Archivo de noviembre, 2021

¿Me puedo enamorar de dos personas a la vez?

¿Es esto realmente posible? ¿Podemos sentir verdadero amor por dos o más personas? Muchos aseguran que es incompatible, que si tú quieres a alguien y esa relación ‘va bien’ no podemos sentirnos atraídos o enamorarnos de una tercera persona.

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El tema es complejo porque influyen por un lado las cuestiones sociales, educativas, culturales, creencias religiosas sobre la monogamia, la culpa, el engaño, la ética y la moral, y por otro lado la pura y simple biología que también marca una tendencia de conducta y la posibilidad de que puedan ocurrir opciones invalidadas socialmente.

Hay cierto consenso por la psicología, validado por diferentes investigaciones, en afirmar que sí, que es factible estar enamorados de dos o más personas al mismo tiempo.

El amor es pura química que desencadena un sentimiento de afecto y cercanía hacia los demás, una emoción necesaria para la supervivencia del ser humano.

Nuestro cerebro no entiende de reglas sociales, cuantas más personas ‘enamorables‘ encuentre para nosotros, mucho mejor para él, porque si además es correspondido, la recompensa es tremendamente intensa y adictiva.

Profundizando un poco más, en las relaciones puede surgir:

  • Una sencilla atracción, ni que decir tiene que ésta la sentimos constantemente al mirar a otros, porque es meramente algo físico, una emoción de interés.
  • El enamoramiento, una fase impulsiva, de deseo continuo por el otro, sin objetividad (no vemos defectos ni nada negativo en la otra persona), este estado se convierte en una posesión completa de nuestro organismo, con un gasto de energía y recursos cerebrales brutal.
  • Amor maduro, un sentimiento más relajado y racional, caracterizado por la complicidad, el compromiso, la confianza, el apoyo incondicional, la comunicación y la construcción de experiencias comunes.

Estos tres procesos están controlados por tres sistemas cerebrales y neuronales distintos, por tanto es totalmente posible combinarlos con diferentes individuos (sin importar el género, por supuesto).

Según las investigaciones, sí que sería muy complicado estar en la segunda fase de enamoramiento intenso con dos o más personas a la vez, porque en ese proceso irracional solemos focalizar nuestra entera atención y disposición a uno solo. Nuestro cerebro se colapsaría con esa intensidad repetida x2 o más.

Pero sí es perfectamente posible estar enamorado de alguien y a la vez tener una relación de amor maduro con otra persona. O tener amor maduro por dos o más congéneres.

Nuestro cerebro está biológicamente preparado para generar sustancias relacionadas con el enamoramiento y el amor maduro, de forma simultánea y también es capaz de experimentar un amor maduro real con varias personas, ya que le ‘dedica’ un espacio cerebral diferente a cada uno.

Estamos preparados para vivir el amor de un modo diverso e infinito pero hemos sido educados en ciertos mitos que quizás colaboren a impedir la libertad de su desarrollo.

Por ejemplo, el concepto de ‘media naranja’, solo nos sentiremos plenos y completos si encontramos a nuestra mitad. Que nuestra felicidad amorosa dependa de que alguien encaje a la perfección con nosotros mismos es totalmente irreal y frustrante.

O que solo tenemos un único ‘amor verdadero’ en toda nuestra vida. No solo queremos una vez, puede haber cientos de amores verdaderos a lo largo de nuestra historia íntima. O el mito de la exclusividad, que apuesta porque si tu relación funciona no deberías sentir atracción por otras personas.

Estamos preparados para sentir cientos de combinaciones posibles, no hay nada más romántico que elegir de forma libre a la personas o personas que quieres amar, sin imposiciones culturales absurdas. La monogamia está fenomenal si así lo deseas, el poliamor también.

Las ‘reglas’ deben ser tan únicas y diversas como parejas existan en el mundo, ¿no crees? Comentamos en Twitter! 🙂

 

*Fuentes expertas:

María Esclapez

Juan Nieto

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Cómo era ser Maradona: su personalidad a través de la comunicación no verbal

Hoy se celebra el primer aniversario de la muerte de Maradona, una estrella del deporte muy controvertida pero indudablemente carismática. El psicólogo argentino Alan Crawley le rinde homenaje en este blog desde su rigurosa perspectiva y conocimiento, con un análisis descriptivo de la gestualidad característica de Diego Armando Maradona, más allá de su habilidad futbolística o de su vida íntima expuesta públicamente:

Maradona, cuando era seleccionador argentino, bromeando con un grupo de niños. EFE

Maradona, cuando era seleccionador argentino, bromeando con un grupo de niños. EFE

La historia de sus 60 años de vida ha dejado un legado gigantesco, con luces y también sombras, aunque aquí me enfocaré exclusivamente en su comportamiento no verbal.

Veamos entonces una serie de gestos y posturas recurrentes en su expresividad. Actos corporales, maneras de ubicar su cuerpo, que repitió durante una gran parte de su vida. Cada uno de ellos por separado puede brindarnos una pista sobre quién fue, y todos ellos en su conjunto ofrecerán una visión más completa de su identidad.

Les presento 4 comportamientos con los que Diego manifestó su personalidad:

  1. Pecho proyectado hacia adelante y hombros hacia atrás

Él extendía horizontalmente sus pectorales y su tronco superior con una amplitud poco frecuente. Su pecho se ‘inflaba’ hacia adelante. La traducción verbal de esta postura podría ser “tengo plena confianza en mí”. Ya desde joven adoptaba esta postura corporal.

A simple vista, te hace parecer más grande. Es una posición del cuerpo más frecuente en personas con alta seguridad, autoestima y determinación. En general,  esta postura se realiza fugazmente en situaciones de orgullo intenso, como ganar una carrera o un partido de tenis, aunque Diego mantenía esta expresión de forma más permanente.

  1. Postura excesivamente relajada

Los estudios en primates, humanos y no humanos, han evidenciado una tendencia clara con respecto a los individuos poderosos: son generalmente los que adoptan las posturas más distendidas. Esto podía verse en su tendencia a reclinar la espalda contra el asiento.

En ocasiones, lo hacía tan pronunciadamente que separaba su espalda baja del respaldo. También llegaba a estirar al máximo sus piernas hacia adelante, algo que se realiza especialmente en privado o en presencia de personas muy cercanas.

Por último, evitaba los cruces de brazos y manos por delante del cuerpo, posiciones corporales que a menudo se efectúan como respuesta a un malestar situacional, sentirse demasiado expuesto o rechazo interpersonal. Es decir, predominaban en Diego las exhibiciones corporales expansivas y abiertas, lo que visualmente lo hacía parecer de mayor tamaño.

  1. Cruce de brazos con pulgar/es exhibido/s

Los brazos entrelazados por delante del torso también pueden comunicar otros significados tales como comodidad, ceder el turno del diálogo para escuchar, frío, temor, etc. Casi como una contradicción, Maradona sí se cruzaba de brazos con cierta frecuencia, pero lo hacía de una determinada manera.

Por lo general, los tenía relajados y más notablemente elevaba uno o ambos pulgares por delante de la axila. Esta peculiar posición se relaciona, según el experto Joe Navarro, con personas que se consideran a sí mismas como poderosas o seguras.

Estos cruces de brazos sin tensión muscular con el agregado de los pulgares levantados envían mensajes de autoconfianza. No señala vulnerabilidad, más posiblemente es una expresión de compromiso entre “no estoy lo suficientemente cómodo como para desproteger el torso, pero sí lo suficiente como para demostrar cuán seguro estoy de quién soy y de qué soy capaz de hacer”.

  1. Demostraciones de afecto

Hay más frases sobre Maradona que granos de arena en el planeta tierra. Una bastante notable fue la del escritor argentino Eduardo Galeano. A sus ojos, Maradona era “el más humano de los Dioses”. Su mortalidad estaba vinculada con sus deficiencias personales, sus errores. Para complementar su aguda observación, podemos decir que, desde el comportamiento no verbal, Maradona también demostraba su ‘mortalidad’, o más bien, su humanidad.

Sus saludos eran efusivos. Expansivos. En la distancia gesticulaba con energía. En la cercanía, te tocaba, te abrazaba, te besaba. A conocidos y desconocidos. Sin importar su popularidad, cuán alto en la escala jerárquica se encontraba, sus saludos no ostentaban su poder. Todo lo contrario, los hacía como si él fuera menos importante que el otro. Es decir, con sus saludos Diego proyectaba equidad, cercanía y humildad.

Los gestos y posturas descritas hasta ahora nos dan la oportunidad de asociar la gestualidad con su personalidad. Sus posturas abiertas, expansivas y relajadas eran indicativas de su autoconfianza, extroversión y apertura a las interacciones. A su vez, la demostración de los pulgares sugiere la consciencia de su importancia, gran influencia y jerarquía.

En cambio, compensaba los anteriores gestos de dominancia con demostraciones afectivas en forma de saludos, felicitaciones y señales positivas. De pronto, alguien tan idolatrado como admirado, se volvía tan cercano como un amigo íntimo.

Su gestualidad sugiere una combinación poco frecuente de mensajes de alta autoestima, balanceados con una impresionante cantidad de gesticulaciones de cercanía e igualdad con los demás. Esta extraña mezcla fue la que construyó una potente imagen carismática a ojos de la gente.

¿Qué opinas de su gestualidad? ¿Te gustaría conocer más sobre sus gestos? Si quieres saber más, no te pierdas el vídeo con el análisis completos + fotografías y comenta!

 

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Dolores Vázquez: la condena de su comunicación no verbal

Dolores Vázquez tiene por condena la imagen que proyecta. A su vez, esta apariencia la condenó realmente por un delito no cometido.

No es una afirmación exagerada si analizamos cuáles fueron las claves que de verdad la llevaron a la cárcel, y antes de eso, a su repentina fama, conocida como la ‘asesina mediática‘ más conocida de este país.

Imagen promocional del documental 'Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof'

Imagen promocional del documental ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’

En el caso del asesinato de Rocío Wanninkhof se construyó socialmente a un personaje tan maquiavélico que la presión que ejerció en la investigación del caso, como en su posterior sentencia, resultaron en uno de los errores judiciales más graves en España.

Este caso sembró un paradigma en el derecho pero también en la psicología.

La Guardia Civil sospechó de ella, como de otros muchos del círculo íntimo de Rocío, pero la opinión pública y los medios ya la habían sentenciado: rencorosa, agresiva, fría y calculadora (los dos rasgos más repetidos), lloraba de mentira, con cara de mala, con miradas extrañas…

Estos son los ‘argumentos’ que se empleaban para constatar su culpa. Era una mujer lesbiana en 1999, practicante de las artes marciales; para quienes la conocían no era del todo agradable, abierta o simpática. Caía mal y fue juzgada por su personalidad, por su conducta, al parecer, incoherente e incompatible con el contexto.

Intervino incluso la fisionomía de su rostro, con rasgos masculinizados, voz ronca y falta de feminidad, transmitía ser una mujer más agresiva, capaz de cometer el sanguinario asesinato.

La observaron durante el proceso de búsqueda y decían que era extraño que siempre quisiera ir ella sola, analizaron su conducta en el entierro y no encajó que se mantuviera apartada de la familia.

Se consideró como prueba fundamental un supuesto odio de Dolores a Rocío por interponerse en la relación sentimental con su madre, un odio compatible con su estilo de personalidad, de carácter fuerte, metódico y vengativo, que la proyectaba muy extraña ante lo sucedido.

Recordemos que las personas más introvertidas o con rasgos de psicoticismo elevados demuestran una mayor dificultad para expresar sus emociones, esto no quiere decir que no lo sientan intensamente o que lo exterioricen, pero probablemente solo en la intimidad.

Con todo ello es prácticamente imposible la imparcialidad de un jurado popular que escuchaba cada día toda esta acusación mediática. Datos que no eran informaciones, eran prejuicios e impresiones.

En el documental, algunos de los miembros del jurado admiten que, minutos antes de comenzar el juicio, la observaron y la vieron serena, sin gesticular, sin llorar (que era lo que ellos esperaban), antipática y que no les gustó porque su físico no era nada agradable.

Su actitud, apariencia, personalidad y lenguaje corporal la condenaron.

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¿Hablas solo? ¡No estás loco, eres un genio!

Puedes pensar que es una locura hablarte a ti mismo en voz alta. ¡Estás equivocado! Existen multitud de investigaciones que avalan los beneficios de este comportamiento: fortalece muchas habilidades, incluida la inteligencia o la creatividad.

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No es nada nuevo, ya había grandes personajes de la antigüedad clásica, como el gran orador Cicerón (106 a.C. – 43 a.C.), que ya apuntaban que una buena forma de preparar un discurso o escribir un libro es hablar solo, especialmente cuando uno se queda en blanco.

Piensa un momento… La realidad es que constantemente hablamos con nosotros mismos a través de nuestro pensamiento. Con nuestra voz, pero sin volumen.

Ahora no parece tan descabellado, ¿verdad? ¿Por qué iba a serlo?

Lo que hacemos simplemente es elevar el tono de nuestras conversaciones internas y de esta manera los mensajes se transforman en ideas más claras, coherentes y toman una fuerza mayor a través de las palabras sonoras, asumen más significado y estos mensajes nos influyen más que si las dejamos solo en una voz interior.

Es importante aclarar que hablar solos nada tiene que ver con la soledad, no nos hablamos a nosotros mismos por no tener compañía, son acciones independientes a nivel cognitivo.

Los soliloquios, de hecho, generan otra clase de activación cerebral; si hablas con otra persona tienes la intención de comunicar un mensaje, si hablas solo se activan áreas funcionales relacionadas con la concentración, la memoria, la organización de ideas, resolución de conflictos o el equilibrio emocional.

Por todo ello, hablar en alto, aunque sea en soledad, puede ser una muy buena opción cuando queremos retener información importante o aprender un nuevo idioma. Los estudios al respecto lo avalan: cuando se verbaliza cualquier dato será más efectivo el recuerdo posterior que cuando solo se lee para uno mismo.

Otro detalle muy interesante es el de darnos ánimos o fuerzas a nosotros mismos cuando estamos en una situación difícil. Tenemos dos opciones: hacerlo en primera persona (¡vamos! ¡yo puedo!) o en segunda persona (¡vamos! ¡que tú puedes!). Pues bien la investigación también tiene algo que decir al respecto:

Resulta que si optamos por hablarnos en segunda persona del singular obtendremos efectos más positivos en el desempeño y rendimiento de cualquier tarea en la que nos encontremos. Nos moviliza, nos motiva a la acción con mayor optimismo. Autoestimular nuestro ánimo en segunda persona incrementa nuestra confianza y nos aportará seguridad.

Hablarnos en voz alta también nos tranquiliza en momentos de alta ansiedad y estrés, podemos tomarnos unos segundos con nosotros mismos frente al espejo y decirnos que «todo va a salir bien», «venga, que no es para tanto», «no pasa nada, eres fuerte». Breves notas en altavoz que resuenan como un buen consejo que asumimos sin cuestionarnos.

Después de todo, va a resultar que hablar solos no es algo de locos, sino de genios! 🙂

 

 

¿Tienes un tono de voz grave? Estás de suerte

¿Te han dicho alguna vez esto de: «Me gusta escuchar tu voz«? Estás de suerte.

El estudio no verbal de la voz se denomina paralenguaje y analiza la forma en la que se expresan las palabras. Se abstrae de lo que decimos y se centra en el cómo lo contamos, qué proyecta nuestro tono, la rapidez y fluidez del habla, nuestras pausas y silencios… Todo comunica.

Fotografía Free to use – Pexels.

La voz también puede ser el espejo del alma y resulta ser una muy buena carta de presentación en la formación de las primeras impresiones. Concretamente, tardamos solo 390 milisegundos en hacernos ya una idea sobre el otro, tanto la apariencia como la forma de hablar tienen mucho que ver en esta fase.

Existen estudios muy recientes que ya nos advierten de que el tono de voz es capaz de transmitir emociones, estados de ánimo e incluso algunos de los rasgos más importantes de nuestra personalidad.

Una de las conclusiones más significativas de la investigación es que las personas (indistintamente hombres y mujeres) con un tono de voz más grave, profundo, y capaces de realizar más inflexiones con la tonalidad, son más persuasivas con los demás; también más dominantes, extrovertidos y atractivos.

¡Ahí es nada!

¿Eres capaz de saber si tu pareja está sufriendo observando su lenguaje corporal?

Dicen que el dolor es inevitable y que el sufrimiento es opcional.

Sin embargo, estudios recientes afirman que el recuerdo del dolor físico puede debilitarse con el paso del tiempo, mientras que el dolor emocional puede revivirse a través de un simple recuerdo.

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No manejar adecuadamente las experiencias de sufrimiento pueden provocar más dolor de lo que pensamos. El sufrimiento prolongado, aunque sea opcional, destruye la calidad de vida y puede quitar las ganas de existir.

Puede ser sencillo para la mayoría de nosotros detectar, a través de las expresiones faciales de los demás, la alegría, el enfado o incluso la tristeza, pero ¿y el dolor? ¿Existe un rostro universal que representa el sufrimiento físico/emocional? Parece ser que esto es más complicado.

Hay estudios que ya advierten que podrían existir ciertos patrones comunes en la acción muscular de nuestra cara la hora de expresar dolor, un avance importante para la detección del sufrimiento en animales, bebés o en personas que no tienen la capacidad de comunicarse con normalidad.

Por mucho que conozcamos al otro, como podría ser nuestra pareja, con la que convivimos, nos es complejo evaluar esta sensación de dolor por varios motivos:

Los psicológos Ronald Riggio y Alan Crawley destacan al respecto que, en primer lugar, el dolor es una emoción muy negativa que normalmente tratamos de ocultar o enmascarar de algún modo.

Es por eso que, en la investigación, se ha demostrado que la sonrisa a veces se produce cuando una persona tiene dolor, en un intento por encubrir el verdadero sentimiento.

El dolor contempla una amplia intensidad. Ante un impacto o dolor agudo repentino se produce una expresión emocional igualmente intensa, específica e inequívoca, pero ante un dolor más cronificado o un sufrimiento emocional prolongado en el tiempo, los indicadores faciales se vuelven más sutiles.

«Por ejemplo, fruncir el ceño, estrechar los ojos, levantar el labio superior y una boca abierta y estirada son señales no verbales que comúnmente, pero no siempre, están asociadas con la cara del dolor. Estas señales pueden ser demasiado sutiles para detectarlas con coherencia».

Las expresiones de dolor y sufrimiento son muy variadas, y pueden ir desde el llanto contenido al llanto desbordado, desde la introversión a la necesidad de estar rodeado de gente y expresar el dolor, desde el abandono personal al cuidado extremo. Todo ello depende de nuestros aprendizajes, creencias, estilo de personalidad, etc.

 Investigaciones recientes sugieren que podemos pasar por alto las señales asociadas con el dolor y confundirlas con otra emoción negativa, como la ira o el asco. Quizás por eso, cuando interactuamos con alguien que sufre, podemos pensar que la persona está irritada o molesta incluso por nosotros.

Por último los estudios también nos muestran que, en general, tenemos una pobre habilidad de análisis no verbal. Los datos analizados muestran claramente diferencias individuales significativas en la capacidad de las personas para «leer» el lenguaje corporal de los demás.

«En muchos casos, podemos ignorar las señales obvias de que alguien está sufriendo o podemos «ver» otra emoción («ella está sonriendo, ¡así que debe estar feliz!»). Si no es muy bueno decodificando señales no verbales, hay dos cosas que puede hacer: puede trabajar para desarrollar mejores habilidades de decodificación [¡no es fácil y requiere mucho trabajo!], O puede recordar hacer preguntas cuando detecte que algo anda mal».

Un truco para detectar el dolor físico en los demás: algo que sí solemos hacer todos los seres humanos es tocarnos la zona dolorida con la mano, pues investigaciones recientes afirman que de este modo logramos reducir el dolor, no siendo igual de efectivo si es otra persona la que nos toca la zona afectada. Esto se debe a que el cerebro entiende el cuerpo como un todo, y trata de reestablecer el equilibrio del organismo de este modo.

Y curiosamente lo conseguimos: El contacto físico reduce el dolor #EstudioCientifico

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El síndrome FOMO afecta ya a 2/3 de los usuarios de redes sociales

¿Y qué es esto del síndrome FOMO? Corresponde con las siglas inglesas de Fear Of Missing Out, el miedo a perderse algo. En psicología ya es un trastorno reconocido tras el avance tecnológico y la continua conexión en red.

Fotografía con licencia Creative Commons

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Este fenómeno afecta ya a 2/3 de los usuarios de redes sociales y puede describirse como sentimiento constante de que el resto del mundo está disfrutando de experiencias interesantes y emocionantes y que ellas se lo están perdiendo.

En redes sociales se exponen momentos divertidos, viajes, conciertos, fiestas, eventos culturales, parejas, hijos o mascotas ideales… Todo ello proyecta la percepción de que tú en tu casa, aburrido, estudiando, en un mal momento, estresado, trabajando (es decir, en cualquier día normal, rutinario, y que nadie sube a su perfil) tienes una vida peor que los demás.

En las redes sociales mostramos cómo queremos ser o cómo queremos que nos vean nuestros contactos, pero no cómo somos o qué hacemos en realidad normalmente, así solo se visualizan vidas exentas de problemas. Esta ventana irreal es peligrosa, pudiendo afectar a la identidad social de las personas, sobre todo de menores de edad y de los más jóvenes

Los estudios correlacionan FOMO positivamente con circunstancias sociales como un bajo nivel de satisfacción social, lo que causa sentimientos de inferioridad y que puede llegar a provocar problemas en la salud mental de los adolescentes (y los que ya no lo son tanto), derivando en cuadros depresivos o ansiedad, que además, paradójicamente, resuelven estando al día de todo, conectándose más y mirando lo que los demás hacen, retroalimentando así el ciclo.

Siempre idealizan las situaciones que viven los demás por encima de las suyas, porque lo más curioso es que aunque en algún momento hagan lo que creían que se estaban perdiendo, o similares, tampoco les parece para tanto.

Los expertos advierten que este síndrome es consecuencia de un tipo de distorsión cognitiva que lleva a pensamientos irracionales y, para las personas con propensión a este tipo de pensamiento, las redes sociales pueden llegar a ser muy perjudiciales. Aun así, desenchufarse completamente de las redes no resuelve nada, ya que sería solo una forma de evitación.

La psicoterapia es fundamental en estos casos para reconducir y analizar el origen del pensamiento negativo, trabajar la autoestima, el miedo a la exclusión y gestionar mejor las emociones o la frustración ante las influencias externas.

Y recordemos que, siendo más realistas: “La diversión debe ser el postre de nuestra vida, pero nunca puede convertirse en el plato principal”.

-Harold Kushner-

La pandemia nos ha cambiado: la nueva comunicación no verbal

Un virus desconocido, un confinamiento inimaginable, miedos, duelos, teletrabajo, mascarillas… Hemos vivido toda una revolución a nivel social y psicológico. Es indudable que el Covid 19 nos ha pasado factura: nuestro comportamiento ha cambiado, de forma universal, de manera voluntaria pero también nos hemos transformado sin querer, obligados por las circunstancias.

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El psicólogo y experto en conducta no verbal, Alan Crawley, nos analiza las principales modificaciones en nuestro sistema de relaciones, ¿se quedarán para siempre?

Saludos ‘nuevos’.

Cuando dos personas se encuentran generalmente se realiza una forma ritualizada de saludo, como estrechar la mano, dar un beso en la mejilla o un abrazo. Para sorpresa del mundo, la pandemia borró del mapa (temporalmente) el conocido acto de dar la mano. Casi inmediatamente fue reemplazado por otros. Se popularizaron algunos saludos como el choque de puños y el contacto codo con codo.

Este hecho nos demostró que puede dejar de usarse de forma repentina hasta el saludo más universal.

Dubitación en el contacto.

La manera de interactuar ya no es la misma desde el momento en que tocar a otros se convirtió en un peligro para la salud. Ya sea la caricia de cariño a un niño o una palmadita en la espalda para felicitar a un colega, las personas tienen, según Alicia Martos (2020), ‘sed de contacto’ físico.

Sin embargo, se instauró la idea de que la mano podría ser un vehículo para transmitir la enfermedad. Es por ello que ahora en cada encuentro las personas están siendo muy conscientes de si tocan o no a otros. Hasta se pide disculpas por el más mínimo contacto, cuando antes se hubiera ignorado.

Mayor distancia física al interactuar.

La medida de distanciamiento social impuso que se debe tomar aproximadamente 2 metros de distancia respecto de otros. Ahora, sin darse cuenta, las personas se sientan a unos centímetros más lejos de un amigo o colega en comparación con el momento previo a la pandemia. Lo mismo cuando se paran frente a frente.

Lo que comenzó como una medida de salud hoy se propagó como una norma cultural que ha empujado hacia atrás la cercanía física. Está por verse si se mantiene o se vuelve pronto a viejas costumbres.

Mayor confianza en los ojos.

¿Cómo saber lo que sienten los demás? Se ha hecho más difícil conocer las emociones de otros. Los tapabocas ocultan más de la mitad de la cara. Numerosos artículos científicos demostraron que se necesita ver el rostro completo para identificar con precisión las emociones ajenas (Carbon, 2020; Proverbio & Cerri, 2021) y las máscaras son un obstáculo.

Ahora los gestos fugaces de las cejas y los ojos reciben más atención que antes y puede que se los considere como más importantes debido a que es lo único visible de la cara.

Menor contacto visual.

Parece contradictorio, pero en observaciones en la vía pública me he encontrado con que las personas miran menos a los ojos de los desconocidos (especialmente si no están hablando con ellos). Posiblemente porque: 1) la mascarilla incrementa la sensación de anonimato y 2) hoy día los encuentros con otros son potencialmente más peligrosos para la salud.

En otras palabras, se está menos motivado y se corre más riesgo (al contagio) en cada interacción, por ello, la mirada puede esquivar los ojos de los demás.

La importante lección detrás de todos estos cambios es que los estudios científicos de Comunicación No Verbal durante la pandemia reflejan lo rápido que aprendemos nuevas maneras de comunicar mensajes para seguir conectados con las demás personas.

La comunicación humana es como la vida, siempre encuentra su camino.

 

*Referencias:

Carbon, C. C. (2020). Wearing face masks strongly confuses counterparts in reading emotions. Frontiers in Psychology11, 2526.

Martos, A. (2020). Se hizo el silencio: las 22 claves psicológicas para entender la pandemia. Se hizo el silencio, 1-241.

Proverbio, A. M., & Cerri, A. (2021). Surgical Masks Impair People’s Ability To Accurately Classify Emotional Expressions, Except For Anger.

https://abcnews.go.com/Health/year-wearing-masks-talking-zoom-changed-us/story?id=76400154