Mi mentora en este reto ya no tan nuevo de escribir un blog, Melisa Tuya, me plantea que se ha encontrado a bastante gente con problemas para elegir el picólogo/a que más conviene según el caso, que cuesta decantarse por una especialidad u otra y confiar en que nuestra decisión haya sido la acertada. Es normal, cada vez tenemos más acceso a toda la información pero también va acompañado de una profunda confusión ante tanta nueva corriente y metodologías, etiquetas desconocidas, intrusismo laboral, e incluso terapeutas que luego resultan no ser tales.
Para evitar negligencias, sabed que todos los profesionales de la salud tienen un número de colegiación y debe estar visible de algún modo (página web, despacho, clínica…), podéis exigir sin problemas cotejar sus credenciales, no os cortéis. Esto solo os asegura que es psicólogo, pero hay que ir más allá y saber si éste está habilitado para tratar pacientes en consulta.
En un primer momento, para ir sobre seguro, debéis siempre acudir a un Psicólogo Sanitario o Clínico, el primero es el especialista habilitado para la evaluación, diagnóstico y tratamiento de cualquier alteración de la conducta y/o del estado de ánimo (en cualquier grado de intensidad o gravedad). El segundo, además de lo anterior, ha realizado una (dura) oposición y tiene plaza como psicólogo interino residente (PIR), es como la oposición de los médicos para centros públicos (MIR) pero para psicólogos, pueden ejercer en Hospitales públicos pero también tener sus consultas privadas.
Para entendernos, es como el médico de cabecera o de triaje; valorará, según los síntomas, cuál es el problema y con ese diagnóstico ya podemos afinar más en el posible tratamiento. Puede que el mismo psicólogo clínico esté capacitado o puede que te derive a algún otro profesional más especializado en el caso concreto, por ejemplo, en depresión, trastornos alimenticios, altas capacidades, adicciones, etc. La fase de evaluación no debería prolongarse más de 4 sesiones (en los casos más complejos), y el diagnóstico debe ser claro, tienes que entenderlo perfectamente, si ves que es difuso, esotérico o te da largas, no dudes en plantearte una nueva opinión.
También es importante asegurar la corriente que sigue el psicólogo, si utiliza la Terapia Cognitivo-Conductual, estamos en el buen camino, ¿por qué? porque es la metodología que se enmarca en el método científico. Seguramente tengas familiares, vecinos, amigos y personas varias que te digan que probaron el psicoanálisis, la terapia de constelaciones familiares, el reiki, la psicomagia y demás terapias alternativas y que le funcionaron perfectamente. No lo dudo. La fé también ayuda a muchas personas pero no es una recomendación profesional que yo os pueda hacer.
Es importante también conocer el plan de acción, una hoja de ruta donde el especialista te marque las pautas a trabajar y objetivos a conseguir a través de las sesiones, es decir, que te expliquen cómo va a ser el tratamiento para poder valorar la progresión y saber qué vamos a hacer exactamente en cada sesión (de un modo flexible según se vayan desarrollando), pero que no tengamos la sensación de incertidumbre, de no saber qué estamos haciendo. Necesitamos una estructura y una planificación, normalmente esto se ofrece a través de un consentimiento informado, firmas que estás de acuerdo con el plan de tratamiento propuesto por el especialista.
Si aún así tenéis cualquier duda podéis consultarme vuestro caso particular sin problema. 😉