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¿Cuántas emociones podemos expresar con nuestro rostro?

Es una pregunta que siempre ha inquietado a los más ilustres pensadores. Haciendo un breve repaso histórico, ya Aristóteles en el siglo IV a.C se preocupó por estudiar las expresiones emocionales en el rostro y afirmó que existían 14: ira, calma, amistad, enemistad, miedo, confianza, vergüenza, desvergüenza, indignación, envidia, emulación, desprecio y tristeza.

Esta clasificación no convenció a Duchenne, que en el siglo XIX decidió experimentar (de un modo bastante cruento) el movimiento de los músculos faciales a través de corrientes eléctricas para detectar las diferentes posibilidades que dibujaban las acciones musculares del rostro. Documentó con fotografías un recopilatorio de gestos que ya entonces denominaba un lenguaje universal e inmutable.

Charles Darwin continuó con su legado, estudiando las expresiones faciales en los animales y en el hombre, comprobando su capacidad para comunicar emociones a través del lenguaje corporal como propiedad evolutiva y de supervivencia. Llegando ya a la época actual, Paul Ekman fue quién reafirmó, a través de un minucioso estudio, la teoría de la universalidad de las 6 emociones básicas que detectó Darwin: alegría, ira, miedo, tristeza, sorpresa y asco. De naturaleza genética y universal.

Recientemente, en el año 2014, investigadores de la Universidad de Ohio (EE.UU) han conseguido identificar hasta 21 expresiones faciales en el rostro humano (pincha aquí para acceder al estudio original). Los científicos han partido de las 6 expresiones básicas (antes mencionadas) para crear otras 15 expresiones compuestas como ‘felizmente sorprendido’ o ‘tristemente enfadado’.

Imágenes de muestra de las 22 categorías en la base de datos: ( A ) neutral, ( B ) feliz, ( C ) triste, ( D ) temerosa, ( E ) enojada, ( F ) sorprendida, ( G ) disgustada, ( H ) felizmente sorprendida , ( I ) felizmente disgustado, ( J ) tristemente temeroso, ( K ) tristemente enfadado, ( L ) tristemente sorprendido, ( M ) tristemente disgustado, ( N ) terriblemente enfadado, ( O ) terriblemente sorprendido, ( P ) temerosamente disgustado, Q ) enojado sorprendido, ( R) enojado, disgustado, ( S ) asqueado sorprendido, ( T ) horrorizado, ( U ) odio, y ( V ) atemorizado.

Imágenes de muestra de las 22 categorías en la base de datos: ( A ) neutral, ( B ) feliz, ( C ) triste, ( D ) temerosa, ( E ) enojada, ( F ) sorprendida, ( G ) disgustada, ( H ) felizmente sorprendida , ( I ) felizmente disgustado, ( J ) tristemente temeroso, ( K ) tristemente enfadado, ( L ) tristemente sorprendido, ( M ) tristemente disgustado, ( N ) terriblemente enfadado, ( O ) terriblemente sorprendido, ( P ) temerosamente disgustado, Q ) enojado sorprendido, ( R) enojado, disgustado, ( S ) asqueado sorprendido, ( T ) horrorizado, ( U ) odio, y ( V ) atemorizado.

Cada una de ellas, utiliza una combinación única de músculos, reflejando una gama de emociones mucho más amplia de lo que se pensaba. Para ello, utilizaron un modelo computacional de la percepción de la cara que identificó las seis expresiones básicas con el 96,9% de precisión y las 15 expresiones compuestas con 76,9% de exactitud.

 

* Referencia bibliográfica:

Shichuan Du, Yong Tao, and Aleix M. Martinez. “Compound facial expressions of emotion”. Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), 31 de marzo, 2014.

 

El pueblo donde la sonrisa no es señal de alegría

Asumimos que hay expresiones faciales de emociones básicas que son genéticas y universales. Los estudios de Paul Ekman y David Matsumoto (entre otros muchos posteriormente) lo han demostrado. La alegría, la ira, la tristeza, el asco, el miedo y la sorpresa se filtran a través de nuestro rostro de idéntica forma aquí o en Pekín, independientemente del género, raza, cultura, o edad.

Las dos pruebas que son más demostativas de ello son las investigaciones realizadas con personas ciegas de nacimiento y con las imágenes de bebés aún en el vientre materno, en ambos casos no pueden aprender las expresiones por imitación, y sin embargo mostraban configuraciones faciales idénticas de las emociones antes mencionadas que el resto de personas.

Aunque según los estudios de los últimos años puede que alguna herencia cultural haya modificado esta genética de las expresiones emocionales y su significado universal. Las Islas Trobriand están en Papúa Nueva Guinea y sus habitantes no conocen la electricidad ni el agua corriente, viven de un modo muy rudimentario y se alimentan de lo que les da la tierra y el mar. Se trata de una cultura muy particular a todos los niveles, lo cuál llamó la atención del psicólogo Carlos Crivelli y del antropólogo Sergio Jarillo, del Museo de Historia Natural de Nueva York, quienes quisieron comprobar si en esta población apartada de la civilización y con sus propias reglas, expresarían y reconocerían las emociones de igual forma que el resto de las culturas.

Les mostraron a 68 niños y adolescentes de las islas seis fotografías con las expresiones faciales prototípicas de alegría, tristeza, enfado, miedo y asco, más un rostro neutro. Hicieron lo mismo con 113 jóvenes de la ciudad de Madrid. Resultó que en Trobriand, solo el 58% de los chicos asoció la sonrisa a la alegría. El 46% acertó con la tristeza. El 31%, con el miedo. El 25%, con el asco. Y solo el 7% vinculó un rostro con el ceño fruncido al enfado. En Matemo, una isla perdida de Mozambique, los investigadores obtuvieron resultados similares. En Madrid, los participantes agruparon todas las emociones básicas con sus supuestas expresiones faciales universales con un éxito que rondaba el 100%.

Parece ser que en esta cultura en concreto asocian más la sonrisa con el atractivo que con la felicidad, pero también muestran dificultades a la hora de asociar el resto de emociones básicas, especialmente la ira, habrá que profundizar ahora el porqué de estos resultados, qué significan para ellos esas caras, cuándo las expresan, si es que tuvieron problemas para reconocer los rostros, confusión o simplemente, para ellos, estas emociones se expresan de otras formas. Los porcentajes de reconocimiento no dejan de ser curiosos y solo despiertan la inquietud por seguir conociendo más de esta extravagante cultura.

 

El robot que transmite sentimientos acaba de ‘nacer’

La Universidad de Osaka se encuentra a la vanguardia de los avances en robótica. Los investigadores son muy conscientes de la importancia del comportamiento no verbal a la hora de recrear la comunicación humana, esto se ha convertido en su mayor reto. Ya en el año 2011 realizaron la primera publicación sobre unos modelos de cabezas robótizadas capaces de simular las expresiones emocionales básicas en el rostro (alegría, miedo, ira, tristeza, sorpresa y asco). Ahora en 2018 vuelven a realizar una revisión de la primera versión y el resultado es sorprendente (pincha aquí para acceder al estudio completo).

La reciente actualización hace que sus expresiones sean más infantiles y puedan transmitir sentimientos de manera efectiva. Por lo tanto, tienen una gama más alta y más profunda de emociones que pueden conducir a una mejor interacción con los humanos.

Los estudios fueron exhaustivos en la investigación de las expresiones faciales de Affeto (así se llama el ‘muñeco’ en cuestión). Para marcar las expresiones tomaron como referencia hasta 116 puntos faciales diferentes de un modo tridimensional, estudiando la deformación y contorsión facial para que el movimiento fuera más preciso. Finalmente, midieron estos movimientos a través de un modelo matemático para cuantificar los datos en patrones de movimiento.

La versión actual de esta cara de robot infantil se crea con el objetivo de mostrar las expresiones de un niño de uno a dos años. Se está utilizando para estudiar las primeras etapas del desarrollo humano en el contexto social.

Como comentamos, la recreación de este rostro se reveló por primera vez en 2011. Sin embargo, éstos no tenían una apariencia realista de la cara de un niño, por lo que afectó enormemente a la interacción. En muchos casos, las personas no podían hablar naturalmente con los robots como lo harían con los humanos. Ahora, con esta nueva cabeza androide infantil, los investigadores esperan superar este desafío y avanzar en la relación humano-robot.

No os perdáis el vídeo porque es impresionante. ¿Qué os parece? Da bastante miedito, ¿no?

 

 

*Fuente:

Universidad de Osaka

The article, “Identification and Evaluation of the Face System of a Child Android Robot Affetto for Surface Motion Design” was published in Frontiers in Robotics and AI at DOI: https://doi.org/10.3389/frobt.2018.00119.

¿Lloras con las películas? Eres una persona emocionalmente fuerte

Aunque la tristeza se considera tradicionalmente como una de las emociones básicas negativas, no siempre es contraria al placer. Existe gran variabilidad cultural e incluso algunas culturas no poseen palabras para definirla. ¿Para qué sirve la tristeza? Una de las principales funciones es la comunicación a los demás de que no te encuentras bien, esto puede generar la ayuda de los  demás, empatía o comportamientos altruistas, otra función es la cohesión con otras personas, especialmente con aquéllos que se encuentran en la misma situación.

¿Quién no se ha emocionado alguna vez con una película? Concretamente algunas encuestas apuntan a que alrededor del 92% de la población ha llorado intensamente, el resto reconoce haberse emocionado o sentir un nudo en la garganta al ver una secuencia triste.

El Dr. Jeffrey Zacks, Profesor de Psicología en la Universidad de Washington en St Louis, lo atribuye a lo que se conoce como “regla espejo” o “neuronas espejo, por ejemplo si alguien te sonríe, tu le sonríes de vuelta, si alguien muestra tristeza, el sentimiento de emoción aflora casi sin darnos cuenta. En definitiva, sentimos empatía, un aspecto esencial de la inteligencia emocional, una habilidad común entre los grandes líderes y entre los sujetos altamente exitosos.

Los personajes de ficción bien trabajados, realmente te permiten sentirte en sus zapatos y observar la realidad de una manera diferente, nos volvemos más abiertos de mente y más comprensivos, lo que nos hace cada vez más compasivos en nuestras interacciones con los demás en la realidad. Mucho de esto tiene que ver con la forma en la que está estructurado nuestro cerebro. Las películas están diseñadas para impactarnos a un nivel emocional y frecuentemente logran su objetivo.

Cuando vemos películas con un alto contenido emocional, nuestro cerebro libera oxitocina, una hormona potente que también se comporta como un neurotransmisor. La oxitocina nos ayuda a conectarnos con otros seres humanos y nos lleva a ser más empáticos, amables, confiables y desinteresados.

Paul J. Zak, un neuroeconomista de Claremont Graduate School, es reconocido mundialmente como un experto en oxitocina, y ha llevado a cabo muchas investigaciones para saber más de ella. En una de sus investigaciones, mostró a los participantes un video del Hospital de niños de St. Jude. La mitad del grupo vio un segmento del video que mostraba a un padre hablando del cáncer terminal de su hijo pequeño, Ben. La otra mitad vio un segmento donde Ben y su padre visitaban el zoológico.

El segmento que mostraba al padre discutiendo acerca del cáncer de su hijo era obviamente más difícil de ver y causaba una respuesta emocional más alta. Pero los participantes mostraron un aumento de un 47% de sus niveles de oxitocina en la sangre, lo que afectaba positivamente en su conducta.

A continuación, a todos los participantes se les pidió que tomaran decisiones que involucraran dinero y a otras personas. Los resultados mostraron que las personas que vieron el segmento más emocional del video tenían más probabilidades de ser generosos con personas que no conocían y de donar dinero a alguna acción social.

Curiosamente, aquellos que donaron dinero parecían estar más felices que aquellos que no lo hicieron. Lo que todo esto sugiere es que cuando lloramos en alguna película es debido, entre otras cosas, a la oxitocina, la cuál nos permite sentirnos más conectados con los personajes, aumenta nuestros niveles de empatía, altruismo e incluso aumenta nuestro bienestar.

 

 

*Fuente de consulta: Elite Daily 

¿Las expresiones faciales son hereditarias?

Una de las bases sobre la que se asienta el análisis de comportamiento no verbal es que existen las emociones básicas; universales y genéticas, la sorpresa, el miedo, la ira, la alegría, la triteza y el asco, se expresan de una forma determinada alrededor del mundo, su naturaleza genética es muy fuerte y su componente cultural muy débil, modulando en exclusiva su intensidad o su presencia en sociedad.

Científicos de la Universidad de Haifa en Israel, han analizado las expresiones y los gestos de 21 voluntarios ciegos de nacimiento y las de sus familias. A pesar de que los invidentes no vieron nunca las caras de sus parientes, las expresiones faciales eran extremadamente parecidas, las pequeñas diferencias que se apreciaban eran debidas a las particularidades anatómicas de cada uno, como puede ser la disposición de los músculos y los nervios, por lo que sus investigaciones sugieren que las expresiones faciales son hereditarias.

Durante la investigación se pidió a los voluntarios que recordaran y relataran experiencias en las que se habían sentido enfadados, contentos, tristes, sorprendidos, o momentos en los que habían sentido repulsión. Seguidamente les pasaban un test para conocer su expresión de concentración, les asustaron, etc.

Los investigadores se sorprendieron del gran parecido en los gestos de las personas ciegas y sus familiares, pero afirman que se parecían mucho más cuando las emociones eran negativas.
Para llegar a esta conclusión, utilizaron un programa informático de reconocimiento facial, éste analizaba la secuencia y frecuencia de los movimientos faciales usando un algoritmo estadístico. El programa pudo relacionar al 80% de los invidentes con sus familiares por las expresiones faciales.

Según el equipo de investigación, a los seis meses de edad aparecen las expresiones faciales. Algunos científicos sugieren que los genes podrían afectar a los músculos y nervios faciales creando limitaciones que provoquen esa similitud en los gestos, por eso ahora es necesario hallar los genes exactos.

Los científicos aseguran que este hallazgo puede ayudar en las investigaciones sobre el autismo, ya que las expresiones faciales tienen mucha importancia en este trastorno.

 

 

 

Fuentes de consulta:

BBC Mundo

Xatakaciencia

Chuleta de lenguaje corporal para escritores

Si bien es cierto que todos apreciamos la información que se transmite a través de los gestos o el tono de voz, también lo es que no somos del todo conscientes de lo mucho que comunica el lenguaje corporal cuando expresamos una interacción de forma escrita o la representamos a través de una interpretación ficticia. Guionistas y escritores diseñan cuidadosamente la escena, la trama y el perfil de los personajes, pero introducir pequeños matices sobre la conducta no verbal marcará la diferencia y potenciará la credibilidad inconsciente del relato.

La tarea por tanto será la de imaginar que pasa una tarde con su personaje principal, su objetivo es darse cuenta de todo lo posible: todos los detalles que pudo no haber pensado a priori y considerar cómo se reflejan, no sólo de cómo el personaje se ve a sí mismo, sino también de cómo quiere ser visto, de lo que proyecta, y preguntarse, ¿está enviando el mensaje que se propone?

Para no alargar demasiado el post, dejaré al final unos links interesantes para tener en cuenta a la hora de describir las interacciones de los personajes. Lo importante es que todos los canales sean coherentes y vayan en el mismo sentido, o no, si lo que queremos provocar en el lector es que hay algo que no encaja en él para evocar misterio o sospecha. La apariencia, el tono de voz y las expresiones faciales serán fundamentales (sobre todo las emociones básicas), una constante a lo largo de la historia para transmitir las emociones; al igual que los gestos.

Una mayor participación del cuerpo en el relato genera en el receptor una experiencia afectiva más fuerte, facilitando la sensación de presencia en el entorno de la trama. Permite aspectos afectivos propios de las relaciones humanas y desencadena el afecto positivo propio de la emoción. La expresión corporal no solo será un elemento que nos ofrezca señales sobre la emoción de la persona que la realiza, sino también sobre determinados rasgos de su personalidad. Algunos ítems de interés:

  • Hombres y mujeres con un alto nivel de poder miran a su interlocutor a los ojos mientras hablan, pero no lo hacen mientras escuchan, e invaden el espacio personal de los demás.
  • En cuanto a la postura corporal, se percibe como personas con un alto nivel de poder a aquellas con una postura erguida del cuerpo y ligeramente inclinada hacia adelante; también interrumpen más las conversaciones.
  • Con carácter general, respecto de la expresión corporal, gestual o postural, parece quedar demostrado que la percepción de estímulos aversivos se asocia con la extensión muscular, mientras que los estímulos apetitivos con la flexión.
  • En la persona que genera la expresión, por tanto, los gestos relativos a la emoción de ira serán extensivos, de apertura del cuerpo, dada la naturaleza aversiva de dicha emoción y en el caso de la expresión de miedo, se generarán movimientos musculares de flexión produciéndose un encogimiento del cuerpo dado el carácter afiliativo que se pretende a través de la expresión corporal de miedo.
  • Importantes también los gestos reguladores, me acerco a lo que me interesa, me alejo de lo que me causa rechazo. Os dejo aquí un ejemplo de análisis de una escena de la serie Homeland, (el artículo no me gustó porque contiene datos erróneos, pero sí el ejemplo analizado).
  • Indispensable, tener en cuenta las peculiaridades de comunicación de cada cultura, etnia o región.

Espero que esta información os resulte útil y tengáis en cuenta ciertos patrones fiables sobre la comunicación no verbal que potencien el diseño de vuestros personajes y el desarrollo de la narración:

La expresión de las emociones en la canción ¿se sienten o se interpretan?

Hace unos días, Antonio Guiro, un buen amigo y mejor cantante si cabe, me avisaba de que había subido un nuevo vídeo a su canal de YouTube interpretando una canción. Se grabó en primer plano y cuando lo vi no pude evitar fijarme en las expresiones faciales que iba ejecutando a lo largo de la canción. Me quedaba hipnotizada viendo el abanico tan amplio de emociones que podía identificar en pocos minutos, pero, ¿las sentía realmente? ¿la expresión era natural? ¿las fingía para interpretar la canción? 

La expresión emocional de las emociones básicas: tristeza, alegría, miedo, ira, sorpresa, desprecio, (y como incluimos recientemente) el dolor, tienen una configuración facial propia, muy específica, que comparten todos los seres humanos de cualquier cultura, en cualquier parte del mundo. Esto nos hace más sencilla la tarea de discernir entre la realidad o el falso intento de simular un sentimiento.

Y bien, respondiendo a las preguntas del inicio, no hay truco posible, para que una emoción de alegría sea de alegría hay que sentir realmente felicidad en el interior de uno mismo, si no es así, veremos una sonrisa en la boca pero no la acción muscular de los ojos. O por ejemplo, también es muy interesante saber cómo es la tristeza verdadera, pudiéramos pensar que la tristeza se ve a través del llanto, o de una boca caída, cuando la realidad es que se ve en la triangularidad de las cejas, que se elevan de la zona interior. Esta acción es muy difícil de realizar a propósito, necesitaríamos ensayarla a conciencia frente a un espejo, y ni así lograríamos una ejecución perfecta del movimiento.

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¿Qué es una microexpresión? Vimos un ejemplo en Iñaki Urdangarín

Microexpresión intensa de la emoción de ira en la declaración de Iñaki Urdangarín en el juicio

Microexpresión intensa de la emoción de ira en la declaración de Iñaki Urdangarín en el juicio por el caso Noos

En el último post analicé las claves no verbales de las declaraciones ante el juez de Iñaki Urdangarín y la Infata Cristina por el caso Noos. Pero me quedé con las ganas de explicar con mayor profundidad el interesante y práctico concepto de ‘microexpresión’ que fue investigado en su origen por Isaacs y Haggard y desarrollado más tarde por Paul Ekman y David Matsumoto.

Una microexpresión se trata de una acción involuntaria en el rostro que se produce de acuerdo con la verdadera emoción que se está sintiendo, y que puede ser: asco, miedo, ira, sorpresa, alegría, tristeza y desprecio.  Las microexpresiones son probablemente signos de estas emociones pero que se pretenden ocultar, aunque también pueden ser signos de estados emocionales rápidamente procesados en los cuales no ha existido intención de ocultación.

La idea del funcionamiento de las microexpresiones tiene su raíz en la hipótesis de inhibición de Darwin (1872) que sugiere que los movimientos faciales pueden producirse de manera involuntaria incluso si el individuo está tratando de controlar su expresión. Las microexpresiones son de muy corta duración, con un intervalo entre 1/25 a 1/15 de segundo y suelen ocurrir en situaciones con un alto riesgo, donde la persona tiene mucho que ganar o perder.

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