. Lo que sí puedo afirmar con seguridad es que este tema de la tesis le provoca intimidación, incomodidad y un cambio impresionante en su línea base de comportamiento.

¿Qué nos dicen las manos de Pedro Sánchez? #LenguajeCorporal

Un tuit de Moncloa sobre las manos de Sánchez causa revuelo en las redes. Sí, la comunicación no verbal trasciende cada vez más, y os confieso que me encanta. La psicología emocional y del comportamiento está adquiriendo una relevancia insospechada, ya la merecía. Nos damos cuenta, cada vez más, de que nuestros movimientos y sentimientos expresados influyen y mucho; y esto hay que mimarlo, sobre todo, en el mundo de la política, dónde la imagen de un líder gana o pierde votos para el partido. Ahora bien, es necesario canalizar adecuadamente esta energía para que funcione.

En mi opinión, está genial que los líderes políticos se sometan a sesiones de coaching y entrenen sus habilidades de comunicación, pero bien enfocado. Hay dos formas de entrenar el lenguaje corporal: una es forzando gestos que signifiquen ‘x’, por ejemplo: hay que mostrar las palmas de las manos para proyectar credibilidad y falta de intenciones ocultas; En definitiva, hacerlo a propósito y controlar la gestualidad para aparentar lo que queremos que los ciudadanos piensen de nosotros. Otra forma, la ideal, es convencer y comprometer al político con sus ideas, que crea en sus propuestas, que defienda realmente sus posturas, que sienta lo que dice, de ese modo no hay que posar, los gestos emocionales positivos nacerán de un modo espontáneo y ahí es cuando la proyección será exitosa.

Esas manos, por sí solas, no quieren decir nada, no muestran determinación, son solo gestos sin palabras asociadas, no hay gestos buenos o malos por sí solos. Yo puedo poner la postura manual de cualquiera de esas fotografías diciendo que voy a aniquilar al planeta tierra. Siempre es necesario el contexto y comprobar si los gestos con las manos son coherentes con la expresión emocional del rostro, por ejemplo, y con el mensaje verbal. Entonces, es cuando se puede valorar un significado.

Ese tuit me resulta excéntrico y superfical, creo que no es necesario destacar los buenos gestos que hace una persona, si los hace, no hay duda de que esto se transmitirá al resto de observadores de forma natural. Desde luego la comunicación y apariencia de Pedro Sánchez han dado un giro brutal, a lo Obama, y está muy bien, va por buen camino, Obama es todo un referente en comunicación, pero hay que dejar que el lenguaje corporal fluya y contagie de emociones a los demás sin traspasar la barrera de lo robótico.

Pero ésta es solo mi opinión… ¿qué pensáis vosotros? 🙂

Moción de censura: Enfrentamiento no verbal Sánchez vs. Rajoy

Fotografia Carlos Serrano

Fotografia Carlos Serrano

Hoy se ha celebrado la moción de censura impulsada por Pedro Sánchez para acabar con el Gobierno de Rajoy. El líder socialista entra al hemiciclo triunfante, orgulloso ante los aplausos de sus compañeros. Rajoy llega con aparente tranquilidad y seguridad.

Siempre he comentado que Mariano Rajoy no es muy ducho en esto de la comunicación, el arte de la palabra y la expresión en público, gana mucho en el cara a cara pero pierde la habilidad en los debates numerosos o en sus comparecencias públicas. Si bien es cierto, que cuando la situación recobra importancia inminente, el líder Popular se crece ante la adversidad. Mantiene la serenidad dialéctica y domina su oratoria.

Hemos visto como incluso manejaba con éxito la técnica de los silencios para enfatizar las ideas principales de su mensaje, estrategia complicada y que bien utilizada da mucha fuerza a las ideas expresadas, la ha activado en el momento más importante, haciendo referencia al proceso de los ERE de Andalucía, su mayor baza para contraatacar la moción del PSOE por corrupción.

En las réplicas de Pedro Sánchez hay mucha energía, gestos ilustradores y dinamismo, está muy comprometido con su decisión, pero también nos encontramos mucha ira, expresiones muy intensas de ceño fruncido, mandíbula tensa y dedos acusadores, además de las microexpresiones de asco y desprecio constantes al hablar del gobierno del PP (rechazo profundo y superioridad moral). Toda la carga emocinal es proyectada contra Rajoy. En mi opinión, se ha focalizado bastante hacia su persona de forma exclusiva y agresiva, el momento álgido ha sido la pregunta directa al presidente del Gobierno instándole a dimitir, Mariano Rajoy le sostenía la mirada, no ha eludido el golpe, pero lo ha encajado con una ‘cara de póquer’ fascinante, no ha realizado ni la más mínima microexpresión, el control ha sido máximo en un momento de alto impacto emocional.

A menudo, Rajoy y Sánchez se han mostrado jocosos, despertando risas en un claro intento de ridiculizar al adversario; una estrategia típica en política pero efectiva a los ojos de los espectadores, que perciben la dominancia/debilidad de quién la emite/la recibe, aunque por otro lado y en exceso, puede dar la sensación de que ambos banalizan una situación importante para la ciudadanía.

El resto de miembros políticos allí presentes observaban la moción con expectación y sorpresa, el momento más interesante es cuando Pedro Sánchez anima a Mariano Rajoy a dimitir para ahorrarse este proceso, el rostro de asombro genuino de los presentes no deja lugar a dudas de que les pilló del todo desprevenidos.

Un detalle reseñable: Parece ser que Pedro Sánchez no tiene muy claro su triunfo en la Moción, puesto que habla de ello en presente pero a veces en pasado condicional, dándola por perdida: «esta moción podría haber salido adelante», «puede que mi apoyo no sea absoluto pero sí grande», etc. Estos lapsus dan cuenta de su inseguridad.

Rajoy y Sánchez: lo que se ve y lo que no se ve, que también cuenta

Se produce el primer encuentro de esta legislatura entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, que se reunieron ayer en Moncloa durante más de dos horas. El líder del PP ha salido a recibir al secretario general del PSOE en las escalinatas del palacio, donde los dos han posado sonrientes ante los medios de comunicación y se han estrechado la mano mientras intercambiaban unas palabras.

Esta reunión nada ha tenido que ver con el ya viral ‘no saludo’ entre ambos mandatarios. En esta ocasión, el saludo y las sonrisas reflejo de un verdadero estado positivo y sintonía entre ambos son bien reales. Si vemos, en este apretón de manos hay horizontalidad, no hay dominancia ni sumisión, desprende igualdad, conexión de tú a tú, entendimiento. Podemos observar cómo hay un contacto visual directo, acompañado de una sonrisa social y rostro amable.

Sorprende la armonía no verbal que se desprenden de las imágenes. El único gesto que revela cierta ansiedad es el que realiza Rajoy en su breve conversación con Sánchez, se frota las manos, en un gesto automanipulador que denota impaciencia, ganas de iniciar algo, en este caso, se entiende que la conversación pendiente.

Y tan importante es valorar lo que se ve como lo que no se ve. Podemos ver gestos ausentes que dicen mucho. Justo en mi último post, os enseñaba un sencillo truco para detectar la hostilidad en personas que pretenden ocultarlo.

Esta señal es la de apretar la mandíbula, que por cierto, me viene genial como ejemplo señalar a Pedro Sánchez como un habitual de este gesto. En los momentos en los que tiene que afrontar una situación difícil, está tenso o incómodo siempre aprieta la mandíbula de forma muy visible. En esta ocasión no lo hace en ningún momento. Ambos están relajados, tranquilos y afables realmente. Su postura también es fluida, coherente y con un perfecto rapport.

[Off the record: No dejan de sorprenderme estas reacciones emocionales calmadas, distendidas, positivas… después de todo lo que éstos y otros se han llamado y han pasado… Hemos analizado momentos muy duros protagonizados por ambos y parece que ahora todo queda atrás… ¿qué capacidad de reponerse no?]

 

 

Las insólitas emociones de Susana Díaz en su discurso tras la derrota

La candidata socialista, Susana Díaz, no convenció. En los debates Pedro Sánchez se crecía, y tras las tablas adquiridas en las elecciones generales, su comunicación no verbal fue mucho más natural, coherente, preparada sin artificio, conectando con el público a través de su mirada y expresiones faciales. Esto (supongo) no ha sido una variable determinante pero ya sabemos, todo cuenta.

Han sido muy elocuentes las reacciones de Susana Díaz durante la primera aparición pública tras conocerse los resultados de las Primarias del PSOE. En primer lugar, llama la atención que no nombre en ningún momento a Pedro Sánchez, evita referirse a él, eludiendo así, por tanto, cualquier vinculación o deferencia hacia su persona, se distancia totalmente del ganador, lo cuál sugiere un gran impacto emocional, para bien o para mal (por el resto de canales expresivos, debemos entender que para mal), pero desde luego no le resulta indiferente.

Su gestualidad, intensidad en su discurso y movimientos descienden notablemente en referencia a su línea base de comportamiento. Está totalmente abatida, bloqueada, lo que infiere que realmente sí ha sido una sorpresa para ella, y no esperaba un resultado tan desfavorable para ella.

Mi colega de profesión y amigo, Francisco Campos Maya, ha captado dos microexpresiones genuinas de Susana Díaz en esta comparecencia. Esta primera de intensa y profunda TRISTEZA, ejecutada en el momento en el que agradece la participación de los afiliados en estas Primarias. Como bien apunta el experto, «Es interesante fijarse en la elevación de barbilla, acción que corresponde con el «puchero«, que podemos observar en las niñas y en los niños más pequeños cuando están tristes.»

Esta segunda imagen correspondería con una expresión mixta entre la emoción de ASCO e IRA, justo cuando habla de la enhorabuena que ha trasladado a su principal rival, Pedro Sánchez (aunque no le nombra).