Escasos segundos pueden ser suficientes para vender un proyecto electoral, para transmitir una ideología política, en definitiva, para convencer a votantes indecisos con una sola imagen. Un cartel electoral puede conseguir un voto y esto bien merece un cuidado especial, nada se deja la improvisación, cada detalle está pensado y se ejecuta con un objetivo. Pura comunicación no verbal.
En primer lugar, la CUP ha divulgado varios carteles para el 21, todos con una clara alusión a la intervención del Gobierno Central a Cataluña y al ya histórico 1-O. Es la imagen más rompedora, incita a la rebelión. El amarillo es el color de la locura, la diversión, que combinado con el negro y el rojo evocan, según la psicología del color, el odio mezclado con el hartazgo. Curioso. Coincide bastante con la idea que quieren proyectar. Además el estilo del cartel está despersonalizado y parece una pintada callejera, se refuerza con ello la rebeldía y el descaro.
En el polo totalmente opuesto al anterior, nos encontramos el cartel electoral de Ciudadanos. Despliega un impacto visual potente. La figura de Inés Arrimadas en un intenso fondo naranja son los protagonistas. El partido apoya todo el peso de la campaña en la candidata y en la unión (en forma de corazón) de Cataluña, España y Europa. La proyección resulta dulce compensada con un toque de fuerza y energía que aporta el color del Partido. La sonrisa de Arrimadas es amplia y sincera y es de las pocas que posa con un contacto visual directo, implica compromiso, seguridad y emociones positivas.
Uno de los más esperados ha sido el de Puigdemont. La formación política de Junts per Catalunya ha elegido una imagen elegante, moderna y sofisticada para su cartel (¿no os recuerda a la portada de un disco?). No mueve emociones intensas como en el primer caso, sino que transmite tranquilidad. Esta tonalidad naranja es activa pero sosegada. El eslogan en diagonal proyecta optimismo y recuerda quién es ‘el verdadero presidente’. Su expresión facial es sonriente, calmada, incluso despreocupada, aunque evita mirar directamente a los ciudadanos. Y aquí viene lo más curioso, el atuendo de Puigdemont, su apariencia es formal porque se intuye el traje y la corbata pero entremedias con el abrigo aparece un jersey invernal, transmite frío. Al parecer, la fotografía no está tomada adrede para la campaña, tuvieron que cogerla de la rueda de prensa que dio en Bruselas, de este modo se asocia al exilio.
De un carácter muy similar es el cartel de Xavier Domenech, que incluso llegó a declarar que le habían copiado el cartel. Cierto es que cuenta con elementos muy similares, la diagonalidad del eslogan, el tono anaranjado, aunque más difuminado y la imagen de su representante como figura protagonista. En mi opinión, pierde algo de fuerza, aunque se compensa por el contacto visual directo. Igual que el anterior podría ser la portada de un disco, éste podría aparecer en la cartelera de un teatro, tiene un aire más erudito.
Continuamos con Oriol Junqueras, candidato de Esquerra Republicana. Es el cartel que más se distingue del resto por la representación de la cara del candidato en un primerísimo plano, pero no está de frente, por tanto la luz crea un efecto de sombras y claroscuro que no favorecen la claridad y la limpieza de la imagen. El gesto de Junqueras es de orgullo, sonríe con el mentón y la mirada hacia arriba. Pareciera la imagen de un superhéroe, aparece enaltecido.
El de los socialistas es el cartel electoral más tradicional. En mi opinión, no les beneficia volver a una imagen retrógrada del partido, pecando de seriedad y sobriedad. Pareciera que el mensaje sólo va dirigido a los votantes de más edad, olvidando a los jóvenes, a las nuevas tecnologías y a los guiños posibles que pueden derivarse. No hay emoción. Es insípido y anodino. Nada que ver con los carteles elaborados de Pedro Sánchez para las elecciones generales. Creo que ha sido un desacierto total y junto con el de la CUP marginan a muchos sectores sociales, lo cuál refleja desinterés en llegar a toda la ciudadanía. Miquel Iceta es un hombre emocional y divertido, una personalidad que es del todo incongruente con esta imagen.
Terminamos con el cartel del Partido Popular, sorprendentemente muy contrario al recién descrito del PSOE, no es nada clásico, no vende corporativismo. Xavier García Albiol es el más sonriente de todos, su felicidad se esboza muy espontánea y real, es un acierto que no le hayan disimulado las ‘patas de gallo‘ porque son la clave para transmitir una verdadera imagen de alegría. La tonalidad del color azulada hace referencia al color que identifica al Partido y a la vez transmite confianza, seguridad y armonía. Tras la figura del representante, aparece una masa de gente que parece que le sigue, convirtiéndole en ‘líder‘ y banderas de España que no olvidan acompañar de la senyera en la parte inferior.
A mi parecer, los más sobresalientes son los de Puigdemont y García Albiol, les siguen los de Arrimadas, Domenech y Junqueras, y suspenden los carteles de la CUP y del PSOE. ¿Qué opináis vosotros?
Sorprendente es la cara dura de algunos en volver a presentarse…incluso estando huidos o en prisión…desde luego esto sólo pasa en España…Aquí todo vale
13 diciembre 2017 | 9:27 am
Salvo los dos carteles que si que parecen típicos de las campañas electorarles (ciudadanos y psc) los demás parecen fotos sacadas del Facebook o simples selfies…que nivel de políticos más deplorable
13 diciembre 2017 | 9:30 am
Sorprendente todo lo que nos tratan de inducir con sus carteles, no solo quieren manipularnos con sus discursos sino que también con sus gestos…
Si vuelven a ganar los de siempre, Caraluńa se hundirá directamente y listo
13 diciembre 2017 | 10:51 am
Ni uno catalán Clarles una mica més
13 diciembre 2017 | 2:31 pm
Los cráneos de los franceses son ovalados. Eres francesa?
17 diciembre 2017 | 8:15 pm