De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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Wifi abierto para una sociedad abierta

«¿Hola, te gustaría compartir tu wifi a cambio de un pago mensual?». «Me acabo de mudar y he visto tu wifi. ¿Tomamos una cerveza?». Así de redondas son las frases /eslogan del nuevo proyecto wifis.org , que incentiva que las redes de internet inalámbricas (wifi) sean compartidas entre varias personas. Wifi para relacionarse, para conocer a personas nuevas. Wifi para trabajar en red, para economizar. La filosofía de Wifis.org tiene su epicentro en algo tan sencillo como compartir tecnología. Cualquier persona puede abrir la configuración de su red wifi y permitir su uso a usuarios concretos.

Algunas preguntas al aire. ¿Tiene sentido que cada vecino de un edificio contrate internet inalámbrico a un precio desorbitado? ¿Tiene lógica que los vecinos tengan redes cerradas y que no existan relaciones sociales entre ellos? Precisamente fueron estas preguntas las que propiciaron hace unos años el fantástico proyecto Yellow Chair en Londres. Anab Jain, una india residente en Londres, descubrió que alguien usaba su señal de Internet Wireless. Su primera reacción fue el enfado. Después reflexionó. Y se dio cuenta que no conocía a sus vecinos. No conocía a casi nadie en el Planeta Que Había Substituido las Plazas por Shopping Centers. Por eso colocó un puesto de acceso a Internet gratuito en la puerta de su casa. Un ordenador, una cámara. Barra libre de bits. Su Yellow Chair rompió con el aislamiento crónico de los vecinos. Disparó el sentido comunitario del barrio. Hizo posible la construcción colectiva de una historia /cotidianidad. El wifi abierto construyó una comunidad de (vecinos) abierta.

Nodo Móvil es otro proyecto que pretende cuestionar el aplastante dominio de las corporaciones sobre los flujos de Internet. El Nodo Móvil es un pasó más al «wifi colega» de wifis.org. Es una apuesta por la expansión territorial de Internet a través de dispositivos móviles. Un intento de colocar Internet al servicio de los ciudadanos y no de las corporaciones /instituciones. El Nodo móvil – que busca financiación en la plataforma de crowd funding Goteo – ya ha realizado algunos experimentos. Unidades móviles recorriendo las calles de Barcelona, expandiendo wifi con tecnología casera. Wifi abierto para nuevas interacciones. Wifi compartido para una nueva ciudad abierta regida por otro tipo de relaciones. 

 

 

¡Es la economía creativa, estúpido!


140 músicos de big bands lanzan un disco financiado integramente por el público. Una multinacional informática invierte en software libre construido colaborativamente. Una marca de coches deja a los usuarios diseñar un modelo. Unos ciudadanos desarrollan un red de acceso inalámbrico a internet wifi teleoperadoras. ¿Cómo se llama la película? Vayamos por partes. Primero, los actores. La peli big band se llama Movimento Elefantes (Brasil); el gigante informática, IBM; Fiat fue quien apostó por el co-coche Fiatmio; el wifi libre se llama Guifi.net, un proyecto nacido en Catalunya.  Y es que la mano invisible del mercado, tras el petardazo de la última crisis, podría llamarse sociedad en red. O inteligencia colectiva. O sociedad P2P (peer-to-peer). O crowd sourcing, ese término que acuñó Jeff Howe, ex editor de Wired: individuos cooperando entre sí. Co-creando. Co-trabajando. Sin intermediarios.

La crisis mola. Todo se desmorona. Todo se rehace. Mientras la economía mundial sigue en su ruleta-montaña rusa, el mundo encuentra soluciones al margen de gobiernos e inversores. Apenas un 2,3% de las start up (los famosos emprendedores) consiguen financiación. Sin embargo, el crowd funding – financiación colectiva – está empezando a funcionar. Kiva permite que cualquier persona financie proyectos a partir de 25 dólares. El site Kickstarter ha recaudado ya 100 millones de dólares de desconocidos para 13.000 proyectos. Lanzanos y Goteo Funding están despegando en España. Y hasta están naciendo sistemas de préstamos P2P – intercambio entre usuarios – sin bancos. ¿Prestar dinero a un desconocido? Podría ser una buena idea.

¿Y qué pintan Fiat o IBM en esta fiesta hippie-horizontal? El hit de Bill Clinton contra Papá George Bush, aquello de «es la economía, estúpido», en este convulso siglo XXI sería algo así como: «Es la economía creativa, estúpido». ¿Econoqué? En Estados Unidos, antes del boom de las redes sociales, ya se hablaba de open innovation (gracias a Henry Chesbrough). Algo tan sencillo como incentivar que las empresas cocinen ideas internas con externas. O sea, ejecutivos de IBM confiando en un puñado de hackers. Por otro lado, el mundo entero entró en la co-creación desde que Venkat Ramaswamy inventase el término. El cochecito que Fiat construyó con ayuda de sus usuarios, vaya.

¿Y a qué viene todo esta argumentación? Muy simple: en el Reino Unido la economía creativa representa el 7,8% del PIB. En Brasil, existe una Secretaría de la Economía Creativa. En España, la economía creativa está en auge. Pero no existe oficialmente para el gobierno central. Juan Pastor Bustamante, de la Escuela de Organización Industrial (EOI), la describía recientemente así: «industrias culturales y creativas, pero también ciudades creativas, ecosistemas creativos, clusters creativos, distritos creativos, clase creativa…«. Podemos redondear. Espacios de co-working (trabajo compartido). Ciudades participativas. El banco comunal BancomunEléctricas portuguesas co-creando. Millones de personas escribiendo en Wikipedia.  O la mismísima Philips pidiendo a sus usuarios que les redacten manuales de instrucciones. Sociedad en red, decíamos.

Rubén Martínez, que investiga sobre innovación en cultura y procomún en Yproductions, (gran presentación) lo tiene claro. El mundo está mutando. Estamos pasando de los emprendedores a la creatividad social. De los departamentos de I+D autistas al I+D de la sociedad. De la economía estúpida a la economía creativa, flexible y horizontal.

Botón rojo para regalos inteligentes


Imagina que cada vez que sientes una necesidad absurda de comprar un pantalón o un nuevo coche tienes un mecanismo sencillo que elimina el deseo. Imagínate un botoncito rojo en el teléfono móvil que puedes apretar cuando el consumismo facilón se apodera de ti. Un botón que cada vez que lo aprietas te comunica que has ahorrado, digamos 5 euros. Tan sencillo y extravagante mecanismo ya existe. Se llama Impulse saver. Y arrasa en nuestras antípodas físico-metafóricas, Nueva Zelanda. Lo curioso es que fue un banco, el Westpac, quien encargó a la agencia Colenso BBdo este inventillo de No Consumo. La campaña tenía un eslogan claro: Nueva Zelanda tiene un problema. Gastamos demasiado. 16,1 millones de dólares en consumismo impulsivo al día. ¿Para qué comprar cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos? Parece lógico, ¿no? ¿Un juego de palos de golf para papá? No, botón rojo. ¿Nos casamos con un bodorrio de 16.500 euros (la media por boda en España? No, botón rojo (y abrimos una empresa).

Código Abierto, para estas tan entrañables fiestas, recomienda la estrategia del botón rojo. Aunque también, para los que regalan por verdadero placer, tenemos un plan B: que envuelvan los regalos con Infinit Loop, un proyecto que busca financiación en Goteo a través de crowd funding que mezcla inclusión social, sostenibilidad y tecnología (geolocalización). Con lo que ahorremos apretando el botón rojo de Impulse Saver en estos consumo-días recaudaríamos fácilmente los 6.000 que le faltan a Infinit Loop. Botón rojo para regalos inteligentes.