De la nueva sociedad 3.0 organizada horizontalmente en red que ha enterrado la edad contemporánea. ¡Bienvenidos a la edad digital!

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Una ciudad en 3D hecha de información

“La arquitectura de la ciudad de hoy tiene más que ver con los espacios sintéticos creados por la información que recopilamos, consumimos y organizamos, que con la forma” (…) La ciudad es una inmersiva interfaz humana en la que  la realidad aumentada ayuda a moverse e interactuar con un ecosistema tridimensional ”. Las declaraciones son del visionario británico japonés Keiichi Matsuda, autor de los proyectos Augmented (hiper) Reality: Augmented 3D City (¡ver vídeo!) y Cell.

Matsuda apuesta por la superposición de capas de realidad. Los objetos domésticos conviven con los contenidos de las redes sociales. La arquitectura de la ciudad es un híbrido de edificios, paisaje, subjetividad y datos. Y por eso Matsuda dota a la realidad aumentada de una normalidad / cotidianidad abrumadora. Lo físico y virtual se fusionan gracias a las visualizaciones de la web semántica. Todo tiene una nueva capa de datos e información. El  proyecto Cell resume a la perfección  este nuevo espejo virtual ubicuo que puede llegar a ser la realidad aumentada. Las palabras de nuestros perfiles sociales generan una segunda piel. Pero también adoptan nuevos cuerpos y formas entrelazadas en una nueva dimensión de la realidad.

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Se buscan ciudadanos inteligentes (en el espacio público)

Imagen del proyecto The Data Citizens Driven Data desarrollada por Sara Alvarellos

Acaba de nacer una ciudad big brother. IBM ha elegido a la cobaya de moda, Río de Janeiro, para aplicar su concepto smarter city de control y gestión de datos. La propaganda bidireccional (gobierno local y sector privado) es redonda: la ciudad es smart (inteligente) y controlaremos todos los datos (tráfico, contaminación, temperatura, flujos) de la urbe. Pero las críticas a este concepto  de ciudad inteligente burocrática y top down son redondísimas y demoledoras.

Juan Freire, especialista en ciudades creativas y urbanismo participativo, afirma que el concepto de  “smart city acabaría por ampliar la capacidad de control de la ciudadanía y por disminuir el potencial de participación ciudadana al incrementar la aparente complejidad y el automatismo en la toma de decisiones». El estadounidense Mark Shepard prefiere hablar de sentient city (ciudad sensible). Mark considera insuficiente la Internet of things (objetos conectados) y prefiere hablar de una «nueva esfera pública de las cosas». Adam Greenfield,  de Urbanscale, durante el Smart City World Expo sugirió crear una  smart city hecha con inteligencia compartida «que nace desde la base y con voluntad de código aberto, más que para controlar y optimizar  procesos desde encima». Una ciudad como aquella de la que hablaba Jane Jacobs en Muerte y vida de las grandes ciudades, «construída por y para los cidadanos con diversidad y  espontaneidad». Ethel Baraona y César Reyes, de DPR-Barcelona, en un texto titulado Buscando las neoronas de la smart city, publicado en La Ciudad Vida, reflexionan sobre ello: «Las auténticas ciudades inteligentes no dependen de la tecnología, si no de las conexiones entre sus neuronass, que son las personas (ciudadanos y agentes de gestión)»

Urbanismo bottom-up frente a urbanismo watch above. Participación 2.0 frente a la imposición urbanística vertical. Burocracia lenta frente a adhocracia flexible, emergente y multidisciplinar. Urbanismo P2P frente a la privatización del espacio público. La ciudad de la esperanza frente a la cidade del miedo (gran texto de Zygmunt Bauman). Ciudades de código aberto (gran reflexión de Doménico di Siena) frente al urbanismo excluyenteTales of things (una iniciativa inglesa que incorpora narraciones de la sociedade sobre objetos) frente à Internet of things.

El proyecto  The Data Citizen Driven City, que está desarrollándose en el Medialab Prado de Madrid por César García, Jorge Medal, Sara Thomson y Sara Alvarellos, resume muy bien este nuevo concepto de smart city horizontal hecha por personas. Su wiki destaca que el proyecto es «el escenario donde la ciudadanía digital activa toma el rol de actor principal en una ciudad eficiente y sostenible. La ciudadanía digital activa es creadora y conocedora de sus propios datos cotidianos». ¿Y en qué consiste exactamente el proyecto? Nada mejor que reproducir tal cual, enriqueciendo con algún link, una parte de su wiki. ¿Cómo funcionará?

Tecnología. Utilizando el Internet de las cosas y soluciones basadas en hardware abierto, como Arduino, cada individuo podrá comenzar a recopilar los datos que más le interesen, tales como la calidad del aire o el ruido ambiental. Dichos datos se liberarán utilizando un repositorio online abierto (Pachube).

Cambio social. Se producirá un cambio social en la cultura de los datos, cotidianizándose la actitud activa hacia los datos, su producción, donación e interpretación. Este cambio cultural va asociado a una democratización de las tecnologías y hardware y software abierto, y el avance de la tecnología móvil. Los datos se reinterpretarán de múltiples maneras para generar nuevos discursos en el contexto de la inteligencia colectiva. Una vez alcanzada una masa crítica de participantes, se podrán observar patrones emergentes que ayudarán en la toma de decisiones respecto a problemas y anomalías urbanas. La participación ciudadana aumenta una vez que se percibe que el dato es político.

Resultado producto de ese cambio cultural y social. En un tiempo el ciudadano es actor en procesos de democracia directa a escala local. La gestión de recursos públicos para el mantenimiento del espacio físico y digital de la ciudad se decide colectivamente con los datos locales y globales de la ciudad. Los ciudadanos se ven implicados en tareas de mantenimiento en los espacios físicos y digitales de su barrio tradicionalmente asignadas a la administración. El conjunto de acciones urbanas producto de decisiones de democracia directa basadas en datos a escala glocal supone una utilización de los recursos más eficiente.

Esta red de ciudadanos – concluye el wiki – «constituirá un sistema autónomo e inteligente que se actualiza y resuelve las realidades cambiantes de la ciudad a tiempo real». Con esta nueva democracia directa de ciudadanos inteligentes sería todavía más escandaloso que un Ayuntamiento mintiese sobre la calidad del aire para conseguir unos Juegos Olímpicos. Cada ciudadano desmentiría con un simple sensor de su teléfono móvil la ciencia ficción informativa de sus gobernantes.

Mi web: bernardogutierrez.es Dirijo la consultora futuramedia.net. En Twitter soy @bernardosampa