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Los dos grandes fallos al intentar detectar mentiras

Nos guste más o menos, el engaño es una característica central de nuestra vida social. La mayoría (si no todas) de las relaciones humanas involucran alguna forma de engaño, o al menos la posibilidad de que ocurra. Las mentiras existen entre aquellos a quienes amamos y confiamos tanto como entre aquellos que no nos agradan, e incluso ocurren entre completos desconocidos.

Fotografía de la representación de la ópera de Otelo

Fotografía de la representación de la ópera de Otelo – MusiTour

Nuestro afán por conocer la verdad a veces nos obsesiona pero hay una serie de errores con los que tenemos que contar si queremos ser justos. Los dos mayores fallos de juicio en la detección del engaño son: el «peligro de Brokaw» y el «error de Otelo».

El primero se refiere a no tener en cuenta las diferencias individuales y juzgar un mismo indicio de igual forma en diferentes personas. Es muy difícil intentar captar una mentira cuando no se conoce nada del otro y no estamos familiarizados con su comportamiento habitual.

Entonces, podemos no creer a alguien que dice la verdad por el simple hecho de que está nervioso, bueno, es que quizás tiene siempre una actitud similar porque puntúa muy alto en una escala de neuroticismo, por ejemplo.

La mejor premisa para ‘pillar’ una mentira es detectar cambios importantes en la conducta, observar alteraciones sospechosas que nos hagan inferir que la persona no se está comunicando de una manera ‘normal’ para él.

El error de Otelo tiene su origen en la famosa tragedia de William Shakespeare, Otelo asumió erróneamente que la expresión de miedo de Desdémona era la reacción propia de una mujer que le había traicionado. No entendió que el simple hecho de observar una emoción no te dice qué causó esa emoción. Desdémona temía por su vida, lloraba por la desconfianza de su esposo y no por la muerte de su supuesto amante.

El miedo a no ser creído cuando uno es inocente se ve igual que el miedo a ser atrapado cuando se es culpable; o, por ejemplo, la emoción de ira en un sospechoso de delito, solo profundizando es posible determinar si el enfado es el resultado de estar bajo sospecha injustamente o si siente rabia hacia el entrevistador por tratar de atraparle como el ejecutor de un delito que ha cometido.

Por tanto, el error de Otelo se trata de no reconocer que una persona sincera, pero sospechosa de mentir, puede mostrar los mismos signos emocionales que un mentiroso.

De este modo, comprobamos que los errores en la detección del engaño no solo implican creer a un mentiroso, sino también, y lo que puede ser peor, no creer en una persona sincera. Las consecuencias pueden ser desastrosas.

 

 

*Fuente: PaulEkmanGroup

 

 

 

Es más difícil que nos mientan sobre los sentimientos

La mentira forma parte de nuestro día a día. Todos, sin excepción, somos mentirosos, con mejores o peores intenciones sí, pero cualquier ser humano engaña y también es engañado. Los estudios científicos sobre la psicología de la mentira son apasionantes y el interés que despierta convertirse en un experto detector de embustes es cada vez más atractivo entre el común de los mortales.

Fotografía Pixabay License

Fotografía Pixabay License

Malas noticias. Los humanos, por naturaleza, no somos buenos en esto de captar el engaño. Según la evidencia actual, «adivinamos» si nos mienten o no del mismo modo que intentamos predecir si saldrá cara o cruz al lanzar una moneda al aire, es decir, tenemos una precisión aleatoria que ronda el 50% de probabilidad.

Gracias a la investigación en este ámbito vamos conociendo patrones que nos ayudan a dilucidar cómo funciona este curioso comportamiento del engaño y cuáles son los indicadores que más se repiten en la conducta de mentir. Hace escasos meses, un grupo de investigadores de la Universidad de Lyon publicaron resultados interesantes sobre la mayor facilidad/dificultad para saber juzgar la credibilidad/falsedad de un testimonio según el tipo de mentira.

Establecieron tres tipos de contenidos: sobre acciones/actividades, ideas/opiniones y emociones/sentimientos. Los resultados de sus experimentos fueron claros. Hombres y mujeres son notablemente mejores detectando las mentiras en lo que a emociones y sentimientos se refieren.

Por tanto, parece que tenemos más facilidad para mentir sobre lo que estuvimos haciendo anoche pero seremos peores mentirosos si nos preguntan por lo que sentimos y tenemos que hacer referencia a nuestras emociones más profundas. ¡Así que ya sabemos en qué tenemos que centrar nuestras preguntas! 🙂

 

*Referencia:

Geoffrey Duran, Sara Dochez, Isabelle Tapiero & George A. Michael (2020) Opinions, actions and emotions: does the content of lies affect their detectability, Psychology, Crime & Law, DOI: 10.1080/1068316X.2020.1742341

 

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Libros sobre comunicación no verbal recomendables para este verano

Para los apasionados del lenguaje corporal recomiendo algunos libros de lectura ligera para estas vacaciones, pero sin perder el rigor y la utilidad que esta ciencia nos puede ofrecer.

Fotografía Pixabay License

Fotografía Pixabay License

  1. El cuerpo habla, de Joe Navarro, ex agente de FBI en el área de inteligencia. Se trata de un texto muy práctico que recorre de forma pormenorizada cada parte del cuerpo con sus posibles movimientos y significados. Realiza una categorización de los gestos muy interesantes y aplica la teoría del lenguaje corporal a múltiples ejemplos relacionados con su dilatada experiencia profesional policial.
  2. Cómo detectar mentiras, de Paul Ekman, uno de los referentes mundiales expertos en la materia. Este libro conforma un manual de indicadores que pueden determinar si una personas no está siendo del todo sincera. Analiza a través de las microexpresiones en el rostro, los tipos de sonrisa, las palabras, la voz y el cuerpo, detalla la conducta más prototípica de la mentira, así como errores, estrategias y consejos para detectar el engaño.
  3.  Tu habla que yo te leo, de José Luis Martín Ovejero, autor español que elabora una guía dinámica sobre comunicación no verbal dando respuesta a las preguntas más frecuentes que le han realizado a lo largo de los años en los que ha impartido formaciones en empresas de diversos sectores: consejos para negociar, convencer, causar buena impresión y, en definitiva, para facilitarnos las relaciones humanas y conectar mejor con los demás.

Si preferís una novela, no dudéis en acudir a la bilogía de Care Santos: ‘Todo el bien y todo el mal’ y ‘Seguiré tus pasos’, en la que aprenderéis también sobre comunicación no verbal con una maravillosa historia de por medio. Reina, la protagonista, es una excepcional experta en la evaluación del comportamiento y, como muchos ya sabéis, yo misma participé en la labor de documentación que hizo la autora para dar vida a semejante maravilla de mujer.

Por cierto, mañana mismo a las 19.00 horas, Care y yo haremos un directo en Instagram para charlar sobre el proceso de construcción del personaje de Reina, hablaremos de comunicación no verbal y muchas cosas más. No os lo perdáis! 🙂

Detección del engaño, lenguaje corporal, emociones: los expertos hablan

Quería compartir con vosotros una excelente iniciativa para los apasionados de la comunicación no verbal. Mi colega de profesión Alan Crawley, a través de su canal de YouTube ‘Sin Verba’ ha realizado una serie de entrevistas con expertos de diferentes nacionalidades y áreas de especialización.

Hoy publicó el primer podcast, en el que participo para comentar con él cuestiones muy interesantes, por ejemplo: cómo funciona la detección de la mentira, cómo leer las emociones de los demás en diferentes contextos, la clasificación e interpretación de los gestos, las diferencias culturales y de género, cómo ha impactado la pandemia por coronavirus en nuestra forma de relacionarnos.

El diálogo es muy nutritivo porque las preguntas están orientadas de forma muy amena y van conduciendo la entrevista por prácticamente todos los aspectos más destacables del lenguaje corporal, ambos divagamos sobre la tendencia futura de esta materia y compartimos nuestra particular perspectiva sobre la comunicación global.

En fin, me dejo ver un poco por aquí y espero comentarios 🙂

 

Leyendo emociones: humanos vs. máquinas

Para la vida social resulta imprescindible detectar correctamente las emociones de los demás, y según sabemos, estas se manifiestan predominantemente a través del rostro. Hasta los últimos años se creía imposible que las maquinas leyeran las emociones, pero…

¿Sabías que ya hay softwares que reconocen las emociones de la gente?

Fotografía publicada en el perfil Twitter de Affectiva

Fotografía publicada en el perfil Twitter de Affectiva

El psicólogo experto en comunicación no verbal, Alan Crawley, autor del canal ‘Sin verba‘, ha traducido e interpretado, en exclusiva para este blog, un reciente estudio (abril 2020) donde se compara experimentalmente el rendimiento para el reconocimiento facial por parte del hombre con el de la tecnología más avanzada para ello hasta el día de hoy. ¿Quién ganará, el ojo humano o el software?

Las grabaciones de vídeo de lugares tan distintos como aeropuertos, centros comerciales, supermercados y cualquier otro lugar pueden ser analizadas con estos softwares. Su uso incrementa con el paso del tiempo y se extiende a muchos contextos diferentes, aunque aún surgen algunas preguntas: ¿cómo funcionan?, ¿cuán precisos son?

La mayoría de estos softwares trabajan con lo que se conoce como las seis o sietes emociones básicas: alegría, tristeza, temor, ira, asco, sorpresa y desprecio.

Según la teoría neurocultural, éstas son emociones universales que al experimentarlas se manifiestan en el rostro con un determinado conjunto de movimientos faciales únicos e iguales en las personas de todo el mundo.

Prácticamente todos estos softwares funcionan con la misma idea principal de que el rostro es la ventana de los sentimientos reales y ciertas expresiones señalan que se siente una de estas emociones básicas.

En un estudio recientemente publicado en abril de este año 2020, los investigadores Dupré, Krumhuber, Küster, y McKeown, pusieron a prueba la precisión de 8 softwares comerciales en el reconocimiento de estas emociones. Los softwares analizaron 937 videos de expresiones faciales posadas (actuadas) y espontáneas (como respuesta a un estímulo).

Por otro lado, un grupo de 14 participantes evaluó los mismos vídeos. Para descubrir cuál de los grupos lee mejor las emociones, las personas o las máquinas, se compararon las respuestas obtenidas. ¿Qué creen que encontraron?

Las personas identificaron las emociones correctamente en un 72% de las veces en comparación con la precisión claramente menor de entre el 42% y el 62% obtenida por los softwares comerciales.

Fotografía publicada por los autores en la que muestra la comparativa de resultados

Fotografía publicada por los autores en la que muestra la comparativa de resultados

La tasa de acierto de los humanos fue notablemente superior para el reconocimiento de ambas expresiones, posadas y espontáneas, lo que demuestra la valiosa percepción humana.

Para que estos softwares se vuelvan más eficaces, sugieren los autores, deben:

  1. Incluir otras categorías mentales tales como el aburrimiento, interés, dolor y frustración.
  2. Revisar la teoría sobre la que se sustentan.
  3. Contemplar las variables e influencias contextuales.

Y tú, ¿te consideras un buen lector de emociones? ¡Cuéntanos tus experiencias! 🙂

 

*Fuentes:

Dupré D, Krumhuber EG, Küster D, McKeown GJ (2020) A performance comparison of eight commercially available automatic classifiers for facial affect recognition. PLoS ONE 15(4): e0231968. Copyright: © 2020 Dupré et al. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de Creative Commons Attribution License , que permite el uso, la distribución y la reproducción sin restricciones en cualquier medio, siempre que se acredite al autor original y a la fuente.

Softwares comerciales usados: CrowdEmotion’s FaceVideo, Emotient’s Facet, Microsoft’s Cognitive Services, MorphCast’s, EmotionalTracking, Neurodata Lab’s EmotionRecognition, VicarVison’s FaceReader and VisageTechnologies’ FaceAnalysis.

Creadores de bulos: ¿Por qué se inventan información falsa?

Las redes sociales o aplicaciones como Whatsapp son un buen medio para conectarnos, divertirnos e incluso a veces informarnos, pero se han convertido en un magnífico caldo de cultivo para todos aquellos incendiarios que quieren sembrar el caos en momentos de alta susceptibilidad, como el contexto coronavirus en el que nos encontramos ahora.

Fotografía Pixabay Free License

Fotografía Pixabay Free License

Pirómanos de las redes sociales.

La creación de noticias falsas y perfiles de dudosa procedencia son desde hace tiempo habituales, pero durante la crisis del Covid19 y el confinamiento se han multiplicado notablemente. Pero, ¿quién es capaz de improvisar estos bulos?

El perfil psicológico de estas personas es exactamente igual al de un pirómano. Simplemente disfruta haciendo el mal.

Se sienten bien probando el alcance de algún contenido que ellos generan y comprobar las reacciones de los demás, que se viralice, que la difusión se encargue de convertir en real una invención suya, con el único objetivo de hacer daño, crear confusión y miedo.

Se nutren de ese pánico en situaciones caóticas y se aprovechan de éste para tener más éxito en la propagación de sus bulos, por supuesto, casi siempre desde el anonimato que propician las redes o un audio de whatsapp mismamente.

Este perfil también puede participar de un sistema de recompensa social.

Hay personas que, sin embargo, lo que buscan es que sus publicaciones tengan multitud de ‘likes, que se comparta un mensaje suyo y que su contenido llegue a mucha gente, buscando de alguna manera una ‘fama en redes’ (benditos influencers).

Según el nivel de maldad y alarma que originen, para ellos también puede ser un simple juego, una forma de entretenimiento, de divertimento personal para pasar el tiempo y matar su aburrimiento, aunque a veces no sean conscientes de la capacidad destructiva de sus bulos.

Es complicado asignar una motivación única a este tipo de perfiles porque varía en función del mensaje y tipo de contenido que hayan publicado. Habría que analizar caso por caso para estudiar en profundidad el porqué de estos impulsos, y esto resulta casi imposible por lo inaccesible de esta muestra, escondida en el anonimato.

El problema se ha vuelto tan grave que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha visto obligada a recopilar los mitos que van desmontando en su página web.

La población general tiene la tendencia en creer a todo aquello que ve ‘publicado’.

El periodismo tradicional, el noticiario básico, antes de toda esta revolución de las redes sociales era creíble y fidedigno. Jamás se nos hubiera ocurrido que una noticia publicada por los medios, por un periodista cualquiera, era falsa hace 15 años.

Ahora todo está mezclado e incluso algunos medios de comunicación recogen como noticia a los bulos que se propagan por redes sociales.

Por tanto, nosotros los lectores, ya no sabemos ni que creer, pero a su vez necesitamos información en momentos de desconcierto social, sobre todo si atañen a nuestra salud o a nuestra seguridad. El propio Gobierno nos lanza mensajes contradictorios, las fuentes oficiales lanzan también informaciones encontradas, que van cambiando, que anulan a las anteriores…

Pues claro, nos agarramos a ‘un clavo ardiendo’ para intentar darle sentido a todo esto, para intentar protegernos y actuar correctamente, para estar al tanto del desarrollo de la situación, para cuidar de nuestras familias.

Por eso difundimos, por eso creemos en cualquier cosa que nos llegue y que parezca medianamente coherente.

No debemos sentirnos ‘tontos’ por caer en la difusión de bulos. Los tontos son otros. Nosotros únicamente nos sentimos desprotegidos. Y con razón.

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*Fuente de consulta: Huffpost UK

 

El 30% de los españoles prefiere disimular y sonreír, cuando no oye a su interlocutor, que volver a preguntar

Es un ejemplo más de la tendencia de los seres humanos a caer en la deseabilidad social, un concepto que representa al autoengaño, lo hacemos de forma más o menos inconsciente pero siempre queremos que nuestra imagen sea lo más favorable posible ante los demás, no nos gusta reconocer nuestras limitaciones, nuestras debilidades, nuestras carencias, por supuesto, a nivel psicológico (las mayores tasas de deseabilidad social se dan al cumplimentar un test de personalidad) pero también a nivel físico.

Fotografía Pixabay Free License

Fotografía Pixabay Free License

Coincidiendo con la semana internacional de la audición (del 25 de febrero al 3 de marzo), la empresa MED-EL, especializados en innovación auditiva, ha publicado un estudio con resultados sorprendentes: El 30% de los españoles afirma que prefiere sonreír y disimular, frente a volver a preguntar cuando, en una conversación, no escucha bien a su interlocutor.

Otras reacciones ante las dificultades para seguir una conversación son pedir a la otra persona que repita lo que ha dicho, en el 50% de los casos; y pedir disculpas, en el 38%.

Según esta investigación, estas reacciones se podrían generalizar a nivel mundial, con datos de media muy similares en los 13 países que han participado en el estudio: un 30% opta por disimular; un 36% pide disculpas por no oír y solo la mitad de la muestra, un 50%, solicita a su interlocutor que repita lo que ha dicho.

En la publicación se recoge además, la acertada opinión del doctor Javier Gavilán, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario La Paz, “disimular es una actitud de evitación. El resto de las manifestaciones son una consecuencia directa de la pérdida auditiva. A la mayor parte de las personas nos sucede algo similar cuando no entendemos el mensaje que nos transmite la persona con la que establecemos una comunicación verbal.

Si alguien nos habla en un idioma que no dominamos y no entendemos claramente lo que nos dice, la reacción habitual es sonreír y disimular. Lo mismo le sucede al individuo con problemas auditivos. En ocasiones manifiesta su dificultad para la comunicación y otras veces prefiere pasar desapercibido”.

¿Subir el volumen o acudir al especialista?
En el día a día, el 29% de los encuestados sube el volumen de la televisión o la radio, usa subtítulos (18%) o necesita acercarse a las personas que hablan (17%) para poder entender. Además, el 38% de los encuestados tuvo que pedir a la otra persona que alzara la voz para poder escuchar y el 19% utilizó mensajes de texto o correos electrónicos para comunicarse con alguien a quien no podía oír.

En comparación con otros países participantes en el estudio, subir el volumen de la televisión o la radio para escuchar mejor es muy habitual en China (36%) y México (35%) y menos probable en Alemania (23%) e Italia (27%). Acercarse a las personas para escuchar mejor también es más probable que ocurra en China (31%) y menos común en Austria (10%).

 

 

*Metodología de estudio:
El estudio promovido por MED-EL 2020 ha sido realizado por la empresa de investigación Atomik Research sobre una encuesta online entre 1.002 encuestados en España. El trabajo de campo de investigación se llevó a cabo del 1 al 10 de enero de 2020. A nivel global la encuesta online se gestionó en el mismo periodo entre 12.325 encuestados del Reino Unido, Estados Unidos, China, Italia, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Alemania, Austria, México, Israel, España, Colombia y Argentina. Atomik Research es una agencia de investigación de mercado independiente que emplea investigadores certificados por MRS y cumple con el código MRS.

La Isla de las Tentaciones: Por qué Fani se ríe al ver su infidelidad y Cristopher reacciona con ese grito desgarrador

Me lo habéis preguntado muchísimo. ¿Las emociones que vemos en el exitoso programa de televisión son reales o fingidas? Y lo cierto es que el reality de ‘La Isla de las Tentaciones‘ ha ido adquiriendo una trama de comportamientos y relaciones complejas que parecen más propias de un guion hollywodiense que de la vida cotidiana. Pero la realidad supera casi siempre a la ficción, y no hay mayor prueba que el caso que nos ocupa.

El análisis daría para mucho y para centrarse detenidamente en cada uno de los protagonistas del programa pero nos vamos a quedar con Fani y Cristopher, por razones obvias. Sus conductas son las que más han trascendido e incluso viralizado en redes sociales.

Al grito de ¡Estefaníiiiiiaaaaaa! hemos podido ver (pincha aquí para acceder al vídeo) una de las reacciones más desgarradoras de la historia de la ‘telerrealidad‘. Cristopher se muestra fuera de sí cuando ve en una pantalla que su pareja durante 7 años le ha sido infiel, y, en principio, podemos descartar que tanto Cristopher como Fani se dediquen a la interpretación profesional, ni están formados ni preparados para fingir de tal manera.

Sí, su lamento fue sentido, espontáneo y totalmente impulsivo. Podemos ver el alto grado de la emoción de ira que se dibuja en su rostro, mezcla además de la desesperación y la tristeza con rabia extrema que podemos observar en su lenguaje corporal, se levanta de forma rápida, agresiva, los movimientos del cuerpo están descontrolados.

Cuando la furia es muy fuerte, la emoción va acompañada de cambios fisiológicos, como el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial; así como una elevación de ciertas hormonas en sangre. Esta ira que observamos es una respuesta natural ante la amenaza (física o sentimental) con un comportamiento de lucha y defensa cuando nos sentimos atacados.

La rabia surge ante condiciones que generan frustración, interrupción de una conducta motivada, situaciones injustas, o atentados contra valores morales. Como vemos, en este contexto está más que justificada esta reacción.

Cristopher continúa con un proceso mental también propio de esta emoción de ira real: Focaliza toda su atención en los obstáculos externos que impiden la consecución del objetivo o son que son responsables de su frustración, cae en un estado de obnubilación e incapacidad para racionalizar la situación. Corre hacia la playa para ir en su búsqueda, la llama gritando su nombre, ignorando que era físicamente imposible llegar hasta ella o que ésta le escuchase.

Por otra parte observamos la insólita reacción de Fani cuando, en la confrontación con Cristopher, visualizan juntos las imágenes de su infidelidad. Se tapa la cara (siente la emoción de vergüenza), pero se ríe. Y se ríe mucho. ¿Por qué reacciona de esa forma?

Hay dos posibilidades: Tiene un ataque de lo que se conoce como risa nerviosa o inapropiada por los nervios o, segunda opción, muestra tal indiferencia porque la que ya considera su expareja que la situación le resulta cómica.

Respecto a la primera, a todos nos ha pasado alguna vez, estás hablando de algo muy tenso, y tu cuerpo responde riendo, esta sonrisa o carcajada nerviosa es una respuesta psicológica a la ansiedad y la tensión, nuestro cerebro nos hace reír para aliviar la tensión, incluso si realmente no queremos. Se trata de un mecanismo de defensa que se activa cuando nos enfrentamos a algo traumático o angustiante.

La segunda hipótesis no es tan benevolente. Decía Schopenhauer que «gozar de la desgracia de otros es demoníaco». Disfrutar de la desgracia ajena se debe principalmente a tres causas: la agresión, es decir, regocijarte de que tú ganas y el otro pierde; el sentimiento de justicia al ver roto a alguien que consideramos que se lo merece y por último, una rivalidad personal profunda motivada por la venganza, la envidia o el rencor.

¿Qué pensáis que le puede haber ocurrido?

¿Miente Ábalos? Análisis no verbal

La polémica con el ministro José Luis Ábalos, por la ‘reunión-no-reunión’ con la vicepresidenta de Venezuela en España, continúa dando de qué hablar. Parece que no llegamos a conocer del todo lo que ocurrió y ya van hasta 5 versiones diferentes sobre el encuentro.

Anoche el ministro de Transportes se enfrentó, en el programa de ‘El Objetivo’ de la Sexta, a las preguntas de Ana Pastor (por cierto, no os perdáis su rostro de incredulidad durante casi toda la entrevista).

Prácticamente al inicio ya se produce un lapsus linguae muy significativo. «Ha dado hasta cinco versiones diferentes, ¿de verdad cree que lo ha hecho bien? «No-sí», responde un apresurado Ábalos. Parece que ya no empieza con buen pie…

Lo que está claro es que no es una situación relajada que aprovecha para dar sus sinceras explicaciones. Está tenso y con importante estrés, sus gestos automanipuladores son los protagonistas, se entrelaza los dedos de la mano con más y menos presión durante toda la entrevista y se ajusta la chaqueta en numerosas ocasiones.

Son gestos sin significado en sí mismos, sin función concreta más que la de descargar tensión, nuestro cuerpo las realiza de forma involuntaria como ‘muletillas’ del nerviosismo experimentado internamente.

Otro gesto que repite frecuentemente es el de encogerse de hombros, ¿cuándo lo hacemos? cuando dudamos; este movimiento es un emblema que tenemos muy interiorizado del ‘no lo sé’, ‘no estoy seguro’, duda, falta de convicción en lo que uno dice o falta de memoria.

También es destacable el titubeo cuando relata el momento de la visita, va a la pista, sube al avión, está solo… Fijaos cómo desciende de forma notable la velocidad del habla, ralentiza el ritmo. Esto es producto de lo que se conoce con ‘carga cognitiva‘, su cerebro está tan focalizado en controlar lo que va a decir que consume todos los recursos descuidando o siendo incapaz de mantener un ritmo normal del habla.

Ábalos intenta por todos los medios parecer despreocupado y tibio ante la importancia de la situación, véase su rostro en el momento de pronunciar que el encuentro «dura unos 20 o 25 minutos», pliega los músculos de la cara y entrecierra los ojos, es una emoción social de indiferencia para conseguir neutralidad y credibilidad.

Refuerza también lo anterior con sonrisas y carcajadas breves pero intensas, en cualquier caso desmedidas y fuera de contexto, de esta manera quiere proyectar igualmente indolencia y despreocupación, pero no son coherentes ni al momento ni al resto de su comunicación no verbal.

No os perdáis el vídeo y espero vuestros comentarios!! Y os hago pregunta para nota: ¿Echáis en falta alguna emoción? ¿Qué emoción cabe esperar en el rostro de alguien acusado injustamente de algo no cometido?

 

Qué tipo de niños mienten más y cómo afrontarlo

La mentira siempre se convierte en un tema complejo y controvertido. Por un lado, la mentira es inevitable y necesaria para las relaciones sociales, quien diga que siempre dice la verdad miente; es imposible.

El miedo a la mentira se incrementa si la observas en tus hijos, sin embargo, las mentiras pueden ayudarnos a comprender el desarrollo social y cognitivo de los niños. En este artículo replico un texto en inglés publicado por ‘The Conversation‘, muy interesante y con una buena dosis de estudios científicos linkeados sobre cada afirmación que van relacionando la infancia y la mentira:

El equipo de investigación del Laboratorio de Desarrollo Social y Cognitivo de la Brock University está estudiando la capacidad de mentir, que puede considerarse, en diversos contextos, como una señal del desarrollo cognitivo de los niños y de su exploración de nuestro mundo social.

Los psicólogos del desarrollo llevan décadas estudiando la capacidad de mentir, y han descubierto que se manifiesta hacia los 2 años de edad. Sin embargo, es a partir de los 4 años, aproximadamente, cuando la mayoría de los niños comenzarán a mentir para ocultar una trastada, y este alto índice de mentiras se mantiene a lo largo de toda la infancia.

Pero las mentiras no se detienen ahí. Evelyne Debey, profesora de la Universidad de Gante (Bélgica), y sus colegas preguntaron a miembros de la comunidad de entre 6 y 77 años acerca de las mentiras que contaban a diario. Hicieron un descubrimiento interesante: aunque todos los grupos de edad afirmaron que mentían, la conducta mentirosa dibujaba una curva en forma de U invertida. Las mentiras aumentaban durante la infancia, llegaban a su nivel más alto en la adolescencia y disminuían (pero sin llegar a desaparecer) durante la edad adulta.

Ahora bien, ¿cómo se desarrolla esta capacidad? ¿Qué sucede durante la edad preescolar que ayuda a los niños a decir sus primeras mentiras?

Mentir puede parecer un acto sencillo; sin embargo, una mentira eficaz exige una buena dosis de habilidad cognitiva. Para decir una mentira, un niño debe ser consciente de que otras personas pueden tener creencias y conocimientos diferentes de los que él tiene y de que esas creencias pueden ser falsas.

El aumento de las mentiras hacia los 4 años de edad tiene lugar justo en la época en que los niños empiezan a controlar su capacidad para pensar en las falsas creencias de los demás. Se ha observado que esta capacidad está relacionada con un aumento de las mentiras en los niños.

Además de comprender que pueden crear una falsa creencia al decir una mentira, los niños tienen que emplear después sus habilidades de inhibición para evitar que se les escape la verdad, y usar su memoria para guardar un rastro de las verdades y las mentiras que han contado.

Por ejemplo, Angela Evans, directora del laboratorio, y Kang Lee, profesor en la Universidad de Toronto, estudiaron las mentiras y el desarrollo cognitivo de los niños y descubrieron que los niños y niñas que presentaban un mejor rendimiento en funciones cognitivas como la inhibición y la memoria eran más propensos a mentir. También demostraron que estas habilidades cognitivas son importantes para mantener una mentira durante la adolescencia.

Aunque las mentiras de los niños pueden obedecer, en parte, a sus habilidades cognitivas avanzadas, nuestro estudio sugiere que, con frecuencia, mentir también puede estar motivado por factores sociales.

En otro estudio del laboratorio descubrían que los niños de entre 3 y 8 años de edad que tenían al menos un hermano o hermana eran más propensos a hacer trampas jugando que los que no tenían hermanos. En general, los niños que tenían un hermano pequeño mentían más sobre sus trampas que los niños que eran el hermano pequeño.

El hecho de tener hermanos favorece una forma de jugar que puede alentar y normalizar la propensión a hacer trampas. Ser hermano mayor propicia la oportunidad de manipular a los hermanos pequeños, menos avanzados cognitivamente.

Puesto que decir mentiras es un aspecto común y normativo de la incipiente vida social de los niños, el hecho de tener hermanos y hermanas puede, simple y llanamente, proporcionar a los niños un entorno adicional que les permite explorar su capacidad de desarrollo para mentir. Pero no hay que olvidar que los hermanos también pueden favorecer los comportamientos prosociales y algunas habilidades cognitivas.

Cuando los niños empiezan a mentir, a los padres les corresponde la labor de socializar a sus hijos enseñándoles las normas y las expectativas sociales relacionadas con la honestidad. Muchos padres y madres quieren saber si existen estrategias para alentar a su hijo a decir la verdad. Los investigadores psicosociales han estudiado específicamente esta cuestión y han descubierto varias técnicas.

Una técnica que han probado algunos padres es leer a sus hijos cuentos con moraleja, como ‘Pedro y el lobo’, que recalquen la importancia de la honestidad. Pero los investigadores han constatado que leer este tipo de cuentos morales, que hacen hincapié en las consecuencias de mentir, en realidad no tiene ningún efecto en la honestidad; en cambio, se ha descubierto que las historias que ensalzan las bondades de decir la verdad logran potenciar de manera efectiva la honestidad de los niños.

Otra técnica sencilla es pedir a los niños y niñas que prometan decir la verdad. Se ha descubierto que esta técnica resulta más eficaz desde los 5 años de edad hasta la adolescencia.

Pero ¿existe alguna técnica para los niños pequeños? Un estudio llevado a cabo en el laboratorio recientemente descubrió que pedir a los niños de entre 3 y 4 años que se miraran en un espejo –para tomar conciencia de sí mismos– mientras se les preguntaba por una posible trastada aumentaba considerablemente el porcentaje de respuestas sinceras.

 

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