(JAVIER LIZÓN / EFE).
El pasado viernes por la noche fui al teatro Kamize, la obra se titulaba ‘El Amante’ (muy recomendable, por cierto). El caso es que desde que me dedico a esto de la comunicación no verbal he analizado a los políticos de este país cientos de veces, sus posturas, sus gestos, cada expresión emocional ejecutada en un debate o en un mitin, incluso en juicios; he registrado cada detalle a través de fotografías, de vídeos, fotograma a fotograma (ni os imagináis el trabajo que hay detrás).
Y el viernes allí estaba él. Tenía a Pablo Iglesias a pocos metros de distancia. Yo os cuento lo que vi y me gustaría conocer vuestra opinión porque yo misma tengo dudas sobre cómo interpretar su comportamiento. En primer lugar, yo estaba situada en una inmensa cola de entrada, el aforo era bastante grande y allí esperamos unos 15 minutos para entrar. Él no. Lo vi llegar a lo lejos y me sorprendió su actitud.
Caminaba agazapado por la calle lateral del teatro, rápido, por las zonas no iluminadas, miraba hacia todos lados, encorvado, nervioso, con expresión facial de preocupación, casi de miedo, tocándose la frente para intentar ocultar su rostro y entonces entró por la puerta de atrás del teatro. Aún así, mucha gente que salía de esa calle lateral al teatro lo reconoció y venía diciendo «¡era Pablo Iglesias! Sí, sí, era él. Tenía que haberle pedido una foto o algo!»
A continuación, y sin querer hacer demasiado spoiler, la primera parte de la obra se desarrollaba en una fiesta como parte previa al espectáculo, todos entrábamos a una sala y ofrecían bebidas y comida a los asistentes. Él no entró en esta parte del teatro. Cuando nos dirigimos a la sala de las butacas él ya estaba allí sentado en las primeras filas, prácticamente agachado en su asiento, casi avergonzado. Y al finalizar la obra salió velozmente, y con la misma actitud que entró, por otra puerta que no era la habilitada para el resto de los mortales allí presentes.
Bien, por un lado, y empatizando, me impactó bastante ver a una persona inquieta y tan ‘vigilante’ ante una situación tan cotidiana como es la de ir al teatro, preocupado constantemente por que no le reconozcan por la calle. Y pensé que debe ser muy incómodo para cualquiera, más aún, cuando hay fuertes convicciones ideológicas políticas a favor o en contra de esa persona que pueden despertar tantos ‘amores y odios’.
Por otro lado, también me surge la duda sobre si ese comportamiento es coherente o no con el significado de la política, término que etimológicamente significa «de, para o relacionado con los ciudadanos». No quiero relacionar esta idea sólo con Pablo Iglesias, es la persona que pude observar de cerca, pero pongo la mano en el fuego de que el resto de políticos lo harán igual o incluso aún peor.
Si pierden el contacto del día a día con el ciudadano, si no esperan una cola de entrada, si no saben lo que cuesta un café, si no escuchan a esa gente que les quiera parar por la calle se alejan de la realidad y eso creo que un futbolista o un cantante se lo pueden permitir, pero ¿un político puede permitirse mantenerse al margen del contacto social? ¿siempre, a veces…? o ¿es algo que siempre irá implícito en su trabajo?
No sé qué pensar… se admiten opiniones al respecto. 🙂
[Inciso tras leer vuestros comentarios: En primer lugar, GRACIAS a todos los que habéis entendido el post como planteamiento a debatir: vida privada/pública de los políticos a partir de mi encuentro con Pablo Iglesias. Gracias por vuestros comentarios y opiniones al respecto (de eso se trataba). En segundo lugar, Pablo Iglesias iba efectivamente acompañado de Irene Montero, sin más, yo vi entrar solo a Iglesias y en las butacas estaba con ella, no opino sobre ello ni la nombro si quiera porque yo no la vi entrar. Por último, en ningún momento critico el comportamiento de Pablo Iglesias, solo describo lo que vi, de hecho admito que, poniéndome en su lugar, me cuesta saber cómo actuaría yo misma en su situación y reconozco que debe ser muy difícil saber gestionar o conciliar su vida privada con la pública, a mi me causó bastante impresión y quería compartirlo con vosotros. Reitero mi agradecimiento a los que así lo entendieron 🙂
* A partir de ahora, tras reflexionar sobre la repercusión que puede tener una opinión sobre una persona conocida en el ámbito privado y el respeto que merecen en dicho ámbito, he decidido que mis análisis y valoraciones sobre los protagonistas de la actualidad se restringirán a sus apariciones públicas.