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El rasgo que predice la conducta criminal

Los delitos violentos y no violentos están influenciados por factores biológicos, psicológicos y sociales, pero la mayoría de las investigaciones criminológicas, hasta ahora, se han centrado en las influencias sociales abandonando la fisiología.

Además los experimentos realizados al respecto suelen realizarse en poblaciones masculinas y en contextos no representativos. Las tasas más altas de violencia grave ocurren en América Latina y el Caribe, pero los estudios de violencia son casi inexistentes en esas regiones.

Hasta que un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge abordaron el asunto con un análisis longitudinal en una ciudad pobre (‘Pelotas’) de un estado relativamente rico al sur de Brasil, los ciudadanos de esta región convivían con una tasa de homicidios de 18,9 por 100.000 habitantes, casi 20 veces más que en Inglaterra por ejemplo. El nuevo estudio también incluyó a mujeres, mientras que las investigaciones anteriores se centraron sólo en los hombres.

La hipótesis inicial del experimento era la de relacionar una baja frecuencia cardíaca en estado de reposo con la conducta violenta de hombres y mujeres. Ya había precedentes, tres estudios previos en el Reino Unido y Suecia ya sugerían que los hombres violentos tienen bajas frecuencias cardíacas en reposo.

La investigación de tipo longitudinal midió el ritmo cardíaco en reposo (latidos del corazón por minuto después de mantenerse sentados por 10 minutos) de 3000 niños y niñas cuando tenían 11, 15 y 18 años de edad. En la fase final del experimento, cuando tenían 18 años de edad, se les aplicaron una serie de cuestionarios y se revisó su historial delictivo para conocer si habían cometido crímenes violentos: robos, uso de armas, asesinatos, secuestros, abuso sexual o si habían amenazado violentamente a otras personas.

Las conclusiones fueron claras y estadísticamente significativas: La baja frecuencia cardíaca en reposo predijo el delito violento y no violento durante la adolescencia para los hombres, y se asoció simultáneamente con el delito a los 18 años para las mujeres.

Los autores del estudio plantean dos teorías que podrían explicar este curioso fenómeno. Por un lado, la frecuencia cardíaca baja en reposo refleja la baja excitación del Sistema Nervioso Autónomo, este es un estado fisiológico desagradable que causa un comportamiento de búsqueda estimulante, incluido el comportamiento antisocial.

Por otro lado, la frecuencia cardíaca baja en reposo es un signo de intrepidez. Las personas con bajo ritmo cardíaco no experimentan el miedo con la misma intensidad que las personas con un ritmo cardíaco más elevado. Los niños que carecen de miedo pueden ser más propensos a cometer actos antisociales porque no les preocupan las posibles consecuencias, tales como la advertencia o el castigo de un padre o maestro.

Es sorprendente que una característica física personal como la frecuencia cardíaca en reposo pueda tener un vínculo tan claro con el comportamiento violento tanto para hombres como para mujeres, más allá de influencias sociales como la pobreza, la desigualdad, el narcotráfico y los sistemas de justicia corrupta.

Si alguien quiere conocer más sobre la metodología, resultados y conclusiones de este estudio al completo sólo tiene que pinchar aquí.

¿Detestas ruborizarte con facilidad? Quizás cambies de idea…

verguenzaQué fastidio cuando nos ponemos rojos, y además nos lo dicen. La situación empeora entonces, porque más bochorno nos da y más rojos nos ponemos. El solo hecho de que nos adviertan que estamos sonrojándonos, aunque esto no sea cierto, ya es suficiente para provocarnos esta reacción fisiológica, según las últimas investigaciones.

El rubor facial es un indicador no verbal de que la persona está experimentando la emoción de pudor o vergüenza intensa en presencia normalmente de otras personas. Percibimos cierta incomodidad y temor a hacer el ridículo y nuestro sistema nervioso simpático se hiperactiva, el ritmo cardíaco se acelera y el calor invade nuestro rostro. También está asociado a ciertos niveles de sorpresa, ira, alegría y excitación sexual.

Para algunas personas es ciertamente un problema grave y desarrollan una conducta fóbica (eritrofobia) que les impide relacionarse con facilidad y condicionan sus vidas por miedo a la ansiedad que les produce ruborizarse. Tal es el grado de terror ante esta situación que muchos se deciden por una intervención quirúrgica para evitarlo, mediante la simpatectomía endoscópica torácica (¡ahí es nada!), normalmente utilizada también para paliar la hiperhidrosis (exceso de sudoración).

Lo que quizás no sepan estos sufridores es que sonrojarse tiene ciertas ventajas sociales, concretamente en cómo nos perciben los demás cuando lo hacemos. Y es que este enrojecimiento tiene tres características que lo hacen especial: no lo podemos controlar, es imposible de fingir y es una característica únicamente humana; no hay animal en el mundo que se sonroje cuando sienta pudor.

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