Archivo de diciembre, 2019

El rostro de la sorpresa genuina por un regalo de Navidad inolvidable

Los empleados de una inmobiliaria en EEUU nunca olvidarán la cena de Navidad de este año. Lawrence Maykrantz, presidente de la agencia inmobiliaria St. John Properties, ubicada en Baltimore, quiso sorprender a sus cerca de 200 trabajadores con un regalo inimaginable… 10 millones de dólares a repartir entre todos y vaya si lo consiguió.

Esta misma semana, durante la cena navideña, Maykrantz agradeció a todos sus empelados su esfuerzo y les entregó un misterioso sobre rojo. Cuando el ejecutivo finalizó su discurso de agradecimiento, pidió a su equipo que abriera el sobre y la sorpresa fue tan grande que varios rompieron en llanto.

Los rostros que podemos observar son toda una clase magistral sobre la emoción básica real de sorpresa. El asombro tan intenso dibuja una configuración facial muy específica que podemos apreciar perfectamente en las imagenes.

Recoge y analiza el momento mi compañero Aurelio Cortés, experto en coaching y comunicación no verbal: «La sorpresa es la más breve de las emociones básicas, por ello algunos científicos la califican como proto-emoción, ya que una vez que comprendemos lo que está ocurriendo, la sorpresa desaparece dando paso otras emociones como el miedo, la alegría, el alivio, la ira, etc, o también puede ocurrir que si lo que nos sorprende no tiene consecuencias, no le siga emoción alguna.»

La Sorpresa se observa en tres acciones musculares:

1º La elevación de las cejas en toda su longitud.

2º La elevación de los parpados superiores, originando la apertura total de ojos, conocido con el término cotidiano de ‘ojos como platos’.

3º La caída (descuelgue relajado) de mandíbula.

En el vídeo podéis observar la Sorpresa en los rostros de sus empleados.

«Especial interés tiene la expresión de la empleada de la foto, vemos cómo después de desplegar en su rostro la sorpresa, realiza además un ‘gesto adaptador‘, mas habitual en mujeres, al llevar su mano al hueco supraesternal de su cuello, que pretende aliviar la angustia, inseguridad, temor… originados por lo imprevisto de la situación».

¿No os parece precioso? La magia de las emociones básicas universales… 🙂

Cuando una portada nos habla: el ejemplo de Greta Thunberg en ‘TIME’

La joven sueca Greta Thunberg ha sido elegida por la reconocida revista ‘Time’ como el personaje más relevante del año por su lucha contra el cambio climático y sus esfuerzos por despertar conciencia en jóvenes y adultos sobre los peligros de la contaminación ambiental.

El psicólogo Alan Crawley, experto en comunicación no verbal y autor del canal ‘Sin Verba’, analiza para este blog cuáles son las claves en la iconografía cuidadosamente elegida para Thunberg:

Se le dedican muchas horas de trabajo y preparación al diseño de la portada de una revista tan relevante como esta. Esto significa que cada detalle, desde los colores, pasando por la pose, hasta la vestimenta, han sido estratégicamente planeados.
Esta es una pieza producida con mucha dedicación, y por tanto, carece de cualquier tipo de espontaneidad. Pero, ¿esto imposibilita un análisis de las claves no verbales?
Del mismo modo en que los candidatos políticos construyen una imagen a través de spots de campaña o fotografías en la vía pública y online, diarios y revistas, seleccionan las imágenes y las diseñan en función de sus propósitos comunicacionales.
Por ejemplo, si un diario quisiera transmitir el mensaje de que un político es empático utilizarán fotos de él sonriendo ampliamente, mientras que para hacerlo parecer hostil lo mostrarán con el ceño fruncido o con las manos en puño. Significa entonces que gran parte de los componentes no verbales de cada imagen que vemos han sido seleccionados con un fin específico.
¿Cuáles son las claves no verbales en la portada de Greta?  
  1. Ropa informal.
  2. Paisaje natural.
  3. Mirada al horizonte.
  4. Rostro relajado e inexpresivo.
  5. Rodilla izquierda semiflexionada y pies en «ancho de hombros».
  6. Manos ocultas.

La ropa informal parece tener la intención de mostrar a Greta como a una chica más, una niña del ‘montón’. La idea puede ser que cualquier adolescente se identifique con ella, sin distinción de clase socioeconómica.
En un intento por complementar su sencillez han utilizado un plano de cámara ascendente con la aparente intención de enaltecerla, encuadre que la hace parecer físicamente más grande de lo que es.
El paisaje de fondo representa el propósito mismo del discurso de Greta: el cuidado del medio ambiente. La ola que choca contra la piedra puede ser el simbolismo de ella luchando contra los embates de la contaminación.
Su rostro serio también complementa la idea de convicción y dureza, actitudes que han sido visibles en su más reciente discurso ante la ONU.
El rostro inexpresivo también parece señalar un momento de reflexión y contemplación, probablemente en relación a su causa. También tiene un aire de seriedad, una expresión poco frecuente en los adolescentes y por tanto parece mayor.
La posición de los pies y la rodilla indican ligera proactividad, una sutil intención de moverse hacia adelante.
Hasta aquí, cada elemento del lenguaje corporal es congruente con el mensaje discursivo de la figura de Greta, pero, ¿las manos ocultas? esto para mí es una incógnita…nuestro cerebro está ‘cableado’ para interpretar con incredulidad y escepticismo los ocultamientos de las manos.
Portadas como estas se preparan durante semanas e incluso meses. Dudo que dejen detalles como este al azar, pero aun así…
¿cuál es el mensaje que intentaron transmitir? y por otro lado ¿qué mensaje proyecta realmente? ¿se les escapó? ¿simplemente ella tenía frío?…
¿¡Tú qué opinas!?
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Qué tipo de niños mienten más y cómo afrontarlo

La mentira siempre se convierte en un tema complejo y controvertido. Por un lado, la mentira es inevitable y necesaria para las relaciones sociales, quien diga que siempre dice la verdad miente; es imposible.

El miedo a la mentira se incrementa si la observas en tus hijos, sin embargo, las mentiras pueden ayudarnos a comprender el desarrollo social y cognitivo de los niños. En este artículo replico un texto en inglés publicado por ‘The Conversation‘, muy interesante y con una buena dosis de estudios científicos linkeados sobre cada afirmación que van relacionando la infancia y la mentira:

El equipo de investigación del Laboratorio de Desarrollo Social y Cognitivo de la Brock University está estudiando la capacidad de mentir, que puede considerarse, en diversos contextos, como una señal del desarrollo cognitivo de los niños y de su exploración de nuestro mundo social.

Los psicólogos del desarrollo llevan décadas estudiando la capacidad de mentir, y han descubierto que se manifiesta hacia los 2 años de edad. Sin embargo, es a partir de los 4 años, aproximadamente, cuando la mayoría de los niños comenzarán a mentir para ocultar una trastada, y este alto índice de mentiras se mantiene a lo largo de toda la infancia.

Pero las mentiras no se detienen ahí. Evelyne Debey, profesora de la Universidad de Gante (Bélgica), y sus colegas preguntaron a miembros de la comunidad de entre 6 y 77 años acerca de las mentiras que contaban a diario. Hicieron un descubrimiento interesante: aunque todos los grupos de edad afirmaron que mentían, la conducta mentirosa dibujaba una curva en forma de U invertida. Las mentiras aumentaban durante la infancia, llegaban a su nivel más alto en la adolescencia y disminuían (pero sin llegar a desaparecer) durante la edad adulta.

Ahora bien, ¿cómo se desarrolla esta capacidad? ¿Qué sucede durante la edad preescolar que ayuda a los niños a decir sus primeras mentiras?

Mentir puede parecer un acto sencillo; sin embargo, una mentira eficaz exige una buena dosis de habilidad cognitiva. Para decir una mentira, un niño debe ser consciente de que otras personas pueden tener creencias y conocimientos diferentes de los que él tiene y de que esas creencias pueden ser falsas.

El aumento de las mentiras hacia los 4 años de edad tiene lugar justo en la época en que los niños empiezan a controlar su capacidad para pensar en las falsas creencias de los demás. Se ha observado que esta capacidad está relacionada con un aumento de las mentiras en los niños.

Además de comprender que pueden crear una falsa creencia al decir una mentira, los niños tienen que emplear después sus habilidades de inhibición para evitar que se les escape la verdad, y usar su memoria para guardar un rastro de las verdades y las mentiras que han contado.

Por ejemplo, Angela Evans, directora del laboratorio, y Kang Lee, profesor en la Universidad de Toronto, estudiaron las mentiras y el desarrollo cognitivo de los niños y descubrieron que los niños y niñas que presentaban un mejor rendimiento en funciones cognitivas como la inhibición y la memoria eran más propensos a mentir. También demostraron que estas habilidades cognitivas son importantes para mantener una mentira durante la adolescencia.

Aunque las mentiras de los niños pueden obedecer, en parte, a sus habilidades cognitivas avanzadas, nuestro estudio sugiere que, con frecuencia, mentir también puede estar motivado por factores sociales.

En otro estudio del laboratorio descubrían que los niños de entre 3 y 8 años de edad que tenían al menos un hermano o hermana eran más propensos a hacer trampas jugando que los que no tenían hermanos. En general, los niños que tenían un hermano pequeño mentían más sobre sus trampas que los niños que eran el hermano pequeño.

El hecho de tener hermanos favorece una forma de jugar que puede alentar y normalizar la propensión a hacer trampas. Ser hermano mayor propicia la oportunidad de manipular a los hermanos pequeños, menos avanzados cognitivamente.

Puesto que decir mentiras es un aspecto común y normativo de la incipiente vida social de los niños, el hecho de tener hermanos y hermanas puede, simple y llanamente, proporcionar a los niños un entorno adicional que les permite explorar su capacidad de desarrollo para mentir. Pero no hay que olvidar que los hermanos también pueden favorecer los comportamientos prosociales y algunas habilidades cognitivas.

Cuando los niños empiezan a mentir, a los padres les corresponde la labor de socializar a sus hijos enseñándoles las normas y las expectativas sociales relacionadas con la honestidad. Muchos padres y madres quieren saber si existen estrategias para alentar a su hijo a decir la verdad. Los investigadores psicosociales han estudiado específicamente esta cuestión y han descubierto varias técnicas.

Una técnica que han probado algunos padres es leer a sus hijos cuentos con moraleja, como ‘Pedro y el lobo’, que recalquen la importancia de la honestidad. Pero los investigadores han constatado que leer este tipo de cuentos morales, que hacen hincapié en las consecuencias de mentir, en realidad no tiene ningún efecto en la honestidad; en cambio, se ha descubierto que las historias que ensalzan las bondades de decir la verdad logran potenciar de manera efectiva la honestidad de los niños.

Otra técnica sencilla es pedir a los niños y niñas que prometan decir la verdad. Se ha descubierto que esta técnica resulta más eficaz desde los 5 años de edad hasta la adolescencia.

Pero ¿existe alguna técnica para los niños pequeños? Un estudio llevado a cabo en el laboratorio recientemente descubrió que pedir a los niños de entre 3 y 4 años que se miraran en un espejo –para tomar conciencia de sí mismos– mientras se les preguntaba por una posible trastada aumentaba considerablemente el porcentaje de respuestas sinceras.

 

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La expresión facial del médico condiciona la eficacia del tratamiento

No sé a vosotros, pero a mí la influencia que ejerce la comunicación no verbal en nuestro día a día no deja de sorprenderme.

Un reciente estudio publicado en la revista ‘Nature Human Behaviour’ confirma que, en el contexto sanitario, si un médico está convencido de que un tratamiento va a ser exitoso, y, por tanto, así se refleja en su rostro y en sus gestos, disminuye la experiencia subjetiva de dolor del paciente e incrementa tanto la efectividad terapéutica (a través de un inmediato efecto placebo) como la buena percepción de la profesionalidad del experto en salud (juzgado como más cálido, empático, fiable y seguro).

Si bien, décadas de investigación han demostrado que las expectativas de los pacientes pueden afectar drásticamente a los resultados del tratamiento, se desconocía hasta ahora la influencia que pudiera tener las expectativas de los profesionales de la medicina.

En palabras de los autores: «Este resultado explica por qué diferentes médicos pueden producir distintos efectos usando el mismo diagnóstico, fármaco, recomendaciones, o incluso placebo de modo que los tratamientos efectivos podrían volverse ineficaces o que el placebo funcione. Y efectivamente, estos efectos diferenciales no se transmiten verbalmente sino a través de señales faciales sutiles, utilizando un modelo placebo-dolor.»

Este hallazgo va a ser fundamental a la hora de valorar la formación y capacitación de los profesionales de la salud, puesto que además de los conocimientos técnicos, es primordial un entrenamiento en la toma de conciencia de la influencia que ejercen las emociones en la interacción médico-paciente.

 

La empatía es racista

La calidad de la comunicación entre individuos de diferentes grupos étnicos depende en buena parte de cómo se interpreten las emociones de los miembros individuales del grupo. Por esta razón, si no logramos entender cómo se siente el otro, ni ponernos en la piel de los demás, las relaciones se verán gravemente afectadas.

Según un metaanálisis que recopila los resultados de 12 estudios diferentes, las expresiones faciales de personas de grupos étnicos/raciales diferentes al propio se perciben como menos intensas y son reconocidas e interpretadas con una notable menor precisión.

Los datos hasta ahora recopilados se centraban en la interpretación errónea de una emoción en exclusiva, la vergüenza, pero los análisis actuales se centraron en la intensidad percibida de nueve manifestaciones emocionales diferentes (ira, asco, miedo, felicidad, tristeza, sorpresa, desprecio, vergüenza y orgullo).

Los autores de la investigación manifiestan que  “estas conclusiones suponen una brecha en la empatía” hacia las personas que no pertenecen a nuestra misma raza o etnia.

Estos resultados fortalecen los fundamentos de la Teoría de la Identidad Social, es decir, la tendencia innata de los individuos a categorizarse a sí mismos en grupos excluyentes («endogrupos»), construyendo una parte de su identidad sobre la base de su pertenencia en ese grupo y forzando fronteras excluyentes con otros grupos ajenos a los suyos («exogrupos»).

Las diferencias aquí entre endogrupos y exogrupo se basan en rasgos raciales, pero pueden también tener lugar con otros rasgos reales, inventados, fundamentados o arbitrarios, como se ha constatado en estudios en los que se usaron imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) para analizar lo que pasaba en el cerebro de las personas al someterse a estas situaciones, como por ejemplo los experimentos del neurocientífico David Eagleman.

En dichos estudios, si se pinchaba la mano de alguien que perteneciera al grupo formado arbitrariamente para el estudio, el área de su cerebro relacionada con el dolor mostraba un pico de actividad más alto que si se pinchaba la mano a un miembro del otro grupo. Es decir, la persona sentía más o menos empatía en función de a quién se le producía el dolor.

 

 

*Fuente: https://islaplad.es/ciencia