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¿Cuál es nuestro mayor enemigo emocional?

Esta pregunta tan interesante me la hizo llegar un lector del blog, lo pensé un instante y lo tuve claro. El victimismo. Pero, ¿qué es realmente una conducta victimista? ¿Es una emoción, forma parte de nuestra vida, es perjudicial o nos podemos beneficiar de ello? ¿Tiene solución?

La mentalidad victimisma es una forma de vida, no se trata de una emoción momentánea sino de un recurso constante de afrontamiento hacia diferentes circunstancias de una forma poco controlada, es decir, la persona victimista alude siempre a la mala/buena suerte o a la conducta de los demás, de sus aciertos o desaciertos, la responsabilidad nunca es de uno mismo. Dígamos que es una forma de autoprotección (inadecuada) para no asumir un daño a su autoestima por haber fracasado en algún momento. Esta conducta se vuelve automática, muchos no llegan a ser conscientes, lo bueno es que no es un rasgo de personalidad como puede ser la extroversión, por tanto se puede corregir.

Ante todo, hay que distinguir que existe un victimismo real y otro no justificado. Hay situaciones de daño físico y moral que conllevan un proceso lógico de victimización, si por ejemplo hemos sido agredidos, ofendidos, humillados, etc, nuestro cuerpo reacciona y bloquea nuestras emociones y actitudes más positivas, nos volvemos vulnerables y necesitamos un aporte extra de cariño, atención y cuidado por parte de los demás, esto no es cuestionable, pero este plus de apoyo debe ser algo pasajero, un estado provisional necesario, si se prolonga en el tiempo y pasa a forma parte de nuestra personalidad, de nuestra existencia, es insano.

Un acontencimiento traumático no puede ser nuestra carta de presentación al mundo, y menos aún beneficiarnos de este suceso para conseguir siempre un extra de atención. La persona victimista se vuelve egoísta, deja de escuchar e interesarse por los demás, hacen al resto responsables de todos sus males, y solo generan sentimientos de culpabilidad. Niegan siempre su implicación, incluso aunque sea evidente. Afrontan todo a su alrededor de una forma exageradamente drámatica, sienten pena por ellos mismos y actúan a la defensiva.

No es que el victimismo genere un beneficio, pero sí consecuencias positivas en el corto plazo, así la conducta se refuerza y se mantiene. Por ejemplo, la autoestima se mantiene intacta, nada la daña porque se evade la responsabilidad de todo lo que nos suceda por completo. Se recibe atención, compasión de los demás y generan sentimientos de protección, es difícil criticar o negar lo que te pida una persona así, inspira pena, y por tanto consiguen lo que quieren de una forma rápida y segura. Tras un tiempo inicial, la gente que rodea a la persona victimista se siente engañada, se cansa de someterse a sus demandas constantes y comienzan a quedarse solas. El victimismo solo conlleva amargura, insatisfacción, negativismo, toxicidad y dependencia en las relaciones.

Es fundamental acudir a un profesional para corregir esta ineficaz estrategia de afrontamiento, a través de técnicas, como la reestructuración cognitiva, puede reconducirse la conducta. Pero existen pautas complementarias que tienen que ver con la psicología emocional, el lenguaje verbal y no verbal. Al final,  este estilo de comportamiento se caracteriza por una clara represión emocional, sobre todo, de la ira. Sienten rechazo hacia las emociones negativas, cuando realmente éstas nos ayudan a superar nuestras frustraciones. Existe la idea, mal extendida, de que nuestro cerebro, concretamente la amígdala, controla y organiza nuestras respuestas emocionales sin control, que nos enajena de cualquier responsabilidad, que sólo somos víctimas de ellas. Tenemos que, no solo gestionar, sino desarrollar y potenciar todas nuestras emociones, todas son útiles auque sean incómodas. Es necesario que se sean incómodas para que capten nuestra atención, son nuestra alarma y hay que hacerles caso. No te juzgues por lo que sientes.

La comunicación efectiva y asertiva es el enemigo número uno del victimismo. Desarrolla un lenguaje constructivo, elimina los condicionales y el ‘tú’, sustituyelo por el yo, para bien y para mal, por acciones, por un lenguaje responsable y directo, alejado de exigencias, culpabilidades y ataques. Muestra una comunicación no verbal segura, erguida, dinámica. El victimismo se asocia con una postura vencida, apocada, sin fuerza ni energía… Os dejo aquí algunos consejos más en este sentido:

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La comunicación no verbal durante la entrevista de trabajo

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El lenguaje corporal de Maxim Huerta en su dimisión

Máxim Huerta anuncia su dimisión. RODRIGO JIMÉNEZ / EFE

Máxim Huerta anuncia su dimisión. Foto: Rodrigo Jiménez / EFE

Maxim Huerta dimite de su reciente cargo de Ministro, pasando a ser el más breve de la historia. Era un momento muy complicado, y ya sabemos que a situaciones difíciles, mayor impacto emocional, por tanto, su cuerpo habla a gritos a través de un lenguaje no pronunciado.

Las palabras fluyen leídas pero por ese impacto también lo hacen a veces sin control, y comienza su discurso con una notable contradicción, «Mirando al futuro hemos tomado una decisión, y lo he hecho de manera autónoma». Plural y singular. Nos quedará la duda de si la decisión es suya o no…

Está claro que no asume ni un ápice de culpabilidad a lo largo de su intervención, se proclama inocente, habla de causas externas y ajenas a él para tomar la decisión, y que todo forma parte de un bien común superior a sus intereses.

En este sentido su lenguaje corporal es coherente, ya que esta idea se asocia durante toda su manifestación a la emoción de ira, nos encontramos constantemente ceño fruncido, tensión en la parte inferior del rostro, miradas directas y penetrantes, severas; sonrisas unilaterales que se corresponden con el desprecio. La ira ante una acusación es la emoción del que ‘se cree inocente’, no significa que lo sea en realidad, pero sí que está realmente convencido de su total inocencia.

No hay gestos de duda, todo su cuerpo va en consonancia en este sentido. Su sonrisa no es reflejo de la alegría sino del orgullo, la superioridad, se va con la cabeza alta, gesto que también corresponde con la identificación de la inocencia. También es importante lo que no vemos, hay una ausencia total de la emoción de tristeza, gesto que sí que apreciamos, por ejemplo, en la reciente dimisión de Cristina Cifuentes, tampoco hay vergüenza, sino todo lo contrario, se muestra vehemente, directo, agresivo (comunicacionalmente hablando), no tiene gestos manuales hostiles, pero sí lo expresa con su rostro y con su voz, utiliza los silencios y las pausas en su discurso como una herramienta enfática y combativa.

¿Veis alguna cosa más que os llame la atención? 😉

 

Miradas, silencios y lágrimas: Análisis no verbal del juicio por el asesinato de Isabel Carrasco

Las acusadas por el crimen de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, Monserrat González (2d), Triana Martínez (i), y la policia local Raquel Gago (d), durante la decimocuarta jornada del juicio en la Audiencia Provincial de León. (EFE / J.Casares)

Las acusadas por el crimen de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, Monserrat González, Triana Martínez, y la policia local Raquel Gago. (EFE / J.Casares)

En el día de hoy cuento con la colaboración de mi colega de profesión y amigo, José Luis Martín Ovejero, experto en comunicación no verbal: martinovejero.com. Pero que además, cuenta con un plus muy valioso para el análisis de conducta en los juicios, y es que ha ejercido la abogacía durante más de 25 años, por tanto, conoce a la perfección el contexto y los entresijos propios de este ‘mundillo’: cuáles son las pautas típicas o comunes de comportamiento, qué emociones se esperan en determinadas situaciones, qué reacciones son más o menos incongruentes, etc. A continuación nos deleita con el análisis de la comunicación no verbal de las tres personas hoy ya condenadas en el caso por el asesinato de Isabel Carrasco, espero que lo disfrutéis:

La Comunicación No Verbal descubre lo que más celosamente guardamos: el mundo de nuestras emociones. Un momento de especial implicación emocional, de esos que quitan el sueño antes, y a veces no dejan dormir después, son las comparecencias en juicio. Y si esto sucede hasta con un litigio sencillo, ¿qué no se vivirá en el interior de cada persona en el juicio por un crimen, donde pueden estar en juego unos 20 años de su vida?

Como muestra de ello, acudo al juicio, que acaba de concluir, por el crimen de Isabel Carrasco en la ciudad de León. Tres mujeres: Montserrat González (autora confesa de los disparos), Triana Martínez (su hija) y Raquel Gago (policía municipal) han sido condenadas. Pero ¿qué pudimos observar durante el juicio, más allá de las palabras de las tres protagonistas? Vamos a resaltar 5 momentos:

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