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El pesado poder del arrepentimiento

Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse
-Nicolás Maquiavelo
No hay palabras más tristes del habla o la pluma que “pudo haber sido”
-Greenleaf Whittier

Os confieso que he quedado fascinada al profundizar sobre esta emoción. El arrepentimiento. ¿Qué es? ¿Realmente es útil? ¿Es una emoción aprendida? ¿Está modulada por la educación? ¿Por la religión?

El arrepentimiento es un sentimiento que genera pesar por algo que se ha hecho, dicho o dejado de hacer. Se asocia a un cambio de opinión, a la elección de una decisión o a dejar de ser consecuente con un determinado compromiso, normalmente generado por la moralidad de cada uno.

Sí, está muy condicionada por la religión, solo tenéis que poner la palabra ‘arrepentimiento’ o ‘culpa’ en un buscador de internet para comprobarlo, además de la definición aparecen páginas como ‘apartarse del pecado – perdón de Dios’, versículos bíblicos sobre el arrepentimiento, etc. Ahí lo dejo.

Pero sí que tengo claro que no es una emoción del todo inútil, cuando está bien enfocada, pero en muchas ocasiones no nos aporta nada constructivo, como todo en la vida, depende. En un ejemplo muy básico, nos podemos plantear el objetivo de perder peso y cuidar nuestra dieta, en un momento dado, podemos ‘caer en la tentación’ y comernos un dulce super calórico que no deberíamos, en el momento nos aporta bienestar, después sentimos culpa y arrepentimiento, esta sensación de culpa puede reconducirnos de nuevo para fijar y remarcar nuestro objetivo principal y hacer que éste se cumpla. Bien, entonces el arrepentimiento ha sido útil.

Pero en ocasiones, el arrepentimiento puede convertirse en una auténtica carga emocional, tan pesada que puede interferir negativamente en nuestro bienestar personal, en las relaciones con nuestro entorno o en la propia evolución de nuetra vida/trabajo. Hay autores como Wayne Dyer que describen el arrepentimiento como una emoción inútil:  “la culpabilidad quiere decir que despilfarras tus momentos presentes al estar inmovilizado a causa de un comportamiento pasado”.

Totalmente de acuerdo, ¿por qué lamentar algo que no puedes cambiar? Pero es que además, no solo existe el arrepentimiento como una emoción retrospectiva; también se genera al mirar hacia adelante y puede ser una emoción terriblemente poderosa que afecta a nuestro comportamiento aquí y ahora. Esto se debe a que también tenemos el poder de anticipar el arrepentimiento en el futuro, a lo que naturalmente intentamos evitar. El remordimiento nos coarta la libertad en la planificación de nuestro futuro, porque ese pensamiento sigue actuando en función de nuestra experiencia pasada.

Lo realmente inquietante es que algunos psicólogos argumentan que el arrepentimiento anticipado puede ser aún más fuerte que el arrepentimiento real que sentiríamos si nuestras decisiones no funcionaran. El arrepentimiento anticipado es una emoción tan poderosa que puede hacer que evitemos riesgos, disminuyamos nuestras expectativas, nos guiemos hacia lo que tengamos ‘seguro’ y nos alejemos de experiencias nuevas e interesantes.

Anticipamos más arrepentimiento cuando vamos contra corriente, cuando tomamos decisiones nosotros mismos, en lugar de dejar que las fichas del juego caigan como deberían. ¿Y todo para qué? ¿Para que podamos evitar algo que no será tan malo de todos modos y que no suceda? Después de todo, el pasado se ha ido pero todavía tenemos la oportunidad de moldear el futuro.

Uno de los hallazgos más replicados en las investigaciones sobre el pensamiento contrafactual (construcción mental de alternativas a hechos pasados o futuros) es que la gente lamenta más los resultados negativos derivados de acciones realizadas que iguales resultados negativos debidos a no realizar ninguna acción. Sin embargo, cuando se investiga directamente el arrepentimiento y se pregunta a la gente de qué se arrepienten más en la vida, la tendencia unánime es la de lamentar las cosas que no hicieron. Aunque parece contradictorio, la realidad es que se pueden entender estos dos fenómenos si apreciamos que existe un patrón temporal en el arrepentimiento, de manera que a corto plazo lamentamos las acciones mientras que a largo plazo nos arrepentimos de las omisiones.

Thomas Gilovich, de la Universidad de Cornell es uno de los autores que más ha estudiado el arrepentimiento, tras sus investigaciones afirmaba que un 75% de la gente se arrepentía de no haber hecho algo y un 25% de haberlo hecho. Las tres cosas que más lamentaba la gente eran no haber estudiado lo suficiente, no haber aprovechado una oportunidad importante, y no haber pasado el tiempo suficiente con los amigos y la familia. Por el contrario, los que se arrepentían de hacer mencionaban cosas como elegir mal la carrera, casarse con alguien a quien no amaba o tener un hijo en el momento menos oportuno de su vida.

Conclusión, todas las emociones, buenas y malas, son útiles en cierta medida, nos ayudan a integrarnos en el grupo y adaptarnos a un mundo inevitablemente social. Un individuo que no muestre arrepentimiento después de una acción que ha perjudicado a otros miembros del grupo sufrirá rechazo. Por contra, el que repare las consecuencias de su acción, movido por el arrepentimiento, volverá a ser tenido en cuenta como compañero o colaborador, y será integrado. El arrepentimiento también puede dar lugar al agradecimiento, otra emoción que favorece la integración grupal.

Pero no te bloquees, ten en cuenta los resultados de la investigación, es mucho mejor arrepentirse de las acciones que de las omisiones, al menos al final de tu vida así lo verás; ten en cuenta las palabras del escritor Max Lucado: “Haz el esfuerzo. Invierte el tiempo. Escribe la carta. Discúlpate. Haz el viaje. Compra el regalo. Hazlo. Aprovechar la oportunidad te hará más feliz. Perderla hará que te arrepientas

 

 

*Fuente: Pablo Malo – Psicología del Arrepentimiento