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¿Por qué los niños se tapan los ojos para esconderse?

Solo tienes que ver estas divertidas imágenes ejemplares y confirmar las curiosas formas que encuentran los niños para esconderse de los demás, al menos es lo que ellos creen, porque para los niños el no ver ya es más que suficiente para pensar que se han vuelto invisibles. ¿A qué se debe este comportamiento?

Esta fue la pregunta inicial que se planteó un grupo de investigación de la Universidad de Cambridge, quienes trabajaron con una muestra de niños/as de entre 2 y 4 años para dar respuesta a esta incomprensible conducta para los adultos.

La exploración de esta conducta pasó por tres fases diferentes. En primer lugar, se pedía a los niños que se pusiesen una máscara con gafas oscuras que no les permitía ver, a continuación les preguntaban si la otra persona que se encontraba en la habitación los podía ver. Casi todos los niños sintieron que estaban escondidos cuando tenían puesta la máscara, y la mayoría pensó que el adulto que tenía puesta la máscara también estaba escondido. De este modo, se confirmó que los pequeños piensan que el simple hecho de que ellos no puedan ver es sinónimo de que son invisibles.

En este punto los investigadores se preguntaron si la creencia de invisibilidad estaba vinculada a la imposibilidad de ver o al hecho de ocultar los ojos. Por tanto, en una segunda versión del experimento los niños usaban las mismas máscaras con gafas oscuras pero ahora sí que podían ver (efecto gafas de sol habituales). Una vez más, los pequeños pensaron que al ocultar sus ojos, eran invisibles, lo cual indica que la sensación de invisibilidad de los niños viene del hecho de que sus ojos están ocultos, más que por el hecho de no poder ver.

Hasta ahora, cuando los niños pensaban que eran invisibles, en virtud de que sus ojos estaban ocultos, entendían sin embargo que su cabeza y cuerpo sí eran visibles. Teniendo en cuenta el hecho de que parece ser el ocultamiento de los ojos el factor crucial para sentirse escondido, los investigadores se preguntaban si su creencia de invisibilidad estaba basada en la idea de que debe haber contacto visual entre dos personas (un encuentro de miradas)para verse.

La idea recibió apoyo en un tercer estudio en el que se le preguntaba a los niños si podrían ser vistos si un investigador los mirara directamente mientras ellos (los niños) evitaban su mirada; o, contrariamente, si el investigador que evitaba la mirada, era visible mientras el niño lo miraba directamente. Muchos de los niños sintieron que estaban escondidos hasta que no encontraron la mirada directa del investigador; y dijeron que el investigador estaba oculto si su mirada estaba desviada mientras el niño lo miraba.

“…parecería que los niños aplican el principio de la atención conjunta al yo y asumen que para que alguien sea percibido, la experiencia debe ser compartida y mutuamente conocida para ser compartida, como lo es cuando dos pares de ojos se encuentran,” explican los investigadores.

 

 

*Referencia: Research Digest

El color de ojos da pistas sobre cómo somos

Científicos de la Universidad de Orebro en Suecia estudiaron a 428 sujetos para ver si su personalidad se relacionaba con el iris del ojo. Encontraron que nuestro color de ojos se ve afectado por los mismos genes que forman nuestros lóbulos frontales, por lo tanto hay comportamientos que comparten las personas con iris similares.

El Dr. Anthony Fallone de la Universidad de Edimburgo ha estudiado los vínculos entre los ojos y la personalidad.  “El ojo está tan estrechamente ligado neurológicamente al cerebro que se podría decir que es la única parte de nuestro cerebro que se puede ver desde el exterior. Parecen dar pistas vitales de nuestra función cerebral“.

(Worthy, 1999), realizó un estudio sobre el color de ojos tanto en humanos como en no humanos y llegó a la conclusión de que las personas con ojos oscuros se especializan en conductas que requieren sensibilidad, velocidad y respuestas reactivas, por ejemplo, son mejores defensas de fútbol y bateadores de béisbol.

Mientras que aquellos individuos de ojos claros se especializan en conductas que requieren vacilación, inhibición y respuestas autorreguladas, serán por ejemplo buenos jugadores de medio campo, encestadores en tiro libre en baloncesto y magníficos lanzadores de béisbol.

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¿Por qué nos cuesta mantener la mirada?

Anteriormente os preguntaba ¿Alguna vez una mirada te ha dejado sin habla? La ciencia nos dice que esto es normal, ya que la rapidez y correcta elección de las palabras parece verse mermada cuando miramos o nos miran a los ojos. Pero ¿dónde se situaría la línea que separa una mirada atenta de otra molesta, impertinente, invasiva…?

La mayoría de los animales se miran entre sí para mostrar amenaza o interés. Los seres humanos también lo hacemos, pero entre nosotros el contacto visual resulta más complicado y está lleno de matices sociales. Si es demasiado corto, podemos parecer nerviosos, evasivos o poco fiables; si es demasiado largo, podemos intimidar o exhibir una confianza o intimidad excesivas. En casos extremos, es una característica definitoria de condiciones clínicas como el autismo o la esquizofrenia. Por si no fuera suficientemente delicado, cada cual aguanta la mirada durante un tiempo diferente.

Investigadores de varias universidades británicas han querido averiguar cuál es el tiempo medio adecuado para mantener la mirada de otro, motivo por el que han realizado un curioso experimento cuyos resultados publican en la revista Open Science de la Royal Society. En su estudio, los científicos pidieron a un grupo de 498 estudiantes contemplar el vídeo de un actor que mira hacia el exterior de la pantalla. Debían pulsar un botón cuando sus miradas se encontraran durante un tiempo que resultara demasiado incómodo.

Durante la prueba, el movimiento de los ojos y el tamaño de las pupilas de los voluntarios fueron grabados con tecnología de seguimiento ocular. En promedio, los participantes tuvieron una duración de mirada preferente de 3,3 segundos. Esto no dependía de características como el género, los rasgos de la personalidad o el atractivo.

Algunos estudios establecen que el contacto visual medio ocupa un 70% de la conversación mientras escuchas, y no más del 40% cuando hablas, aunque estos porcentajes son solo orientativos. Aunque considero que no es una cuestión de cantidad sino de forma. Una mirada dulce, de admiración, de emoción más constante puede ser percibida como positiva, pero una mirada con un ceño fruncido, que transmite hostilidad, puede ser muy incómoda.

Ocurre igual con las miradas inexpresivas (cara de póker), nuestro cerebro necesita constantemente recibir información sobre los estados de ánimo de nuestro interlocutor para interpretar sus intenciones con nosotros, si no logra este análisis nos generará desconfianza.

Yo considero que el contacto visual sí que depende de muchos factores, uno importante es la tipología de personalidad que tengamos cada uno, las personas más tímidas e introvertidas suelen percibir el contacto visual directo como más negativo que las personas más sociables o extrovertidas, asimismo, tampoco les gusta (y les cuesta) mantenerlo con los demás.

Y porque, tal y como apunta el estudio que comentamos, nos gasta recursos cognitivos, hay gente que se concentrará mejor que otra haciendo una multitarea y no le resulte complicado, pero hay otras personas que no, y no piensan con claridad mientras el contacto visual se mantenga. El estudio mencionado concluye que cuando hay contacto visual, nos cuesta encontrar las palabras adecuadas para mantener una conversación. Al final es una cuestión de multitarea, hablar y mantener el contacto visual son dos tareas de procesamiento diferente, y según a que acción destinemos más recursos se nos hará más exitosa la ejecución de una u otra.

¿Y tú, cuánto aguantas la mirada? 🙂

 

 

¿Alguna vez una mirada te ha dejado sin habla?

Si la respuesta es afirmativa no te preocupes, la ciencia nos demuestra que esto es muy normal. Un estudio realizado por los psicólogos Shogo Kajimura y Michio Naumura (Departamento de psicología cognitiva de Universidad de Kyoto, Japón), y publicado recientemente en la revista Cognition, concluye que mantener contacto visual interfiere en la realización de otras actividades como mantener una conversación. La rapidez y correcta elección de las palabras parece verse mermada cuando miramos o nos miran a los ojos. El experimento deja entrever que existe la posibilidad de que ambas acciones compartan recursos cognitivos.

Pero ¿Por qué al iniciar una conversación lo correcto es mirar a los ojos al interlocutor? Es la única forma que tenemos de conectar con alguien desconocido, los ojos de una persona nos indican hacia dónde dirige la atención. El contacto visual es una de las herramientas más potentes de la comunicación no verbal, y un elemento clave de la escucha activa. Funciona como un interruptor: enciende y apaga nuestra conexión con los demás, y nos hace parecer accesibles, atentos, seguros y confiables.

Aunque parezca contradictorio el sentido de la vista resulta fundamental a la hora de escuchar realmente a los demás. La ausencia de contacto visual nos hace invisibles y transmite que no deseamos comunicarnos, muestra indiferencia, inseguridad, falta de interés o vergüenza. El contacto visual es un comportamiento regulador de la comunicación y, frecuentemente, se convierte en comunicación por sí mismo. La mirada puede ser ‘el mensaje’ y prescindir de palabras para transmitir una idea o un sentimiento, hay miradas de seducción, cómplices, pícaras, de pena, miradas que amenazan, que preguntan o responden, que nos dicen todo sin articular palabra.

¿Cuánto hay de cultural y cuánto de fisiológico? Existe un componente cultural importante, está claro que en la mayoría de culturas las personas se sienten más cómodas si la mirada es recíproca y relativamente constante durante una conversación, pero en algunas culturas el contacto visual directo se considera irrespetuoso.

Y también una raíz significativamente biológica. La zona de los ojos, en concreto, es especialmente expresiva, porque está rodeada de pequeños músculos muy sensibles que reaccionan ante cualquier reacción de nuestro sistema límbico, la parte del cerebro más relacionada con los sentimientos. Además, encontramos su importancia también en el mundo animal. Cuando nos mira un extraño durante mucho tiempo podemos percibir amenaza y experimentar ansiedad o miedo. Esta reacción es muy frecuente en los animales, que se sienten amenazados si un humano los observa fijamente a los ojos.

 

 

El simbolismo en el mensaje de Navidad del Rey Felipe VI

Definitivamente este año la Casa Real se decanta por una comunicación cargada de simbolismo, ya vimos lo que querían decir sin decir a través de la felicitación navideña protocolaria, pero tampoco han desaprovechado esta ocasión para lanzar mensajes encubiertos a la ciudadanía.

Hay que decir que el tradicional discurso del Rey la noche del 24 de diciembre evoluciona constantemente y este año han mejorado bastantes errores (no verbales) cometidos en años anteriores. En el vídeo podemos observar cómo los planos son mucho más cortos, el ambiente elegido es más cálido y familiar, y se muestra con una postura más cómoda y relajada.

En este discurso, el Rey ha logrado conectar con el público a través de tres elementos fundamentales:

  • El contacto visual. La dirección de su mirada era constante a cámara, no perdía el contacto visual, había profundidad y honestidad en ella, daba la sensación real de que te hablaba a ti.
  • La expresión facial. La línea base de expresión en Felipe VI es bastante neutral, no suele ser una persona muy emocional, sin embargo podemos comprobar cómo su expresión era congruente con los sentimientos que pronunciaba, por ejemplo, se dibujaba en su rostro una tristeza verdadera cuando hablaba de situaciones difíciles, una leve sonrisa cuando pronunciaba elementos positivos, ira para manifestar energía o cuando quería enfatizar una idea importante para él.
  • Los gestos ilustradores. Al igual que en el canal de expresión anterior, no suele ser tener un registro amplio de gestos y movimientos, esto le da una imagen antinatural, robotizada y falta de espontaneidad en sus mensajes. En esta ocasión, constantemente encontramos movilidad en sus manos, realizando gestos que acompañen e ilustren el contenido de su discurso. Aunque la mayoría de estos gestos son algo forzados, al menos dota de mayor dinamismo y frescura a su declaración.

El ambiente elegido contiene detalles preparados que indirectamente también comunican. Aparece en su despacho, para que se relacione con el trabajo, con las banderas de España y Europa; las estanterías de fondo están repletas de libros para asociar su imagen a la sabiduría, la educación y la cultura, pero todo ello, acompañado con fotografías familiares para completar esa imagen con la unión, el hogar y la vida personal, fotos actuales con su mujer y descendencia y fotos antiguas en blanco y negro de sus padres para no olvidar su procedencia.

La comunicación no verbal durante la entrevista de trabajo

thumbEn el último post ya os adelanté una parte muy importante del proceso: qué hacer antes de entrar a la entrevista y la importancia de NO ser puntuales, esta parte será fundamental para trabajar nuestra actitud y entrar con buen pié.

No soy partidaria de enseñar ‘trucos’ o poses fingidas para aparentar y transmitir cosas que no somos, siempre he pensado que esa artificialidad se acaba comunicando y quedaremos aun peor. Para causar una buena impresión con nuestro lenguaje corporal la clave está en creer en lo que decimos, prepara lo que vayas a decir, conciénciate de ello, y si vas a soltar alguna mentirijilla (exagerar o minimizar, nunca inventar) interioriza ésta con convicción. Cree en ti y en tu discurso y tu lenguaje corporal acompañará a tus palabras en un armónico baile de credibilidad y persuasión.

Aun con todo, estarás nervioso, acéptalo y gestiona entonces tu comunicación no verbal para controlar ese estrés y que no sea tan aparente. Simplemente, intenta evitar los gestos manipuladores, como por ejemplo, sujetar algo en las manos, mordernos las uñas, colocarnos constantemente la ropa, agarrarnos/frotarnos las manos, etc. Sustituye estos gestos de nerviosismo por gestos ilustradores, que tus palabras estén acompañadas con lo que dices con tus manos y brazos, esta actitud generará confianza, credibilidad y seguridad en el entrevistador, o sea, gesticula con naturalidad, será muy positivo además para dar sensación de productividad y competencia.

Fotografía de: portalvirtualempleo

Fotografía de: portalvirtualempleo

En cuanto a la postura, puede parecer obvio, pero os aseguro que cuando estamos nerviosos nuestro cuerpo a veces adopta una figura bastante extraña sin que seamos consciente de ello. Asegúrate de estar erguido, tal y como aparece en la fotografía adjunta. Esta posición adecuada nos ayudará a transmitir entusiasmo, escucha activa y seguridad, de lo contrario podemos provocar agresividad, desinterés, o incomodidad.

El contacto visual también es un factor importante que podemos descuidar fácilmente con los nervios. La habilidad para mantener el contacto visual es uno de los aspectos más valorados por los reclutadores. Cuando hablemos con nuestro interlocutor debemos mantener en él la mirada, y siempre a la altura de los ojos, sin bajarla, o desviarla hacia otras partes de la habitación. Una mirada hacia la persona, por debajo de la línea de los ojos, es inapropiada en un entorno laboral; mirar hacia abajo y a uno mismo denota excesiva timidez o falta de confianza, y recorrer con la mirada la habitación mientras nos hablan puede transmitir desinterés. No es más que utilizar el sentido común y no distraernos.

Por último, y como es recomendable en toda situación, sonríe, de forma sincera, y para ello solo tienes la opción de pensar en positivo, si fuerzas la sonrisa porque no está acorde con tu verdadero estado emocional será desagradable y provocará rechazo, así que ante todo, ¡pensamiento positivo! 🙂

#Vacaciones: ¿Besar, dar la mano o una reverencia? Cuánto, cómo y dónde

Fotografía EFE

Ya sin salir de España a mí me pasa. A veces, nos presentan a alguien y dudamos sobre si estrechar su mano formalmente o saludar con dos besos en las mejillas. Lo mejor, en estos casos, siempre es esperar la reacción de nuestro interlocutor y entonces dejarnos llevar; de todos modos, ambas opciones en nuestro país están aceptadas y no incurriremos en ningún agravio social si elegimos una alternativa u otra. Pero, ¿y fuera de España? Estos gestos son muy culturales y está bien conocer las particularidades de esta acción tan cotidiana puesto que en algunos países sí podemos caer en un error social grave o malentendidos embarazosos.

La cantidad de besos también importa, por ejemplo, el número de besos que se da en cada mejilla varía significativamente en Francia, desde tan solo un beso en algunas partes de Bretaña hasta cuatro en el valle del Loira. Tanto es así, que un informático francés, Gilles Debunne, ha diseñado un mapa interactivo de cómo se besa en cada parte de Francia, tal y como se muestra en la imagen adjunta.

Por contra, nos encontramos que en países como Alemania, Inglaterra o Estados Unidos lo adecuado es únicamente estrechar la mano del otro al saludar. De hecho, les suele chocar bastante ‘el besuqueo’ propio de la mayor parte del sur de Europa.

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Elsa Pataky deja claro no verbalmente que Chris Hemsworth es suyo

Foto Gtres

Foto Gtres

El lenguaje corporal es capaz de ‘traducirnos’ también la jerarquía de poder de un grupo o una pareja, y establecer así los roles que desempeña cada uno: quién lidera la situación, quién es más sumiso, quién domina la relación, quién se deja llevar, quién se muestra totalmente indiferente, ignora al otro, etc. Viendo las fotos de la premiere de ‘Las Crónicas de Blancanieves: El Cazador y la Reina de Hielo’ (la última película de Chris Hemsworth), nadie puede dudar de que el posado que realiza el actor junto a su mujer Elsa Pataky inspiran romanticismo del más alto nivel, pero ¿qué se esconde detrás de esta idílica imagen?

Los dos canales de comunicación no verbal que adquieren un poderoso protagonismo al analizar esta secuencia son la oculésica y la háptica. El primero se refiere al contacto visual, dónde dirigimos nuestra mirada y de qué forma lo hacemos. El segundo incluye todo lo referente al sentido del tacto, qué podemos interpretar del contacto físico con otra persona, un apretón de manos, un roce, un abrazo, los toques que uno realiza consigo mismo y con los demás, etc. Ambos canales proveen una información muy significativa puesto que normalmente ambos canales son bastantes inconscientes o al menos, difíciles de controlar o fingir.

Foto Gtres

Foto Gtres

Orientamos nuestra mirada para prestar una atención física a lo que nos interesa, a lo que nos preocupa realmente, a lo que nos agrada. Elsa Pataky (en los contados momentos que se separan) controlaba constantemente dónde se encuentra su esposo, no le quitaba ojo, y cuando estaba junto a él, su mirada se puede identificar emocionalmente hablando, como de una profunda admiración hacia su marido. La imagen habla por sí sola.

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Obama y Castro: un apretón de manos vale más que mil palabras

Histórico apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro en el Palacio de la Revolución. / Reuters

Histórico apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro en el Palacio de la Revolución/Reuters

En el día de ayer se produce el primer encuentro, en territorio cubano,  entre el presidente de la isla, Raúl Castro, y el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, donde mantendrán un nuevo encuentro bilateral tras el anuncio del deshielo entre ambos países. El comportamiento no verbal de ambos líderes políticos demuestra la concordia del momento, y continúan en la consonancia a la que nos tienen acostumbrados en anteriores reuniones, no es la primera vez que conductualmente se procesan indicadores de empatía y respeto entre ellos.

Ciertamente un apretón de manos puede ser capaz de transmitirnos muchísima información, eso sí, es importante no interpretarlo de forma aislada, debemos contextualizar el gesto, tener en cuenta la expresión facial, el inicio y la forma del saludo, la duración, el contacto visual, etc. E identificar, sobre todo, si existen ciertas incongruencias o no entre todas esas señales.

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